Las estaciones
Con calma, BamBam deshace el nudo de sus prendas y poco a poco la tela se va deslizando hasta que cae al suelo. Luce majestuoso con ese contraste del paraíso al fondo pero que al fin y al cabo no resulta más hermoso que él.
Es como si hubiera sido creado a la perfección, cada cincelada de su bello cuerpo es tan divina al igual que sus proporciones, es delgado pero ha estado ganando peso desde su llegada, JinYoung se encargó de tenerlo con el estómago lleno y el corazón contento. Sus muslos se están rellenando y su estómago blando acentúa lo saludable que está.
Con calma introduce los pies en el agua y avanza deslizándose como lo haría una náyade, tan llamativo, tan seductor. No es hasta que los delgados dedos le acarician las mejillas que JinYoung se da cuenta de que no es otro de sus sueños o momentos de alucinación. Está ahí mismo, con el agua haciendo brillar su piel, es tan suave y agradable que JinYoung cierra los ojos y deja que el calor de sus manos calme su tristeza, le toma las muñecas y permite que sus toques amorosos borren los caminos de sus lágrimas oscuras.
—Volviste.
—Nunca me fui.
BamBam había sido guiado hasta el límite del Hades donde con un simple paso pudo atravesar la división y llegar al mundo de los mortales, sin embargo, no lo hizo. Su psique le ordenaba continuar porque se hallaba indignado y con el corazón herido, pero fue este mismo el que no le permitió dejar el reino de los muertos. En casa BamBam realiza deberes sencillos para cumplir su rol como hijo de la Diosa de la fertilidad, no es gran cosa a su parecer, su madre se ha empeñado en hacerle vivir limitado por temor a que alguien pueda dañarlo, así que no puede usar tanto sus poderes. Se ha relacionado más con humanos y criaturas del bosque que con Dioses, por ello ha contenido su poder. BamBam sabe que podría hacer cosas tan maravillosas como las que hace su madre si tan sólo tuviera el permiso de hacerlo. Ha practicdo a escondidas pero necesita ayuda y además del Dios mensajero -uno de los pocos que conoce- nadie más le ha enseñado algunos trucos que puedan servirle.
Extraña el mundo mortal, pero nunca se había sentido tan libre y tan él mismo como en el Hades. Ahí obtenía todo y hacía de todo porque no tuvo restricciones, es por eso que brillaba como una turmalina al lado de JinYoung. JinYoung le daba la oportunidad de ser él mismo, no le ponía limitaciones. JinYoung lo quería.
Cuando creyó escuchar la voz de YuGyeom salió para saludar, pero las palabras del Dios de los muertos fueron igual que flechas en su corazón. ¿A dónde pertenecía entonces? No podía ir al olimpo por su madre y la Tierra ha sido su casa, pero un Dios tan anhelante como él no puede vivir para siempre entre mortales. El inframundo, a pesar de sus corrientes heladas, oscuridad y monotonía en colores, le otorgó una seguridad y calor más lindos que los que tenía en casa. Fue por ello que le dolió tanto.
Sin embargo, recordar a JinYoung y sus tratos, expresiones, su hipnotizante voz, con tan bonita sonrisa... Hizo que dudara de su decisión. Pensó en su futuro y al percatarse de que su pecho se oprimía al imaginar que jamás podría regresar, BamBam dio la vuelta y volvió a donde él creía debía estar. Con JinYoung.
No lo buscó de inmediato por temor a no ser bien recibido, además, no sabía qué iba a decirle cuando finalmente lo tuviera cara a cara. Esperó pacientemente por él mientras clarificaba sus sentimientos y encontraba las palabras adecuadas, no obstante, JinYoung no aparecía por ninguna parte. Fue a todos los lugares que se le ocurrieron, pero no halló una pista de su paradero. Finalmente decidió preguntar a uno de los sirvientes y este le indicó dónde había sido visto por última vez.
En los campos Elíseos.
Un lugar precioso que se asemejaba a los escenarios naturales en el mundo terrenal, lleno de árboles, pasto, flores y agua tan clara como el cielo mismo. Al ser de noche, se podía apreciar las estrellas y una luna enorme que alumbraba los rincones, siendo el único lugar del Hades donde podría encontrarlos al igual que el sol durante el día. Estuvo esperando la ocasión para poder ir con JinYoung y estaba emocionado de encontrarlo en dicho lugar, sin embargo, su emoción decayó repentinamente cuando lo vio dentro del río. Tan solo, rodeado de sombras y negrura que brotaba de sus ojos, inmerso en una tristeza que lograba hender el corazón de BamBam.
Ansioso por sentirlo, llegó hasta la orilla y se preparó para hacer frente a su nuevo comienzo.
—No puedo estar lejos del Hades. Me encanta este lugar. —confesó BamBam. —Estar contigo. Vivir contigo. Imaginar que estaremos juntos por siempre me llena de dicha.
JinYoung suspira y reclina la cabeza para recibir más caricias primorosas, los pocos vestigios de sus lágrimas ya no fueron por sentir un hoyo enorme en el pecho, ahora estaba tan feliz que recobró vigor. Estaba encantado por la vista de un BamBam mirándole igual de emocionado en medio del río, al fin en el paraíso. Se dejó abrazar, buscó cariño en sus brazos y en los besos que recibía en la frente.
—Este lugar es tuyo, no es el mismo si no estás. —murmuró. —Te adueñaste del Hades desde que pisaste sus tierras y de mi corazón desde que cruzamos miradas.
La sorpresa en los ojos de BamBam le hace recordar que en realidad no ha hablado mucho acerca de ese día. Ser novato con los sentimientos ya no será un obstáculo para la conexión entre ellos, aprendió que verbalizarlos es tan importante como demostrarlos.
—Quédate conmigo. —le pidió. —No hay nadie que tenga derecho a ser el segundo soberano del inframundo más que tú.
Una sonrisa genuina le hizo saber la decisión de BamBam, que entre risas y palabras exaltadas respondía "Sí, sí. Quiero estar para siempre contigo."
Cuando las emociones dejaron de ser tan abrumadoras nadaron en compañía del otro y jugaron a perseguirse, hasta que finalmente llegaron a la orilla. BamBam se recostó contra el césped sin salir totalmente del río y llamó a JinYoung con la mirada.
Ven a mí.
Amoldándose como una pieza faltante, JinYoung murmuraba con cariño a su compañero de ensueño.
—Contigo descubrí qué tan agradable es la felicidad, qué tan buena es la compañía y lo maravilloso que es el amor.
BamBam suspiraba complacido por sus palabras llenas de veneración, por la forma en que las manos del Dios recorrían su cuerpo y sus labios tocaban su piel. Su piel caliza adquirió tonos rosados y sus labios rojos clamaban para ser tomados por una boca ferviente. JinYoung dejó besos en sus rodillas, recorrió con sutileza sus muslos y dejó marcas tenues. Sobre su estómago dejó un rastro de besos que llegó hasta su pecho, donde su corazón latía emocionado y contento por tales tratos llenos de pasión. Sus labios le acariciaban el cuello, las mejillas y sus dientes jugaban delicadamente con esa tersa piel. Dejó marcas de amor por cada rincón que tuvo al alcance y bebió hermosos gemidos que salían de la boca de BamBam.
Tenía a un BamBam en llamas que lo envolvía en un calor tan diferente; pasional y tierno, correcto y adictivo. Sus movimientos se sincronizaron como una hermosa melodía, igual a la que BamBam entonaba con el nombre del Dios del inframundo deslizándose de su boca de una forma que le hacía perder la cordura.
Dos almas diferentes que de una u otra forma lograban un equilibrio. Así continuaron demostrándose lo mucho que sentían por el otro y cuánto se añoraron. Así mismo, demostrando cuán perfecto encajaban en los brazos del otro.
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A partir de esa noche las cosas en el reino del Dios JinYoung regresaron a como era debido. La esencia de BamBam estaba por todas partes, de alguna manera al unirse a JinYoung el Hades lo reconoció como segundo amo y señor, así que había evidencia sutil de su presencia. Siendo el Dios de la primavera y cayendo en la categoría de Dioses de la fertilidad, logró que la vegetación del Hades cambiara. Más vegetación abundante y sintonía con el entorno fue lo más evidente, los poderes de BamBam fluyeron sincronizados con ayuda de JinYoung que se tomaba el tiempo de mostrarle cómo controlar su energía y aceptar la magnitud de sus poderes.
Practicaban todos los días antes de merendar y después tomaban un merecido descanso. Se aseguraba de hacerle saber sus faltas, pero a su vez recalcaba sus avances como todo un maestro orgulloso de su asombroso aprendiz, y bien, no era lo único que le elogiaba. Después de pasar el rato descansando retomaban sus muestras de cariño con inocentes besos, abrazos y palabras que hacían a ambos sonrojarse, sin embargo, casi siempre terminaban dando un paso más allá de eso.
Como amantes que recién comenzaron esa etapa no perdían la oportunidad para el sexo. Lo han hecho demasiadas veces y en muchísimos lugares; desde luego en la recámara que ahora compartían, en sus paseos por el bosque, sobre el suave césped y el río de los campos Elíseos, en muchos de los salones del enorme palacio. Simplemente no pueden mantener las manos quietas. Y por como van las cosas, el juzgado pasará a ser parte de la lista.
Ahora que descubrió la verdad sobre el pelinegro -sintiéndose tonto por no haber notado antes las señales- le permitió la entrada a tan importante lugar, porque como esposo del Dios del inframundo BamBam tenía derecho a saber cómo se llevaban a cabo las sentencias, además que algún día podrá tomar el lugar de JinYoung y hacer el deber en su nombre. Ordenó colocar un trono tallado de roca cristalina al lado del suyo dentro del salón de los juicios así como en el salón del trono real, debe admitir que ver el contraste de sus colores y elementos le hace contento porque siempre piensa que al entrar, los nuevos súbditos o seres con acceso al inframundo verán al gran JinYoung, estoico y de aspecto temible sobre su trono de piedra de ópalo negro... Y acompañándolo verán a BamBam a su lado, tan sonriente y vivaz en su trono de cristales.
Los primeros días BamBam se sentó derechito y muy atento a los procesos dentro del juzgado, sus expresiones iban cambiando conforme alma tras alma pasaba, viéndose molesto, angustiado o contento en algunos casos. No es que deje de prestar atención a tan importantes labores, pero nadie puede culpar a JinYoung por admirar a su adorable y bello esposo. Sin duda ama verlo inmerso en aprender, pero ama más tenerlo sobre sus muslos mientras el tiempo transcurre dentro de esas paredes.
Quizás a la segunda semana de estar acudiendo BamBam lo sorprendió cuando se puso de pie y se sentó en sus piernas. No dijo nada y desde luego no tenía que pedir permiso, así que simplemente se acomodaba sobre JinYoung en su trono cuando llegaba a aburrirse o simplemente quería un poco de atención. La sensación cálida de sus piernas, sus dedos aferrados a su ropa o cuando acomodaba su cabeza en sus hombros, era todo magnífico, aunque unas veces caliente. En ocasiones la temperatura agradable de BamBam lograba despertarlo, también sus movimientos sutiles hechos adrede para que lo llevara directo a la habitación al término de los juicios. Pues bien, en esta ocasión JinYoung no aguantará por más tiempo.
Ha soportado sus movimientos de cadera disfrazados al momento de acomodarse, su suave respiración y sus traviesos dedos recorriendo la piel de su cuello y brazos en forma gentil, pero no más, luego de que todos salieran al haber concluido la última jornada del día, JinYoung sostiene la cintura del chico y lo encara con una sonrisa ladina.
—No tienes idea de cuánta distracción tuve desde que comenzaste a moverte.¿Qué pasa? ¿Por qué tan inquieto, dulzura? ¿Necesitas algo?
—Sí, lo necesito.
—¿Qué cosa?— dice al dar besos cortos sobre los hombros del Dios menor.
—No... No lo hemos hecho. Anoche y hoy en la mañana. —responde con el rostro encendido pero mirándolo decidido a obtener su ganancia. Una característica de BamBam que resulta muy encantadora.
—Oh, no he atendido a mi querido esposo como debía. Un error mío.
—Puedes remediarlo.
—¿Cómo podría?
—Haciéndote cargo. Es tu deber. —BamBam lo abraza por el cuello y deja un beso sobre la mejilla de JinYoung.
—Eso es muy cierto. Ver por las necesidades de mi adorado rey de las tinieblas es mi deber y su placer está incluido.
JinYoung comienza a besar el cuello del jovial Dios que suspira entre sus brazos, al mismo ritmo delicado le recorre la espalda con sus fuertes manos. Los estremecimientos que recibe con cada tramo de piel que toca son parte de su recompensa, pronto lleva una mano sobre el quitón y acaricia suavemente. BamBam retoma el movimiento de caderas y ocasiona un delicioso roce contra su pelvis. Está ansioso, pero su hermoso Bam lo ha estado por más tiempo así que primero se hará cargo de él. Le da un beso que roba el aliento a ambos y luego le da vuelta, aún manteniéndole sobre sus muslos. Toma las piernas que por sí solas se separan para permitir el paso de su mano por debajo de su ropa.
Tan hambriento de su hombre, posa sus labios sobre la piel a su alcance. BamBam ladea el cuello para poder besarlo y morderle de manera juguetona.
Cuando las emociones son tan fuertes, el Dios de la primavera no puede controlarse, hace crecer flores, césped, a veces crea ventiscas que verían de intensidad o toma la forma de algo más. BamBam se ha transformado en animales, flores, una vez dentro de la habitación en un instante que la situación comenzó a ser más carnal, BamBam se transformó en agua y mojó por completo a JinYoung. Lo recuerda muy bien porque estuvo tosiendo largos segundos por el agua que aspiró por la nariz. El menor retomó su forma corpórea minutos después y estuvo muy avergonzado, casi llora de tanto que lo lamentaba pero JinYoung lo calmó abrazándolo y después ambos terminaron riendo.
En esta ocasión enredaderas han crecido alrededor del trono entre beso y beso.
Justo antes de retomar el movimiento de su mano bajo la prenda, JinYoung escucha unas alas que baten con prisa, se detiene enseguida cuando además de YuGyeom logra identificar otras presencias en su reino.
—¿Qué sucede?— pregunta BamBam, se encuentra consternado al ver que se detuvo y le hizo ponerse de pie.
No le da tiempo de responder, YuGyeom entra al salón con la piel tan pálida que hace preocupar al Dios. Sus ojos abiertos y sorprendidos denotan que lo que está a punto de decir no será algo agradable.
—JinYoung, el Dios del sol me confesó que a quien trajiste no era una simple persona, sino BamBam. La Diosa de la naturaleza estaba cerca y lo escuchó. No pude evitar que fuera de inmediato con Jae Beom y le contara.
JinYoung siente que su corazón cae a sus pies. Si ellos están ahí es por una razón muy obvia. Quieren llevarse a BamBam.
—Gracias por decirme.
No quiere recibirlos, pero posponer el encuentro no sería muy favorable, así que camina hasta donde Jae Beom y Yoona se encuentran aguardando su presencia. Apenas abre la puerta recibe gritos ensordecedores de la Diosa.
Reclamos e injurias que jamás había escuchado provenir de su boca ahora son dedicados a él con tanta vehemencia. Trata de comprender, es una madre que de un día para otro dejó de saber de su hijo, por lo que intenta no responder tan altivo y maquiavélico como suele ser en las discusiones, incluso cuando usa frases que lo denigran.
—BamBam está aquí, pero no está contra su voluntad. —trata de explicar.
—JinYoung, tomaste a un Dios. —Jae Beom le observa con un semblante rígido que no fue dirigido hacia él desde la titanomaquia. —Lo trajiste al Hades cuando sabes perfectamente que nadie puede estar...
—¿Qué no me escucharon? BamBam no es un prisionero. Está aquí porque así lo quiso.
—¡No mientas! ¡Jamás dejaría su casa por un sitio como este!
JinYoung quiere gritar por tal ofensa de la Diosa, tanto que todos puedan escucharlo en cada rincón de los tres mundos, sin embargo, la presencia de BamBam evita que pierda los estribos. Entra corriendo tan rápido como una ráfaga, haciéndole competencia a las veloces alas de YuGyeom que va detrás de él.
Tan pronto como sus largas prendas le permiten, la Diosa corre y sostiene a su hijo. Clama aliviada y preocupada por saber si tiene algún daño, cada segundo haciendo sentir furioso a JinYoung por tan siquiera pensar que sería capaz de ponerle un dedo encima y causarle heridas. BamBam se remueve e intenta eludir las sofocantes manos de su madre.
—Me encuentro bien, madre. Yo...
—Tranquilo, saldremos pronto de aquí. —dice la mujer tomándole del brazo y caminando decida a irse. —Jamás podrá verte de nuevo, no voy a permitir que...
—¡Escúchame por una vez!— BamBam se deshace de su agarre y retrocede hasta estar junto a JinYoung. Yoona observa perpleja cómo el chico se mantiene calmo junto al dueño del Hades. —Lo que JinYoung dijo es cierto. Yo quise quedarme.
—¿No te trajo a la fuerza?— interviene Jae Beom.
—Bueno, fue de esa manera... ¡Pero tuve la portunidade para regresar! ¡Yo fui quien decidió no hacerlo!
—¿Por qué?— pregunta su madre con evidente incredulidad.
—Me gusta estar aquí. Me gusta el Hades.
—Cariño, en casa es mejor.
—Que nadie aprecie la belleza de este reino no quiere decir que sea un lugar horrible. —JinYoung sonríe por sus palabras y siente un orgullo enorme cuando BamBam se planta frente a los Dioses, tan inmune a sus palabras imperiosas. —Quiero vivir aquí, con JinYoung.
—BamBam, es entendible que quieras un descanso. Pero tienes un trabajo que cumplir con los mortales. ¿Lo olvidas?— Jae Beom menciona de brazos cruzados.
BamBam lleva la primavera a todos los rincones de la Tierra, desde su desaparición muchos humanos han estado muriendo, de ahí el incremento repentino por las almas en el Hades en los últimos meses. El frío no es apto para ellos, las tierras no fertilizan, por lo tanto no hay cosechas. Los poderes de Yoona ya no son suficientes. Cada instante que pasa es una condena para los humanos.
—No puedo volver. —BamBam menciona con la voz temblorosa por el peso de tal responsabilidad sobre sus hombros. —Yo... Estoy enamorado de JinYoung. No quiero irme de su lado.
El rostro de la Diosa cambia completamente. Sus bellas facciones se fruncen tensas. —Creí que querías formar parte de las Diosas y Dioses puros.
—No más.
Ante su respuesta, la Diosa mira con rabia a JinYoung. Seguramente quiere sacarle los ojos por haber interferido en los planes futuros que el chico había hecho, inofensivos, estables y perfectos para mantenerlo bajo custodia, sin embargo, su aparición le estropeó las cosas. JinYoung es una amneza, para ella será de esa forma, a él le importa muy poco por más que ella sea quien apruebe de manera significativa la unión.
—Deben saber que he elegido a BamBam como compañero de vida eterna. Es mi esposo.
Todos los presentes lo miran como si hubiera hablado en una lengua inteligible.
¿El Dios del inframundo se ha enamorado?
Es algo imposible de creer. La forma en que la Diosa despotrica y el tono ofensivo que usa le causa a JinYoung una inquietud enorme. Y desde luego, mucho enojo.
No puede ser tu esposo.
Penumbra, lamentos. ¿Qué tienes para ofrecerle?
No puede vivir en un lugar como este.
Merece amor puro, no un capricho ni una clase de sentimiento insulso.
Lo ve como si las cosas se marchitaran por su culpa, como alguien de menos que estropea todo lo que toca. Sin duda le indigna, pero que ponga en duda su amor por BamBam le indigna más.
—Si no te he vetado de mi reino es debido al respeto que te tengo, pero créeme que olvidaré tu posición si una sola ofensa sobre el amor que le profeso a BamBam llega a salir de tu boca. Ya no lo permitiré.
Ella está lista para alargar la riña, pero Jae Beom la detiene. Ella pasa por alto el fuego que se va acumulando detrás de JinYoung, él no.
—Yoona. El chico ha decidido.
—Es mi hijo. Tal vez no te importe lo que le suceda, por eso estás...
—También es mío. Así que no me hagas quedar como si fuera indiferente.
Esta discusión parece no tener fin. No fue su intención hacer mención de algo que pensó inservible, pero en vista de las circunstancias, decide hacer esta jugada.
—Tu promesa. Dijiste que la cumplirías. Así que hazlo.
—JinYoung, no me pongas en esta situación. —Jae Beom le observa con una mirada atormentada.
—Lo he elegido a él.
Jae Beom suspira y habla con Yoona, por más que intenta persuadirla no lo consigue, así que con pesar en su voz determina que BamBam debe regresar.
El corazón de JinYoung se agrieta en miles de pedazos y se siente morir cuando logra ver todo ese dolor en los ojos de su amado. Sin que nadie se percate hace aparecer semillas de granada y se las da a BamBam. "No podrán separarnos si las comes". Y en efecto, cuando intentaron pasar hacia el mundo terrenal, BamBam no pudo atravesar la barrera. Inmediatamente saben por qué.
Ha ingerido un alimento proveniente del inframundo.
Ante un nuevo problema, Yoona y Jae Beom discuten. YuGyeom los separa y eso da paso a que cada quien pueda calmarse.
A BamBam le importa muy poco lo tenso de la situación y la mirada que su madre les da, se mantiene aferrado a JinYoung y él le acaricia los cabellos, ignorando abismalmente a todos, porque en estos momentos BamBam es lo único que importa. Le tiene sin cuidado que su relación con ambos Dioses se deshaga y que la Tierra esté cayendo en destrucción por las reglas que ha roto. Todo podrá estar cayéndose a pedazos, pero su atención no se dirigirá a nada ni nadie más.
Parece que transcurren horas hasta que Jae Beom logra encontrar una solución. Él dictamina:
"BamBam no puede dejar el Hades, sin embargo, tampoco puede permanecer del todo en él. Los humanos lo necesitan en la Tierra, por tanto, pasará la mitad del año en el mundo mortal con su madre y al término de la fecha estipulada regresará con JinYoung al inframundo. Su unión será reconocida por la Diosa del matrimonio, así que entre sus nuevas tareas estará velar por las almas de este reino también. Cada año, al inicio de lo que será el otoño y lo que duren los meses de lo que será el invierno, permanecerá junto a su esposo".
Yoona no objetó más, lucía inconforme con el resultado –al igual que JinYoung–, pero ver a su hijo devastado le ablandó el corazón. Les permitieron pasar la noche juntos como acto de cordialidad, puesto que al día siguiente YuGyeom lo llevaría devuelta a la Tierra tras una larga ausencia.
Abatido. Cansado. Herido. Con una profunda tristeza. Así se encontraba JinYoung. Dolía tanto que las leyes naturales no les permitieran estar juntos en todo momento, pero nada se podía hacer contra eso. BamBam es un Dios, uno muy importante. JinYoung no será caprichoso ni egoísta, porque el amor que siente por él ya no no es de esa forma, así que no pondrá resistencias ni lo hará más difícil de lo que ya es para los dos.
—Este es mi hogar. —dice su dulce BamBam con lágrimas cayendo por sus mejillas. Se encuentra recostado sobre JinYoung, quien lo abraza como un cálido manto para ahuyentar sus sentimientos de desesperanza. —Quiero estar contigo. Te amo.
—También te amo, cariño. Cada vez que vuelvas el Hades te recibirá ansioso, porque es tu hogar y lo será el resto de la eternidad.
Arrulló a su esposo, hizo desaparecer la pesadez en su alma y besó su frente una infinidad de veces en el transcurso de la noche. Después de todo no lo tendría entre sus brazos hasta pasado medio año. Cuando despertó le mostró una sonrisa para hacerle saber que no debía preocuparse y cuando YuGyeom llegó por él, lo acompañó hasta el portal.
BamBam le dio un beso largo que quedó marcado en ambos y tras corresponderse sus "Te amo", se fue con el mensajero hacia el otro mundo.
Cerbero lloriqueó a su lado compartiendo el mismo estado de ánimo que su dueño, pero este lo tranquilizó con palmadas en sus cabezas. Las palabras dichas en voz alta también sirvieron para aplacar su sentir.
—No te preocupes. Él volverá.
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❄
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Cada uno de los mundos continuó con sus propios ciclos, en la Tierra se restauró el equilibrio con el regreso del joven Dios. Los humanos dejaron de perecer en gran cantidad, ahora las cosechas dan abasto y la vegetación crece como nunca antes. A pesar de ser un poco inexperto con el control de sus poderes, BamBam ha hecho un trabajo excelente.
Fuera de eso, casi nada cambió. El inframundo seguía de la misma forma, oscuro, ligeramente frío, pero el color que BamBam dejó ha estado intacto. Las flores y todo lo que hizo crecer no se marchitó. Para JinYoung fue difícil no verle ni sentirle a su lado, los primeros días estuvo en una especie de laguna mental, firme e indiferente, sin embargo, no fue hasta que transcurrió la mitad del tiempo que su ausencia comenzó a afectarle. Otra vez, los súbditos vieron a su Dios desesperado, algunas veces triste, otras veces rebozando de furia, aunque en esta ocasión sabían muy bien a qué se debía.
JinYoung atravesó varios estados de ánimo que lo agotaron a nivel mental, pero volvía a ponerse de pie simplemente con pensar que cada día era uno menos para poder reencontrarse con su amado. Hubiera querido que les permitieran verse o hablarse a través de portales de fácil dominio como el agua, así la espera y el dolor no habrían sido insoportables. Quiso romper las reglas en infinitas ocasiones, pero sabiendo que el castigo caería sobre ambos se tuvo que mantener con los brazos cruzados. Era de importancia que acataran las órdenes de Jae Beom, así en el futuro podría degradar la rigurosa sentencia y permitirles hablar o reunirse unas cuántas veces.
Por YuGyeom supo que las cosas en el olimpo y la Tierra se habían calmado, las riñas entre Jae Beom y Yoona llegaron a un estado de latencia, por lo que no había más gritos ni pesadez a su alrededor.
Y así el tiempo pasó y pasó, hasta que por fin, los días acabaron. No más minutos ni segundos de espera. Cuando el último grano del reloj de arena cayó, JinYoung sintió que podía respirar de nuevo, la opresión en su pecho desapareció al instante y emociones fuertes atravesaron todo su cuerpo.
Después de los últimos juicios finales del día se había retirado al salón de descanso, ese con paredes altas que no están unidas, pilastrones que van a lo largo con cortinas livianas, donde ambos se besaron por primera vez. Tomó un ligero aperitivo con Cerbero acompañándolo y ordenó que todos estuvieran listos para cuando diera la indicación de preparar un banquete especial para BamBam. Ahora que había consumido las semillas de granada no existía impedimento para darle a probar lo mejor de lo mejor en el inframundo.
En vista de todas las horas que dispuso, JinYoung se encargó de que al regreso de su esposo el inframundo estuviera acondicionado para un Dios de la naturaleza de su amado. Habrían espacios exclusivos para las prácticas y habitaciones para cuando él necesitara estar a solas, la entrada al tártaro fue reforzada junto a los límites del mismo, ahora sólo él y Cerbero tienen acceso. De esta forma BamBam podrá estar a salvo –y en caso de otro arranque como el que tuvo–, las almas no estarán en peligro, llegará el día en que pueda entrar si así lo requiere, pero eso no va a pasar pronto. BamBam trae la primavera, pero ahora como su esposo también es un Dios perteneciente al inframundo, un Dios portador de la muerte, y como tal, primero debe aprender todo sobre la nueva vida eterna. Una vez que lo tenga dominado y si así lo requiere, podrá ingresar al Tártaro por sus asuntos, mientras tanto JinYoung cree que con los juicios y la interacción con los habitantes es suficiente.
Ansioso por verlo, dejó la comodidad de los almohadones y caminó presuroso a través de su palacio, dejando un aura azul y una corriente fría detrás de sí mismo que evidencian cuán feliz está. Cuando llega a la entrada del Hades se queda estático unos segundos en los cuales observa maravillado cómo una luz blanca aparece entre la oscuridad, flores y césped crecen enseguida, un dulce aroma llena el espacio y escucha el cantar único de la naturaleza. Hojas cafés logran traspasar la barrera y un viento fuerte hace bailar el cabello de JinYoung.
Una sonrisa surca su rostro porque el otoño está aquí. Ahora todo el mundo sabe que cuando las hojas caen y el viento sopla fuerte, el Dios del inframundo se reúne con su esposo.
De pronto lo ve, tan etéreo que parece como si en cualquier momento se fuera a esfumar, pero no sucede, lo sabe porque BamBam corre a sus brazos y se aferra a su cintura, lo sabe porque lo sostiene con fuerza y suspira aliviado tras sentir su suave esencia.
Su sonrisa lo deslumbra, no puede dejar de mirarlo, de tocar su cuerpo ni de susurrar a su oído incontables te amo, te amo, te amo...
Sus ojos retienen lágrimas que no caen, no está triste, BamBam está feliz. Llena de besos su rostro antes de pasar a sus labios, donde murmura con ternura la frase que resguardó con fervor.
—Bienvenido a casa, amor mío.
BamBam le corresponde con las mismas ansias y JinYoung saborea el amor y la necesidad en él, ambos necesitan unir sus cuerpos y moverse en sintonía. Tal parece que el banquete tendrá que esperar, primero debe atender a su esposo. Se lo lleva a la habitación que comparten y deja el cuerpo de BamBam reposar sobre las suaves mantas oscuras a la vez que lo admira y JinYoung se cierne sobre él. Como si de su piel pudiera saciarse, le besa los muslos con desespero y cada tramo que va descubriendo. Le encanta la suavidad que su boca encuentra y las curvas con las que su lengua se entretiene, los sonidos que de los labios del azabache salen son parte de su recompensa.
Le encanta cómo lo recibe, cómo se desliza entre sus pliegues y lo retiene. BamBam lo apresa por completo, lleva las manos a sus cabellos y las piernas a su cintura, JinYoung se deja hacer y deshacer a su antojo, porque por su esposo hará cualquier cosa, desafiaría al Dios supremo, traerá destrucción y muerte, cambiará las leyes de la naturaleza y enfrentaría todo de nuevo de ser necesario.
Una vez no es suficiente, no sabe cuantas veces lo han hecho, pero ya han explorado sus cuerpos de arriba hacia abajo, han tomado diversas posiciones y ritmos de acuerdo a las peticiones de su hombre, ahora lo tiene arriba moviéndose de una forma que lo deja hipnotizado. Adora como esos ojos de esmeralda que se van entrecerrando de placer brillan satisfechos, como su piel ha tomado esos tonos rosas que le encantan y cómo su boca deja salir los más sensuales sonidos que jamás haya escuchado.
Cuando obtiene suficiente, BamBam clama por los brazos de JinYoung, se acuesta sobre su pecho y dormita con las caricias que le otorga en sus bellas facciones. El corazón de JinYoung se calienta y esa calidez se extiende hacia todas las direcciones posibles. Es agradable y curioso el contraste que el Hades tiene ahora, frío y acogedor gracias a BamBam. Su atención cae en el resto de la habitación, está repleta de hojas secas y de lo que ahora conocen como copos de nieve. JinYoung no puede evitarlo, se llena de felicidad y de amor, está fascinado por las emociones y los sentimientos que para él fueron desconocidos, pero ya no más, tendrá el privilegio de disfrutarlos hasta la eternidad de la mano de BamBam.
Porque el Dios del inframundo se enamoró, un jovial Dios que trae la primavera y habla con las flores es ahora el dueño de su corazón.
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❄
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Hemos llegado al final.
Me gustó demasiado abordar la mitología griega, así que haré más ffics de esto.
Dato curioso: no todo lo que puse es tal cual como en la mitología. Desde luego, la gran parte se mantuvo igual, pero hubieron ciertas cosas que decidí agregar para darle mi toque. Por ejemplo, que solamente es un río que atraviesa el Hades (en lugar de 7) y que en sus aguas se resguardan los recuerdos de cada alma (lo cual inventé).
¿Les da curiosidad saber qué se mantuvo igual? Recurran a Google.
*Yo aquí haciendo mi intento de promocionar la mitología griega y fomentar la lectura*
Gracias a quienes leyeron, votaron y comentaron. ¡Hasta la próxima historia!
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