Capítulo 4: "Ataque"
- ¿Papá?
Un escalofrío recorrió el cuerpo de ambos hombres. Se quedaron quietos por unos segundos hasta finalmente dignarse a ver a la dueña de la voz.
La joven estaba cruzada de brazos junto a una ceja levantada esperando una respuesta. Detrás de ella, Sokka, Suki y Ty Lee observando curiosos.
- ¿Y bien?
Antes de que Zuko tuviera la oportunidad de hablar, el mayor tosió.- Nada cariño. No estoy de acuerdo con algunas políticas -miró al Emperador buscando que siga su mentira.
- Exacto. No es para que se preocupen -sonrió incómodo, no sabiendo como manejar la mirada juzgadora de su novia. Prefería tener una pelea con una Katara furiosa que tener encima esa mirada.
- ¿Y se supone que tengo que creerles?
- Si -su padre se acercó y con delicadeza la agarró de los hombros.- No sabe como manejar el robo del metal... Con todo respeto su majestad -la soltó para mirarlo nuevamente con seriedad.- Reforzar la seguridad solo provoca que roben más.
- Respeto y agradezco su opinión respecto... Respecto con los rebeldes -recobró la compostura de Emperador.- Pero la libertad de comercio debe seguir fluyendo, y para eso hay que impedir que roben en primer lugar.
- Entiendo -asintió algo nervioso e incómodo. Le dio una última mirada a su hija e hizo una reverencia al joven.- Con su permiso, tengo que retirarme.
Zuko asintió viendo como el hombre se iba por el largo pasillo, siendo observados por todos, curiosos. Mei lo miró por unos segundos buscando algo para poder interrogar, pero al final solo suspiró.- Papá es un estúpido si piensa eso -lamentó negando con la cabeza pasando al lado de su novio. No supo si realmente les creyó o solo estaba esperando el momento ideal para acorralarlo y sacarle toda la verdad. Seguramente era la segunda opción, pero rogaba que fuera la primera.
- ¿Zuko?
Casi había olvidado que había público.
- Suki, Ty Lee, acompañen a Sokka para resguardar el cargamento -ordenó, sorprendiendolas.
- Pero Zuko, somos sus guardianes.
- Ahora no estoy en peligro -tranquilizo a Suki.- No podemos arriesgar más material, muchas familias dependen de esos ingresos -miró a Sokka- Gracias por la ayuda Sokka.
- Mientras me des un buen banquete, la ayuda es bienvenida -bromeo recibiendo un codazo de su esposa.- ¡Auch!
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La gran carreta que era llevada por cuatro cabra puma dio paso entre los árboles y guiada por el camino de piedras. No pasaron dentro de la ciudad por los robos sufridos y el espacio. Hace varias semanas decidido que el cargamento se dividieran entre varias carretas y el centro de la ciudad por la cercanía al puerto y para que no se sospeche la carga.
Grave error, solo provocó caos cuando atacaron y fue un desastre que puso de pelos de punta a los empresarios. Por suerte ningún ciudadano salió herido.
Así que aquí estaban. Suki y Sokka estaban delante, cuatro soldados en los costados y Ty Lee junto a tres más estaban detrás. Estaban tensos, pero alertas. Se volvió algo personal, si lo analizaba bien en pensamientos de Suki. Hay un guerra interna, casi civil, silenciosa del que no se quería hablar. El orgullo se ganar una guerra podría evaporarse, y eso era algo que los hombres, gobernantes no estaban dispuestos a permitir. Incluso Aang no lo decía abiertamente. Era frustrante, el qué viajaba y buscaba la paz y la verdad, no era capaz de poner el pecho en esto.
Una hoja caía lentamente frente a ella. Luego, cayó otras dos. Frunció el ceño mientras levantaba la mirada.
Sokka sostenía con fuerza el mango de su espada mientras caminaba, mirando el frente escuchando como las patas de los animales, las ruedas del carruaje y los pasos de los soldados lo seguían. Justo cuando iba a mirar a su esposa, fue empujado.
- ¡Cuidado!
Suki apartó rápidamente a Sokka de un estallido de fuego. El cayó confundido, adolorido. Cuando iba a quejarse otra llamada de fuego iba a su dirección. Sin saber como, abrió las piernas y por el impulso de los pies se arrastró hacia atrás. El fuego no lo alcanzó pero si pudo observar lo cerca que estuvo de ser quemado al ver las piedras quemadas.
- ¡Nos atacan!
Suki intento darle un puñetazo, pero este lo esquivo y levantó la pierna para darle una patada con fuego naciendo en su pie. Rápidamente saco su abanico, recibiendo el golpe y direccionando el fuego hacia arriba.
Como si de una señal fuera, las ramas de los árboles se movieron y las hojas se esparcieron.
Y el calor fue sofocante.
Ráfagas de fuego salieron de arriba, tomando desprevenido a la mitad de los soldados, mientras que los demás respondieron rápidamente levantando el puño en un intentó de protegerse y atacar. Las llamas llegaron a las hojas y ramas, extendiéndose por los árboles.
Salieron de un salto los atacantes y dos lograron golpear al mismo tiempo a un soldado en la cara, mandandolo a volar, provocando que se golpee la cabeza con el metal, quedando inconsciente.
Ty Lee esquivo el fuego dando una medialuna y deslizándose entre dos rebeldes. Sin dejar reaccionar a uno, le levantó el brazo y con los dedos le tocó los nervios. Este se quejo y se lo agarró. La Kyoshi lo empujó hacia el otro rebelde logrando que se golpeen la cabeza.
Sokka no tuvo tiempo de ponerse a contar cuantos eran, solo sabía que tenían que terminar con esto rápido. El olor a quemado, el humo, el calor abrazador y la desesperación de los animales estaba poniendo la situación más difícil.
Rechazo el fuego cuando lo golpeó con la espada e intento golpearlo. El joven vestido de negro cual ninja, con la cara cubierta la esquivo e intento atacarlo de vuelta.
Vio que Suki se liberó de sus oponentes con golpes serteros en los nervios y fue directo a ayudarlo. Aprovechando esto Sokka lo distrajo de vuelta y pudo darle un golpe en el pecho, empujándolo y darle toda la libertad a su esposa de noquearlo.
Los desesperados bufidos de los animales le hizo darse cuanta de otro problema; la carroza que estaba prendiendo fuego.
- ¡Suki, cúbreme!
Ella asintió dándole un golpe certero en la cara a uno con el abanico y siguió a su esposo para defenderlo. El joven de la tribu de agua corrió hacia los animales, directamente entre las sogas que los unían. Levantando la espada para dar el golpe una ráfaga de fuego le rozo detrás de el. Trago duro al ver qué el soldado hizo un buen uso de fuego control para atacar al rebelde.
Finalmente corto las dos primeras sogas que separaban a los primeros cabra puma. Estos salieron corriendo, llevando puesto a uno de los rebeldes. Los dos últimos saltaban y daban patadas, moviendo la carroza que estaba a nada que quemarnos también. Con el calor a rojo vivo, corto con lo único que separaba a los animales y finalmente fueron libres.
El carruaje perdió el equilibrio y comenzó a caerse hacia la izquierda, partiendo a la mitad las dos ruedas. Las llamas que acompañaban a este se agrandó y llegó al árbol que estaba arriba.
- ¡Retirada!
- ¿¡Que?! -Sokka indignado miró hacia atrás, solo para encontrarse que lanzaron una bomba de humo.
El espacio se lleno de humo y se tuvieron que cubrirse con los brazos. Mientras se dispersaba, comenzaron a tocer. Entrecerrando los ojos, Sokka miró con horror el desastre hecho. Varios árboles se estaban quemando, amenazando de expandirse, levantando varios humos negros sobre el cielo. La carroza prácticamente era ceniza sobre fuego, junto al metal que luchaba por no derretirse. Más de la mitad de los soldados estaban heridos e inconscientes.
Ayudo a Suki a ponerse de pie y Ty Lee se acerco preocupada.
- ¿Están bien?
- Escaparon... -susurró Suki enojada. Su esposo la abrazó mientras juntos observaban el fuego rodeándolos.
Segundos después escucharon gritos y golpeteos.
La ayuda venía en camino.
Y ellos perdieron.
Otra vez.
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- Ya estamos llegando -dijo molesta Katara, mirando con enojo a Toph.
- Discúlpame señorita de azúcar por no gustarme volar -respondió con aburrimiento acomodando su cabeza entre sus brazos y echándose hacia atrás.
Aang sonrió entretenido ante sus discusiones. Era bastante entretenido para el viaje. Pero toda diversión se esfumó al ver un gran humo negro. Frunció el ceño desconcertado al ver árboles quemándose.
- ¿Y ese olor a quemado? -pregunto la niña ciega arrugando la nariz, totalmente disgustada por el olor. Katara se dio la vuelta y vio lo mismo que Aang. Se llevó la mano a la boca sin creer lo que veía.
- Katara, toma las riendas de Appa -le aviso el avatar mientras se paraba y sacaba su planeador.
- ¡¿Eh?! -antes de reaccionar, el salto y voló con el planeador.- ¡Aang! -rápidamente se arrastró hacia adelante, agarrando las sogas.
- ¿¡Que esta pasando?! -Toph dejo su pose despreocupada y de tenso.
Katara no respondió al estar concentrada en las llamas arrasando los árboles y el humo negro contaminando el cielo azul.
Casi había olvidado lo destructivo que era el fuego.
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