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"Hay partes de mi que solo existen cuando estoy contigo" Sam Wilson~
Siempre te habías preguntado del porqué Sam era tan diferente contigo.
Cuando estaba con más personas, era juguetón y risueño, pero contigo, sus bromas y palabras eran distintas. Parecían incluso coquetas. Pero tampoco querías hacerte ilusiones, al fin y al cabo, sólo era hermano de tu mejor amiga.
Un día Sarah les pidió si por favor podían cuidar de los niños y así ella poder salir con un amigo, aunque tu sabías perfectamente que ese era más que un amigo.
Los dos estaban en la cocina preparando la cena mientras los sobrinos de Sam jugaban en la sala de estar con su escudo.
–Oye Sam, ¿puedo hacerte un pregunta?–Le dijiste apoyando la espalda en el mesón donde él estaba terminando de cortar los vegetales, cruzada de brazos.
–La que tu quieras, hermosa.–Te respondió con una sonrisa coqueta, levantando la vista por un segundo y después volver a lo que estaba haciendo.
–¿Por qué actúas diferente conmigo?
–¿Diferente en qué sentido te refieres?–Te preguntó de vuelta, tomando la tabla de cortar y echando los vegetales cortados en la sarten.
–Bueno... n-no lo sé, pero cuando estás conmigo eres más cariñoso de lo que eres con los demás... t-tal vez son solo ideas mías, pero—
–T/N, linda...–Dejó la tabla en el mesón, limpiándose las manos rápidamente y tomó ambas de tus manos en las suyas, viéndote a los ojos.–"Hay partes de mi que solo existen cuando estoy contigo". Tú me haces sentir miles de cosas con tan solo dirigir tu mirada hacia mi, es por eso que soy así contigo. No puede actuar de una manera distinta porque simplemente no me resulta.–Llevó una mano hacia tu mejilla para acariciarla.
Sam tenía una sonrisa en el rostro, y desvió su mirada por un milisegundo a tus labios antes de voltearse para revisar que sus sobrinos no estuvieran, y después te besó en los labios, pasando su mano izquierda por tu cintura y la otra la dejó en tu mejilla.
Al sentir sus labios en los tuyos, soltaste un pequeño chillido de sorpresa, pero pronto le devolviste el beso, posando tu mano izquierda en su hombro y la otra alrededor de su cuello.
–¡Tío Sam tenemos hambre!–Escucharon al mayor gritar, haciendo que se separaran rápidamente.
–¡Ya va a estar! ¡Ten paciencia!–Rodó los ojos con una pequeña sonrisa viendo hacia el pasillo, para después volver a verte a ti donde estabas sonriendo con las mejillas rojas.–¿Ahora te queda más claro del porqué soy así contigo o debo explicártelo otra vez?–Susurró volviendo a acercarse a ti, dejando ambas manos en tus caderas.
–No lo sé... tal vez debas explicarme un par de veces más hasta que me quede claro.–Pasaste tus brazos por su cuello, ofreciéndole una gran sonrisa para después volver a besarlo.
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