Primera vez (Extendido. Sam, Strange, Hela)

Sam Wilson

Sam había tenido que irse a una misión por más o menos un mes y medio, sin tener la posibilidad de comunicarse contigo ni nadie más, a excepción de Fury que necesitaba estar informado.

El no saber sí estaba bien o no, te estaba matando, y ya casi ni dormías por la angustia de no tener información sobre su estado.

~~~

Cerraste la pastelería a la misma hora de todos los días, y te fuiste camino a tu departamento como todas las tardes, sintiéndote triste de saber que no podías hablar con Sam.

Al abrir la puerta de tu hogar, todo estaba a oscuras, y así lo dejaste mientras te quitabas los zapatos y la chaqueta. Ya luego cuando la colgaste en el perchero, caminaste hacia tu habitación aún en la oscuridad, y casi te da un paro cardíaco al ver a Sam ahí.

–¡Sorpresa!–Exclamó una vez que entraste a tu habitación y encendiste la luz.

Los ojos casi se te salen, al igual que tú corazón, poco más y te desmayas del susto.–¡Sam estás de vuelta!–Gristaste una vez que recuperaste la compostura, corriendo a abrazarlo con todas tus fuerzas.

Le besaste los labios con pasión, antes de separarte y darle un cachetada en la mejilla.–¡No vuelvas a asustarme así!–Le dijiste, antes de volver a besarle y a aferrarte a él como si fuera a desaparecer en cualquier momento.

–Yo también te extrañé preciosa.–Susurró escondiendo su rostro en tú cuello y acariciando tu cabello y cabeza con la otra mano, respirando tu esencia.

Ambos se quedaron así por un par de minutos, antes de separarse solo un poco para ver en los ojos de otro, con sonrisas en sus rostros, y lágrimas corriendo por tus mejillas.

–No puedo creer que ya estás de vuelta.–Susurraste examinando su cara buscando señales de alguna herida, mirándole de arriba abajo.

–No me pasó nada si es lo que te estás preguntando.–Respondió a todas las preguntas que pasaban por tu cabeza.

Tu solo reíste suavemente, provocando que una sonrisa se formara en el rostro de Sam, antes de acercarse y volver a besarse.

El beso comenzó a volverse más profundo y lleno de pasión, ambos abrazándose fuertemente y tratando de estar lo más cerca posible el uno del otro, no habiendo espacio alguno entre sus cuerpos.

Comenzaron a caminar torpemente hacia la cama mientras le ayudabas a quitarse su chaqueta, hasta que caíste hacia atrás, con Sam quedando encima tuyo, aún besándose y él comenzando a desabrochar tu blusa, mientras tú hacías lo mismo con su camisa. Ambos quitándose las ropas.

Poco a poco, comenzó a bajar para besar tu cuello con la misma desesperación, dejando pequeñas marcas y haciéndote gemir muy suavemente, mientras tus manos estaban en su cuello y la otra en su cabeza.

Sam volvió a besar tus labios, para luego separarse y recuperar el aire que habían perdido, viéndote a los ojos.

–¿Has hecho esto antes?–Te preguntó agitado antes de querer hacer nada.

–Sí, pero ha pasado algo de tiempo.–Le respondiste riendo ligeramente.–Puede que esté algo oxidada.

–Sí, bueno. Yo también. Tal vez podríamos ponernos al día juntos, ¿Qué te parece?–Sugirió con una pequeña sonrisa, haciéndote reír por lo bajo. Antes de volver a besarlo y terminar de quitarse la ropa.

Dr. Stephen Strange

Stephen sabía en lo que se estaba metiendo al momento de comenzar a salir con una Vengadora. Tenía más que claro que habrían ocasiones en las que no se verían por largos periodos de tiempo debido a tus misiones, y que incluso estarían incomunicados. Pero ya la angustia de no saber sí estabas viva o no le estaba volviendo loco.

Todos los días sin falta llamaba a Tony para saber sí ya habías vuelto, y cuando este dejó de contestarle porque ya se había aburrido, comenzó a llamar a Wanda y a Nat, tus mejores amigas quienes entendían a la perfección la preocupación del hechicero.

~~~

La misión duró más de lo esperado, y Steve, Pietro y tú llegaron agotadisimos. Así que te subiste a tu automóvil, y te fuiste directamente al Sanctum, donde la capa de levitación te resivió, y cargó tu bolso hasta la habitación donde Stephen dormía.

Te cambiaste a una de sus playeras, quedando con solo tus bragas debajo, y te recostaste en la cama junto a él, cayendo en un sueño profundo de inmediato.

A la mañana siguiente cuando Stephen despertó, al darse vuelta en la cama, aún con los ojos cerrados, chocó con algo que gruñó extrañamente.

Al despertar completamente, se dio cuenta de que eras tú, y no puedo evitar abalanzarse sobre ti, y abrazarte con todas sus fuerzas, posicionándose sobre ti y escondiendo su rostro en tú cuello.

–Al fin volviste.–Dijo como niño pequeño emocionado aún abrazándote. Este lado de Stephen, nadie podía verlo, a excepción de ti.

–Buenos días...–Le saludaste aún algo dormida, pero envolviendo tus brazos alrededor de él también.

Se quedaron así por unos cuantos minutos, hasta que lograste despertar completamente. Stephen se levantó ligeramente para verte a la cara, y dejarte un gran beso en los labios, demostrándote así, todo lo que te había extrañado durante el tiempo que no estuviste.

El beso comenzó a hacerse cada vez más profundo, sus lenguas comenzando a danzar juntas, y sus manos deslizándose hasta tu trasero, donde apretó con fuerza y tú envolviste tus piernas alrededor de su cintura, sintiendo el bulto que se había formado en su entrepierna.

–Alguien está ansioso.–Dijiste coqueta, una vez que se separaron con una pequeña sonrisa.

–¿Podemos...? ¿Por favor?–Te preguntó viéndote a los ojos, casi que rogándote.

Sus palabras te sorprendieron bastante, jamás pensaste que te pediría permiso para llegar a tener intimidad, pero aún así, una pequeña sonrisa se formó en tu rostro.

–Por supuesto.–Le respondiste antes de volver a besarle, ambos dejándose llevar por el momento.

Hela Odinsdottir

Mantener una relación con una prisionera a la que tienes que cuidar, puede ser bastante difícil, sobre todo por el hecho de que no pueden hacer todo lo que les gustaría juntas.

Sin embargo, ambas ponían de su parte, y trataban de hacer todo lo posible por mantener la relación a flote, y no dejar que se hundiera.

~~~

Era la hora del día en la que debías de sacar a Hela de su celda, y llevarla a dar un paseo por los pequeños jardines que tenía la prisión. Podrán estar encerrados, pero incluso los reclusos necesitaban tomar algo de aire.

–¿Conoces algún lugar secreto donde podamos tener privacidad aunque sea por cinco minutos?–Te preguntó Hela totalmente seria para no levantar sospechas, mientras caminabas a su lado.

–Sí. Pero no podemos. Es demasiado arriesgado.–Le respondiste con la misma expresión.

Hela se detuvo y se paró frente tuyo para verte a la cara al hablar.–Vamos linda, hemos hablado y soñado con esto en muchas ocasiones.

–Querida, no podemos arriesgarnos a ser descubiertas.–Le dijiste con una pequeña sonrisa a modo de disculpa.

–Mira a tu alrededor. No hay nadie, somos solo nosotras dos. Vayamos a un lugar privado donde podamos pasar tiempo juntas sin temor a que nos vean.

A pesar de saber que era incorrecto, y de que era muy arriesgado, no podías negarte a su petición por más que quisieras. Así que al final terminaste aceptando, y la guiaste a un callejón que tenía un pequeña cueva que nadie sabía dónde estaba.

–Muy bien, aquí es.–Le dijiste quitándole las esposas de las manos, y las cadenas que tenía atadas en los pies.

–¿Tú decoraste?–Te preguntó mientras se tocaba la muñeca y miraba alrededor.

–Ehh, si... si pero no es tanto. Solo unas mantas con un par de almohadones para que no se sienta tan duro el suelo, y un par de luces para la noche.–Le dijiste parándote junto a ella.–Lamento no poder llevarte a un lugar digno de la realeza.–Te disculpaste con una pequeña triste sonrisa, jugando con las esposas que sostenías.

–No importa el lugar en el que esté, no al menos si estás conmigo.–Te dijo tomando las cadenas que tenías en la manos, para dejarlas a un lado, y luego volver hacia ti, para tomar tú rostro y besar suavemente tus labios.–Soy muy feliz contigo, a pesar de las circunstancias.

Una gran sonrisa se formó en tú rostro, antes de volver a besarla, más apasionada esta vez, mientras sus manos comenzaban a recorrer el cuerpo de la otra.

Poco a poco, se fueron recostando en las mantas que habían en el suelo, ella sobre ti, mientras comenzaban a desvestir a la otra, con suaves caricias y cierto toque de dominación por parte de Hela.

–¿Estás segura de querer hacerlo aquí?–Le preguntaste algo preocupada.

–Nadie sabe de este lugar, ¿O sí?–Te respondió coqueta, dejando besos en tú cuello. A lo que tú respondiste con un pequeño sonido en forma de negación. Con ella besándote el cuello, no podías pensar con mucha claridad la verdad.

–¿Entonces de qué te preocupas? Solo dejémonos llevar.–Susurró, antes de las dos comenzaran a vivir la magia del momento.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top