CAPÍTULO 20

06 de Diciembre 1850.

El Bosque de las Mariposas era un lugar que pocos conocían en el reino. Un rincón apartado entre las colinas, donde los árboles altos se entrelazaban como viejos amigos, creando un dosel verde que filtraba la luz del sol en finos hilos de oro. Era conocido por la cantidad de mariposas que danzaban entre sus flores, creando una sinfonía de colores en cada rincón. Para Jungkook, el bosque siempre había sido un refugio. Un lugar donde podía escapar de las presiones del reino, un lugar donde podía ser él mismo.

Ese día, el príncipe decidió que necesitaba despejar su mente. La corte había sido un lugar agobiante últimamente, lleno de decisiones, fiestas y deberes que no comprendía. Su corazón anhelaba algo más que la frialdad de su deber real. Decidió que iría al bosque solo, pero antes de salir, su padre, el rey, lo había detenido en los pasillos del castillo.

— Ve con él, caballero Taehyung —había dicho el rey, señalando al científico, quien en esos momentos vestía la armadura de la casa real, no por ser un soldado, sino por el deber que tenía de proteger a la familia real en su rol como caballero.

Kim, aunque un hombre de mente brillante y distante, también había recibido una instrucción clara, cuidar del príncipe en todo momento. Era una regla del rey, ya que Taehyung había probado ser un protector confiable, gracias al entrenamiento en combate intensivo impartido por Namjoon.

El príncipe, aunque algo reticente, aceptó la compañía del plebeyo. Lo conocía bien, por supuesto; había compartido largas conversaciones sobre ciencias, sobre las estrellas, sobre el reino, el futuro y la máquina del tiempo. 

Mientras ambos caminaban a través del bosque, el aire fresco y la sombra de los árboles les ofrecían un respiro. El silencio entre ellos no era incómodo, sino que tenía la cualidad de ser cómplice, como si ambos compartieran una quietud que solo el otro podía comprender.

—¿Sabes, plebeyo? —preguntó Jungkook, alzando la vista hacia las mariposas que revoloteaban alrededor ㅡ...Nunca entendí por qué las mariposas son siempre tan efímeras, tan fugaces... Siempre me han parecido hermosas, pero también tristes.

Taehyung observó a Jungkook de reojo, notando la manera en que el príncipe se perdía en sus pensamientos. Había algo en sus palabras que no sonaba a simple reflexión. Había una melancolía en su tono que no era propia de la juventud del príncipe, algo que no era evidente en sus responsabilidades reales, pero que Taehyung sentía como una grieta en su alma.

— A veces la belleza más grande es la que no dura, Kook —respondió el pelinegro, casi en un susurro, mientras sus ojos seguían las mariposas que flotaban suavemente en el aire — Es la fragilidad lo que las hace más preciosas.

Jungkook lo miró, sus ojos reflejando un destello de curiosidad. Taehyung no hablaba mucho sobre sí mismo, pero de alguna manera, sus palabras siempre parecían cargar con una sabiduría callada. ¿Cómo podía un hombre tan pragmático como él entender esas cosas? Jeon nunca lo había cuestionado antes, pero algo en ese momento, en el tranquilo brillo del bosque, lo hizo mirar al plebeyo americano con una nueva perspectiva.

La caminata continuó en silencio, pero el príncipe sentía que había algo en el aire, una vibración entre ellos que antes no había estado allí. Algo en los ojos de Kim parecía más cercano, más vivo, como si el mundo entero fuera menos tangible para él y todo su ser se concentrara solo en el príncipe. El rostro de Jungkook estaba iluminado por el sol que se filtraba entre las hojas, y en esa luz tenue, el príncipe notó algo que no había percibido antes. Una belleza tranquila en su ser.

Al llegar a un pequeño claro, donde el sol tocaba la tierra con suavidad, ambos se sentaron en el musgo, rodeados de las mariposas que seguían su danza natural. El silencio entre ellos se había vuelto pesado, cargado de una extraña tensión que Taehyung no entendía completamente. Había algo en la presencia de Kook que lo hacía sentirse... vulnerable. Como si todo su ser estuviera en la cuerda floja, como si sus emociones estuvieran demasiado cerca de la superficie, demasiado sólo un suspiro de distancia.

— A veces, cuando te escucho hablar de las estrellas o de los cielos, siento que todo eso está tan lejano  — dijo Jeon, girándose hacia Taehyung, tratando de suavizar la incomodidad que sentía en su pecho ㅡ Tú hablas de cosas que no entiendo, pero me atrae la forma en que lo haces. Es como si... como si pudieras ver más allá de lo que hay frente a mí.

Taehyung no dijo nada al principio, solo lo miró con esos ojos oscuros y profundos, tan llenos de sabiduría y, quizás, también de algo más. Jungkook no podía decir qué era, pero algo en la mirada del científico lo desarmaba. Como si esa misma mirada lo viera más allá de su título, de su corona, de su fachada real.

El viento movió las hojas, y las mariposas volaron alrededor, creando un torbellino de colores y luz del atardecer. Por un instante, Jungkook olvidó quién era. Olvidó su posición, olvidó su destino, olvidó todo lo que lo rodeaba. Solo quedaba él y Taehyung en ese pequeño espacio de tiempo, donde el mundo parecía detenerse.

— Lo que siento por el cielo no es solo admiración, Jungkook — dijo Taehyung finalmente, su voz baja, pero clara, como si cada palabra que dijera tuviera un peso — Es una necesidad. Un deseo de comprender lo que hay más allá, de ir más allá de los límites de la tierra.

Jeon lo miró, sintiendo que esas palabras lo tocaban más allá de su mente. ¿Cómo podía Kim hablar de algo tan profundo, tan personal, sin que su rostro revelara nada? El príncipe sentía la presión de algo dentro de él que quería explotar, un sentimiento que no comprendía pero que no podía negar.

En ese momento, algo cambió. Jungkook sintió la necesidad de acercarse, de estar más cerca de Taehyung, aunque la idea de lo que eso significaba lo aterraba.

— ¿Y si alguna vez te llegas a perder? — preguntó Jungkook, su voz temblorosa, como si quisiera saber más de lo que había dicho — ¿Dónde irías entonces?

Kim lo miró en silencio por un largo rato, y en sus ojos Kook vio algo más, un deseo reprimido, algo que se reflejaba en la intensidad de su mirada.

— Quizás, si me pierdo, encontraría mi camino en alguien que me ayude a ver más allá... — dijo Taehyung, la voz tan baja que Jungkook apenas lo oyó.

Por un instante, ambos quedaron allí, inmóviles, con el sonido de las mariposas llenando el aire entre ellos. Era una sensación extraña, como si ambos estuvieran a punto de cruzar una línea invisible. El príncipe sintió que algo más estaba naciendo entre ellos, algo que no podía ser detenido, y su corazón se aceleró con miedo.

¿Podía ser posible que sintiera algo por un hombre? ¿Por ese sucio americano?

La respuesta parecía ser tan incierta, pero también tan real, que Jungkook no pudo evitar temer lo que eso significaba para él y para todo lo que había sido su vida hasta ese momento.

La noche cayó rápidamente sobre el bosque. Los árboles, altos y oscuros, parecían susurrar secretos a la brisa. El aire se volvió fresco, y las mariposas que durante el día habían danzado alegremente entre las flores, ahora emitían un brillo suave, como si estuvieran imbuidas de una luz propia. Un resplandor etéreo, casi mágico, iluminaba el bosque, convirtiéndolo en un lugar donde el tiempo parecía desvanecerse.

El príncipe Jungkook y el científico Taehyung se encontraban nuevamente en ese claro, un lugar apartado donde las mariposas brillaban y parecían ser las guardianas del silencio nocturno. Habían caminado en silencio durante buena parte del día, como si, sin querer, se hubieran sumergido en la quietud de aquel lugar, alejados del resto del mundo.

Pero esa noche, algo diferente flotaba en el aire.

Jungkook, sentado sobre una piedra observaba las luces diminutas que danzaban alrededor de ellos, como si las mariposas quisieran guiarlos en algún viaje secreto. La visión era hipnótica, tan fascinante que el príncipe no pudo evitar sentirse como si estuviera en otro mundo, alejado de las responsabilidades de su reino, alejado de su propia identidad. Pero, a pesar de la belleza del momento, había algo que lo mantenía inquieto.

Era la presencia de él.

Desde que ambos llegaron al bosque esa tarde, Jeon no había podido dejar de sentir algo extraño cada vez que el científico hablaba, o incluso cuando lo miraba a los ojos. Cada palabra que el americano pronunciaba parecía cargar con un peso mayor que las demás, algo que el príncipe no comprendía. El plebeyo americano era un hombre brillante, sereno, que nunca parecía perder la compostura, pero en sus ojos había una profundidad que Jungkook no sabía si debía temer o desear.

De repente, las mariposas más cercanas brillaron con más intensidad, como si un nuevo viento las hubiera agitado. Kook no podía evitar mirarlas, pero su mente estaba lejos de ellas. Su corazón, al igual que el resplandor tenue de las criaturas, comenzaba a sentirse inquieto, desconcertado.

¿Qué le pasaba?

Estaba confundido. El príncipe Jungkook había sido criado con una estricta visión del mundo, en una época donde las emociones eran simples, fuertes y bien definidas. Un hombre debía casarse con una mujer, ser fuerte, valiente, y llenar su deber con honor. Nunca había tenido dudas sobre su inclinación.

Pero desde que había conocido a ese plebeyo las dudas lo acosaban. ¿Y si lo que sentía por él era más que admiración? ¿Y si todo lo que había conocido sobre el amor no se ajustaba a la verdad de su corazón?

Una incomodidad le comenzó a invadir el pecho. Las mariposas brillaban con más fuerza a su alrededor, creando una atmósfera casi irreal, como si el bosque mismo lo desafiara a confrontar esos sentimientos ocultos. ¿Qué haría si era verdad?

Taehyung se acercó, observando también el resplandor en el aire. En el brillo de las mariposas, su rostro parecía aún más sereno, como si estuviera completamente en paz con el mundo. Pero Jungkook notó algo en su mirada, una ligera tensión, como si Taehyung también estuviera consciente de la fragilidad de ese momento.

— ¿Te gustan? — preguntó Kim, su voz suave, pero con un tinte de curiosidad. La luz que iluminaba sus facciones suavizó las sombras que normalmente cubrían su rostro. Estaba cerca, demasiado cerca. Kook podía sentir su calor, su presencia constante. Era como si el aire entre ellos se hubiera vuelto espeso.

El castaño, nervioso, apartó la mirada de las mariposas para encontrar los ojos de Kim. Pero al instante, esos ojos lo sorprendieron, profundos, oscuros, fijos en él, como si Taehyung pudiera ver dentro de su alma. La pregunta le parecía inocente, pero al mismo tiempo, algo le hizo sentir una extraña tensión.

— Son... hermosas — respondió Jungkook, tratando de recuperar la compostura, aunque su voz sonó más temblorosa de lo que deseaba. Se enderezó en su asiento, buscando una excusa para apartar la mirada, pero sus ojos volvían inevitablemente hacia Taehyung ¿Por qué lo miraba así?

El científico no respondió de inmediato, pero el silencio entre ellos se cargó con una electricidad inexplicable. Los minutos parecían alargarse, como si el tiempo mismo quisiera desafiar a Jungkook a enfrentar lo que sentía. El brillo de las mariposas los rodeaba, envolviéndolos en una atmósfera que parecía pedirles una confesión que ninguno de los dos se atrevía a hacer.

Finalmente, Taehyung dio un paso hacia adelante, dejando una distancia de centímetros, mientras sus narices se rosaban una con la otra. La cercanía de su presencia provocó que Jungkook contuviera la respiración. En sus ojos había una mirada intensa, pero también contenida, como si él estuviera luchando contra algo, como si Taehyung mismo no supiera cómo manejar esa atracción.

— El amor... —comenzó Kim su voz más baja, como si fuera una confesión—...es algo extraño, ¿no? No siempre se ajusta a lo que esperamos o a lo que nos han enseñado.

Jungkook se tensó al escuchar esas palabras. ¿Estaba hablando de ellos?¿De lo que sentía? El príncipe tragó saliva, sintiendo que algo dentro de él se rompía, que una puerta que había mantenido cerrada toda su vida comenzaba a ceder.

— No... no entiendo lo que quieres decir...— La respuesta salió de sus labios de manera rápida, casi defensiva. ¿Por qué hablaba de amor? El miedo lo invadió, un miedo que jamás había sentido antes. ¿Y si lo que sentía era verdad? ¿Y si realmente había algo más que simple admiración por él?

Kim lo observó en silencio, su expresión seria, pero también había una suavidad en su mirada. Él sabía lo que estaba pasando. Jungkook lo sentía, como si sus pensamientos estuvieran siendo leídos, como si el plebeyo pudiera ver a través de su fachada.

— Lo siento, Jungkook — dijo Taehyung finalmente, sin dar más explicaciones. Pero había algo en su tono, una misericordia silenciosa, que hizo que el corazón de Jungkook se acelerara aún más. El pelinegro había tocado un nervio profundo, algo que Kook no quería reconocer, algo que lo aterraba.

El príncipe se levantó de la piedra con brusquedad, incapaz de soportar el peso de la tensión que había entre ellos. Quería alejarse, quería huir de la confusión que sentía, de las emociones que se estaban desbordando en su pecho. No podía. No podía enfrentarse a eso, no en ese momento.

Pero antes de que pudiera dar un paso, Taehyung lo detuvo. Con una mano sobre su brazo, suave pero firme, Taehyung lo hizo girarse hacia él.

— No tienes que temer lo que sientes, Jungkook — su voz era cálida, casi un susurro —...Lo que sientes no te define, no te cambia.

Las palabras de Kim golpearon el corazón del castaño como un puño, pero también le ofrecieron un consuelo que no esperaba. El príncipe sintió cómo su respiración se aceleraba, cómo su pecho se apretaba, y cómo, de repente, todo lo que había temido parecía perder importancia frente a la calidez de las palabras del científico.

Por un momento, los dos permanecieron allí, inmóviles, rodeados por el resplandor de las mariposas, el aire entre ellos vibrando con una tensión palpable.

Finalmente, Jungkook susurró.

— ¿Y si tengo miedo?

Kim no contestó de inmediato. En cambio, su rostro se suavizó, y la cercanía entre ellos parecía disolverse, como si el mismo aire los estuviera empujando a retroceder.

Pero antes de que pudiera dar un paso atrás, Jungkook se giró. Algo en él se había roto, algo que aún no entendía, pero que sentía profundo en su pecho.

— No quiero tener miedo, Taehyung. No quiero.

Lo había llamado por su nombre...por primera vez.

Y con esas palabras, algo en su alma pareció liberar, aunque la incertidumbre aún rondara entre ellos.

El camino hacia lo que sentían, hacia lo que podría ser, aún era incierto, pero el príncipe ya no podía negar lo que latía dentro de él.

El aire nocturno seguía cargado de una extraña calma, mientras las mariposas danzaban entre las sombras, sus destellos de luz creando una atmósfera casi mística en el claro del bosque. Jungkook y Taehyung estaban aún de pie, a pocos pasos el uno del otro, la distancia entre ellos marcada no solo por el espacio físico, sino también por la incertidumbre que se había colado entre ellos.

Kim había observado al príncipe durante largo rato. Había visto la ansiedad en sus ojos, esa lucha interna que Jeon no había sido capaz de expresar en palabras. El miedo al desconcierto de lo que estaba sintiendo, a la confusión de que ese sentimiento fuera equivocado, le pesaba de manera casi palpable.

Sabía lo que pasaba por la mente de Jungkook, y aunque sus sentimientos también eran complejos, la última cosa que deseaba era presionarlo. El amor, en su forma más pura, debía nacer de un lugar de calma, de aceptación, no de la confusión o del miedo.

Kim se quedó mirando las mariposas que seguían brillando, pero su mente estaba en otro lugar. Sin pensar mucho, de manera casi instintiva, levantó la voz.

— Si yo fuera un gran músico... —comenzó a cantar en voz baja, con una exagerada dramatización—...cantaría para ti, una melodía que te haría suspirar~...

La voz de Taehyung era desafinada, y el tono era tan dramáticamente falso que apenas lograba sonar como una verdadera canción. Era claramente una broma, pero la actitud de Kim era completamente seria. La exageración en su voz y el hecho de que comenzara a cantar sin previo aviso fue tan fuera de lugar, tan ridículo en ese momento, que Jungkook no pudo evitar reír.

El sonido de la risa de Jungkook fue como una bocanada de aire fresco. La tensión que había colgado entre ellos durante todo el día se disolvió en un instante, y el príncipe no pudo evitar cubrirse la boca, aunque sus ojos brillaban con diversión.

— ¿Qué fue eso? — exclamó Kook, riendo, sin poder creer lo que acababa de escuchar. El príncipe estaba tan sorprendido como divertido. Taehyung, el hombre de ciencia, el caballero serio y casi imperturbable, acababa de romper la atmósfera con una actuación absurda.

Kim, viendo que su intento de hacer reír al príncipe había tenido éxito, se cruzó de brazos y, con una pequeña sonrisa en los labios, respondió.

— No soy conocido por mis habilidades musicales. Pero en momentos de tensión...creo que la risa puede ser la mejor cura.

Jungkook no podía dejar de reír. La sorpresa y la calidez de la situación le hicieron olvidarse por completo del miedo y la incertidumbre que aún lo asediaban.

— ¿Y eso es todo lo que tienes? — preguntó Jungkook entre risas. Su corazón palpitaba rápidamente, pero esta vez, no era por la ansiedad o la confusión, sino por algo más ligero, algo que se sentía liberador.

Taehyung, viendo que su broma había dado frutos, se encogió de hombros.

— Oh, no... — dijo, con un tono fingidamente seri o—...Tengo más... pero debo advertirle su alteza, que mi talento para cantar es bastante limitado ㅡ Y con esa última palabra, comenzó a cantar otra melodía, completamente inventada, pero ahora lo hacía con una exagerada pomposidad que lo hacía aún más ridículo. Las notas eran desordenadas y absolutamente desafinadas, pero Taehyung lo hacía con tal empeño que la risa de Kook se multiplicó, y a pesar de que él mismo no sabía por qué, también sentía que su corazón se aligeraba.

Después de un momento, Jungkook, aún riendo, no pudo evitar unirse.

— Si tú cantas de esa forma, entonces yo también tengo algo que mostrarte... — dijo, casi con valentía, y comenzó a improvisar su propia melodía, igualmente desafinada, imitando la burla de Taehyung pero añadiendo su propio estilo ridículo.

El eco de sus voces combinadas llenó el bosque, y por un instante, ambos se sintieron libres de todo lo que los había preocupado. Las mariposas continuaban su vuelo a su alrededor, iluminando el escenario de una manera mágica, como si fueran testigos de una escena compartida entre dos almas que comenzaban a desprenderse del peso de la duda.

Cuando sus risas finalmente comenzaron a decaer, quedándose ambos en silencio, el príncipe Jungkook se quedó mirando a Kim, la sonrisa todavía en su rostro, pero sus ojos no podían esconder algo más. Había algo más en su interior que había comenzado a crecer, a expandirse de una manera que no podía comprender.

Taehyung también lo miraba, sus ojos brillando con una suavidad que Jungkook nunca había visto en él antes. El científico, a pesar de la diversión de la situación, se dio cuenta de algo más profundo. Era una conexión que se estaba tejiendo entre ellos, y aunque se sentía tan natural, también lo aterraba.

Kim dio un paso hacia adelante, sin dejar de mirarlo, pero en lugar de acercarse aún más o intentar algo que pudiera romper la frágil barrera entre ellos, comenzó a cantar de nuevo, esta vez una canción suavemente, casi como si las palabras fueran un susurro.

— "Secrets I have held in my heart

Are harder to hide than I thought

Maybe I just wanna be yours

I wanna be yours~"

Su voz, ahora más suave y melancólica, parecía un hilo de seda en la quietud de la noche.

Jungkook, en silencio, lo escuchó. Algo en la canción tocó una fibra dentro de él, algo que era tan doloroso como hermoso. 

— "I wanna be yours

I wanna be yours

I wanna be yours

I wanna be yours~"

Y en ese momento, cuando sus ojos se encontraron, Jungkook entendió que tal vez lo que sentía por Taehyung no era algo que pudiera resolverse tan fácilmente. Era más grande, más profundo, más silencioso que cualquier simple beso.

La tentación de acercarse y hacer que todo fuera más claro estaba presente, pero el miedo de Jungkook seguía allí, tan palpable como el resplandor de las mariposas que danzaban a su alrededor. Sin embargo, Taehyung nunca intentó besarle, no en ese momento. Él sabía que todo esto no debía forzarse.

— Lo que importa es que, por ahora, estamos aquí — dijo Taehyung con calma, con una sonrisa ligera, como si estuviera aceptando que, en ese preciso instante, lo que había entre ellos era suficiente. Aunque no se lo dijera, se sentía más enamorado que nunca, pero respetaba el espacio de Jungkook, entendía sus miedos, y sabía que la vida, al igual que las mariposas, no podía apresurarse.

Jungkook, con la mirada fija en él, sintió que por primera vez, algo dentro de él se asentaba. Sabía que no podía correr hacia lo desconocido sin antes comprender lo que realmente sentía. Pero, en ese momento, el cariño que sentía por Kim era tan claro como el resplandor que los rodeaba, y se dio cuenta de que tal vez lo más importante no era apresurarse a buscar respuestas, sino simplemente disfrutar de la melodía que Taehyung comenzaba a cantar.

Aunque fuera una canción que Kook no conociera, ya que saldría muchos años después.

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Lamento si esperaban un beso, pero comprendan que es el año 1850 en Inglaterra.

Es obvio que era super mal visto todo esto. Y no quiero forzarlo, más eso no significa que no pasen momentos lindos.

Se acerca la semi-final? Arre ni que fuera fútbol. Espero les guste.

Tengan buen día ✨ Fer.

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