Un callejón parecía ser el punto de entrada perfecto. Sakura emergió de su portal que había creado con un poco de esfuerzo, crear portales no era tan fácil como parecía. Ella no podía pasearse por las calles con su actual apariencia así que, enfocándose en adoptar la apariencia que recordaba de su vida en ese mundo, usó su habilidad "Cambia formas" para ajustar su apariencia.

El cabello de Sakura ya no era blanco, ahora era de un tono castaño claro y sus iris cambiaron de su tono rojo a un verde esmeralda. Sin embargo al ella aun no lograr dominar su habilidad completamente las orejas y cola de tigre permanencían, ahora ya no siendo de un pelaje blanco y negro y en su lugar siendo de un pelaje castaño claro con negro.

Al notar eso nuestra protagonista soltó un pesado suspiro antes de cubrir sus orejas con su capucha verde oscuro y ocultar su cola dentro de su holgado abrigo, el cual que había traído consigo para verse mas "normal".

Se encamino hacia donde solía estar su casa. Sin embargo, al llegar, la nostalgia se convirtió en desolación. La casa que alguna vez fue su refugio ya no existía. Sakura se acerco a la persona mas cercana que parecía un trabajador de obra, el hombre de aspecto cansado, le informó sobre la tragedia que devastó la vivienda. Una columna había caído durante un violento terremoto de clase 7, aplastando a la dueña de la casa y debido a eso el gobierno declaro la vivienda como inestable y la acabaron demoliendo.

La revelación le heló la sangre. Recordar su propia muerte en ese mundo le envió un fuerte escalofrió por su columna vertebral. Pero reuniendo su determinación, decidió que no podía quedarse ahí parada, su prioridad era asegurar un nuevo lugar donde residir. Aunque traía consigo el oro de Eterna Aventura no podía usarlo para comprar como en la otra dimensión, necesitaba cambiarlo por la moneda local.

La búsqueda la llevó a una casa de empeño. Sakura entro aun con su capucha puesta, la campana de la puerta sonó y ella se diriguio al mostrador donde hablo con el joyero, un hombre de avanzada edad el cual llevaba un monóculo, algo bastante inusual para la época.

-Buenas noches, me gustaría empeñar esto- dijo Sakura mientras colocaba unas pocas monedas sobre el mostrador

Las monedas, forjadas en oro auténtico, atrajeron la atención del joyero. El verifico la autenticidad del oro, evaluó su valor y le ofreció una suma considerable.

-son 15 monedas de oro autentico y pesan un total de 3450 gramos así que, te ofrezco 54,213 dólares- dijo el joyero que parecía decidido a obtener el oro autentico sin importar el precio

Los ojos de Sakura se abrieron como platos, aun que tenia sentido, el oro ya no era muy común y esa cantidad de gramos era muy codiciada, ella acepto y el joyero le entrego el dinero.

Con el efectivo en mano, Sakura emprendió la búsqueda de un nuevo hogar. Recorrió las calles, observando anuncios y buscando señales de propiedades disponibles. La sensación de pérdida la acompañaba, pero también una determinación incuestionable para reconstruir su vida en este mundo, claro esta sin dejar Eldoria a la suerte.

Finalmente, un anuncio en una oficina de bienes raíces captó su atención. Una pequeña casa en una zona tranquila de la ciudad parecía prometedor. Intrigada, se dirigió allí y la sensación de un hogar potencial la envolvió.

El agente inmobiliario le mostró el lugar. la casa era acogedora y contaba con dos pisos, "un lienzo en blanco para su nuevo comienzo" pensó Sakura al ver que la casa estaba completamente pintada de blanco por lo que podía re pintarla. Decidió asegurarlo.

Sin embargo, mientras firmaba los papeles, una sensación extraña la invadió. Un destello de movimiento fugaz en la periferia de su visión la desconcertó, pero al girar la cabeza, no encontró nada fuera de lugar. Un escalofrío recorrió su espina dorsal, una sensación inquietante que no podía sacudirse... "¿Un fantasma? no, los fantasmas no existen" pensó Sakura intentando sacarse esa idea loca de la cabeza.

Sakura cerró el trato y se mudó, llevando consigo una mezcla de emociones. Mientras se instalaba en su nuevo espacio, un susurro en el aire y el persistente sentimiento de ser observada la incomodaban pero decidió no darle importancia al menos por ahora.