La llave (Matt Murdock)
Prólogo: Matt llega tarde por la noche a tu casa con algunos cortes y heridas.
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Advertencia: menciones de sangre.
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Era tarde por la noche cuando escuchaste a alguien entrando por la puerta de tu casa y el sonido de las llaves.
Bajaste las escaleras y fuiste hacia la sala de estar donde viste a Matt recostado en tu sillón con su rostro lleno de cortes y sangre, afirmando su costado izquierdo y son su máscara puesta.
–Te ves horrible. Estás hecho un desastre.–Le dijiste donde estabas parada frente a él.
–Gracias linda, yo también te extrañé.–Te dijo con una sonrisa extendiendo su mano hacia ti para tomar la tuya y acariciarla, haciendo que te sentaras a su lado.–¿No te he dicho que siempre debes tener algo con qué defenderte a la mano?
–¿Y por qué querría defenderme de ti?–Le preguntaste con una pequeña sonrisa, apartando un poco de cabello de su frente con cuidado de no dañarlo.
–¿Cómo ibas a estar tan segura de que era yo y no alguien más entrando con la llave?
–Cuidas esa llave más que a tu vida, no hay manera de que te la pudieran robar.–Le dijiste con una sonrisa haciendo que riera ligeramente.–Quédate aquí, voy a buscar el botiquín de emergencia.–Le dejaste un beso en los labios antes de dirigirte al baño.
Cuando volviste, Matt seguía recostado con los ojos cerrados y haciendo patrones con su mano sobre la otra.
–Volviste.–Te dijo con una sonrisa al escuchar tu corazón latir en la habitación.
–¿Qué acaso creíste que me iría a dormir y te dejaría aquí?–Le preguntaste con una pequeña risita, comenzando a limpiar con mucha delicadeza los cortes en su rostro.
–Te estabas tardando mucho...–Te dijo casi como si fuera un niño pequeño.
–Ya, ya... aquí estoy mi niño precioso.–Le dijiste con un tono de voz juguetón.
Matt rió ligeramente mientras acariciaba tu pierna, y te dejaba limpiar cada corte y poner parches sabiendo que detrás de todo ese jugueteo, sarcasmo y pequeñas bromas, escondías una gran preocupación por verle así.
Matt había podido oír los latidos más acelerados de tu corazón al verlo de esa forma en tu sofá, y el cómo se aceleraban cada vez que pensabas que le habías hecho daño tratando de limpiar cada poco de sangre en su cara.
Un par de minutos de un silencio bastante cómodo pasaron entre ustedes mientras limpiabas su rostro con delicadeza, hasta que terminaste.
–Okey... ya estás listo. ¿Alguna otra herida de la que debería preocuparme?–Le preguntaste tratando de sonar lo más tranquila posible.
–No, tranquila... ya puedes dejar de preocuparte.–Te dijo con una sonrisa dándole un suave apretón a tu pierna.
–Sabes que es difícil no hacerlo cuando llegas así, Matt. O cuando sales en las noches y no sé si vas a... si vas a... s-si vas a volver con vida. O siquiera si vas a volver.–Murmuraste viendo hacia tus manos.
Matt soltó un suspiro y se sentó con dificultad en el sillón, tomando tús manos en la suya y abrazándote por con los hombros con su otro brazo, ignorando por completo el dolor que estaba sintiendo y te atrajo hacia él para dejar tu cabeza bajo su barbilla.
–Siempre voy a volver a ti, linda. Siempre. Y perdón por siempre preocuparte de ésta manera.–Te dijo con voz suave, acariciando tú mano y cabeza.
–Está bien, Matt. Solo te pido que te cuides un poco más y ya.–Le dijiste con voz suave, alejándote un poco para verle a los ojos y así acariciar su mejilla con ternura.
–Lo prometo.–Te dijo con una sonrisa inclinándose en tu mano, para después tomarla y besarla antes de acercarse a tus labios y besarlos.–Ahora ven, quiero estar contigo.–Te dijo recostándose en el sillón y dejándote a ti encima suyo.
–¿Estás seguro de que era solo eso?
–Sí, no te preocupes. Lo demás sanará pronto.–Te aseguró dejando un beso en tu cabeza y abrazándote con fuerza.
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