Despojo destrozos
i
a veces despierto sabiendo que soy finito.
lo pienso e intercedo por mis instintos,
no quiero sumergirme en los espejismos de la libido.
planear el mañana es solo un sueño vívido.
no hay nada perdurable, nada por lo que valga la pena vivir.
tan solo existo y resisto mi propia voluntad,
me he acobijado con un pecado capital;
es la pereza quien engulle y altera mi apetito.
he dejado de ser racional
porque no deseo seguir pensando en la mortalidad
de las cosas que no están a mi alcance.
tan solo quisiera dejar de pensar en el percance
y enfocarme en el presente que me reclama y me posee.
sé que debo seguir adelante,
el problema es que no quiero.
ii
¿cómo me ven los ojos que no son espejo?
¿me ven sonriendo?
¿me ven como en las fotografías?
esas que tomaron en contra de mi voluntad
porque siempre me han visto en contra de mi voluntad,
nunca piden permiso;
son mayores, ellos mandan.
aprendí a agachar la cabeza,
fantasear en utopía incorpórea mientras veo mis pies.
ahora me pregunto, se dilata mi vista,
¿cómo es que ellos me ven?
¿me ven sonriendo? ¿me ven llorando?
¿o tan solo me ven
sin profundizar en mis defectos, tan solo existiendo?
tan solo me ven, pero...
¿cómo es que me ven?
¿qué soy yo para ellos? si solo puedo
especular con las versiones de mi concepto
habitando en cerebros ajenos.
desconozco el infinito
encerrado en esos cuerpos,
me es ajeno.
ni siquiera me comprendo.
son solo cuerpo, materia y cuerpo.
tan solo veo al mundo y sé
que yo existo, pero...
hay más que esto.
iii
si el propósito al que más me aferro
es mostrar sentimientos
sin misericordia.
solo rencor revoloteando con las penas.
no quiero sutilezas,
quiero ser yo.
quiero serlo ahora,
por eso escribo.
escribo para encontrarme
porque me he perdido
entre versos ajenos
y ahora simulo un estilo
que no me pertenece.
esto no es mío,
me faltan comas
o desafíos.
¿por qué no gano?
¿por qué no brillo?
¿por qué siempre soy
quien pierde
y se pierde
entre desvaríos?
¿vistes?
es tan fácil escribir en verso libre,
tan fácil que lo había olvidado,
lo dejé de lado
y me tracé límites.
la impotencia es mi límite,
soy la rabia adherida a la bilis,
la tilde que siempre se vomita,
el exceso de mayúsculas escritas,
el grito.
soy decadente
no deficiente.
no soy torpe,
soy coherente
y me repito
amargamente
que existo
y eso
es suficiente.
iv
existo porque no desisto
de mi eterna melancolía.
sé que debería quejarme menos, sentir menos envidia.
sé que debo contemplar la belleza tiritando frente a mis ojos
pero se aglomera la bilis en mi cerebro
y me vuelvo hater, deseo los despojos.
amo el lenguaje mal sonante, soy fanático
del gore hecho léxico
cuando se le da rienda suelta al morbo.
sin embargo, ¿es eso lo único que ofrecen
las historias gore que tanto he leído?
¿es la adolescencia lo único presente
en tanto verso sombrío?
si la estructura gótica de un poema
es solo eso: estructura.
debería adherirme a lo que dicta el elitismo
y añadirme más censura
y mostrar la belleza como belleza,
como estética simétrica,
como versos de rima perfecta
mientras ellos sonríen y miran y piensan:
«oh, que bella poesía
porque es sutil como la brisa,
tan sentida y cálida
como la vida misma».
vi
me paro a pensar un momento,
¿por qué he de censurar mis momentos
de introspección y ansiedad,
de depresión y soledad,
de enfermedad mental?
por mera comodidad del lector adulto,
por mera prudencia del más culto.
¿debería...?
¿debería mostrarme
con rima consonante
y metáforas a la muerte
sutiles pero abundantes?
¿debería tragarme mis despojos?
renunciar a la bilis y la verborrea
que se acumula en mis venas,
por más que encarne y sea
torrente sanguíneo,
lágrima que quema.
pero
más allá de mi dilema
¿realmente puedo
volver a esos versos crudos?
¿es eso lo que me espera?
¿la reducción del lenguaje
a la búsqueda de la belleza
porque el arte es poesía
y la poesía es belleza?
o quizás son mis ojos quienes
no perciben la sustancia
en esa corriente estética.
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