5. Epifanía
Loid dejó caer su cabeza entre sus manos al escuchar las palabras que Silvya le había dicho, incapaz de poder creérselo. No sabía porque le sorprendía, ya se veía venir algo así.
Desde el sorpresivo ataque con WISE él entendió el poder que Ostania tenía y como lo había empleado con ingenio. Encontrando la guardia secreta de su organización y acabando con ella antes de que lo supieran. Todos habían reaccionado cuando ya estaban sobre ataque y se habían defendido lo mejor que pudieron.
Él había querido investigar para rastrear sobrevivientes o futuras indicaciones. Había acudido con Franky pero él tampoco tenía ni un tipo de información. Estaba seguro que por las grandes habilidades de los hombres de la agencia, muchos habían escapado y salido ilesos.
Por eso había esperado todo este tiempo a su regreso con esperanzas. Se preguntó si para ahorrarse peligros, debió dejar todo atrás y simplemente disfrutar de la vida real que tenía. Pero no podía darles la espalda a todos esos niños que se prometió que protegería.
― ¿Cuánto tenemos?
―Semanas, días, horas, no sabría decirte, solo basta con que él de la orden.
¿Cómo todo se había salido de control tan rápido? Él como agente sabía que el tiempo era algo primordial para ese tipo de misiones. ¿Su error? Haberle dejado una responsabilidad tan grande a su hija como averiguar sobre Donovan, cuando ese más que nada era su trabajo desde hace más de diez años, seguirle los pasos y encontrarlo. Había confiado demasiado en Anya al ser una Esper, eso sería una tarea fácil considerando su habilidad. Pero parecía algo complejo.
―Donovan se ha movido muy bien bajo las sombras, alterando a los hombres más importantes de Ostania, para terminar con este enfrentamiento con Westalis lo antes posible. Quiere una guerra nueva y está dispuesto a ganarlo, ha conseguido hombres a su cargo, tiene un ejército esperando. Ha jugado muy bien en el anonimato. El enfrentamiento es inevitable a menos que lleguemos a él antes de que dé la orden.
Ese era su trabajo de Twilight, encontrarlo y acabar con él.
Si quería salvaguardar la paz entre ambas naciones y más importante, proteger la vida que ahora tenía, debía hacerlo ese mismo día.
―Y he averiguado algo sobre lo que me comentaste.
Loid salió de su ensoñación mental de los planes que estaba elaborando para actuar más tarde, esa misma noche. Debía ser muy cuidadoso y aprovechar todo el tiempo posible. Ir por pasos y prepararse para el peor de los escenarios.
― ¿Qué averiguaste?
―No creo que vaya a gustarte.
Twilight miró fijamente a su superiora, con aquel cabello rojo que antes había sido largo, ahora era rubio y lo tenía hasta los hombros. Huir y esconderse el tiempo suficiente ante la caída de WISE la obligó a transformar su apariencia para conservar un perfil bajo y no ser atrapada. Su rostro con pequeñas arrugas a los costados de los ojos, los años habían ejercido su peso en ella. No era expresiva pero ahí estaban esas imperfecciones.
Sabía que aquellas palabras solo podían indicar que serían malas noticias.
Sus zapatos hacían un eco en el suelo del pasillo donde transitaba, visualizando la puerta de madera que estaba al final. Era de roble, de gran imponencia, la más sobresaliente de la casa.
Tocó dos veces como solía hacer cada que era citado en ese lugar, para posteriormente ingresar, ya había anunciado su entrada, además que sabía que lo estaban esperando. Su rostro transformado en una expresión de cólera.
―Damian
El segundo hijo de los Desmond ingresó a la oficina de su padre, contemplando aquel rostro pálido de ojos saltones y expresión severa.
―Quiero que me expliques...―Habló conteniendo su enojo, pero fue imposible.
Su padre levantó una de sus manos con gesto inescrutable, con esa señal le indicaba que dejara de hablar, de una forma educada. Aunque sabía que había otros métodos, algo que él había experimentado en su infancia.
―Tú a mí no me exiges nada. ―Esperó un breve momento a ver el rostro de su hijo tranquilizarse. ―A pesar de tu actitud deplorable, te escucharé.
Damian dio un par de pasos hacia su padre que estaba sentado en el escritorio, al final de la habitación. Parecía tan sereno, su teléfono sonó, el hombre habló tres palabras y finalmente colgó.
―Tú me dijiste que solo querías hablar con ella ¿Por qué hiciste esto?
Damian mordía el interior de su mejilla, conteniéndose para evitar hacer lo que de verdad quería. Atravesar el espacio que lo separaba de su padre y exigirle una respuesta.
Su padre había llegado donde le estaban haciendo el tratamiento a su madre, seis meses atrás, donde la había acompañado y presionado a los médicos para hacer un trabajo más eficiente y así poder volver a casa, como la familia que eran. Los últimos días que habían estado ahí, su madre había mencionado a los Forger, más especialmente a Anya, chica que sabía que tenía una extraña amistad con Damian.
En la ausencia de su padre, Damian se había hecho más cercano a su madre. Siempre supo que se parecía más a ella en físico y forma de ser, por lo que entablar una buena relación entre ellos no fue difícil. Y su madre, tan perspicaz como era, había notado del interés que su hijo tenía por la chica que lo había golpeado en el primer año de escuela.
Además que de vez en cuando les habían hecho citas de juegos como excusa para que la madre de Anya y ella se reuniera. Y había mencionado que él estaría feliz de regresar y encontrarse con la Forger. Comentario que no pasó desapercibido para su padre y que mostró un extraño interés por la familia Forger, algo que Damian notó, pero de lo que su madre habló animadamente.
―Deberías llevarla a la casa cuando regresemos, Damian.
El chico había enrojecido absorto de lo que su padre estaba diciendo ¿Llevarla para qué? ¡No es como si tuvieran un tipo de relación o nada por el estilo! Solo eran amigos, ni siquiera llegaban a serlo, tal vez solo conocidos. Damian solo la toleraba en sus momentos solos cuando ella se acercaba. O eso solía decirle a su madre cuando adoptaba esa sonrisa burlona al escucharlo hablar de lo tonta que era la hija de los Forger.
A pesar del nerviosismo, el asistió por el respeto que tenía a su padre y porque su estómago golpeaba, como pequeños aleteos.
Había aprovechado aquel proyecto para seguir la invitación de sus padres, llevándola ese mismo día, pensando que todo eso era extraño pero de alguna forma animado. Le había hablado a su padre antes de llevarla a la casa, para avisarle. Él le había mencionado que quería hablar con ella cuando terminaran su proyecto. A pesar de que eso sonaba tan extraño, Damian se sentía confundido y satisfecho del curso de las cosas. Su padre estaba interesado en algo que estaba haciendo, estaba viéndolo y quería actuar de la mejor forma para que se enorgullecería de él.
No había otras implicaciones, solo harían el trabajo escolar y ya, si sus padres estaban en casa podría saludarlos. Por lo que bajó animadamente del auto, abriendo la puerta de donde bajó Anya, antes de que el chofer lo hiciera, acción ante la cual la Forger lo miró con total confusión.
Cuando entraron a la mansión Desmond y antes de que pudieron reaccionar, varios de los hombres de su padre, con traje negro y lentes, sus guardaespaldas o aquellos que siempre andaban con él, tomaron a Anya de los brazos y la arrastraron fuera del alcance de Damian. La chica lo miró con gran confusión y al notar que no era una especie de broma, comenzó a moverse, soltándose de uno de los hombres, pero pronto fue sujetada de nuevo. El temor se hizo presente en su labio tembloroso y miró al chico que lo había traído ahí.
― ¿Segundo? ―Preguntó cuándo dejó de forcejear, esperando a que él dijera algo para que la soltaran.
―Suéltenla.
Los hombres se quedaron quietos, para después jalar fuertemente de la chica, hacia dentro de la casa. El segundo hijo del líder del partido de Unión Nacional les ordenó que la dejaran nuevamente pero en cambio los dos hombres que quedaron ahí lo sujetaron para calmarlo. Eso solo pareció alterarlo más, por lo que forcejeó violentamente con los hombres que lo tenían sujeto para evitar que hiciera alguna locura. Damian se movió por ferocidad pero aquellos hombres eran profesionales, lo sujetaban de los brazos con fuerza, sometiéndolo. Él se sintió tan imponente y enfermo al ver como ella se iba alejando y no podía hacer nada para detenerlo. El pesar se presentó en su pecho. No lo dejaron ir hasta que Anya desapareció de su presencia, siendo su rostro de pánico como el último que había visto.
Y una pregunta escrita en todo su rostro.
― ¿Por qué me has hecho esto?
Él no entendía que era lo que estaba pasando ni el actuar de aquellos hombres. Por lo que les exigió furiosos que le explicaran que significaba tan insubordinación, usando su poder de palabra para relucir su posición, con la mirada más afilada que podría dedicarles y planeando las posibilidades que tendría para ganar un enfrentamiento si aquellos hombres se estaban revelando contra la familia Desmond. Los hombres no se inmutaron y le dejaron en claro que solo habían seguido órdenes de su padre.
¿Su padre había ordenado que...se llevaran a Anya?
Eso no tenía ni pies de cabeza, pero de algo estaba seguro, llegaría al fondo de esto. Por lo que se movió con rapidez por la escalera central, llegando al segundo piso y caminando por ese largo y frio pasillo que llevaba a la oficina de su padre.
―Tenía que hacerlo, si es que quiero tener algo de ventaja contra Twilight.
Damian levanto una ceja al no entender absolutamente ni una palabra de lo que su padre había dicho.
― ¿Twilight? ¿Ventaja? ¿Eso que tiene que ver con Anya?
Su padre levantó la mirada de sus documentos a los cuales había prestado más atención toda su vida que a su propio hijo. Su rostro mortífero lo estudió, dándose cuenta de su ignorancia.
― ¿Acaso no tienes ni idea de quién es esa chica?
Eso era mucho más confuso, porque recordaba claramente que meses atrás su propia madre le había dicho a su padre quien era Anya Forger. Lo escuchó hacer aquel sonido que era el intento de una risa.
―Anya Forger, hija de Yor Forger y Loid Forger. ―Su padre hablaba con aquel tono tranquilo, como si estuviera enumerando. ―Familia que pasó la prueba para inscribir a su hija en el Edén, la escuela más prestigiosa de Ostania. ―Regresó su atención a un papel y firmó algo, para después proseguir. ―Todos ellos realmente no existen, todo ha sido una farsa. Loid Forger no es nadie más que Twilight, un espía de Westalis, el hombre que fue enviado hace años con una sola misión, atraparme.
Damian se quedó de pie, intentando procesar lo que su padre había dicho. ¿Qué el padre de Anya era un espía? Eso era absurdo, él lo conocía y no tenía pinta de serlo, era amable y cordial.
― ¿Atraparte?
―Si, al ser el líder del partido de unión nacional y tener influencia en Ostania, él busca destruir la ciudad. ―Su progenitor había levantado la mirada y lo observaba con gran intensidad. ―Por ese hombre fue que tuve que desaparecer, él ha venido a atraparme y destruir todo lo que el apellido Desmond representa. Ha venido a destruir a la familia ―Se levantó para dar un mayor énfasis a sus palabras siguientes. ― Y aquella chica, es su hija adoptiva, aquella a la cual le ordenaron acercarte a ti para atraparme.
El mundo de Damian Desmond se detuvo de golpe. Intentando hilar su racionamiento con las palabras que había escuchado y lo que esas simples palabras significaban para él.
―Has sido utilizado todo este tiempo sin sospechar, que decepcionante de tu parte.
El segundo hijo escuchó aquellas palabras como un eco en su cabeza, repitiéndose una y otra vez. Que a pesar de negarse rotundamente a creer las palabrerías absurdas de su padre, sabía muy en el fondo que era real. No había razón por la cual su padre le mentiría y más ante algo tan serio.
Recordó a la pequeña Anya disculpándose de niña con los ojos llorosos y como esa escena había marcado un antes y después en la vida de Damian. Recordó como ella siempre mencionaba algo de ser amigos y él mismo dudaba de que siendo como era, tan atolondrada y despreocupada, pudiera ingresar a una escuela como el Edén. Recordó como ella le había mencionado sobre su padre tiempo atrás. Todas las imágenes de sus interacciones viniendo a su cabeza a la vez y provocando una punzada en su cabeza que descendió hasta alcanzar su pecho.
Un dolor punzante y demoledor lo aturdió, cortando su respiración, su mente moviéndose con rapidez, buscando algún tipo de justificación.
―Yo no creo que... ―Soltó, en un intento de llevarle la contraria a su padre.
―Esa es la realidad, quieras crearla o no. Y haré lo que sea necesario para defender a esta familia.
Damian presionó los labios ante la sentencia de su padre, ignorando el huracán que buscaba demolerlo en ese momento, apartando el sentimiento de traición. Había algo más importante que saber en ese momento.
― ¿Qué piensas hacer con ella?
Damian había escupidos las palabras de tal forma que su padre levantó la cabeza y le dedicó la mirada más mortífera que le pudo haber dedicado.
―Ha sido suficiente, Damian. ―Una voz profunda llamó su atención, el chico giró el rostro viendo a Demetreus sentado en el sofá que estaba en la oficina de su padre con las piernas cruzadas y un gesto de desapruebo. ―Padre no soportará tus faltas de respeto por alguien como ella... ―Había pronunciado ella como cierta desaprobación. ―Creo que has olvidado con quien estás hablando.
Damian sintió el peso de sus palabras con fuerza, claro que están buscando someterlo ante cualquier muestra de desacuerdo ante las decisiones de su progenitor y su primogénito.
―Esfúmate y para que estés tranquilo, no haremos nada con ella. Solo es una garantía.
La mirada de ambos Desmond lo obligó a dar la vuelta y regresar por donde había venido, mientras el sentimiento de traición dominaba su interior.
―Espera
La voz de su padre lo hizo detenerse y voltear para mirarlo. Donovan salió detrás de su escritorio, con las manos detrás de la espalda y con el rostro tan serio, como siempre solía tenerlo, pero con ciertas facciones duras.
―En mis planes no está dañarla, solo es una forma de atraer a su padre, digo a Twilight ―Se acercó hasta quedar enfrente de él y Damian sintió un nudo en la garganta. ―Necesito tu apoyo, tú eres la clave para conseguir mi libertad y que volvamos a ser una familia. ―La mano de su padre reposó en su hombro y Damian se estremeció ante el contacto, algo muy raro en su padre. ―Haz que me sienta orgulloso de ser tu padre.
La mirada firme y penetrante de su padre lo atravesó, mientras asentía y se retiraba con el mar de emociones lo invadían sin tregua.
¿Él había sido utilizado por la chica que agitaba todo su mundo?
La oscuridad inundaba todo el sitio, haciendo que la misma penumbra tuviera densidad. Le había costado tanto respirar al inicio cuando la puerta de la entrada del sótano se había cerrado.
Anya había tenido un ataque de ansiedad similar a cuando estaba cerca de una multitud de gente. Se había controlado al cabo de unos minutos o tal vez horas, era difícil saberlo en ese cuarto cuando la única luminosidad era el foco colgante que estaba en medio.
Sus manos sujetaron las barras de metal que rodeaban su celda y que imposibilitara que pudiera escapar. Si su padre estaría ahí ¿Cómo escaparía? Había visto toda su vida como una Forger a Bondman salvando al mundo y escapando de cualquier adversidad, siendo el mejor espía del mundo. Pero al intentar pensar en que haría él para escapar, solo pensaba en que tal vez su programa era absurdo, porque Bondman siempre tenía artefactos para escapar como un clip para abrir puertas o celdas, cuerdas, ganchos, gas lacrimógeno y un sinfín de cosas. Lo cual resaltaba el hecho de que fuera ficticio. Ella necesitaba algo real.
Fue ahí que pensó en su padre y en que haría en esa situación.
Suspiró frustrada al entender que en primer lugar su progenitor no se hubiera dejado atrapar. Hubiera golpeado a todos esos hombres y huido. Intentó justificarse con el hecho de que la situación la había tomado desprevenida. No esperaba que al llegar a la casa de Desmond, como siempre había soñado de niña, seria atrapada y encarcelada.
Había sido un golpe bajo y sorprendente, algo que aun en las circunstancias Anya pensaba que lo estaba alucinando y que esto era una pesadilla. Estaba ahí para hacer un trabajo en equipo, era la única razón por decidió ir. Estaba asustada, nunca le había temido a la oscuridad pero en este sitio, con el frío que parecía filtrarse de las paredes. Le parecía que había una rata o algo así, podía escuchar los pasos en el suelo en el agonizante peligro. Tenía hambre y no sabía que es lo que estaba pasando.
Maldijo internamente el hecho de su ausencia de poderes esa luna nueva. Era el peor momento para que se hubieran ido, era la única ventaja que tenía en esa situación. O que hubiera tenido, porque ahora no tenía nada. Era una persona normal, encerrada en el sótano, en una celda y sin manera de abrir la celda. La luz era su único consuelo. La angustia de que era lo que sucedería en ese punto, las preguntas llegaban a su cabeza con rapidez.
¿Qué era lo que pretendían con eso? ¿Qué era lo que querían con ella y porque la habían encerrado? ¿Acaso era algo relacionado con Donovan? ¿Acaso... la estaban usando de carnada para atraer a su padre? No, no podía hacerlo. Para eso tendría que haber descubierto a su progenitor y eso era algo imposible, era el mejor espía del mundo.
Pero no había otra cosa que encajara, o tal vez Donovan solía hacer eso con sus visitas. El segundo no le había dicho nada y dudaba que sea una especie de despedida. Solo estaba divagando, intentando distraerse para que el peso de las situaciones no le cayera encima. Su labio tembló cuando miró alrededor, se sentó en el pequeño catre que había, cerró los ojos y ocultó el rostro entre sus manos.
Tenía que mantener la calma, buscar una manera de salir de todo esto...
Su pecho dolió, porque a pesar de que debía pensar en cómo remediar su situación, su mente era invadida por el rostro contraído de Damian, que pronunciaba su nombre antes de que ella fuera arrastrada ahí. Él había hecho todo esto ¿no? Pero su rostro y sus acciones daban a entender que no estaba enterado de nada, la situación lo había tomado desprevenido como a ella. Intentó aferrarse a la idea de que él era inocente, que él no le haría algo como eso.
La puerta del sótano se abrió, Anya se quedó quieta, no quería volver a esos hombres, la habían lastimado al llevarla ahí. Alzó la mirada cuando escuchó algo golpeando su celda. Ahí estaba, el causante de su encierro.
Donovan Desmond.
Damian estaba en su habitación, dando vueltas, sin poder quedarse quieto. Se detuvo para ver el gran ventanal, contemplando el sol desplazarse lentamente para poder ocultarse.
¿Qué era lo que debía hacer? Y más importante ¿Quién era él?
Él era Damian Desmond, el segundo hijo del líder del partido de unión nacional, un noble de clase alta, de la progenie más destacable de toda Ostania. Su nombre era señal de respeto en todo el país, representaba un estatus, clase, elegancia y presencia. Desde que había nacido toda su vida había estado asegurada. En cualquier momento de su vida, las puertas se abrirían en cualquier lado que fuera si dijera su nombre, había nacido en una cuna de oro.
A pesar de que muchos podrían pensar que al tener la vida resulta, todo sería glorioso. La realidad era otra, algo que nadie imaginaba. El peso abrumante y sofocante de la responsabilidad de poner el alto el apellido de los Desmond. Su vida no estaba resuelta por tener el apellido de su familia, tenía que enorgullecer y ganarse el apellido que por ley le habían dado.
Desde muy temprana edad fue consciente que si él no se esforzaba en ser el mejor, si el no sacaba las mejores notas y se convertía en un alumno imperial, si él no era el exponente del decoro, clase y elegancia que su apellido representaba, él no podría llevar su apellido. Y para agregarle a la desgracia de su presión constante, estaba el hecho de no ser el primogénito.
Todos podrían pensar que al ser el primer hijo de los Desmond sería una carga mucho más pesada y difícil de sobrellevar. Eso era algo que no le costaba, porque no estaba en ese lugar. Pero Damian Desmond era el segundo hijo de Donovan, lo cual conllevaba al hecho de siempre quedar en las sombras de su hermano, de vivir con el hecho de esforzarse aún más para poder estar a su nivel o intentarlo. Tenía un complejo de inferioridad que lo obligaban a intentar ponerse a la altura de Demetreus.
Él siempre había querido que su padre lo mirara y aún más, que se sintiera orgulloso.
Su padre jamás lo había notado, nunca fijaba los ojos en él, siempre pasaba de él, como si no existiera o si su presencia no fuera relevante. No como Demetreus, que estaba a su lado siempre una vez que terminó su preparación en el Edén, listo para ocupar el puesto una vez que su padre quisiera dejarlo.
Damian no buscaba el lugar de su hermano o superarlo, era fielmente consiente de que no lo lograría jamás. Solo buscaba ser reconocido por su padre. Por eso, las palabras que le había dicho tiempo antes, sobre de que él actuara de una forma para enorgullecerlo, lo había tocado.
Mordió nervioso sus labios mientras sentía el calor hacer estragos en su cabeza, se dejó caer en su cama, incapaz de poder quedarse en pie, se sentía mareado, el calor se incrementaba aún más y la fiebre cada vez era peor.
La crisis existencial se materializaba físicamente, tomando control.
Entre su sentido del deber y lo que realmente quería y esperaba. Él sentía todo el peso sobre sus hombros, de lo que esperaban de él su familia y toda la sociedad, sobre el objetivo que siempre había sido su vida; portar el apellido de Desmond con dignidad. Y a pesar de saber eso, no podía quedarse tranquilo con el hecho de imaginar a Anya en el sótano de su casa, con el miedo materializado en todo su rostro.
Su padre le había dicho que no le haría nada, que no la dañaría, por lo que no habría problema. Solo debía esperar un poco y todo se arreglaría. El objetivo era su padre de Anya y él debía hacer lo que su padre esperaba de él.
Pero no podía dejar de pensar en aquella chica torpe, con esa peculiar sonrisa, incapaz de aceptar que alguien como ella pudiera haber jugado con él. Pero el sentimiento de traición estaba ahí, presente, presionando su pecho. Ella siempre había sido la única tranquilidad que tenía, lo único que le había dado una estabilidad emocional.
Era cierto que con ella no estaba nada seguro y lograba volverlo loco en muchas ocasiones con sus gestos raros y en sus acciones como aquel encuentro que habían tenido en el patio del Edén, era tan extraña y no podía entender como alguien como ella podía mover todo su mundo, pero esa era la realidad.
Que estaba enamorado perdidamente de Anya Forger.
Y que la había traicionado a traerla aquí, porque el requisito de su padre para conocerla meses atrás ya era extraño. Era un hecho de que su padre sabía sobre Loid o Twilight o lo que sea desde que lo había visto meses atrás. Lo había sabido todo este tiempo pero había pecado de ingenuo o había fingido serlo. Y lo peor de asunto era que si su padre tenía razón sobre Twilight, solo podía significar una cosa.
Que Anya Forger había estado jugando con él y sus sentimientos todo este largo tiempo.
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