4. Cookie Jar
Galleta | BAEKHYUN
Baek Hyun no encontraba maneras (ni fuerzas) para continuar su relación. Cuando conoció a Han Seul Gi y decidió iniciar un noviazgo con ella, lo hizo con tanta emoción y juró que todo sería miel sobre hojuelas.
Seul Gi era una chica increíble: inteligente, carismática y graciosa. Justo su tipo. Por ello, fue tan fácil enamorarse de ella y pedirle que fuera su novia. Él quería creer que había sucedido lo mismo en ella. Le gustaba imaginar que lo suyo había sido «amor a primera vista» y que su relación duraría por largos años. No obstante, la realidad era muy distinta y auguraba un futuro mucho más doloroso.
No se trataba de que Baek Hyun había dejado de querer a Seul Gi, pues aún seguía considerándola la chica más maravillosa que había conocido, sino que, en los últimos meses, después de que el enamoramiento se evaporara y la realidad se abriera paso entre la ilusión, Baek Hyun se dio cuenta de algunas situaciones que no le gustaban y que lo hacían sentirse incómodo en su noviazgo.
Se percató del control que ella ejercía sobre él (muy evidente, según sus amigos); se dio cuenta de las pequeñas acciones y las palabras sofisticadas que en un instante lo hacían cambiar de opinión y hacer lo que ella demandaba. Pero lo que más le pesó en su descubrimiento, fue ser consciente del poco empeño que su novia ponía en la relación. Si él quería salir, ella no deseaba; si él tenía un gran gesto (como llevarle su postre favorito), ella no mostraba agradecimiento genuino; cuando él quería abrazarla o besarla, ella le daba la espalda; si él no podía ajustarse a su agenda, ella hacía un gran revuelo y le llamaba desconsiderado.
La situación le dolía y en múltiples ocasiones estuvo a punto de terminar con ella, pero aún con el corazón roto, Baek Hyun tenía fe en que las cosas regresarían a como eran al principio.
Una tarde de sábado, después de una cita que terminó muy pronto y en desastre, Baekhyun regresó a su casa y en el umbral de la puerta principal encontró un jarrón de cristal. Lo recogió con sospecha y observó con detenimiento el contenido: pequeñas galletas con forma de corazón y de glaseado de distintos colores. Después reparó en la etiqueta amarrada con un listón en el cuello del jarrón, que decía:
Un corazón azucarado puede endulzar la realidad más amarga.
¿Qué quería decir aquello? ¿Quién intentaba intoxicarlo con azúcar para que olvidara las penas de su relación? Baek Hyun solo pudo pensar en su amigo Min Seok, con quien solía desahogarse sobre su mal noviazgo, y concluyó que a lo mejor él había enviado el jarrón para animarlo, por lo que decidió quedarse y disfrutar del regalo imprevisto.
A la mañana siguiente, decidió probar una galleta. La tarde anterior se abstuvo de hacerlo, pues, aunque su estómago no había recibido suficientes alimentos, sí que estaba lleno de angustia, molestia y decepción. Por lo tanto, a la hora del desayuno, abrió el jarrón con la intención de degustar lo que le habían obsequiado. El olor a mantequilla y azúcar fue lo primero que inundó sus sentidos y, sin mucho preámbulo, metió la mano. Tomó una con glaseado rojo y la giró entre sus dedos para observar su forma y grosor. Cuando se la llevó a la boca, la mordió con dubitación, pero la olvidó cuando sus papilas gustativas explotaron en la riqueza del sabor de la mantequilla, el dulce, el toque de vainilla y algo más que no pudo descifrar; la consistencia de la galleta era quebradiza y suave, justo como le gustaba. Baek Hyun se la comió en dos bocados y, a pesar de que la había disfrutado, no comió otra: se sentía satisfecho con una y algo le dijo que era mejor consumirlas por día.
A punto de terminar su desayuno, recibió un mensaje de Seul Gi en el que decía que necesitaba verlo urgentemente. Sin pensarlo dos veces y con cierta preocupación, Baek Hyun corrió a alistarse; en menos de diez minutos ya estaba en camino hacia la casa de su novia.
—¡Seul Gi, ya estoy aquí! —anunció él cuando entró con las llaves que ella le había confiado hace algún tiempo.
Baek Hyun no recibió respuesta. Recorrió el recibidor hacia la sala de estar y no la encontró ahí. Decidió buscar a Seul Gi en su habitación, pero cuando entró, la halló vacía. Se llevó un gran susto cuando sintió que alguien se abalanzó sobre él por detrás y se colgó de su cuerpo al enredar los brazos alrededor de su cuello y las piernas en su torso.
—¡Boo! —exclamó Seul Gi cerca de su oído mientras reía con un tono infantil.
—Demonios, Seul Gi, casi me da un paro cardíaco —expresó él con seriedad e intentó quitársela de encima, pero ella comenzó a besar su mejilla y mentón de una forma cariñosa, como hace mucho tiempo no lo hacía.
—¿Por qué tardaste tanto? —preguntó ella, aferrándose más a su cuello.
—Lo siento, intenté llegar lo más pronto posible —se disculpó inmediatamente—. ¿Por qué querías que viniera con tanta urgencia? ¿Sucede algo? ¿Estás bien? ¿Te sientes enferma? ¿Quieres que te lleve al hospital?
—Oh, dulce Baekkie, a veces olvido lo preocupón que puedes llegar a ser. ¡Es tan lindo! —dijo Seul Gi, mientras pellizcaba la mejilla de Baek Hyun juguetonamente—. Todo está bien, solo quería verte, hay días en los cuales en lo único que pienso eres tú y eso hace que quiera estar contigo cada minuto...
Aquella confesión hizo que el corazón de Baek Hyun diera un salto, no solo porque las palabras de su novia estaban cargadas de un afecto que hace mucho no demostraba, sino por la extrañeza de la situación. El día anterior, después de discutir de camino a casa de Seul Gi, ella le gritó que no quería verlo en un largo tiempo. Ahora le confesaba que quería pasar todo el día con él. ¿Acaso era su forma de retirar sus palabras o era otro de sus juegos? Baek Hyun perdió el hilo de sus pensamientos cuando sintió que su novia comenzaba a abrazarlo con más fuerza y a besar el punto detrás de su oreja. Fuera lo que fuera, no le daría muchas vueltas y disfrutaría lo que le ofrecían, a pesar de sus cuestionamientos.
Baek Hyun pasó la noche en su casa. Se levantó ligero y bastante renovado al sentirse en paz con su novia; no obstante, la nube de tranquilidad se evaporó cuando ella negó su abrazo y comenzó a reclamarle sobre las libertades que se estaba tomando al quedarse en su casa e irrumpir su rutina. Baek Hyun dejó el lugar bastante confundido, molesto y decepcionado, sentía la amargura instalarse en su pecho. ¿Por qué un día todo estaba bien y al siguiente se topaba con un nuevo obstáculo?
Baek Hyun regresó a su casa para cambiarse antes de ir al trabajo. En su camino hacia la salida, tomó una galleta del jarrón y se comió la mitad en el trayecto. Justo cuando llegó a su edificio, su teléfono sonó con el timbre especial que tenía para reconocer los mensajes de Seul Gi. ¿Ahora qué? ¿Le iba a seguir reclamando? ¿Quería discutir ahora por teléfono?
«Ten un buen día en el trabajo, Baekkie. ¡Ya te extraño!», era lo que decía su mensaje. Baek Hyun ahora sí estaba más que confundido, tal vez a punto de perder la cordura. Dejó el teléfono en la cubierta del escritorio, junto a la otra mitad de la galleta envuelta en una servilleta. En lo que determinaba qué estaba pasando y qué responder a su novia, se comió el resto de la galleta. Justo cuando el sabor a mantequilla y azúcar perdió fuerza en su paladar, su teléfono volvió a timbrar.
«Después del trabajo, ven directo a mi casa, tengo algo especial para ti. ¡Cuento los minutos para verte esta noche! Te amo, B». Este último mensaje lo desconcertó más. Desde hace tiempo, Seul Gi no preparaba algo especial para él, ni siquiera se molestaba en regalarle algo cuando era su aniversario.
Con mucha más incertidumbre de la que tenía a un principio, Baek Hyun fijó la vista en su regazo para intentar organizar sus pensamientos, pero las pequeñas migajas de su galleta le llamaron la atención y el mensaje del jarrón vino a su mente, junto con una idea que pareció disipar su confusión. Las galletas estaban influyendo en la realidad, estaban endulzando aquello que se había vuelto tan amargo en su vida: su noviazgo. Era una locura, ¿cómo podían cambiar la realidad? ¿Se trataba de alguna especie de magia o poción? ¿Qué tal si solo era coincidencia?
Con estas preguntas, Baek Hyun decidió llevar a cabo un experimento. Al día siguiente, no consumió una galleta y Seul Gi no hizo acto de presencia en todo el día, a pesar de que la noche anterior le había dicho que iría a su casa y que pasaría la tarde y la noche con él para ver sus películas favoritas y cenar lo que él quisiera. El día después de ese, a primera hora de la mañana, Baek Hyun comió una galleta y Seul Gi lo sorprendió a la hora del almuerzo y fue lo más cariñosa que nunca había sido en su relación. Mediante el experimento, la hipótesis de Baek Hyun se cumplió y no pudo evitar sentir que era un milagro: su noviazgo se enmendaría gracias a las galletas y sería mucho mejor de lo que había sido en el pasado. Ilusionado, Baek Hyun comió una galleta cada día y no volvió a sufrir ningún control, manipulación o falta de afecto por parte de su novia, sino que vivió días de complacencia, cariño y encuentro, lo cual le regresó la certidumbre sobre el rumbo de su relación.
Después de varios meses, Baek Hyun estaba decidido de que era hora de asegurar el «felices para siempre» con su querida Seul Gi. Compró un anillo y por semanas planeó la propuesta perfecta. No obstante, el día que tanto añoraba, no se percató que ya no había ni una sola galleta en el jarrón. Al principio, Baek Hyun palideció y entró en pánico; metió la mano en el jarrón de galletas y comió las minúsculas migajas que quedaron en el fondo, pensando que sin la magia algo saldría mal. Sin embargo, su confianza regresó cuando Seul Gi le mandó un mensaje diciéndole que estaba lista y que esperaba a que la recogiera. Sin dejar pasar más tiempo, él se puso en camino.
Cuando llegó a la casa de su novia y ella lo saludó con un beso en la mejilla, pudo liberar un poco de la tensión en sus hombros, más no la soltó del todo. Ya en el ostentoso restaurante en que había reservado una zona privada y especial, Baek Hyun miró a Seul Gi y halló un semblante sereno, distinto al de los días recientes y ligeramente parecido al del tiempo en el que todo estaba mal. Con este signo, él temió que algo malo se desencadenara ante la falta de la magia de las galletas, así que apresuró los eventos de la noche para llegar al momento importante.
En el instante en que Baek Hyun se acercó a su novia, se arrodilló junto a ella y soltó la pregunta, algo cambió completamente a su alrededor. Fue como si una especie de velo fuera retirado de sus ojos y diera paso al paisaje real. La Seul Gi que lo amaba se evaporó por completo y una Seul Gi que ya conocía reapareció con un gesto ensombrecido por el desdén, con sus ojos brillantes en indignación y su boca curvada con una mueca de enojo.
—Byun Baek Hyun, ¿perdiste la cabeza? —exclamó Seul Gi con ira—. ¿Qué demonios te hizo pensar que querría casarme contigo? Ni siquiera hemos hablado sobre el futuro y lo que queremos. Yo nunca he querido casarme, nunca me he visto casada. ¿Qué te hace pensar que cambiarás esa idea en mí? Creo que tu dependencia y tus sentimientos te han cegado tanto que nunca te has dado cuenta de lo que yo quiero. Y lo que yo he querido desde hace un largo tiempo es terminar contigo, pero cada vez que lo intento me da tanta lástima verte al borde de las lágrimas, como si el mundo se fuera a acabar si no estamos juntos. Yo no quiero atada a alguien obsesivamente necesitado de mí, que no puede respirar si no está a mi lado. Así que no, Baek Hyun, no me casaré contigo.
Seul Gi se puso de pie estrepitosamente y se fue sin mirar atrás, sin dedicarle una sola mirada a Baek Hyun, quien aún se encontraba arrodillado en el suelo, con el corazón hecho trizas y su mente tratando de procesar lo que acababa de suceder.
La realidad endulzada puede convertirse en una ilusión amarga.
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