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Goldie bostezó, a la vez que se frotaba el ojo izquierdo con la mano. Se levantó para beber un poco de agua, y cuando se dirigía de nuevo a la cama, se dio cuenta de que faltaba alguien entre el grupo de chicos que dormían profundamente. Fei no se encontraba en los alrededores, eso la asustó un poco.

Caminó por la zona para ver si le encontraba. Bajó por un pequeño camino que quedaba al margen del precipicio, y fue entonces, cuando una silueta cubrió la luz de la luna, que encontró al chico. Estaba arriba, sentado al extremo del precipicio, acurrucado en su propio cuerpo y acompañado de Big. Iba a hablarle, cuando fue este el que lo hizo.

-He visto que hoy ya no llorabas - le dijo al dinosaurio, que reposaba a su lado - Eso está bien.

Eso era cierto. El pequeño animal hacía apenas unos días que había perdido a su madre, y no se habían separado de él por miedo a que le ocurriera algo. Goldie se escondió un poco para que Fei no la viera, y se sentó, observando al horizonte.

-Oye Big - el peliverde llamó la atención del animal - Tú y yo compartimos la misma soledad. Cuando era pequeño yo también estuve solo. Mis padres se fueron y me abandonaron, aunque nunca he sabido muy bien por qué.

Goldie levantó la mirada al oír eso. ¿Abandonarle? ¿Ella había hecho eso? No, imposible. Aunque luego pensó. Cuando Aslei fue a pedirle ayuda, y ella preguntó por la Goldie del futuro este pareció estar incómodo. Eso la entristeció, y miró a Fei con algo de compasión.

-Pero, aunque estaba solo, no me sentía solo de verdad - habló él, contemplando la enorme luna que brillaba en el firmamento. Las nubes de habían disipado - ¿Sabes por qué? Porque tenía el fútbol.

Big miró a Fei con indiferencia. Aún así, algo le decía a Goldie que él y el dinosaurio se entendían aunque no hablaran el mismo idioma.

-Así fue como pude seguir adelante. Quiero que tú también lo hagas, que sigas avanzando por el camino. Seguir avanzando paso a paso.

Fei recibió un pequeño gruñido débil por parte del animal. La chica de pelo dorado tuvo que contener las ganas de ir allí arriba y abrazar al chico. Tuvo que resistirse a contarle toda la verdad y decirle que ella jamás le abandonaría.

Ella dio media vuelta, y regresó con los demás antes de que lo hiciera Fei. Sintió que si se quedaba más tiempo allí terminaría hablando de más, y no era lo que debía de hacer.

¿De verdad había pasado eso? ¿Fei estuvo solo siempre? ¿Dónde había estado ella durante todo ese tiempo? Algo le decía que las cosas en el futuro no eran tan bonitas como en un principio le habían parecido, y la incomodidad de Aslei al hablar de ella de mayor reforzaba aún más la idea

Los sentimientos de Goldie se estuvieron acumulando a montones dentro de su cabeza. Primero, debía pensar en qué elegir cuando volviera a casa, recordar o olvidar. Y luego Fei, que estaba decayendo por momentos.

Estaba felíz, pero a la vez algo confundida. El Raimon celebraba con júbilo la casi remontada contra el Cascada Perfecta, equipo que se estaba interponiendo en sus planes y que debían detener. Pero ella solo era capaz de pensar en las palabras que había intercambiado con Fei durante el partido, las cuales habían ayudado al muchacho a conseguir su Mixi Max.

-¿Qué estás haciendo Fei? - le dijo ella después de recibir un gol - ¿Por qué no luchas con todas tus fuerzas?

-Pero si lo hago, estoy usando todas mis fuerzas - le replicó el peliverde para después salir corriendo.

-Fei... ¿Estás seguro?...

El partido fue transcurriendo, y Fei cada vez entorpecía más con sus movimientos. Pareciera que nada le salía, y que terminaría sin poder hacer nada contra sus oponentes. Falló la recepción de un pase.

-¡Fei! - gritó la niña, corriendo hacia él - No estás dando todo lo que tienes. Después de lo que le has dicho a Big... Eres tú el que no estás siguiendo adelante, ¿no lo ves?

-... - el peliverde se quedó mudo.

-Puedes sacar la armadura de espíritu guerrero - siguió hablando con firmeza - ¿Pero por qué no lo haces? ¿Qué es lo que te está reteniendo, Fei?

Fei solo pudo entristecer la mirada ante las palabras de su amiga. Los recuerdos de su soledad atacaron al muchacho, y le nublaron aún más la vista.

-Porque lo odio, odio a mi espíritu - desvió su mirada.

-Pues a mí me gusta - respondió ella con una increíble seguridad - Caballero ultraveloz, Robin.

-¿Qué?

-Creo que es un encantito de espíritu - le miró con fiemeza.

-Goldie, ¿cómo es que conoces...? - La confusión de Fei parecía augmentar por momentos.

-Yo quiero que nos demuestres todo tu auténtico poder.

Las miradas de ambos jóvenes se mantuvieron unos instantes, y después de eso el partido continuó. El Raimon apenas podía seguir el ritmo de su rival. Sus compañeros iban cayendo al suelo uno por uno, y Fei no era capaz de reaccionar.

-¿No ves lo que están haciendo? Tus compañeros están luchando para defender el fútbol, Fei - los ojos del peliverde se abrieron de par en par - Tus compañeros están luchando, Fei, pelean con todo lo que tienen.

-... - Goldie alzó su dedo índice.

-Déjanos ver tu auténtica fuerza, Fei.

-... - él se puso serio, las palabras de Goldie lograron disipar las dudas de su mente - De acuerdo.

Fei decidió hacerle caso a Goldie, y terminó logrando sacar a su espíritu guerrero junto con su armadura y su nuevo Mixi Max. Goldie no pudo sentirse más contenta y orgullosa, pero a la vez, sus anteriores palabras le pesaban.

¿Estaba haciendo lo correcto? Es por eso que a pesar de haber resistido tanto no se sentía del todo felíz. Sus rivales se habían retirado antes de tiempo, lo que le daba al Raimon a pensar que quizás sí estaban a su altura. Un suspiro cargado salió de la boca de la niña.

Pero, entre tanta oscuridad, logró ver algo de luz al recibir una brillante sonrisa de Fei, agradeciéndole por su ayuda. Ella también sonrió.

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