1. El pozo de las mentiras y verdades
Verdad | D.O
Publicado previamente en Autumn Fever de AeriSquad.
Dime una mentira que deseas que sea real, y te compensaré con una verdad futura, se leía en el cartel que coronaba aquel pozo.
Do Kyung Soo no era supersticioso, es más, odiaba todo aquello que se relacionara con la magia, el azar y el misterio. A pesar de esto, él ya no tenía otra opción. Estaba harto de no encontrar una respuesta factible a su maltrecha vida, estaba cansado de que sus intentos por ser mejor, normal y feliz no funcionarán: Kyung Soo sólo quería alejar el dolor, quería estar bien.
Jong In le platicó, que Se Hun le contó, que había leído en Internet sobre un pozo mágico que cumplía cualquiera de tus deseos, sin importar que tan desesperados, oscuros y profundos fueran. Kyung Soo no era optimista ni creía en el destino, pero vio está información como aquella pizca de esperanza que nunca se le había otorgado antes. Así fue como terminó frente al pozo de las mentiras y las verdades, el cual se encontraba en el patio trasero de una casa abandonada, casi en ruinas, a mitad del bosque en Busan.
Kyung Soo no era asustadizo, pero el ambiente le producía extrañeza y desconfianza, como si su instinto le susurrara que saliera inmediatamente de ese lugar. No hizo caso a ello, pues él estaba más que decidido a acabar con su mal: si pedía su deseo, el dolor desaparecería para siempre.
Con esa idea, hizo sus pasos hacia el pozo de pinta lúgubre. Recargó sus manos en el borde y se inclinó para mirar hacia adentro. Se encontró con la profundidad negra e indistinguible que le provocó un vértigo arrasador. Se incorporó y mientras trataba de estabilizarse, volvió a leer el cartel que coronaba los horcones.
De repente, en la mente de Kyung Soo relució aquella mentira que le daría su ansiada verdad. Aún con la cabeza dando vueltas, se volvió a recargar en el borde del pozo y se inclinó hacia adentro tanto como le fue posible. Tomó una gran bocanada de aire y lo pronunció:
—Si la muerte es el único remedio para mi dolor, entonces la aceptaré con gusto.
Sus palabras resonaron en los muros del pozo y se perdieron en un eco oscuro e infinito. Kyung Soo esperó unos largos segundos por aquella verdad. Cuando su escepticismo estuvo a punto de decirle que todo eso era una farsa, una brisa fría acarició su cuello desnudo y una voz suave y mortífera lo sorprendió.
—Hace mucho tiempo que la muerte está esperando a que la aceptes. Ahora ella se llevará tu dolor —susurró sobre él.
Kyung Soo no fue lo suficientemente rápido para reaccionar cuando sus pies perdieron el suelo y cayó directamente en las fauces ennegrecidas de aquello que era su único remedio para al fin estar en paz.
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