Autorretrato
Aquí vamos otra vez, jugando a autopercibirme, a volver meta este poema, a intentar refractar cada uno de mis matices. Soy el gris que entra y pinta la habitación; si esto fuera un cómic, sería el antihéroe causando conmoción.
Soy una calavera con ganas de ser persona.
Soy un palo de jocote en pleno verano.
Soy el dolor menstrual y el de mis manos.
Soy "él" para sentir que merezco ese trato,
soy "ella" porque tengo vagina, útero y sangro.
Lo más cercano a mi género
es un hombre asexuado.
Soy género fluido;
no me gusta limitarme en lo femenino
y no te manejo el lenguaje inclusivo,
por más que a veces mi identidad
roce lo no binario.
Me preguntan "¿qué sos?", les respondo:
"solo soy; me emputo y luego escribo".
Tengo el cabello hecho un nido,
son colochos enredados.
Debo cortarlos por el sol
y dejarlos crecer durante el frío.
Mi piel es morena,
pero no un moreno pálido.
Me frustra no haber nacido
en familia de millonarios.
Escribo poesía desde los quince,
no tengo referentes
que hayan sido publicados.
Soy hater de Darío
porque en el cole me empacharon.
Soy de Nicaragua y odio a mi país.
Me parió una mujer y odio a mi madre.
No tengo papá, es mi evento
canónico latinoamericano.
I'm a gen z, nunca escuché a Jay-Z
pero me gusta Single ladies de Beyoncé.
En la poesía soy autodidacta,
uso encabalgamiento
solo para cabrearlos.
No me decido entre tú y vos.
Me dicen "que directo y crudo sos"
y crudo solo me queda el arroz;
a veces me subestimo,
me exijo, me bloqueo y me lastimo.
Padezco depresión, recaer me da terror.
Esto no es un autorretrato.
Trato de describirme
pero todo verso cae en el maltrato,
mejor me río. Mis traumas, mis chistes
porque a veces duele cuando río,
a veces rechino
los dientes mientras sonrío.
Soy un hikikomori
con ganas de ser un mantenido.
Llevame por Europa, mi amor,
yo te lavo los trastos.
Intento ser positivo,
pero soy un hijueputa malparido
(la puta es el padre que donó).
Lucho con el ego, intento ser yo,
forjar la mejor versión.
A veces cuento mis costillas
cuando me desvisto,
amo la delgadez
por sentir tan cercana
la belleza hegemónica
pero extraño mis tetas y muslos,
desearía tener buen culo.
Entonces recapacito.
Me adapto, me conformo.
La verdad es que no deseo trabajar
pero vivimos
en permanente capitalismo.
Tal vez hoy esté pero
en unos años planearé
de nuevo mi suicidio.
¿Será que en mi muerte me recuerden y me rindan culto?
Mi fantasía sexual
es ser más famoso que Darío,
que les obliguen a recitar
los versos que he escrito.
Odio y rencor. Intento ser
buena persona pero
no me sale. La amabilidad
me confunde. No fui criado
para ser sociable.
Soy un otaku tercermundista
evitando noticas amarillistas,
viendo hentai a escondidas.
Soy una contradicción fluctuante.
Intento ser un punto medio,
a veces me tropiezo y cruzo la línea.
Ahora muerdo mi lengua para no escupir
el veneno que se esparce por mis venas.
Existo cuando me percibo, el resto es antimateria; se lo cedo a Eliot. Soy un humano, ser antropomorfizado, intentando caber en este mundo, respirando mientras los pies van dando tumbos, combato contra el río de la tempestad, deseando ser una hoja más, ente insensible.
No me gusta sentir, no me gusta la mediocridad pero defiendo la ley del mínimo esfuerzo en todo contexto no artístico. Mi consuelo ante cualquier interacción social es que todo pensamiento puede ser relativo. Intento no sobrepensar, dormir a diario para poder vivir un día más, sentir cada átomo del aire al respirar.
Lo intento y me frustro. Escribo y me percibo, me reconozco en cada verso donde plasmo mis desvaríos. A veces aberración, a veces inocuidad. Intento crear arte, tener algo por mostrar.
Existo porque escribo.
Escribo porque respiro.
Nunca lo debo olvidar:
inhalar y exhalar.
Para escribir debo estar vivo.
Soy esclavo de esa verdad,
soy un humano y nada más.
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