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Los días pasaron, y el equipo tuvo que marcharse en busca de nuevas figuras con quien hacer Mixi Max. Se encontraban entonces dentro del clásico cuento "El rey Arturo y los caballeros de la tabla redonda". Era algo extraño para Goldie ser uno de los caballeros protagonistas de la historia, pero a la vez le parecía divertido.
Arion y Fei resultaron ser los dos aprendices de caballeros, protagonistas del cuento original. Ahora todos estaban reunidos, jugando un partido de fútbol para decidir si esos dos merecían formar parte de los caballeros. Goldie lo daba todo para ganar el partido, pero supo desde el pitido de inicio que iban a lograrlo.
Todo iba bien, hasta que un fuerte rugido llamó la atención de todos los presentes en el castillo del rey. El cielo se oscureció de golpe, y como si fuera una nube más, un enorme dragón descendió del firmamento, directo hacia ellos. Era la reina de los dragones.
Los jugadores del Raimon, que ahora eran caballeros, trataron de proteger al rey Arturo de la dragona. Y así lo consiguieron, si no fuera porque la pequeña Goldie fue capturada, la cual les defendió hasta el final. El dragón se la llevó de allí, separándola del resto de sus compañeros.
Todo parecía salir mal, sobretodo para la niña. Aún así, no estaba asustada en lo más mínimo. De hecho, sentía una enorme compasión por el animal. Goldie le había mirado a los ojos una vez, y solo con eso supo que el animal era prisionero del villano de la historia.
-Tú también te sientes confundida, ¿verdad? - le sonrió amablemente.
Ella recibió un fuerte gruñido como respuesta. Solo pudo taparse los oídos para que no se le dañaran con tal estruendo, y volvió a dirigirse a la dragona.
-No trates de asustarme - rió la niña - En el fondo sé que eres buena chica.
Contempló a su alrededor. Se encontraba en una espécie de cueva, rodeada de pequeños estanques y todo tipo de formaciones rocosas. Había un enorme prado verde brillante, debido a que en el techo de la cueva había un agujero por donde entraba la luz solar. El sitio era realmente bonito, y lo hubiera explorado de principio a fin si no fuera porque se encontraba encerrada en una pequeña jaula.
La reina de los dragones la miraba directamente de vez en cuando, asegurandose de que no escapara de ninguna forma. Pero Goldie no quería marcharse.
Ella se tumbó de forma que le resultara cómoda, y observó a la bestia con una sonrisa ligera en el rostro. Sus ojos, a pesar de estar cegados de razón, reflejaban una enorme paz y bondad. Por eso estaba tan calmada, porque sabía que no era un animal peligroso, sino el más noble que jamás había conocido.
Ella extendió su brazo por entremedio de los barrotes metálicos tímidamente, pero segura de lo que hacía. Alcanzó a la dragona, y con extrema delicadeza le acarició el pelaje. Sus mejillas ardieron al entrar en contacto con tan suave y delicado pelo. Vio como el animal cerraba los ojos, estaba claro que eso le gustaba.
-Buena chica - musitó Goldie - Sabía que no tenía que tenerte miedo. Pero, ¿por qué estás haciendo todo esto?
Entonces recibió una mirada pesarosa de la dragona, que se le contagió a la niña como si de un virus se tratara. Siguió acariciándola para tranquilizarle.
-No pasa nada, estoy contigo, muy pronto el rey Arturo vendrá para ayudarte - le sonrió ella - Mientrastanto voy a hacerte compañía, ¿vale?
Ella la contempló, recostando su cabeza en sus manos. Se respiraba mucha paz en ese lugar, el ambiente se sentía único y especial. Una hoja dorada se desprendió de uno de los árboles de la cima de la cueva. Descendió con delicadeza, cayendo en una bella danza junto con el viento. Goldie la tomó entre sus manos, y posó sus ojos en ella.
Se acordó del otro día, en el que sus pensamientos pesados comenzaron. Olvidar o recordar. Vivir o marchitarse. Ciertamente se parecía a la hoja, no estuvo equivocada en cuando pensó eso por primera vez.
-¿Tú crees que deba anteponer estos momentos por encima de mi felicidad? - soltó la niña, como si hablara de cualquier otro tema - Aunque, también puedo ser felíz manteniendo estos recuerdos, ¿no?
La mirada rojiza de la reina de los dragones era confusa. ¿Qué significaba eso? Luego recordó las últimas palabras que Aslei le dirigió antes de marcharse. Según él, sus propios sentimientos iban a guiarla a la opción indicada. Pero, ¿y si esos sentimientos se encontraban prisioneros de una densa y oscura niebla? Estaban perdidos, al igual que ella.
¿Qué debía hacer para encontrar la solución? Cada día se encontraba más angustiada por ese tema, y sentía que cada vez dependía menos de ella. No quería que se llevaran sus recuerdos, pero de todas formas, si lo hacían, ella jamás se daría cuenta, ¿no?
Un suspiro traicionero y apenado salió de su boca. Cada vez sus dudas eran más grandes, y el espacio en su cabeza se reducía. Sentía que al final se volvería loca.
Le dijo a Fei que fuera fuerte, que mostrara quién era con todas sus fuerzas, pero, eso era lo que ella no estaba haciendo. Tampoco sabía qué le asustaba realmente, pero sabía que algo la retenía.
-¡Goldie! - se escucharon unas voces del interior de la cueva, finalmente habían ido a rescatarla, lo que la hizo sentirse conmovida.
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