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Era por la mañana, temprano, ni siquiera el sol se había levantado a esa hora. Una pequeña muchacha de cabello dorado salió de una cueva, dejando atrás a sus dormidos compañeros del equipo de fútbol del Raimon con los que viajaba en el tiempo. En esos instantes se encontraban en otra era, una muy distinta a la suya, llena de dinosaurios de todo tipo, tratando de conseguir ayuda para salvar el fútbol de su desaparición. Pero eso son temas aparte.
La pequeña Goldie caminó con extremo sigilo, tratando de no despertar a ninguno de sus amigos. Se quedó quieta un momento para asegurarse que nadie iba tras ella, y después de eso se alejó con su brillante e inocente sonrisa pintada en su rostro.
Caminó entre varios árboles altos, de los que colgaban hojas rojas como la sangre, hermosas y delicadas. Con la vista fue buscando algo con mucho empeño. ¿Dónde se encontraba? Entonces, un ruido casi imperceptible llamó su atención. Sonrió.
-Buenos días Aslei - dijo ella amablemente.
-Menos mal que eres tú - respondió su acompañante.
De detrás de un tronco ancho salió un hombre alto, de tez pálida y cabellos y ojos color esmeralda. Llevaba una túnica blanca muy ancha, la cual no dejaba que la silueta de su cuerpo se mostrara, pudiendo así ocultarse si le era necesario.
-¿Cómo va todo? - preguntó el hombre con su cara de póker habitual.
-Las cosas están yendo muy bien - sonrió la niña - Estoy segura que pronto encontraremos a alguien con quien hacer Mixi Max y podremos seguir adelante.
-Bien, ¿ya conoces mejor a Fei?
-Sí, poco a poco vamos compaginando - asintió - Aunque estos días está un poco más decaído de lo normal.
-Me alegro, debes asegurarte que te tenga total confianza para cuando sea el momento - el hombre dio media vuelta, dispuesto a irse - Sigue así.
Goldie vio como él comenzaba a caminar con la intención de perderse entre los árboles rojos del lugar, y comenzó a dudar. Había un sentimiento, una emoción que le recorría las venas desde hacía unos días, y sentía que solo él sería capaz de responderle ante sus dudas. Se armó de valor, y habló.
-Oye Aslei - llamó la atención del peliverde.
-¿Ocurre algo? - respondió.
-Sí, bueno, no, es solo que... - jugó un poco con sus dedos para aclarar sus ideas - ¿Puedo preguntarte algo?
-¿De qué se trata? - él la miró expectante.
-¿Qué ocurrirá cuando todo esto se haya terminado? - le miró a los ojos - Cuando hayamos cumplido nuestro objetivo y todos sepan la verdad.
Aslei exhaló con algo de inquietud. Él sabía desde buen principio que Goldie era una chica curiosa, y que no tardaría mucho en hacer semejante pregunta. Es por eso que se había mentalizado para responderle de una forma que no le fuera muy dura de digerir a la chiquilla, sin embargo, no sabía cómo podía tomárselo.
-Bueno, es complicado - se frotó la nuca - ¿Seguro que quieres saberlo?
-¿Y por qué no? - estaba impaciente por saber la respuesta.
-Bueno verás, tienes dos opciones.
-¿Dos opciones? - repitió con curiosidad.
-Sí, y no voy a obligarte a nada, eres tú la que debe elegir - se acercó de nuevo a ella.
-No suena a que sea algo bueno...
El hombre se paró delante de la niña, y se arrodilló, quedando a su altura, perfecta para contemplar sus ojos y transmitirle algo de seguridad.
-Eres consciente que cuando regreses a casa no podrás moverte de tu época de nuevo, pues es peligroso alterar la línea temporal - repasó la teoría.
-Sí - asintió ella.
-Y que no podrás volverles a ver, ni a Fei ni al resto de tus amigos - continuó el peliverde.
-Sí sí - aseguró que lo sabía.
-Bien - le miró a sus ojos color miel - Pues tienes dos opciones: podemos borrarte de la memoria estos recuerdos, y hacer que te despiertes como si nada de todo esto hubiera ocurrido y tú puedas seguir con tu vida normal. O puedes quedarte con los recuerdos, sabiendo en todo momento que no podrás revivirlos de nuevo.
En ese instante sintió que las palabras se le quedaron atascadas en la garganta. ¿Olvidarse de sus amigos? ¿De Fei? Ella no quería eso, no quería levantarse una mañana y no recordar nada de lo ocurrido. Aún así, ella sabía lo doloroso que era tener que despedirse de alguien que le importaba, y tampoco quería pasar por eso.
-Pero - pudo hablar finalmente - Yo no quiero olvidar.
-¿Y vas a vivir con el recuerdo? Es difícil separarte de tu gente, ¿segura que quieres eso? - Aslei tomó su hombro con delicadeza.
-No...
-Tienes que tomar una decisión.
-¿Y qué debo hacer? - casí se lanzó encima de él con ese movimiento.
-Lo que tus sentimientos dicten - le dijo con serenidad, y luego se levantó - Estoy seguro que elegirás lo que creas mejor.
Entonces se fue, caminó, alejándose de ella, y se perdió en la lejanía del bosque escarlata antes de que ella fuera capaz de hablarle de nuevo. Pero no podría aunque ella hubiera querido, pues todas las palabras se le habían quedado atascadas, y no era capaz de expresar lo que en ese momento sentía.
Goldie sabía desde buen principio que no formaba parte de la misma línea temporal que sus amigos, sabía que cuando todo terminara no les vería de nuevo, pero jamás había llegado a pensar eso, aunque era bastante lógico.
Ella era pura inocencia y alegría, jamás se paraba a pensar en la mayoría de las consecuencias de sus actos, y mucho menos el lado malo de las cosas. Por eso ahora que le había dado de lleno en la cara se había quedado paralizada, sin saber cómo reaccionar o qué decir.
-Ah Goldie, aquí estás - una voz masculina sonó a sus espaldas.
Ella giró la mirada para encontrarse con un chico de cabellos rosáceos y ojos color cielo algo más alto que ella. Este le miró algo más serio.
-¿Te encuentras bien? - formuló él.
-Sí... - bajó algo la mirada - Gracias, pero no te preocupes Gabi. ¿Necesitas algo?
-Todos te están buscando, pensábamos que te había ocurrido algo - tomó a la niña de la muñeca - Vamos, regresemos antes de que se preocupen todavía más.
-Va-vale...
Caminaron al mismo tiempo que el sol sacaba la cabeza por encima del horizonte. El cielo se tiñió de vivos colores cálidos, reflejándolos en las hojas doradas del lugar, creando un bonito efecto de luces y tonalidades. Goldie sonrió, pero aún así sentía que el peso de las palabras de Aslei era presente alrededor de sus pensamientos.
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