y punto.
Releo
y me encuentro
entre los versos que forjé
con estos dedos.
Releo
y abro las heridas,
le meto las uñas,
limpio la sangre seca.
Me hiero.
Saco inspiración de la podredumbre.
¿Cómo dedicarte un poema
si nutrirme del odio es mi costumbre?
No, no te dedicaré versos de amor.
No te declamaré incitado por el odio.
Guardaré tus recuerdos en lo más profundo.
Ya se ha escrito suficiente sobre amor
y no quiero ser uno más del montón.
Podré ser el poeta pero nunca serás mi musa. Es el halago más bonito que te ofrezco. Tómalo o déjalo.
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