EPÍLOGO
El dragón había desaparecido, y con su desaparición, también se disipó la furia que había sembrado el caos en la ciudad futurista. El príncipe Jungkook había logrado calmar a la bestia, no con espada ni lanza, sino con su liderazgo y valentía.
Los habitantes del futuro, quienes habían estado aterrados por el ataque, empezaron a reconstruir sus vidas, pero no fue un proceso fácil. Las casas estaban destruidas, las calles desmoronadas, y la infraestructura de la ciudad, que alguna vez fue imponente, estaba reducida a escombros. La tecnología avanzada que los rodeaba parecía inútil frente a las necesidades humanas más básica, un hogar, seguridad y esperanza.
Por su parte en el año 1850, el aire estaba pesado, viciado por el humo y el polvo que se cernía sobre el pueblo y el castillo. Cuando Jungkook emergió del portal, el mundo que conocía ya no existía como lo recordaba. La vasta extensión del campo estaba marcada por cicatrices profundas de destrucción, y el castillo, su hogar, parecía una sombra de lo que había sido.
Los muros, antes majestuosos, ahora estaban derrumbados y ennegrecidos, con fragmentos de piedra esparcidos por el suelo. El pueblo y el campo donde había jugado con su hermano Chris y había compartido risas, estaba reducido a escombros y ruinas. Las casas, ahora vacías y desmoronadas, yacían como esqueletos olvidados de lo que alguna vez fueron.
Jungkook se quedó inmóvil, observando el paisaje devastado. Un nudo se formó en su garganta mientras sus ojos recorrían la escena, incapaz de creer lo que veía. Su gente, su hogar, todo lo que había conocido... desaparecido. El dragón había dejado su marca, y aunque él había regresado, el precio había sido mucho mayor de lo que imaginaba.
Namjoon, quien había estado observando desde las sombras, se acercó lentamente, caminando con paso firme, pero también con una expresión de comprensión. Tenía una quemadura del tamaño de todo el brazo y de su cabeza resbalaba un hilo de sangre que llegaba hasta la mejilla. Sabía lo que Jungkook estaba sintiendo. El príncipe había regresado para encontrarse con una nueva realidad, una realidad que no perdonaba.
ㅡ Jungkook...ㅡ Namjoon dijo suavemente, su voz grave resonando en el aire cargado de tristeza ㅡ Lo siento mucho. El dragón...el pueblo... no pudimos salvarlo. Tu padre, el rey, falleció, junto con tu hermano, el Principe Christopher.
Jungkook no respondió de inmediato. Su mirada estaba fija en el horizonte, donde las ruinas del castillo se mezclaban con el paisaje. En su corazón, una sensación de impotencia lo invadió, pero también algo más, una responsabilidad creciente, como un peso que había llevado consigo toda su vida, y ahora más que nunca, debía cargar con ella.
ㅡ ¿Qué puedo hacer ahora? ㅡ murmuró Jungkook con la voz quebrada, más para sí mismo que para Namjoon ㅡ Todo lo que conocía está destruido.
Namjoon le puso una mano en el hombro, con la mirada fija en su amigo ㅡ Tienes más poder del que piensas, Jungkook. Esta destrucción... la puedes convertir en algo diferente. El pueblo necesita un líder, y ese líder eres tú.
Jungkook lo miró fijamente, sus ojos llenos de incertidumbre ㅡ No sé si soy el líder que todos necesitan. No sé si soy el rey que este reino merece.
Namjoon suspiró y lo miró con firmeza ㅡ No se trata de lo que pienses que mereces. Se trata de lo que tú decidas hacer ahora. Y tú no eres solo un príncipe, Jungkook. Eres el heredero de esta tierra, el único que puede restaurarla. Es hora de que tomes el control. El reino te necesita, no como el príncipe que eras, sino como el rey que puedes llegar a ser.
Jungkook miró al suelo un momento, sus pensamientos revoloteando como un torbellino. Recordó las palabras de su madre, la reina, que le había dicho tantas veces ㅡ Un rey no nace, se hace ㅡ Ahora entendía el verdadero peso de esas palabras. Aunque el futuro parecía incierto, sentía la urgencia de dar un paso adelante.
De repente, como si el viento lo hubiera impulsado, Jungkook se puso de pie. La decisión había sido tomada. No podía cambiar lo que había sucedido, pero sí podía decidir qué hacer con lo que quedaba. Con una determinación renovada, se dirigió hacia el centro del pueblo.
ㅡ ¡Jungkook!...ㅡ Namjoon lo llamó, pero el príncipe no se detuvo. Caminó con paso firme hacia el centro de la plaza, donde antes la gente solía reunirse para celebrar victorias o compartir historias. Ahora, el lugar estaba vacío, solo el eco de su propio paso llenaba el silencio.
Cuando llegó al centro de la plaza, Jungkook se detuvo, mirando alrededor con el corazón lleno de una extraña mezcla de dolor y esperanza. A pesar de la destrucción, había algo en la atmósfera, algo que lo empujaba a seguir adelante.
Namjoon se acercó a él, y con un gesto solemne, lo proclamó ante los pocos supervivientes que quedaban, aquellos que aún no habían abandonado la ciudad o que habían regresado después de la devastación. Aunque el pueblo había sido destruido, aún quedaba esperanza, y Jungkook era el único que podía reconstruirlo.
ㅡ ¡Este es el nuevo rey! ㅡ Namjoon proclamó con una voz fuerte y clara, su tono resonando en el vacío ㅡ Jungkook, hijo del rey, heredero de esta tierra.
Jungkook se quedó en silencio por un momento. El viento acariciaba su rostro, como si el mundo entero lo estuviera mirando. Luego, levantó la cabeza con determinación. Sabía lo que tenía que hacer. Sabía que ya no podía huir de su destino. Respiró hondo y, con la fuerza que encontró en lo más profundo de su ser, comenzó a hablar.
Al principio, su voz tembló, pero pronto la firmeza de sus palabras llenó el aire.
ㅡ "Pueblo de Avalon...
...Hoy, estoy ante ustedes como alguien que ya no sabe qué hacer. Mi padre ha caído, mi hermano menor también, el reino está herido, y como todos ustedes, yo también estoy perdido. No vengo aquí a darles falsas promesas, ni a esconder el miedo que siento. He fallado como príncipe.
...Hace poco, pensaba que ser rey era solo cuestión de poder, de decisiones rápidas, de honor. Pero hoy sé que ser líder es saber escuchar y entender el dolor de los demás. He sido egocéntrico, he vivido para mis propios intereses, sin ver lo que realmente importaba...ustedes.
...Sé que el dragón ha destruido parte de nuestro hogar, pero lo que de verdad puede destruirnos es el olvido de lo que somos como pueblo. Hoy les pido perdón...ㅡ la voz de Jungkook a este punto se quebró y comenzó a llorar frente al pueblo ㅡ...por mis errores, por no haber visto lo que estaba frente a mí. No tengo todas las respuestas, pero juntos encontraremos la fuerza para seguir adelante.
...No soy el príncipe perfecto que alguna vez quise ser, pero soy uno de ustedes. Y mientras tenga vida, estaré aquí, luchando por lo que queda, por este reino, por cada uno de ustedes.
...Lo que hemos perdido no nos define, pero lo que hagamos ahora, juntos, nos hará fuertes. Les agradezco por no haberme abandonado. Y aunque no sé si soy digno de ser su rey, les prometo que no volveré a fallarles. Nunca más"
Jungkook miró a su alrededor, viendo los rostros de aquellos que lo miraban con esperanza renovada. La gente de su reino, aunque herida, estaba dispuesta a seguirlo. Y en ese momento, supo que no estaba solo.
Con una última mirada al pueblo, a las ruinas, a las cenizas de lo que alguna vez fue, Jungkook entendió que, al final, su verdadero desafío no era gobernar un reino lleno de riquezas o tierras. Su desafío era liderar a su gente hacia un futuro lleno de esperanza. Y aunque el camino sería largo y arduo, él estaba dispuesto a recorrerlo, paso a paso, con el pueblo a su lado.
ㅡ ¡Por el reino! ㅡ gritó, su voz resonando en la plaza, como una declaración de guerra contra la desesperanza.
ㅡ ¡Por el reino! ㅡ respondió la multitud, con una fuerza que parecía emanar de lo más profundo de sus corazones.
Y así, con esas palabras, comenzó el nuevo capítulo del reino de Jungkook. Un capítulo escrito por un rey que, aunque joven y lleno de dudas, sabía que la verdadera grandeza no venía de los castillos ni de las coronas, sino del corazón de las personas que lo seguían.
El príncipe Jungkook, pese a su dolor por la pérdida de su reino original, se levantó como un verdadero líder. No buscaba poder, sino la forma de hacerle frente a la tragedia. Se dedicó a ayudar a los ciudadanos, organizando grupos de trabajo para reconstruir las casas de la ciudad. Junto con los habitantes, levantaron nuevos hogares, trasladando a todos a un lugar más seguro, lejos de los vestigios del ataque del dragón.
El príncipe no solo demostró ser un gran líder, sino que se ganó el respeto y el cariño de la gente. Los ciudadanos, agradecidos por su valentía y generosidad, lo vieron como un símbolo de esperanza en tiempos oscuros. La noticia de su liderazgo y bondad llegó rápidamente a los rincones más remotos de la ciudad. Fue entonces cuando el consejo de sabios y dirigentes decidió algo que ya muchos esperaban.
En una gran ceremonia, con la ciudad reconstruida parcialmente y una sensación de renacimiento en el aire, el príncipe Jungkook fue coronado rey. Su corona no era de oro puro ni adornada con piedras preciosas, sino que estaba hecha de hierro forjado, una simbolización de los tiempos difíciles que había vivido y de los que aún quedaban por superar. Pero la gente lo aceptó con respeto y esperanza, sabiendo que, bajo su liderazgo, tendrían una oportunidad para reconstruir su futuro.
ㅡ Hoy, esta ciudad es tuya, Jungkook... ㅡ dijo Hoseok, el sabio hechicero que lo coronó ㅡ...pero más que eso, este reino es tuyo porque has sabido ganártelo con sacrificio y valentía.
El rey Jungkook, con el corazón pesado por la pérdida de su pasado, pero lleno de esperanza por el futuro, prometió cuidar de su pueblo. Decidió formar un consejo de sabios, con personas de diferentes partes del mundo, para guiar su reinado y asegurar que la paz y la prosperidad se extendieran por toda la tierra.
Sin embargo, a pesar de la nueva vida que comenzaba para el príncipe en el futuro, no todo era paz en su corazón.
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Una tarde, mientras todo el laboratorio se encontraba en reconstrucción también por el dragón, el científico Kim Taehyung se retiró a su estudio. En sus manos, sosteniendo con delicadeza un libro polvoriento, contenía todas las notas y observaciones que había recopilado sobre el portal temporal. Había algo en esas páginas que lo obsesionaba, un pequeño detalle que había pasado por alto en el pasado, pero que ahora tenía la clave para su plan.
Se acercó a su escritorio y, con manos temblorosas, abrió el libro. Había pasado semanas intentando adaptarse al futuro, aceptando su lugar en este tiempo que ya no se sentía el suyo. Sin embargo, algo en su interior seguía buscando la manera de regresar al pasado, a un tiempo donde había vivido con el príncipe, a ese amor que nunca había dejado de sentir por él.
Taehyung había guardado un secreto durante todo el proceso.
La posibilidad de regresar al pasado, pero con un precio muy alto.
Sabía que el dragón, al estar conectado con las fuerzas del tiempo, había dejado una brecha temporal en el portal. Sin embargo, lo que también había descubierto era que el viaje en el tiempo no podía repetirse, o el riesgo de destruir por completo la línea temporal sería demasiado grande.
ㅡ Tal vez haya una forma...ㅡ murmuró, mientras repasaba con frenesí las notas sobre el portal ㅡ Si tan solo pudiera encontrar la manera de hacerlo, si tan solo...
El científico sabía que podía hacer funcionar el dispositivo, que podía regresar a ese momento exacto antes de que el dragón los llevase al futuro. Solo necesitaba una nueva oportunidad, pero el precio sería enorme. A medida que avanzaba en sus cálculos y experimentos, el peso de la realidad lo golpeó: la brecha en el tiempo estaba sellada, y cualquier intento de cruzarla nuevamente traería consecuencias catastróficas.
ㅡ No puedo...ㅡ susurró Kim, cerrando el libro y guardándolo en un cajón secreto. ㅡ...No puedo destruir todo lo que hemos logrado aquí, solo por un deseo egoísta.
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28 de Julio 2035...
Los días se desvanecían, deshilachándose uno tras otro como un tejido que se pierde con el paso del tiempo. Las semanas ya no eran más que ecos vacíos, los meses se desdibujaban en la niebla de su desesperación, y los años, esos años interminables, se arrastraban como una condena impuesta sin misericordia. Taehyung estaba atrapado en su propia mente, una mente que solo le ofrecía gritos en la oscuridad, su alma desgarrada buscando una salida que nunca llegaba.
Taehyung se sumergió en un torbellino de trabajo obsesivo, atrapado en su propia mente, buscando desesperadamente una forma de regresar al pasado. En su laboratorio, las luces siempre estaban encendidas. La máquina del tiempo, su mayor creación, y también su condena, nunca dejaba de ser revisada, ajustada, reconstruida. Cada prototipo, cada fórmula, cada intento fallido lo empujaba más cerca del abismo.
Era un hombre transformado. Ya no era el joven brillante y lleno de esperanza que había entrado en su campo de investigación con el sueño de cambiar el mundo. Ahora era alguien distinto, más sombrío, más roto. Las enormes ojeras que adornaban sus ojos lo hacían ver más grande de lo que en realidad era. La obsesión por regresar a ese instante, a ese abrazo que había sentido por un momento y luego se le escapó, lo consumía por completo. Había abandonado todo lo demás, las reuniones, los amigos, las celebraciones. No había espacio para la vida fuera del laboratorio.
La gente que alguna vez estuvo cerca de él había seguido adelante, y él los había dejado ir. Yoongi había encontrado paz en la universidad. Jimin, trabajaba para la NASA. Su hermano había alcanzado logros que Taehyung ni siquiera entendía. Todos hacían algo diferente después de lo ocurrido. Todos, excepto Taehyung. Él solo se hundió más en su dolor.
Las noches se alargaban y se fundían en los días, pero él no veía el sol. Sólo veía las pantallas de sus computadoras, las ecuaciones que nunca lograba resolver, los planos de la máquina que se resistían a funcionar. Sus ojos se enrojecían de tanto mirar, y sus dedos se volvían torpes por el cansancio extremo. Se alimentaba de café, de bebidas energéticas, el único combustible que mantenía su cuerpo en movimiento, aunque su mente ya se desmoronaba. Cada trago lo sumía más en un ciclo sin fin, una y otra vez probaba y fallaba, pero no podía detenerse.
No podía dejarlo. No podía rendirse. Porque si lo hacía, si siquiera pensaba en detenerse, el abismo lo devoraría por completo. Si lo hacía...temía que perdería la última pizca de esperanza que le quedaba.
Sus amigos lo habían buscado. Jimin lo había llamado muchas veces, incluso Yoongi había aparecido de vez en cuando, preocupado, mirando en silencio la máquina que Taehyung había construido. Pero nadie lo entendía. Nadie entendía lo que sentía. Nadie sabía que la única forma de sobrevivir para él era encontrar un modo de regresar al pasado, a ese único momento que había marcado su vida para siempre.
Las noches eran especialmente difíciles. Sentado frente a la computadora, con los ojos fijos en los códigos, su mente no podía dejar de imaginar a Jungkook. Recordaba su rostro, su risa, sus palabras. Pero lo peor era que, cuando intentaba cerrar los ojos, lo que veía era aún más doloroso, la vida que él podría haber tenido junto a Jungkook, la vida que nunca podría vivir.
Su cuerpo comenzó a desgastarse. La piel se le tornó pálida, los músculos adoloridos de tantas horas sentado en la misma posición. La tristeza se había infiltrado en cada rincón de su ser. A veces, el llanto lo sorprendía sin previo aviso. Lloraba por todo lo que había perdido, por el amor que no pudo salvar, por el hecho de que el tiempo era una barrera imposible de derribar.
Pero lo peor de todo era el vacío que sentía cuando miraba alrededor. Ya no le importaba nada más que la máquina. Ya no se relacionaba con nadie. Evitaba las llamadas de sus amigos, las visitas de sus padres, las preguntas sobre su salud. Nadie entendía lo que él estaba pasando. Nadie podía comprender que, para él, regresar al pasado ya no era solo una cuestión científica; era una necesidad desesperada, un deseo que se había convertido en una obsesión autodestructiva.
Un día, después de otro intento fallido, Taehyung se derrumbó en su silla, agotado. Su cuerpo, al borde de la extenuación, no respondía. Los ojos le ardían, la mente nublada, y el alma, tan vacía, ya no encontraba consuelo en nada. El reloj marcaba la madrugada, pero él no lo notaba. No había diferencia entre el día y la noche, entre la vigilia y el sueño. No había nada fuera de esa burbuja de sufrimiento que había creado para sí mismo.
En su mente, una voz susurraba, un eco lejano de su pasado: "Tae, por favor, detente. Esto no es sano. Esto no te llevará de vuelta"
Era la voz de Jin, una voz que había dejado de escuchar hacía mucho. La misma voz que alguna vez le había advertido que no se obsesionara con el pasado, que viviera el presente. Pero él no podía. No podía dejarlo ir.
ㅡ Voy contigo ㅡ dijo Jungkook de repente, con firmeza ㅡ...No puedo dejarte ir solo.
ㅡ Jungkook, esto no es un juego. El dragón es una bestia salvaje, y hay muchos riesgos. Podríamos morir.
ㅡ Lo sé...ㅡ respondió Jungkook, acercándose con determinación ㅡ...Pero te debo mucho, y no pienso quedarme atrás mientras tomas este riesgo. Si hay algo que te ayudará a completar tu misión, lo haré. Además, no me dejas ir, ¿verdad?
Esas asquerosas alucinaciones, cada día se volvían más reales. Ya no sabía si estaba dormido o despierto al tenerlas.
La máquina era su única razón para seguir adelante, aunque ya no estaba seguro de por qué. ¿Era para salvar a Jungkook, o era solo para salvarse a sí mismo? La línea entre los dos se había difuminado, y Taehyung ya no estaba seguro de qué lo movía más, el amor o el dolor.
Sin embargo, algo había cambiado.
Un día, mientras trabajaba en su laboratorio, Kim descubrió una anomalía en el sistema del portal, una irregularidad en la energía temporal que aún emanaba del dragón. Había algo en esa energía residual que no podía explicarse con la ciencia convencional, un rastro de algo más allá de las leyes físicas conocidas. Fue una chispa de esperanza para él, quizás aún había una posibilidad de conectarse con el pasado.
Desesperado, pasó semanas ajustando su dispositivo temporal, con la esperanza de que podría interceptar los ecos temporales que quedaban del portal abierto por el dragón. No lo entendía completamente, pero sabía que si lograba conectar esa energía residual, aunque fuera por un breve momento, podría ver al príncipe nuevamente. Y tal vez, si todo salía bien, podría decirle adiós.
Intentó activar el portal una y otra vez, durante muchos años. Su médico particular le comentó, que su salud había empeorado drásticamente al estar expuesto diariamente a tanta radiación, y que ocupaba terminar con esos experimentos o moriría. Más a Taehyung no le importó, siguió buscando una manera de comunicarse con el pasado.
Finalmente, una noche, tras largos días de pruebas fallidas, la máquina cobró vida. Un resplandor suave llenó el cuarto de Kim. La pantalla del dispositivo parpadeó y, ante su asombro, una imagen apareció. Era el reino de antaño, pero no estaba destruido, estaba bien y era diferente. Más grande.
El tiempo de Jungkook. Era otro reino, uno mejorado, las calles lucían más coloridas, había vegetación por todos lados, niños jugando y animales paseando libremente.
Jungkook al viajar en las líneas llevo consigo una parte de la energía del dragón. Lo cuál generó que no importa a donde se trasladara, el portal buscaría la energía emitida por Jungkook. Esté donde esté.
Taehyung sintió que su corazón latía más rápido. Allí estaba él, el príncipe Jungkook, ahora rey, en lo que parecía ser una escena cotidiana. Estaba rodeado de sus caballeros, en un salón del castillo, dando órdenes para adornar el reino para las próximas festividades. Su rostro, que había sido tan marcado por la tristeza, ahora reflejaba paz. Estaba bien. Sonreía mientras dirigía a su gente, firme y decidido, pero aún con una bondad en sus ojos.
A su lado había un trono vacío. Y en sus dedos no había joyas.
Jungkook nunca se casó.
Nunca compartió su vida con otra persona. Y en ese momento, Kim entendió que, aunque el mundo siguiera adelante, él siempre habría sido la pieza que faltaba en el reino de Jungkook. Siempre fue el amor no consumado, el sueño que se desvaneció con la última chispa de luz.
Taehyung sintió que las lágrimas comenzaban a llenar sus ojos. Aquel era el hombre al que amaba, el hombre al que había perdido, pero que ahora, de alguna manera, estaba vivo y feliz en su tiempo. No podía tocarlo, no podía hablarle, pero al menos, sabía que estaba bien. Sabía que había encontrado su camino.
La visión del príncipe trabajando para reconstruir su reino, ayudando a su gente, le daba una sensación de paz que Kim no había sentido en años. La angustia que había arrastrado durante tanto tiempo desapareció por un momento.
ㅡ Está bien, Jungkook ㅡ Susurró Taehyung, mientras las lágrimas caían por su rostro ㅡ...Eres feliz, como siempre debiste ser. No te fallé. Aunque no pude estar allí contigo, sé que todo ha salido bien.
El tiempo de la visión fue efímero. La máquina comenzó a parpadear, el vínculo con el pasado se desvanecía, pero antes de que todo se apagara, Kim observó cómo el rey Jungkook se giraba hacia el horizonte, como si de alguna forma sintiera la presencia de algo distante, algo que nunca sabría.
Por un breve momento, Taehyung había podido sentirlo de nuevo, como si, a través de la brecha en el tiempo, su amor no se hubiera perdido por completo. Aunque no podía estar a su lado, saber que Jungkook estaba bien le dio una sensación de paz que no había tenido desde que lo dejó en el pasado.
Taehyung cerró los ojos y dejó que las lágrimas cayeran libremente, no de tristeza, sino de un dolor dulce, uno que, aunque persistente, ya no lo ahogaba.
Pero lo que hizo que Kim se quedara sin aliento no fue solo el ver a Jungkook bien, vivo, feliz. Fue el momento preciso en que la imagen se detuvo.
Kook miró hacia la ventana, como si estuviera mirando hacia el horizonte, hacia el futuro que jamás conocería. Mientras tarareaba esa canción que le habían cantado en el bosque de las mariposas hace tiempo.
Sus ojos, llenos de una mezcla de tristeza y esperanza, parecían buscar algo que él no podía comprender. Y entonces, Jeon sin saberlo, susurró algo que hizo que el corazón del científico se detuviera por un instante.
ㅡ Sé que estás ahí, Taehyung.
Kim sintió como si todo el aire se le escapara. Era imposible. Jungkook no podía saber que él estaba observando, no podía sentirlo. Pero la suavidad con la que dijo esas palabras, la mirada en sus ojos, era suficiente para que Taehyung estuviera seguro de algo, su amor no había sido en vano. Jeon había sentido su presencia, aunque fuera en espíritu, a través del tiempo y el espacio.
ㅡ Te he esperado tanto...siempre te esperé ㅡ Jungkook susurró, en un tono tan suave que parecía que lo decía solo para él ㅡ Espero que estés bien... donde sea que estés...yo me enamoré de ti.
Las lágrimas comenzaron a caer por las mejillas de Kim, sin que pudiera detenerlas. Nunca imaginó que esto sería lo último que vería de él. En ese momento, todo el dolor, todo el sufrimiento de años de separación, se desmoronó como un muro de cristal roto. Jungkook, su príncipe, el hombre que amaba, lo había sentido. Y en su último gesto de amor, le había dejado un adiós.
Taehyung no podía creer lo que veía, pero en su corazón ya no había espacio para la duda. Kook había encontrado paz, felicidad, y el reino que merecía. Y aunque no pudiera estar a su lado, el príncipe siempre lo había amado, siempre lo había esperado. Eso era suficiente.
ㅡ Te amo, Jungkook...ㅡ Murmuró Kim, entre sollozos. ㅡ Te he amado siempre... y siempre lo haré.
Con un último vistazo a la imagen del rey, con el corazón desgarrado pero lleno de una paz inexplicable, un relámpago salió de la máquina. La visión se desvaneció, y la pantalla se apagó.
Taehyung se quedó allí, tembloroso, con las lágrimas cayendo en silencio sobre su rostro. Ya no había nada que pudiera hacer. No podía regresar. Pero ahora sabía lo que necesitaba saber, Jungkook estaba bien.
Estaba feliz.
Se levantó de la silla y por primera vez en 10 años, sintió paz.
Caminó hasta el balcón, mirando el brillante cielo. La ciudad estaba tranquila, llena de nuevas posibilidades, pero Kim se sentía ajeno a ese tiempo. Aun separado de su amor, había encontrado algo más importante, la certeza de que Jungkook vivía tranquilo, que su sacrificio no había sido en vano.
ㅡ Ya no necesito buscar más...fuiste feliz, Jungkook.
Taehyung miró las estrellas, las estrellas que alguna ve había visto en el Bosque de las Mariposas.
Donde hablaba sobre planetas, las hermosas constelaciones y Kook escuchaba detenidamente. Siempre buscaba una manera de explicarle de forma sencilla, para que Kook entendiera.
Siempre pensaba en él.
Lentamente el científico se acostó en el suelo mirando al cielo, justo como lo hacía cuando estaba en ese bosque con el príncipe. Juntos, acostados en el pasto, rodeados de mariposas brillantes, los árboles verdes y la brisa suave. Con la diferencia, en que esta vez se encontraba totalmente agotado, adolorido, solo y agobiado, en el balcón de su laboratorio.
A pesar de su agotamiento, casi de forma instintiva, comenzó a tararear una canción que hacía años no escuchaba. La melodía surgió en su mente sin previo aviso.
"Secrets I have held in my heart
Are harder to hide than I thought
Maybe I just wanna be yours
I wanna be yours~"
De la nada se le vino un pequeño flashback a la mente, esa vez en el bosque....donde ambos cantaban y bailaban con las mariposas brillantes a su alrededor.
Taehyung sonrió dejando salir una lágrima salada por su rostro, ante ese recuerdo. Porque eso es lo que era...un recuerdo.
Había llegado al punto de su vida donde no sabía si quiera si el Jungkook que acababa de ver era real, o si fue su imaginación creando una imagen que le gustaría ver.
Ya no entendía nada, poco a poco había caído en la locura.
Su corazón comenzó a doler, casi como un infarto, sintió una presión que nunca en su vida había experimentado.
El aire a su alrededor se volvió más pesado, y en ese instante, las sombras parecieron despejarse. Algo cambió, algo que no podía comprender, pero que sentía profundamente. Fue como si todo el peso del dolor, del sufrimiento, de la espera interminable, se desvaneciera.
Y entonces, en la distancia, la figura de Jungkook apareció ante él, tan clara y real como la última vez que lo había visto, pero algo en sus ojos había cambiado.
Jungkook sonrió con aquella expresión que Taehyung nunca olvidaría. Era una sonrisa que solo él conocía, una mezcla de cariño y broma, de amor que los unía en un lazo irrompible.
— Hola, plebeyo — dijo Jungkook, su voz llena de calidez, pero también con una pizca de la ligera burla que siempre los había caracterizado.
Esa broma, esa frase, que en otro tiempo los había hecho reír, ahora se sentía como una bienvenida definitiva. Como una bienvenida al final de su viaje. Al final de su sufrimiento.
— Jungkook... — susurró, incapaz de hablar más, porque las palabras no podían capturar lo que sentía.
Jungkook lo observó en silencio por un momento, sus ojos llenos de una ternura que Taehyung no podía comprender del todo.
— Eres un caso perdido, Taehyung ¿sabías eso?
Pero entonces, Jungkook extendió la mano hacia él. Taehyung, entre sollozos, sintió como si su cuerpo estuviera a punto de colapsar. No podía creer lo que estaba pasando. ¿Era posible que después de tanto tiempo, de tanto sufrimiento, el universo le ofreciera esta oportunidad?
— Ven conmigo — dijo Jungkook, con su voz suave, pero firme — Ya no tienes que buscar más.
Taehyung miró la mano extendida de Jungkook, tan familiar y tan ansiada, la mano que siempre había querido tomar, que siempre había estado fuera de su alcance. Y ahora, finalmente, era real. No había tristeza en su corazón, solo una alegría inmensa, un amor que lo colmaba hasta el último rincón de su ser.
Con un sollozo profundo, Taehyung alcanzó la mano de Jungkook. En ese instante, sintió como si todo su ser se deshiciera en una explosión de amor y nostalgia. El tiempo había pasado, sí, pero nada de lo que vivieron se había perdido. Estaba a punto de cruzar esa puerta que lo llevaría a una nueva vida, una vida junto a él.
—Te he buscado tanto... — dijo Taehyung, sus palabras temblorosas, pero llenas de una paz que nunca había sentido.
Kim, con los ojos llenos de lágrimas y el alma rota, miró a Jungkook por última vez. La oscuridad lo envolvía, pero ahora no le importaba. Porque por fin, después de tanto tiempo, después de tantas pruebas, de tantos momentos perdidos, estaba a punto de encontrarse con él de nuevo. Ya no había barreras de tiempo, ya no había distancia que los separara. El dolor se desvaneció, como un suspiro al viento.
Taehyung cerró los ojos, sintiendo cómo su alma se liberaba, cómo el amor que había guardado por tanto tiempo lo abrazaba con suavidad. En sus últimos momentos, pudo ver a Jungkook esperándolo, con los brazos abiertos, en un lugar lleno de paz, donde el tiempo ya no existía.
— Es momento de irnos... — se escuchó la voz de Jungkook, pero esta vez, no estaba llena de tristeza. Estaba llena de esperanza, como si supiera que al final, todo estaría bien.
Y entonces, Taehyung cerró los ojos por última vez, dejando que la oscuridad lo abrazara.
Esa oscuridad no era la del dolor ni la de la separación. Era la del reencuentro, una oscuridad profunda que abrazaba con esperanza. Y en ese reencuentro, por fin, estarían juntos, como siempre debió ser, poniendo fin a la distancia que los había separado.
~ Avalon
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