Capitulo 2: "Conflictos internos"
- Gracias por venir nuevamente, Toph.
Saturo dijo agradecido a la joven ciega, ella tan solo levantó los hombros y sonrió con arrogancia. La Morena rodó los ojos para luego centrar su atención a las máquinas. No importaba cuántas veces vengan, aún le parecía grandioso y curioso todos esto.
- ¡Soy socia-ejecutiva! Claramente tengo que venir a ver como van las empresas de papá -explicó.- Además que me tomé unas vacaciones, así mis gallinas descansan un poco, ¡Para luego azotarlos! -golpeo con un puño su palma.
- También para ayudar un poco con los conflictos de los maestros y no-maestros -completo Katara con una sonrisa.
- Es realmente una bendición -admitio el mecánico mientras se acercaba al barandal, mirando hacia abajo, observando a los guardias.- Desde que la esposa de Sokka les enseño a bloquear sus poderes, se han calmado bastante. No solo eso, también la presencia del Avatar Aang cuando vino por segunda vez... -recordó la vez que el grupo se quedó en la ciudad por un mes, balanceando bastante las cosas, pero no del todo.
- No te preocupes -la bandida ciega se cruzó de brazos.- Yo me voy a encargar en este tiempo en patear traseros y de divertirme por supuesto -Katara carraspeó.- Ah, y la princesita.
- Me alegra mucho escuchar eso -las miro desde su hombro con una sonrisa y un pequeño sonrojo apareció cuando dio un pequeño vistazo a Toph. Esto a la maestra agua no se le pasó de largo.
Luego de unos minutos de recorrer la fábrica y de charlar, se despidieron del chico quien se despidió alegremente con la mano cuando la maestra tierra se marchó. Katara sonrió divertida ante esto, mientras se adentraban en los pasillos de los comerciantes. La calidad de vida de estos, había mejorado notablemente luego del incidente con la fascista maestra tierra y su hija.
Las demás personas de las tres naciones se interesaron al enterarse que el Avatar estaba en esa pequeña cuidad (que Sokka aún buscaba un nombre, ya que siempre se reían de sus ideas) con el objetivo de mejorarla y tener una convivencia sana, mientras la industrialización tomaba carrera.
Katara sabía de ante mano que aún a Aang le costaba todo este cambio. No lo culpaba, también estaba pasando por lo mismo, pero ella entendió que era necesario el cambio, que era necesario la unión de las naciones, de culturas. Porque sino, ambos no podrían estar juntos, tendrían que estar separados. Cada uno a su nación, cada uno encerrado en su propia cultura.
La oji-azul negó con la cabeza para sacar ese pensamiento feo de estar separados. Una joven de la edad más o menos de Katara pasó a su derecha y la miró mal. Ella se lo devolvió, ya que conocía bastante bien esa mirada. Era la que venía cargando desde que empezó a salir con Aang.
- Vamos, dime que te molesta dulzura.
Katara miró desconcertada a Toph. A veces odiaba que ella sea tan directa y tranquila a la hora de burlarse o sacar un tema para molestarla.
- ¿Disculpa?
- ¿Acaso sos sorda y no me entere? -pregunto con sarcasmo.- Te estoy diciendo que es lo que te molesta desde la fiesta de Ba Sing Se.
Ante esto, Katara se removió un poco incómoda. Era lo último que quería escuchar desde ese incidente. Lo único que quería en estos días es olvidar ese acontecimiento. Sabia que era totalmente inútil mentirle a Toph, a la mejor en detectar mentiras, pero no perdía nada con intentarlo.
- No pasó nada, solo imaginaciones tuya -dijo sin más levantando el mentón y apuntando el paso. Toph golpeó el piso y una pared de tierra impactó en la frente de Katara.- ¡Toph! -la pared desapareció y ella se frotó su frente roja.- ¡Eso no era necesario!
- ¡Claro que sí! Estoy bastante intrigada.
- ¡Imaginaciones tuya!
Las personas miraban intrigadas la discusión de las dos maestras. Ante esto, los comercios más cercanos bajaron rápidamente las persianas para prevenir. La Morena se percato de esto y dio un suspiro para calmarse. Se acercó a la niña ciega y posó su mano en su hombro.
- Discutamos esto en otro lugar, piensan que nos vamos a pelear -le susurró lo último.
- ¿Y no vamos a ser eso?
Una vena sobresalió de su frente mientras fruncía el ceño. Dio varias bocanadas de aire para no gritarle a la maestra tierra que al escuchar y sentir sus pulsaciones sonrio con burla.
- Toph...
- Esta bien, está bien -levantó los brazos en rendición mientras retomaba su camino, alejándose de los comercios y laa personas que aún las veían con dudas si habría una pelea.
Se metieron en el pasillo entre varias casas para salir del centro y llegar a la zona de la playa. Toph sintió que sus pies la arena, y escuchó el sonido del viento azotando las aguas. El murmullo de las aves no se hizo esperar. Ella supuso que era algo serio lo que Katara le quería comentar para ir a algún lugar a apartado, además de molestarle considerablemente.
Desde que terminó la fiesta, ella sintió las pulsaciones de Katara bastante alterado, algo que no era normal. También escucho por parte de Sokka que Katara se puso algo distante con Aang en toda la noche, pero que este al parecer no se percató.
Ahora que lo pensaba, desde que Aang las dejó en la ciudad, Katara no lo mencionó en ningún momento.
Katara se sentó en la arena, sin importarle si se le entraba en la ropa o en los zapatos. Toph imitó su acción al lado de ella.
Si había algo que la maestra tierra no diría en voz alta, es que disfrutaba mucho estar a solas con la princesa del sur. La podía molestar y empezar una pequeña discusión divertida, podía sentarse y estar en silencio disfrutando de su compañía mientras Katara esperaba que se tome su tiempo para expresarse, podía opinar y expresarse ante ella, podia recibir consejos. Cuando están de viaje, y hacen una parada para descansar, disfruta cuando se bañan juntas y hablan de lo que pasó del día, mientras la Morena le lava el pelo y le peina.
Katara siempre estaba.
Quería darle esa opción también, aunque parezca cursi.
- Creo que mi relación con Aang no va a durar mucho... -apenas escucho el murmullo de la joven. Toph frunció el ceño en un intento de decirse a sí misma que escuchó mal.
- ¿Que?
- Si, lo que Escuchaste -abrazo sus piernas hacia su pecho, mientras apoyaba su mentón en sus rodillas.- No creo que estemos juntos...
Ambas quedaron en silencio hacia esa revelación. La niña ciega aún tenía el ceño fruncido ante las palabras de la morena. ¿Acaso Katara tomó jugo de cactus o algo así? ¡¿Enloquecio?! No podía creer lo que escuchaba, ¡Y más de Katata!
- ¿Tus neuronas dejaron de funcionar?
- Toph, no estoy bromeando -dijo amargamente mientras observaba el sol que daba vida al agua.- Los gobernantes quieren... -trazo saliva seca.- Están todos de acuerdo que Aang empiece a poblar, que empiece ya a tener en mente empezar a tener hijos que sean maestros aires...
- Oh... -fue lo único que salió de Toph al entender. Querían que Katara y Aang empiecen a tener hijos, y eso que ni siquiera eran prometidos.- Ya... Quieren que pies ligeros se ponga las pilas para que quedes embarazada -una sonrisa burlo apareció.- No veo el problema, total hacen el amor 24/7.
Las mejillas de Katara se volvieron completamente Rojas ante las palabras de la ciega. Iba a reclamarle como sabía, pero su ira se fue rápidamente con una de tristeza. Toph notó esto rapidamente.
- No... -suspiro con una sonrisa triste.- Quieren que Aang empieze a tener relaciones con las acólitas para que se embaracen y haya una gran probabilidad de que sean maestros aires... Dijieron de que si no funcionaba, cada reino le entregaría varias chicas que se ofrezcan sin nada a cambio... Están de acuerdo que conmigo hay nulas posibilidades...
Las últimas palabras lo expresó con un dolor que Toph estaba segura que nunca lo escuchó. Empezó a escuchar que su respiración se agitaba y que se ahogaba en su propio llanto. Ese era el momento que lamentaba no saber como consolar a alguien.
La maestra tierra no podía creer lo que escuchaba, le estaba diciendo que estaban ya preparando el futuro de ellos.
Sabia de ante mano, que si pies ligeros se enteraba, iba a estar de desacuerdo. Incluso ya se imagino mandando a volar a los gobernantes, incendiar la oficina y amenazarlos para que nunca se lo vuelvan a proponer.
Pero, ¿Si el aceptaba?
Nego la cabeza rápidamente, eso era imposible.
Lo único que pudo hacer fue apoyar su mano en su espalda y gritarlo suavemente, con algunas palmaditas.
Sabia que esto iba a tener muchas consecuencias si el mundo se enteraba de esta propuesta.
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Sokka observo desde la ventana de la oficina de reuniones de la nación del fuego a su esposa Suki pasar por el pasillo haciendo de guardia. Si había algo que odiaba mucho, era el trabajo de guardia Real al flamitas de Zuko que ella hacía.
Hace más o menos un año que Suki y el se casaron. Fue hermoso y magnífico la boda, la paso tan bien que aún se reía de los recuerdo de un Iroh borracho y Zuko intentando que no se caiga junto a una Mai observando desde la oscuridad, una Toph bastante gruñona pero sarcástica que se divertían, y a un Aang puberto intentando lanzarse a su hermana.
Claro que el puso límites en su discurso para el avatar al frente de los invitados logrando que se avergüence y gozando lo como nunca.
Y la Luna de Miel...
Espíritus...
No iba a quejarse de sus vacaciones con Suki en la isla privada que Zuko les ofreció. Fue magnífico.
Pero, luego que termino sus vacaciones, ambos volvieron a su vida normal.
Separados.
Cuando Suki empezó de guardia junto a las demás guerreras Kyoshi, no le había dado tanta importancia, ya que Zuko necesitaba protección y además se llevaban bien.
Pero a lo largo de los años, observo que Suki y Zuko se volvieron cercanos, demaciado para su gusto. ¡Incluso Mai se percató!
Para Sokka era totalmente raro que primero se casara el, antes que el rey de la nación del fuego.
Y su cabeza hizo la teoría de que estaba en duda porque tal vez, sentía algo por su esposa.
No sabía como sentirse al respecto, porque que el confiaba en Suki, el sabía muy bien que ella lo amaba tanto o igual que el, pero no podía sentir ese sentimiento tan Primitivo de celos cuando la guerrera y el rey interactuaban.
Estaba mal, lo sabía.
Esa punzada...
Miro como Zuko debatía con un empresario la distribución del metal para el comercio y como lo harían de manera cuidadosa para que los rebeldes no lo roben.
No sabía que pensar.
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