Primavera
Es muy triste ver cómo se rompe ese flechazo que pensabas que duraría toda la vida, ese momento en el que te enteras de que nada es realmente eterno...
"When you feel my heat, look into my eyes
It's where my demons hide
It's where my demons hide
Don't get too close,
it's dark inside
It's where my demons hide
It's where my demons hide"
Imagine dragons
***
El principio de la primavera siempre me había parecido hermoso. Amaba esa estación del año y desde que comenzaba trataba de disfrutarla de principio a fin. En marzo, el día del equinoccio de primavera cuando daba clases a niños de primer grado, siempre recogía flores o sembraba semillas con mis estudiantes mientras cantamos canciones para darle la bienvenida. Luego en casa adornaba cada rincón para que todo luciera brillante y hermoso.
Eso era cuando amaba la primavera, hoy escribo estas letras en plena primavera, pero mi hogar parece el asilo de guerra de soldados moribundos de la segunda guerra mundial.
A veces siento que paso más días en las nubes imaginando, creando historias y me olvido de la vida real. Por eso también me pasan las cosas, por no mirar más allá, por no encontrarle la malicia a las intenciones, por preferir vivir en Narnia o simplemente porque siempre pensé que detrás de cada acción podía haber algo bueno.
La primavera del 2019 llegó ese año para enseñarme que detrás de cada hermoso paisaje siempre se esconden enredaderas con espinas, nubes grises y lobos solitarios capaces de destrozarte si te topas con ellos. Lo triste del caso es que me encantan los bellos paisajes, aprendí a querer tanto a las flores como a las espinas y los lobos me parecen fascinantes. Sé que debí quedarme solo contemplando ese paisaje que trae la primavera y no adentrarme en él; pero como soy una especie de torbellino cuando se trata de emociones me adentré sin importar el precio a pagar.
Llevo varios meses tratando de ignorar un sentimiento que ha vuelto a mi después que creía había sido enterrado bajo siete pies de profundidad en un vagón con candados de alta seguridad. Es ese tipo de sensación que no se va del cuerpo hasta que no descubres porque está ahí. Y he querido volver atrás. Porque a veces pasa, sabes, que a pesar de haber pasado la página, algunos días te empeñas en atragantarte de recuerdos nefastos para ver si así, al fin te das cuenta de lo torcido que fue toda aquella situación.
Todo comenzó el último día de diciembre mientras celebraba la partida del 2018. Se dice que las cosas deben pasar en ciertos momentos y que llegan para algo concreto, como cerrar ciclos. La cosa es que toda mi vida ha sido como un cuento de los hermanos Grimm, morboso y trágico y en ella no se pueden cerrar ciclos si antes crear una obra maestra trágica estilo fantasma de la ópera.
El amor de mi vida, si, ese amor que por más que quieras nunca te puedes sacar de la piel, ese amor que pasa a la historia como el que te desgarra lento y de apoco, te deja seca y sin rastro de vida, pero vuelves a querer las veces que sea, porque te tienta, te enloquece y jamás se irá cien por ciento de ti. Se encontraba libre y justo frente a mi. Recuerdo como hoy ese día. Vamos a llamarle Tom (No por Tommy y Jerry sino por el nombre verdadero de Lord Voldemort Tom Marvolo Riddle) Tom llegó esa noche como también llegó Snape (el otro tormento de mi vida, el que siempre se quedó a la espera de algo que inevitablemente no podría tener, pero a él lo analizamos en otras páginas) si porque pasa, que el pasado siempre quiere mezclarse entre si y a los ex les encanta volver algún día.
—Tom anda de soltero y el divorcio es inevitable —sentenció Snape (que para esos entonces era mi amigo ex) ese íntimo día de diciembre mientras lo veíamos subir a su vieja camioneta roja. Mi corazón retumbó como retumbaban las plenas del vecino cantando "ese pobre lechón"
Seis meses después esa confesión casi me sepulta siete pies bajo tierra. El amor también puede resultar peligroso, obsesivo y terriblemente adictivo.
Traté de ignorar mi corazón y esa premonición extraña que provocó la noticia de aquella noche, pero varios meses después aun el sentimiento no se marchaba de mi pecho y por más que lo ignoraba me provocaba una ansiedad enorme. Si tan solo hubiera sido capaz de ignorarlo, si por un instante me hubiera detenido a pensar en las consecuencias hoy no vería el amor como ese mar lleno de animales mortíferos. Pero no, me encanta jugar con fuego y soñar con finales felices. La diferencia es que en la vida real los finales solo son eso, finales y así se deberían quedar siempre.
Es todo culpa de la primavera.
Lo inevitable a veces resulta también lo más doloroso...
***
La fecha de mi cumpleaños siempre resulta memorable, para bien o para mal. He llegado a sentir mucha ansiedad cada vez que se acerca por distintas razones. A mis dieciséis lo celebré enterrando a mi abuela, mis dieciocho la pasé en el veterinario debido a que atropellaron mi perra, a mis veinte llego a mi la ansiedad generalizada y a mis treinta superando la llamada "depresión mayor" todo debido al desgaste que provocó en mi cuidar a mi madre luego de que un derrame la dejara en cama. Así que no, mi cumple no es una fecha muy bien vista.
Me tocó y no me voy a victimizar por ello, la cuidé tanto a ella como a mi padre y sus manías, lo hice con el más profundo amor, como pude y como me salió. Recuerdo de forma vivida el día del trágico suceso tres años atrás el 2016, ella estaba en una cita de rutina, no de ella, de mi padre, porque así siempre fue, satisfaciendo las necesidades de todos y olvidándose de ella. Yo me encontraba en la universidad, justo en la cafetería cuando mi hermana me llama "A mami le dio un derrame" el alma se me fue a los pies y mi vida se escapó de mi lejos, tal vez al Cairo. Mi mujer maravilla, el pilar de la familia, la persona que siempre quise hacer feliz porque sabía que era inmensamente infeliz había sido devorada por su propio cuerpo.
Se salvó porque estaba en un hospital y la lograron atender rápido, ese día me mostró que cuando te dejas arrastrar por las consecuencias de la vida o por tus propios vicios y desgastes emocionales arrastras también a toda tu familia.
Pero eso marcó un antes y un después en mi, la forma en que las cosas sucedieron, de haber sido hoy tal vez no hubiera permitido muchas de ellas, me hubiera valorado más, querido más, habría luchado por mantener a mi hija cerca, a mi hogar, habría gritado que yo también necesitaba espacio para asimilar lo que ocurría. Pero al final del día y sin darme cuenta terminé convirtiéndome en ella. Algo que me aterraba y aún me aterra. Amo a mi madre, no se confundan pero su historia de vida es tan dolorosa que repetirla en mi carne, no me apetece.
Creo que ahí fue que comenzó mi depresión y escaló a niveles bastante peligrosos que hoy los recuerdo y me inquietan. La depresión no es simplemente estar triste, o quererte morir todo el tiempo. Aún en pleno siglo XXI solo entiende esta afección quien la vive en los huesos día a día porque ella te acaba, te desgasta y sobre todo te aleja de las personas que más amas y tú ni cuenta te das. Por eso la hablo a los chicos en la escuela, trato de que canalicen esos sentimientos y los conviertan el algo positivo, por eso aveces los entiendo y trato de recibirlos felices (aunque ese día mi vida apeste) con canciones y mensajes positivos. Porque he estado ahí, en ese abismo sin fondo que no se lo deseo ni al peor de mis enemigos.
He hecho cosas locas y estúpidas que hoy puedo contarlas porque gracias a Dios las he superado, como desaparecer sin dejar rastro y pensar en no volver nunca mientras miraba una bola de playa que se perdía en el inmenso mar una tarde de verano. Porque así es la depresión, sientes un hueco tan grande adentro que te olvidas hasta de los que más amas. Ese instante me sacó del abismo unos ojos hazel que son mi vida, que sabía que ignoraba todo lo que me pasaba y me esperaba en alguna parte. La niña de mis ojos, Sofy no lo sabe pero me salvó de ser devorada por el mar y mis pensamientos nefastos.
No estaba preparada y ahora que lo pienso bien, me doy cuenta cuánto esa situación me afectó e influyó en todas las locuras que hice ese año.
Cuando estás medio jodio del coco y te encuentras de frente con otra persona que tal vez está igual, la cosa no puede ir de las mil maravillas. Irá en picada como si te tiraras de un helicóptero y tu paracaídas nunca abre. Algo así ocurrió a finales de primavera, y pues no podía ser otra fecha que mi flamante cumpleaños.
Ese día me atacó un virus estomacal de los mil demonios, de esos que te dejan loca y sin idea, pero te advierten que estás a punto de meter las dos patas y te obligan a quedarte en casa bajo las sábanas y dándote mimos. Pero no podía perderme el día de mi cumpleaños, había escogido un ajuar de mis favoritos, de esos de valija que solo puedes comprar una vez al año. Así que fui a mi médico y le pedí que me empastillara de lo lindo pero que me desapareciera el virus, el haciendo de sus grandes dotes de médico o tratando de despachar otro paciente me inyectó la cura milagrosa.
Ya a las cinco de la tarde estaba como nueva y lista para la noche. Hacía algunos días había comenzado a planificar encontrarme con Tom y tenía que ser ese día. Porque cuando a Mika se le mete algo entre ceja y ceja no descansa hasta lograrlo. La verdad no recuerdo bien cuando comenzó nuestro juego de textos ni cuando escaló a mayor lo que sí recuerdo con todos sus paréntesis, rayas, comas y puntos suspensivos fue aquella inexplicable noche.
Ya había calentado mi sistema nervioso central y parasimpático con tres "medallas" bien frías y bastante rápidas, la música que ha sido mi punto bajo toda la vida sonaba con "callaíta" de Bad Bunny y mis ganas me carcomían las entrañas. Así que me aventuré a enviarle el texto maquiavélico, cosa que respondió más rápido que el chupacabras cuándo ataca las gallinas del vecino. Estaban allí amigos, compañeros de mi trabajo de medio tiempo (era mesera) y hasta mi amigo ex, Snape nunca desaparecía del mapa. Pero yo solo tenía ojos para él, mi cuerpo lo necesitaba, lo exigía a gritos y los demás me parecían simples espectadores en un juego de ajedrez, claro, aquí a la que dieron jaque fue al reina porque el rey se escapó con un peón y de la manera más morbosa que pueda existir, pero no nos adelantemos.
Ya las cinco cervezas tomadas hacían su efecto en mi sistema, me sentía un poco suelta de lengua (parlanchina) y comenzamos una especie de juego de palabras que escaló un poco más en cada momento. El fue a la barra y compró dos cervezas más, caminamos hacia un banco que quedaba apartado del bar y nos sentamos a charlar. Y yo poeta al fin, me creí Neruda por un momento y solté todo lo que llevaba aproximadamente diez años metido en el sistema, la verdad es muy difícil recordar a ciencia cierta lo que dije, ya para ese entonces estaba más ebria que el borrachito de la esquina, lo que sí recuerdo fue la frase que encendió todo.
—Es que todavía tengo esta maldita mala costumbre de pensarte.
Sin más me besó, un beso que estaba sobre el tintero ya hacía más de diez primaveras, un beso que me partió en mil y a la vez me devolvió a la vida. Esos labios tan conocidos y que nunca había podido olvidar se aferraron a los míos como un barco sin timón, enredé mis manos en su maraña de pelo rizo y me dejé llevar por aquel ser humano, el único hombre al que había amado más que a mi sombra. Porque ese fue mi gran error, amarlo más que a mi.
Luego de el desliz fatalista de novela del siglo XIX nos dirigimos como si no hubiera pasado nada. (El peón del que les conté trabajaba en el lugar de los hechos y hoy por hoy me pregunto si ese día estaba allí) Me cantaron cumpleaños y la noche se esfumó como el humo de su cigarrillo en el aire, pero no él, porqué luego de irnos del bar nos partimos la vida esa noche, nos destrozamos, no dimos tregua a nada ni nadie. Su cuerpo y el mío se recordaron, cada poro, cada parte de la piel, cada rincón prohibido. Danzamos al compás de las melodías que alguna vez me partieron el alma mientras le pensaba, era como si el universo entero se hubiera detenido en ese instante. Y así, de esa forma sublime fuimos vida, hasta el amanecer.
Luego de ese día mi mundo se volvió más gris que las nubes que cubrieron mi isla en el huracán María. Comenzaba el capítulo más horrible de mi vida, junto a unos ojos negros que sin querer o queriendo han sido los causantes del peor desastre de mi existencia.
Así acabó la primavera y comenzó un interminable invierno.
[Aquí debería haber un GIF o video. Actualiza la aplicación ahora para visualizarlo.]
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