Capitulo 3: "Incomodidad"

"No le conviene al Avatar Aang que siga con la campesina del Sur".

Una Morena de ojos azules, y con un vestido del mismo color al escuchar eso, frunció el ceño. Vio que era unos hombres con vestimenta de la nación tierra, y que más o menos tenían entre 40-50 años. Se apoyó en la columna, mirando con atención su copa de agua que tenía entre su manos para no levantar sospechas.

"En eso estamos todos de acuerdo. A ningún gobernante le gusta esto. Bueno, excepto la tribu de agua del Norte, Sur, y por supuesto, al Rey Zuko".

"No te olvides del loco Rey de Omashu".

"¿Y eso que?" Uno se cruzó de brazos y fruncio el ceño. "Esa chica es solo una campesina de una tribu de salvajes".

"¡¿Tribu de salvajes?!" Penso con enojo la nombrada apretando su copa. No podía creer que así era como la veían.

Separo sus piernas, mientras movía con sumo cuidado y tranquilidad sus brazos, haciendo que una bola de agua se levante y se estire, tomando una forma de espiral.

"Con ella al lado no podrá producir ningún nómada aire, así nunca podrá lograr el equilibrio que tanto busca y dice". Los demás asintieron de acuerdo. "Hay que intentar convencerlo que embarace a sus acólitas, o que acepte algunas mujeres de nuestro reino, a este paso nunca empezara nada".

La Morena contuvo el aliento al escuchar esto. Sintio una opresión en el pecho, al escuchar tales palabras. Sintio su cuerpo temblar un poco y un escalofrío recorrer. Levanto su mirada, observando a su novio a la distancia hablando con varios políticos.

"Además todo puede pasar. ¿Y si esa maestra agua es infértil?".

Fruncio el ceño y sus movimientos se volvieron más violentos mientras un joven se acercaba a ella con emoción.

Al escuchar esas palabras, su estómago dio un vuelco rápido y sintió que el aire le faltaba. Con rapidez y camino entre la multitud, buscando el balcón, necesitaba desesperadamente iré fresco y algo para romper, porque en cualquier momento congelaría a esos estupidos.

Cuando finalmente lo visualizo, se acercó con una velocidad que nunca pensó que tendría. Sintio el aire pegándole en el rostro, observando la luna media llena que hacia presencia. Sus manos agarran fuertemente el barandal y dio varias bocanadas de aire.

"Yue... Por favor hazme olvidar lo que escuche". Le rogó a la luna.

"Escuchaste todo".

Katara se dio la vuelta, observando la figura del Rey de la nación del Fuego Zuko. Llevaba su típica ropa de gobernador de siempre, pero esta vez con una mirada más seria. Dio varios pasos hasta estar al lado de ella, mirando al frente. "Aang no va a estar de acuerdo y cuando se lo propongan va a quemar medio continente". Movio su cabeza para poder mirarla. "Dije que era la estupidez más grande que escuché en toda mi vida, y eso que trabajo con Sokka".

Una risita salió de ambos, aliviando un poco el ambiente. Tenían que admitir que era una nerviosa y ansiosa. No sabían como mejorar la situación incómoda en la que se posicionaron.

Katara sonrió con ironía. "Suena estupido, pero algo de razón tienen". Zuko frunció el ceño.

"No tomes decisiones por el, Katara". Le advierto Zuko ya sabiendo los pensamientos de esta.

"No estoy haciendo eso, solo soy realista".

"Creo que estas tomando una decisión egoista".

- ¡Katara!

Se sobresaltó al escuchar su nombre salir de la persona ahora en sus pensamientos. Distintas emociones sintio en tan solo segundos al verlo. El agua que estaba manejando cayó a la arena.

Tenia una gran sonrisa, siempre tan característica de él, solo que en esta mostraba amor y afecto, que solo a ella, Katara, su novia, se lo entregaba.

Lo había extrañado tanto.

- ¡Aang! -corrio hacia el con emoción.

El joven también adelantó el paso y abrió sus brazos para recibir a su novia. Retrocedió unos pasos para mantener el equilibrio cuando el cuerpo de Katara impactó con violencia hacia el, pasando sus brazos por el cuello sintiendo su mejilla en este. Ambos se rieron ante esto mientras el la abrazaba con fuerza la cintura y escondía su rostro entre su oreja y cabello. Sintio su aroma característico de ella, esa combinación a agua salada con flores tropicales eran una buena combinación.

Había extrañado tanto a Katara en esta última semana.

- Te extrañe tanto cariño -dijo al fin el Avatar apartándose de su cabello para poder mirarla a lo ojos. Dio un suspiro de satisfacción al ver esos dos enormes zafiros que lo volvían loco. Katara le entregó una sonrisa tímida.

- Yo también te extrañé.

Sin aguantar más, Aang se inclinó conectando sus labios mientras cerraba los ojos. Katara correspondio inmediatamente pegando más su pecho con la de su novio provocando que este suba una mano hacia su cabeza para guiar el beso a uno más apasionado.

Paso su lengua pidiendo permiso a la maestra agua, quien le dio acceso a toda su boca.

- ¡Es el Avatar! -el grito de emoción de un niño, acabo con el apasionado beso que la pareja se estaba dando. Se separaron y giraron la cabeza para ver a un grupos de niños mirándolos.

- ¡Ahg, se están besando! -uno de ellos se tapó los ojos poniéndose rojo.

- ¡Son tan hermosos! -dijo una niña de vestimenta de la nación del fuego con admiración.

Para Aang fue inevitable sonreír e inflar su pecho con orgullo. Si había algo que le gustaba, era la atención. No tenía ningún problema en caminar por cualquier reino y que lo reconocieran, y lo admiraban, principalmente los niños, se divertía con ellos. Claro que cuando esa atención se volvía acoso ya le molestaba, o que solo se acerquen por interés o alguna cuestión política.

También el que la gente reconociera a Katara como su novia lo satisfacía. Sabia muy bien que muchos de la tribu del agua del Norte estaban interesados por ella, tanto por belleza o por interés, ya que se la consideraban la princesa del Sur (aunque a Katara no le caia muy bien esta cuestion) y llamaba la atención a otros chicos por la exótica belleza.

Aang no era un chico celoso, y menos controlador con su novia, al contrario. Pero tampoco podía negar que a veces se sentía inseguro cuando al lado de ella cuando acercaba un chico más ancho, lindo y alto que el. Igual todo pasaba cuando Katara unía sus labios con la de él, recordándole inconscientemente que era el único para ella.

Uno de los chicos le pidió a Aang que haga un movimiento de aire control y el encantado de su bolsillo sacó sus bolitas y las giró en su mano. Estos estaban más que felices.

El sol se estaba escondiendo, dando paso a la noche. El atardecer daba una vista espectacular para el Avatar y su novia, que estaban acostados en una de las patas de su bisonte-volador mientras este daba un gruñido constentando al lémur Momo. Katara estaba recostada en el pecho del chico, quien feliz tenía un brazo sobre su cintura y el otro lo usaba de almohada.

Observaban en silencio la ciudad que una vez fue un lugar sagrado para los Nomadas Aires, el que alguna vez fue una fábrica en progreso y en una ciudad con personas con ideales horribles sobre los no-maestros.

Aun no aceptaba todo este cambio, dentro de él era un caos cuando recordaba lo que alguna vez fue. Veía como toda la naturaleza fue arrasada de manera salvaje, despertando la furia de un espíritu tiempo atrás.

Pero el cambio era necesario, el mundo cambió. El Avatar tuvo que cambiar.

- Cariño...

- ¿Si? -separo su mejilla del pecho de Aang para verlo a los ojos.

- ¿Te gustaría ir al festival de la Nacion del Fuego? -pregunto con una sonrisa.

- ¿Hay un festival? -no se esperaba esa propuesta. Es más, ahora que lo pensaba, no había tenido en todos estos días algo que no sea su relación con Aang, de lo que el mundo esperaba de ellos realmente.

- ¿No te acuerdas que cada mes hay un festiva? -levanto una ceja confundido, ya que en repetidas ocasiones fueron y bailaron hasta que no dieron más.

- Lo siento, mi cabeza estaba en otro lugar... -le dio una sonrisa incomoda.

El joven notó esto, pero no preguntó al respecto. Esperaría hasta que Katara le contara lo que le incomodaba o le molestara. Además, si fuera algo grave sabía que se lo diría, ella nunca le mentiría.

- Entonces, ¿Vamos juntos? -un pequeño sonrojo apareció.- Claro, también con los demás...

Levanto su mano y le acaricio la mejilla con delicadeza.- Encantada de ir con el poderoso y grandioso Avatar.

Sus narices se tocaron, con una sonrisa en el rostro de ambos.- Vaya, eso es bueno escuchar -suspiro en sus labios.- Y más si es de parte de la mujer más bella del mundo.

Sin decir palabras, ambos se besaron con cariño y amor. Appa dio un gruñido mientras Momo se subió a su espalda mirando de arriba a los dos jóvenes.

Separaron sus labios en busca de aire, mirándose con solo el amor que los dos profesaban.

El joven sorprendió a su novia cuando de un movimiento rápido hizo que se sentara arriba de él. Paso sus brazos por su cintura, acercandola a él, entregándole una sonrisa traviosa. Tan solo rodo los ojos divertida y se inclinó acariciando sus labios con la de Aang. Fue cuestión de segundos para que el beso se volviera apasionado.

~~●●~~


- Gracias por aceptar mi invitación -Zuko le ofreció la mano al padre de Mai, su futuro suegro. Aunque técnicamente lo era.

- A-ah, Señor del Fuego -se inclinó ante el para no darle la mano, que estaba sudando. El más joven levantó una ceja pero le restó importancia.- El placer es mío... -se levantó y lo siguió adentro de su oficina todo nervioso. El que alguna vez fue el traidor de la nación, se sentó en la silla y lo invitó también. Este no dudo ningún segundo.- Así que... ¿De qué quería hablar?... -pregunto un tanto nervioso.

- Bueno, es de algo complejo -su rostro se volvió serio.

- "¡Maldicion, ya sabe todo!" -un grito mental vino en mente.

- Es sobre... Su hija Mai -el padre al escuchar el nombre de su hija, pestaño confundido y se preocupó que sea de algo grave.- Pero, necesito que este de acuerdo.

- Espere, discúlpeme Rey Zuko... Me perdiste.

- Quiero... -metio la mano en su bolsillo, sacando un collar y entregandoselo. El señor recogió con delicadeza el objeto de gran valor perplejo.- Quiero casarme con su hija Mai, quiero pasar el resto de mi vida con ella a mi lado...

- ¡¿QUE?!

~~°°~~

- Te gané -sonrio una chica que estaba vestida y maquillada de guerrera Kyoshi con una coleta alta con trenza. El perdedor era un chico de tez Morena y ojos azules.

- Pss, claro que no -se quejo cruzándose de brazos.

- Claro que sí, me debes tres piezas de oro y cinco de plata.

- ¡No! Este juego está pensado para que ganes, es injusto, me niego rotundamente. ¡Además que no tengo nada! Me los gasté en carne de lobo-foca.

- ¡Sokka, Ty Lee ganó justamente, le debes! -le regaño una de la misma vestimenta. Las demás chicas se empezaron a reír al ver cómo su esposo se sonrojaba por el regalo y empezaba a murmurar.

Cuando Sokka iba a hablar, la puerta del lugar se abrió, provocando que todas se pongan en posición de alerta. Bajaron sus armas al ver era una chica de vestimenta de la nación del fuego y de pelo largo y negro.

- ¿Vieron a mi padre?

Las guerreras se miraron y luego negaron, Sokka hizo lo mismo.

- La verdad que no, ni siquiera estábamos informadas -habló Suki un poco preocupada. Aunque era muy poco probable que algo llegue a pasar, no podían sacar esa posibilidad.

- ¿Quieres que lo busquemos? -pregunto Ty Lee acercándose a su amiga.

- Como quieran, solo que me pareció raro. Pero no creo que sea nada grave -le resto importancia. Antes de darse la vuelta y retirarse, un portazo se escuchó por todo el palacio. Se retiró rápidamente de la puerta mientras los demás salieron al pasillos y corrieron juntos a la misma dirección al escuchar gritos.

Mai se sorprendió al ver cómo su padre caminaba furioso con un Zuko atrás de él intentándole seguir el paso.

- ¡No vuelvas a preguntarme eso jamás! ¡Nunca pasará, no pondré en riesgo la vida de mi hija!





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