11. Cuando suenan las campanas
Campana | KRIS
Publicado previamente en Autumn Fever de AeriSquad.
Talán, talán, la Bestia ha despertado.
Talán, talán, la Bestia sale de la cueva.
Talán, talán, escóndete, muchacha bella.
Talán, talón la Bestia viene por ti.
Halle habitaba en un pequeño pueblo en el noreste de Canadá, rodeado de espeso bosque y alejado del mundo moderno. Ella había vivido rodeada de tradiciones y fiestas arcaicas, así como leyendas que se contaban desde hace más de diez generaciones. Una de esas antiguas leyendas era la de la Bestia.
Se contaba que cada vez que la luna llena se alzaba en el cielo, la Bestia bajaba la montaña hacia el pueblo y se llevaba un alma femenina para alimentarse de ella. Por varios años, muchas jóvenes desaparecieron en el pueblo y sus familiares nunca más volvieron a saber de ellas. Hasta hace diez años, para mantenerse protegidos y evitar que la Bestia se llevara a alguna muchacha, los habitantes implementaron un toque de queda que empezaba con el deceso del sol, justo cuando sonaban las campanas de la iglesia. Desde ese entonces, las personas estaban resguardadas y la Bestia difícilmente había reclamado otra víctima.
Halle había crecido escuchando la historia de la Bestia y la rima popular que los niños repetían en el pueblo. A los casi 20 años, su mayor condena era ser una mujer joven, y su mayor miedo era ser presa de la Bestia. Así que, para evitar cualquier infortunio, se cuidaba mucho, estaba al pendiente del calendario lunar, respetaba el toque de queda y siempre se encontraba en casa mucho antes de que sonaran las campanas. Pero poco sabía ella del mundo y que su destino ya estaba escrito.
Una tarde, precisamente de luna llena, Halle ya se encontraba resguardada en casa con su madre. Su padre, quien era el panadero del pueblo, posiblemente se encontraba cerrando la tienda para reunirse cuanto antes con ellas.
Cuando llamaron a la puerta de su casa, Halle estaba leyendo en su habitación. Con curiosidad, ella salió de su habitación y se encontró con su madre en el umbral hablando con su vecina, quien lucía muy angustiada. Alcanzó a escuchar que la anciana le contaba a su progenitora que su esposo se encontraba enfermo y que necesitaba ayuda extra, pues ella era muy vieja y no podía movilizarlo de la sala de estar hacia la habitación.
Cuando su madre aceptó ayudar a la vecina, Halle escuchó a lo lejos el sonar de las campanas: el toque de queda había iniciado. Su madre volteó a mirarla y le prometió que no tardaría más de cinco minutos en regresar; antes de que pudiera decir o reclamar algo, las dos mujeres adultas desaparecieron de su vista, dejando a Halle sola y temerosa.
Entre el silencio de su hogar, pudo sentir un ambiente tenso, misterioso. Ella pensó que era su imaginación, que su propia mente quería jugar con ella y provocarle miedo. Para tranquilizarse, decidió regresar a su habitación, seguir leyendo y esperar por sus padres.
Halle no supo cuánto tiempo pasó cuando escuchó que la puerta principal fue abierta. Inmediatamente se incorporó y con alivio se dirigió hacia la sala de estar para recibir a sus familiares. No obstante, su sorpresa fue grande cuando se encontró a un hombre alto, tremendamente atractivo y joven a mitad del salón.
Ella no lo reconoció, nunca había visto a alguien como él en el pueblo. Halle no podía negar que ese hombre tenía una presencia tan atractiva que era imposible quitarle los ojos de encima, pero reconocía que un aura oscura y misteriosa lo rodeaba. Así fue como se decidió a preguntarle quién era.
Pero cuando ella formuló la pregunta en voz alta, deseó no haber dicho algo. El hombre la miró con una intensidad que traspasó su cuerpo y perforó su alma. Una enorme sonrisa afilada se formó en sus labios y sus ojos se tornaron rojos como el fuego del Infierno.
—Soy aquel que sale de la cueva, que baja la montaña y se lleva a la muchacha bella —respondió en una voz profunda y peligrosa—. Me conocen como la Bestia.
Esa noche, Halle no sólo vivió lo que creía era su peor pesadilla, sino que descubrió que las leyendas son verdaderas... y que pueden diferir con la realidad.
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