4. Ownership

La puerta de su habitación sonó tres veces, pero la chica de cabellos rosados que estaba en la cama, comiendo los últimos cacahuates extraños que tenía en la bolsa. Se había encerrado en su cuarto específicamente para evitar que su presencia fuera ignorada.

O tal vez pensaran que no estaba en caso, que a perspectivas sinceras no tenía el más mínimo sentido. Sus padres eran por completo conscientes de sus horarios rutinarios. Anya no era la persona más difícil de analizar. Pero había tenido la vaga esperanza de que ese día podrían ignorar que se encontraba ahí. Se preguntó porque ese día en especial sus padres no se habían encerrado en su cuarto sin salir en toda la tarde o que Alain tuviera mucha más energía de la habitual, causando un dolor de cabeza en sus padres, como de vez en cuando sucedía. Su hermano había estado particularmente tranquilo, lo cual odiaba.

―Anya, sé que estás ahí.

La puerta se entreabrió dejando ver los orbes celestes de su padre. Él se asomó, adentrándose al cuarto de su hija, que no se había movido de su cama y su mano adentrándose a la bolsa de maní.

―Estoy ocupada.

Loid levantó una ceja a la evidente mentira que su hija había dicho. Al menos podría intentar mentir, metiéndose debajo de las sabanas y poner un gesto de dolor. Pero sabía que su hija no prevenía su actuar hasta que era demasiado tarde. Algo que había aprendido en todo ese tiempo.

―Podrías intentar fingir que es así. ―Él se tocó el puente de la nariz y tomó asiento en la punta de la cama. ― Necesito saber si haz averiguado algo con Damian, con referencia al paradero de su padre.

Anya se llevó otro maní a la boca, con gesto ausente, hasta que finalmente se incorporó con un gesto temeroso en su rostro. De profunda vergüenza.

―No, no tengo nada. ―Soltó en un suspiro agotador.

Loid presionó los labios ante lo que eso significaba. Habían pasado cerca de dos meses desde que habían restaurado WISE y le habían encargado la misión de averiguar si Donovan estaba en el país y de ser así, encontrar su paradero y atraparlo. Twilight debía atrapar a Donovan Desmond y tal parecía que la misión era más complicada que antes que Anya era una niña.

Porque en ese entonces aunque tenía la misión cargando en sus hombros, su misión era acercarse a Donovan. Además se desempeñar el papel de ser el mejor padre y esposo. No estaba bajo una presión constante. Pero las cosas habían cambiado a una índole urgente. Él tenía que encontrar al líder del partido de unión nacional y destruirlo. Y la misión más importante de su carrera parecía depender de su hija de quince años.

La presión lo estaba aplastando, sin poder hacer nada para agilizar las cosas. Silvya lo presionaba a cada momento, para que él interviniera en la labor de su hija. Le habían dicho que fuera y le sacara la información al menor de los Desmond o si era necesario que lo siguiera. Pero él se había negado, porque sabía que eso solo pondría sobre aviso a Donovan.

Y les había dicho a sus superiores de que confiaba plenamente en su hija para obtener esa información, algo que estaba empezando a dudar. Quiso decirle algo para presionarla, dejando en claro lo que dependía de sus acciones y la importancia que todo esto representaba para el bienestar de todo el país. Si ella no conseguía la información pronto, mucha gente podría morir.

Según informes recientes, Donovan había estado moviéndose, moviendo a la policía especial y jugando muy bien sus cartas. Aún desconocían su objetivo. Pero debían hallarlo primero para detener todo su avance lo antes posible. Era demasiado peligro el que no supieran donde estaba y que estaba haciendo, porque eso dejaba la posibilidad abierta de que en cualquier momento haría su movimiento y ellos no lo notarían hasta que fuera demasiado tarde.

―Lo siento

Twilight relajó la expresión de su rostro y acarició la cabeza de su hija como cuando niña, para darle un poco de consuelo.

―No te preocupes, solo asegúrate de obtenerla lo antes posible.

Anya asintió mientras se levantaba cuando él le informó que la cena estaba lista. Había hecho su favorita, para pasar el gran peso que el mejor espía le había encargado a su hija adoptiva.



Anya se había levantado con gran decisión al otro día, completamente mentalizada para lograr obtener la información que su padre necesitaba sin importar el riesgo. Ese día no tenía ni un plan, pero confiaba que lo lograría.

Solo necesitaba un poco de tiempo con Damian y le sacaría la información aunque tuviera que golpearlo o aún peor, sobornarlo con sus cacahuates. Por lo que llegó con gran decisión al salón de clases con rapidez, esperando verlo solo en el aula.

Entró por entrada y todo su valor y coraje se esfumó al verlo sentado, leyendo un libro como solía hacer cada mañana. Porque verlo ahí, con su mentón recargado en su mano, su perfil y gesto sereno, la hizo despertar recuerdos que había intentado reprimir.

Del incidente que habían tenido unas dos semanas atrás, debajo del árbol cuando había intentado golpearlo. Anya aún se sentía incomoda al pensar en ese momento, recuerdos que seguían bastante presentes en su cabeza. El rostro del Desmond tan cercana, su propio cuerpo pidiéndole que se quedara quieto y que esperara que él se acercara lo suficiente para... ¿para qué? Era una respuesta que ella aún no podía averiguar, lo cual la mantenía bastante intrigada. No entendía que era lo que había sucedido pero realmente deseaba que ese momento desapareciera. Porque por eso es que las cosas parecían haber retrocedido, como si él no hubiera regresado y estuvieran en diferentes locaciones.

Eso era lo que menos necesitaba Anya, la distancia iba en contra de todos sus planes. Ella necesitaba estar cerca del segundo, obtener información y dársela a su padre. Esa era la prioridad y no había nada que la hiciera desistir.

Aunque resultado de tal situación, Damian se había mantenido particularmente distante, algo que ella no había intentado cambiar. No es como si la ignorara, sino como si pasara de su existencia. Aunque en un par de veces, contadas, lo había encontrado mirándola. Ella había intentado sonreírle para liberar la tensión que había entre ellos, pero él había desviado la atención con rapidez, como si no quisiera seguir viéndola o si se avergonzara de haber sido encontrado.

La Forger no se había atrevido a escuchar sus pensamientos, no cuando sabía que podría estar pensando cosas despreciables de ella. Él parecía enojado, tal vez porque ella había sido impertinente al intentar golpearlo y se había ido sin más, sin despedirse. Debía admitir que luego de eso, ella se había mantenido un poco distante los primeros días. Pero posterior a eso ella había intentado reducir el espacio.

Se lo había encontrado en la entrada del salón de clases, pero él simplemente había pasado de ella, sin saludarla. Solo había caminado hacia su asiento, sentándose y sacando un libro. No había levantado la vista hasta que sus amigos llegaron, Anya sabía que estaba particularmente enojado, por eso le había dado su espacio, considerando que eso ponía en peligro la misión.

En alguna otra ocasión, ella hubiera ido, sentados a su lado y molestarlo hasta que finalmente hablara. Debido a los sucesos pasados, el hecho de hacer algo con tanta facilidad, le costaba imposible. No sabía si él estaba enojado de alguna forma, ya que no la había mirado en ningún momento y evitaba estar lo más alejado posible de ella.

Anya no podía seguir permitiendo ese comportamiento, debía dejado de temer y actuar. Si quería obtener esa información, por lo que dio un paso decidida a terminar con todo esto de una vez, cuando un brazo pasó por su cuello y la atrajo hacia ella.

―Anya. ―Su amiga Blackbell había llegado de la nada, rodeando su cuello y susurrando su nombre en su oreja, haciendo que toda su piel se erizada.

Sin poder oponerse había sido arrastrada hacia sus asientos regulares que compartían, una junto a la otra y su amiga comenzó a hablarle sobre algún programa de televisión que había visto. Anya suspiró mentalmente, eso debía ser una especie de señal.

Lo intentaría más tarde, cuando pudiera acercarse a él sin ser interrumpidos.



El reloj colgado arriba del pizarrón transitaba con suma lentitud, mientras el profesor de historia no dejaba de escribir en la pizarra que tenia de espaldas, mientras hablaba de fechas, sucesos y personajes relevantes de la historia de Ostania.

Anya estaba realmente fastidiada, contrabajo podía mantener abierto los ojos. Se había terminado la comida en su mochila y si aquello no era lo más grave, Becky se había sentido enferma después del almuerzo. Se había quejado de la comida y que se quejaría de la escuela con su padre, por intoxicarla.

Se había ido directo a la enfermería ante de que vomitara todo lo que se había comido. Anya la había acompañado y salido de ahí tan pronto como había podido, no quería ver que su amiga devolviera el estómago por más que la quisiera. Era algo realmente desagradable y probablemente ella terminaría vomitando.

Entre clases ella solía comer algo o hablar por medio de notas con Becky, pero ante el cambio de hechos, se había forzado a permanecer despierta con su comida. Por eso, al ser su última clase, se había quedado sin provisiones y en cualquier momento su frente se pegaría con el escritorio.

Soñaba despierta con el pelo de Bond y como podía acostarse encima de él y sentir tanta calidez. Quería llegar a casa un jugar con él, tal vez podrían salir a jugar al patio. Soñó con una hamburguesa de queso y como su papa lo cocinaba.

―Antes de que termine la clase, van a tener que formar equipos de dos para entregarme un informe a fines de mes sobre el tema.

La voz de su maestro la sacó de sus fantasías, intentando procesar lo que había escuchado mientras veía a los alumnos moviéndose por el salón de clases. ¿Más tarea? ¿Un informe? ¿Qué diablos era eso? Sonaba realmente aburrido y algo que le quitaría gran parte de sus tardes viendo su programa. Pero con algo de suerte Becky podría llevar la mayor parte del trabajo, ella era muy buena para esas cosas.

―Anya, no podrás irte hasta que encuentras una pareja. ―El maestro se había acercado para dejar en claro las indicaciones finales de la casa.

―Haré pareja con Becky, solo que está enferma. ―Lo miró con gesto ausente, restándole importancia.

El profesor regordete miró la lista que tenía en las manos, siempre la tenía a pesar de que solía pasar lista al inicio de clases. Tal vez su memoria no era lo suficiente buena. O era más distraída que ella. Una vez que comprobó algo entre las hojas, se inclinó hacia ella, con una sonrisa irónica en el rostro.

―La señorita Blackbell hará equipo con el Knightwalter que igual ha faltado el día de hoy, por lo que tienes que buscar a alguien más.

―Pero...

―No saldrás hasta que encuentres a alguien, no me hagas repetirlo.

Sin esperar más el profesor dio media vuelta, Anya infló sus cachetes enojada, porque eso arruinaba por completo todos sus planes. Miró alrededor del salón, en búsqueda de alguien que se encontrara tan perdida como ella. No estaba tan familiarizada con el resto de sus compañeros.

Había hablado un par de veces con ellos, pero todos tenían su grupo de amigos, todos ya tenían equipo, lo cual parecía dificultar su posición. Soltó un suspiro mientras se incorporaba de su silla, le había lastimado el trasero por la posición en la cual se encontraba. Miró nuevamente alrededor.

―Hola.

Anya miró a un chico de cabellera rubia acercarse, era el amigo de Knightwalker, el mismo que había faltado ese día. Había hecho equipo con él un par de veces en el pasado. Era amable y divertido siempre la hacía reír. Aunque algo que no le gustaba es que de vez en cuando solía invadir un poco su espacio personal. Al menos lo había hecho en alguna ocasión cuando habían estado solos.

Becky le decía que era atractivo y venia de buena familia y que aquellos acercamientos se debían a que él estaba interesado en ella. Algo de lo que Anya no estaba muy segura, porque cuando intentó leer su mente, no había encontrado un pensamiento relacionado con sus sentimientos. También podía ser que su mente era muy rara, como si fuera un laberinto. No por complejidad, sino que no podía pensar en una sola idea de forma concreta, como si estuviera confundido todo el tiempo.

―Doyle

―He escuchado lo que te ha dicho el profesor, yo igual estaba confiado de hacer equipo con Knight, por lo que ahora nos encontramos solos.

Anya consideró el hacer equipo con aquel rubio. En las veces que había hecho trabajos juntos, habían obtenido una nota sobresaliente. Realmente la única a la cual se le complicaban las cosas era a ella, pero el chico siempre parecía gustoso de enseñarle las cosas con lentitud y una paciencia absoluta que ni su propio tío tenia.

Contempló el resto del salón viendo como los demás chicos ya tenían equipo. Tampoco es como que tuviera demasiadas opciones. Había una chica más con la que jamás había hablado pero sí que había leído su mente en los exámenes. Algo que le había costado caro porque había reprobado terriblemente. En ese entonces había entendido que era pésima en Historia. Y si quería una buena nota para que su padre no la regañara y le prohibiera la televisión, debía tener un buen compañero.

―Podríamos hacer equipo, al menos en esta ocasión.

Doyle le dedicó una sonrisa torcida al escuchar sus palabras.

Preso de la confianza que había sentido al ser contemplado por formar equipo con la chica de cabello rosado exótico y ojos encantadores, dio un paso enfrente. Su mano se movió por inercia y con su dedo índice levantó el mentón femenino, obligándola de esa forma a mirarlo.

―Sería todo un placer.

Anya reprimió un suspiro, ahí estaba de nuevo comprometiendo su espacio personal. Sin embargo, se quedó ahí, aceptando aquel acercamiento.


Damian Desmond siempre se sentía hastiado ante los trabajos grupales que eran en parejas. Él tenía a Emile y Ewen, que eran un buen equipo, pero ante esos momentos debía elegir. Lo cual suponía una pelea de miradas y palabras entre ellos sobre quien era su mejor opción.

Suspiró profundamente, desviando la atención de la pelea que tenían ambos rubios, cuando algo llamó su atención. La Forger siendo reprendida por el profesor sobre que tenía que conseguir un compañero. Siempre su compañera era Becky, pero había faltado por que el almuerzo le hizo daño o eso era lo que había dicho su amiga.

Por lo que Anya se encontraba en un aprieto al igual que él, pero de otra índole. No había hablado demasiado con ella desde hace una semana cuando preso de sus propios instintos había acortado la distancia a niveles impensables en condiciones normales. Damian estaba realmente avergonzado, sin razones para justificar su comportamiento, por lo que había decidido pensar en alguna antes de poder siquiera mirarla a los ojos.

Con solo ver esos orbes jade contemplándolo con toda la inocencia que había en ella, lo paralizaba, haciendo que recordara sus labios rosados entreabiertos y las ganas abrumadoras que había contenido para no haberla besado en ese momento. Vaya que había arruinado las cosas, por lo que ella se había mantenido distante los primeros días. Debería estar pensando lo peor de él, aunque tampoco quería preguntarle. Esperaba que con un poco de tiempo la situación se olvidara y pudiera volver todo a la normalidad.

Necesitaba ese tiempo con Anya, había estado tanto tiempo fuera, que el tiempo con ella por mínimo que fuera, lejos de cualquier otra persona era indispensable.

De sorpresa vio a uno de sus compañeros acercarse hacia ella, un chico rubio y sonreírle con familiaridad. Hasta que ese chico le dedicó una mirada que reconocía perfectamente. Porque era la misma clase de mirada con la que él miraba a Anya. ¿Acaso alguien más se había dado notado su encanto? ¡Era algo impensable!

La molestia se presentó en su organismo, agitando la mano hasta golpear el brazo de Emile. Su intención era descargar su molestia pero más que nada llamar la atención de su amigo. Emile se quejó, mientras se sobaba el área afectada.

― ¿Qué sucede  señorito Damian? ¿Por qué fue eso?

Damian no podía apartar los ojos de aquel tipo, intentando recordar su nombre o alguna información que tuviera sobre él, pero nada venía a su mente ¿Quién se creía él para acercarse a la Forger y tratarla con tanta familiaridad?

― ¿Quién es ese?

Sus amigos siguieron su mirada, viendo la interacción de Anya con Doyle.

―Carl Doyle, fue transferido el año pasado, creo que hizo equipo con Anya y Becky el año pasado varias veces, pero no estoy seguro. ―Respondió el agredido.

― ¿Qué sucede con él? ―Intentó saber Ewen, tan comportamiento de Damian era extraño.

Damian intento depurar la molestia de su interior, bien, él podría haber notado que tan linda era Anya. Pero eso no significaba absolutamente nada. Era la primera vez que los veía interactuar en los meses que llevaba en la escuela, no era nada grave. A pesar de decirse eso en la cabeza, algo no lo dejaba tranquilo.

―No es na...―La palabra se había quedado atorada en su garganta.

Su pecho se paralizó por completo, mientras una desazón creció con violencia en la boca de su estómago y ascendió por su garganta, quemándole, al ver a aquel chico rubio acercarse a la Forger y con su dedo subir su barbilla.

Los celos mismos tomaron dominio de su cuerpo imposibilitando su poder de raciocinio mientras caminó con pasos largos y rápidos hacia donde estaban ambos. Mientras presionaba las manos convertidos en puños y contenía el nudo amargo en su garganta.

Se había movido tan rápido que en un par de segundos, ya estaba a un lado de ambos. Su mano se estiró con rapidez, sujetando la muñeca de Anya y tirando de ella con cierta brusquedad. Alejándola de ese tipo inmundo.

¿Quién se creía para tocar a su Anya? ¿Acaso quería perder su mano por ser tan osado? Ni siquiera tenía el derecho de verla ni fijarse en sus rasgos cautivadores y aquella maldita mirada encantadora que solo a él le dedicaba. Nadie más podía tocarla que él y si alguien se atrevía, se encargaría de hundirlo bajo tierra.

Anya chocó con su pecho, pero Damian no la miró, sino que le dedico la mirada más mortífera y afilada a aquel plebeyo que tenía enfrente.

―Ella será mi pareja. ―Soltó con toda la ferocidad que pudo. ―No te atrevas a volver a tocarla.

El chico levantó ambas manos, asustado por la mirada del hijo del director y retrocedió de espaldas hasta que estuvo lo suficiente lejos para no estar al alcance de un Desmond y se alejó sin mirar atrás.

―Pero Damian-san ¿usted con ella?

Fue al escuchar la voz de Emile que el su raciocinio se hizo presente, miró hacia un lado, viendo a sus dos amigos con las miradas confundidas.

―De esta forma ustedes pueden hacer equipo.

Los chicos se alejaron confundidos de tal decisión, pero no se atrevían a llevar la contraria a Damian, por lo que se acercaron al profesor para decir sus nombres y que los tuviera contemplados como un equipo.

Damian se quedó ahí, sintiendo la mejilla de la chica descansando en su pecho. Apoyó su mentó en la cabeza de la chica y dejó salir un suspiro, mientras el enojo iba disminuyendo.

―No vuelvas a hacerme eso, Forger.

Lo que había desatado el vendaval en su interior no fue tanto que el chico la tocara, bueno, si había sido la principal razón. Pero la gota que había derramado el vaso fue que ella no se había movido y aceptado aquella caricia.

Estaba realmente frustrado de que dejara que cualquier otro chico la tocara, sin poner la menor resistencia. ¿Quién se creía ella para hacerle algo como eso? Tenía que ser más consciente del efecto que ocasionaba en los hombres y resistirse a ellos. Menos a él.

La vio levantar su mirada y contemplarlo con la duda escrita en sus ojos, pero Damian no dijo nada. Soltó su muñeca y con cierta malicia movió aquellos prendedores extraños que la chica tenía en la cabeza. Ella hizo un puchero en respuesta. El Desmond se alejó para acercarse al maestro y dejar en claro que serían pareja.

Si él se descuidaba iban a quitarle a Anya y eso era algo que no iba a permitir jamás.


Anya había salido de la última clase con Damian Desmond caminando a su lado, con aire ausente. No habían hablado mucho después de que la campana sonara, más de que él había insistido a reunirse para iniciar el proyecto.

Hubiera preferido posponerlo lo más posible, pero Damian era más estricto que la misma Becky y podía estar segura que no la dejaría holgazanear como le gustaba. Pero realmente estaba emocionada y confundida al mismo tiempo.

Sorpresivamente el muro que parecía dividirlos se había esfumado y él caminaba a su lado, como si lo que había sucedido debajo del árbol no hubiera pasado. Lo cual era algo muy bueno. Su misión a fin de cuentas era obtener la información ese día y no había algo tan conveniente como el hecho de hacer un proyecto juntos.

Por lo que aunque en condiciones normales buscaría cualquier excusa para posponerlo, ahora era lo que necesitaba, una excusa para estar con él. Sin embargo, se sentía aturdida, con la mente dispersando, pensando demasiando en cosas que no eran una prioridad.

Como el hecho del comportamiento extraño de Damian Desmond. ¡Había salido de la nada! Había tirado de ella, hasta que choco con su cuerpo. Declarando que iba a ser su compañera de equipo ¿él no tenía ya un equipo con sus amigos? ¿Por qué había hecho eso de la nada? ¿Cómo había llegado tan rápido a su lado? Y más aún... ¿Qué significaba lo que había dicho?

"No vuelvas a hacerme esto"

¿Qué era lo que Anya le había hecho? ¡Absolutamente nada! Ella solo había estado haciendo equipo con Doyle y de la nada él llego con todas esas palabrerías de no tocarla y que ella era su pareja. Su cabeza no podía entender nada de lo que había pasado. Él había estado enojado todo este tiempo y de la nada había demandado ser su pareja, porque ni siquiera había aceptado. Bueno, no se había opuesto pero era porque no tenía opción. Eso y porque necesitaba ese acercamiento.

El segundo era tan extraño que no podía entender muchas veces su comportamiento. Y justo en ese día donde había luna llena y no podía tener acceso a su mente, era realmente frustrante.

Y a pesar de no entender absolutamente nada a Damian Desmond, Anya no podía controlar los latidos de su corazón desde que habían salido del salón de clases. La calidez que la había golpeado cuando él la había acercado, su piel ardiendo contra su muñeca y la voz que había usado para alejar a Doyle. Todo eso había desatado una sensación extraña en ella, que le impedía verlo de frente.

¿Por qué había hecho algo como eso? Y más importante ¿Por qué su comportamiento la hacía sentir tan...nerviosa? Suspiró una vez que llegaron a la entrada de la escuela.

―Podemos ir a mi casa, mis papás ya deben estar ahí. ―Anya ofreció su casa con ciertas intenciones ocultas.

Con sus padres ahí, habría más oportunidad de conseguir la información que querían. Su padre era un especialista en eso y sabía que de una y otra forma si ella fallaba, él podría obtener lo que tanto necesitaba. Y si se oponía el Desmond, su madre podría hacer uso de sus antiguos movimientos de asesina para forzarlo a decir algo.

Nada podía fallar de ese plan perfecto.

―No, mejor vayamos a mi casa.

Anya se sobresaltó al escuchar eso, porque de niña se había esforzado demasiado en conseguir que eso sucediera que el hecho de que eso estuviera pasando ahora parecía irreal.

― ¿Tú mama y papa están de acuerdo? ―Anya soltó la pregunta que tanto había querido hacer durante todo este tiempo.

Sonaba tan casual y era tan astuta, se le había ocurrido de la nada, pero decidió aprovechar la oportunidad.

―No, ellos están de acuerdo.

Anya se regocijó internamente al escuchar aquellas dulces palabras abandonar los labios del segundo ¡Lo había conseguido! ¡Había cumplido su primera misión! Luego de tanto, había logrado obtener la información que su papa le había encomendado.

Había descubierto que Donovan Desmond estaba en Ostania.

La adrenalina sacudió su cuerpo y quiso correr a su casa para poder llegar a contárselo a su padre. Pero reprimió sus emociones, recordando las enseñanzas de Bondman de que un buen espía no debía expresar sus emociones y mantuvo su rostro sereno.

―Está bien, solo iré a casa a avisarle a mis padres me iré a tu casa.

Anya estaba por irse hacia el autobús que había parado enfrente de la escuela. Quería correr de la emoción. No solo había conseguido saber la información que le habían pedido sino que iría a casa de los Desmond y muy posiblemente podría ver a Donovan y de esta forma alertar a su padre para empezar la operación esa misma noche. Las cosas le estaban saliendo muy bien, todo parecía girar conforme a su beneficio. Caminó un par de pasos dándole la espalda al chico y sonriendo una vez que nadie podía verla.

Sin embargo su caminar fue detenido, Damian tomó su muñeca, deteniendo de esa forma su avance. Ella giró para ver qué era lo que sucedía.

Un poco más adelante un auto grande y negro se había estacionado y un hombre con lentes y bigotes había descendido del auto, para abrir la puerta que daba hacia la acera donde caminaba la gente.

―No te preocupes, puedes llamarles desde mi casa, han venido por nosotros.

Anya se quedó dudando en su sitio mientras veía a Damian con una ligera sonrisa y el auto abierto a un par de metros. Ella necesitaba ir a su casa, decirle a su padre, pero temía que si rechazaba a Damian ahora, su reunión seria pospuesto varios días y eso podría hacer que Donovan se escondiera. Anya no podía permitir que ese hombre escapara.

Recordó otro consejo de Bondman de jamás desaprovechar las oportunidades. Por lo que asintió, mientras caminaba junto con el segundo al auto.

Iría a casa de Donovan y le llamaría a su padre para darle la información necesaria, en forma de clave para que nadie pudiera entender lo que estaba diciendo. Todo eso era confidencial y cualquier movimiento en falso pondría en riesgo la misión más importante de su vida.

El destino de Ostania dependía de ella y debía actuar adecuadamente.

Por lo que sin titubear se subió a la parte trasera del auto con Damian siguiéndola de cerca y al vehículo avanzó sin detenerse. Anya había pensado que al ser un día de luna nueva las cosas no podría ir bien, siempre parecían pasar cosas malas cuando su poder se ausentaba.

En varias ocasiones era luna nueva cuando había exámenes, por lo que sus notas eran deficientes. Pensó que ese día sería igual, pero parecía que había sido una excepción. Todo marchaba excepcionalmente bien, casi perfecto. Todo indicaba que ese día terminaría su misión.

Anya sabia que nada podía salir mal. O eso era lo que ella pensaba.

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