🌸•Capítulo 69•🌸

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Sentado en el comedor de la casa, Jimin apenas escuchaba el chispeante fuego de la chimenea a su espalda mientras alternaba su mirada de la cocina donde su alfa cocinaba en silencio, hacia sus manos descansando sobre la mesa.

El viaje a casa había sido silenciosamente doloroso, Yoongi sabía que se encontraba mal, que le había mentido, y aun así no había preguntado ni presionado al respecto.

Y su silencio le estaba doliendo, más aún porque su alfa había sellado sus emociones en él impidiéndole así saber a través de su lazo cómo estaba.

Si estaba enojado, preocupado, decepcionado... No lo sabía.

Y eso dolía más que nada.

Claro, podría presionar al respecto y entonces sabría cómo se sentía su pareja por sus mentiras, pero no se sentía bien con ello cuando Yoongi había respetado su silencio, simplemente no sería justo, no.

Por lo que, con tristeza, se había internado en la casa y sus ojos decaídos habían seguido a su pareja, quien se había alejado de él tras ayudarle a quitarse la chaqueta y cambiarse sus zapatos por unas pantuflas de interior.

Jimin había seguido a su prometido a la sala de estar cuando este colocó su mano en su espalda baja y lo guio en silencio, se sentó en el sofá cuando Yoongi le indicó con un movimiento de cabeza y observó a su alfa darle la espalda para encender la chimenea.

No creía particularmente que fuera necesario, no estaba lloviendo y no hacía mucho frío, pero parecía que Yoongi necesitaba hacer algo por lo que en silencio simplemente observó.

Y cuando el fuego había estado encendido, el mayor se había retirado a la cocina sin palabra alguna.

Jimin se había quedado unos segundos contemplando el manojo de colores brillantes con un sentimiento de culpa antes de observar sobre su hombro, observando a su alfa deslizarse por la cocina.

Soltando un suspiro, se levantó dirigiéndose directamente hacia él, arrepintiéndose a último minuto para finalmente sentarse en su posición actual, en la cabecera de la mesa en el comedor que le permitía seguir observando a su alfa.

Alternando su mirada nuevamente, el pelirrojo omega llenó de aire uno de sus mofletes sin saber qué hacer.

¿Debía de ir y pedirle perdón por mentir?

Pero... ¿Su disculpa sería aceptada?

Exhaló dejando escapar el aire de su moflete cuando sintió a su Chispita moverse, como si le dijera "por supuesto que sí, ve con él".

"Estoy siendo un tonto, eh" pensó con una pequeña sonrisa de labios mientras acariciaba su vientre.

Alzando su mirada, contempló la espalda de su alfa antes de finalmente levantarse y dirigirse a la cocina.

Rodeando la isla en el centro de esta, se detuvo detrás de su alfa. Yoongi siguió cocinando, sin dar señal alguna de saber de su presencia a pesar de que obviamente, debería de haberle escuchado.

Conteniendo suavemente el aliento, alzó lentamente sus brazos y le rodeó la cintura antes de presionar su cuerpo contra su alfa, recargando su frente en la nuca de su pareja.

—Lo siento —murmuró bajito, cargado de sentimientos y arrepentimiento.

Entonces, Yoongi dejó de cortar lo que sea que estuviera cortando y soltó un suspiro que perforó su alma.

—Lo siento —repitió igual de bajito, con un sollozo contenido.

—Cachorro —pronunció finalmente Yoongi, usando nuevamente aquel apodo cariñoso que se había quedado desde el momento en que se habían conocido.

Entonces, se aferró al cuerpo de su alfa, bajando su rostro lo enterró entre sus omoplatos mientras luchaba débilmente con aquellas manos que intentaban liberarse del agarre.

Pero se rindió cuando Yoongi insistió.

Con su mirada baja, observó a su alfa darse vuelta en el pequeño espacio que le había dejado. Unos dedos se posicionaron suavemente en su mentón, y su rostro fue alzado.

Su mirada conectó con la de su alfa y un sollozo escapó de los labios nuevamente.

Era realmente un desastre de emociones, en parte porque no se sentía bien y otra por sus hormonas debido al embarazo que lo empeoraban todo.

Con una suave y pequeña sonrisa de labios, Yoongi se acercó y besó cada lágrima que se deslizaba por sus mejillas, subiendo hasta la comisura de sus ojos.

Soltando un suspiro entrecortado y sorbiendo su nariz, cerró sus ojos y recibió un dulce beso sobre cada párpado antes de sentir una ligera presión tierna en su tembloroso labio inferior.

—Lo siento... —repitió bajito—. Tanto... —añadió.

Dejando de besar su labio inferior, Yoongi recargó su frente en la contraria y se le quedó mirando hasta que aquellos bonitos y brillantes ojos mieles le observaron.

—¿Me dirás todo? —preguntó finalmente y Jimin suspiro esta vez de alivio.

Solo esa simple pregunta, era la que había necesitado escuchar para finalmente desembuchar, soltar todo lo que había estado guardando en su interior.

Tal vez no era justo, pero era lo que necesitaba.

Asintiendo suavecito, recibió un beso en la comisura de sus labios.

—Espérame en los sofás —indicó su alfa y Jimin asintió otra vez.

Observando a Yoongi otra vez, se alejó finalmente saliendo de la cocina, cruzando el comedor hasta estar nuevamente en la sala de estar, tomando asiento esta vez en los sofás individuales cerca de la chimenea mientras esperaba.

Cuando su pareja volvió con él, tenía una ligera manta entre sus manos. Tomó asiento en el sofá más largo que estaba frente a la Tv pero apuntando hacia la chimenea y le observó en silencio.

Jimin no necesito ninguna otra señal más que esa. Levantándose, fue directamente hacia él y se sentó a su lado, acurrucándose al lado de su pareja mientras apoyaba su cabeza sobre su hombro y enterraba parcialmente su nariz en la curvatura de su cuello, capturando profundamente su aroma que tanto necesitaba en ese momento.

—La comida estará lista en unos minutos más —anunció Yoongi, estirando la delgada manta sobre ambos antes de rodear con un brazo los hombros de su omega, acercándolo más.

Tomando profundas respiraciones, el omega finalmente se relajó lo suficiente y cerró sus ojos.

—Descubrí que... Mis dolores de cabeza no eran simplemente eso —comenzó finalmente—. Cuando me veías subir mi mano hacia el audífono, no estaba bajándole el volumen, en realidad, se lo estaba subiendo —explicó.

Asintiendo en silencio, Yoongi pensó en todas las veces que observó a su cachorro hacer eso y nunca pensó que podría ser algo más que un simple dolor de cabeza, todos sufrían de ello después de todo.

—Yo no le tome importancia, pero cuando... Cuando un pitido comenzó a ensordecer ambos oídos, me comencé a asustar, en especial cuando me estaban hablando y de pronto no podía escucharlos más —suspiró tembloroso—. Por un momento pensé que era debido a que cambié los audífonos caros que me compras por unos más baratos, por lo que volví a usar los otros, pero fue lo mismo...

Y aquello explicaba aquellas veces que le hablaba a su pareja y este no le respondía a menos que estuviera de frente.

Eran pequeños detalles que Yoongi había observado y percatado, pero que nunca los juntó con algo más importante, como el problema de audición de su cachorro.

—Yo sé que debí de haberte dicho algo, pero... No tengo excusas realmente —dijo bajito, subiendo una de sus manos al pecho de su pareja para dejarla sobre su corazón—. Solo... Sentía que, si decía algo, todo sería verdad... Que yo realmente... Yo... —un sollozo escapó de sus labios nuevamente—. Lo siento...

—Está bien, amor —pronunció Yoongi finalmente, presionando sus labios en su cabello—. No estoy enojado...

—Pero... Yo mentí... Y en el lazo... —balbuceo sin salir de su escondite.

Alzando su otra mano, el mayor la dejó encima de la más pequeña que descansaba sobre su corazón y entrelazó sus dedos.

Jimin jadeó cuando Yoongi finalmente permitió que sus sentimientos fluyeran a través de su lazo, sintiendo nada más que la preocupación y el amor.

—Sabía que habías estado actuando extraño, que tenías algo en tu cabeza, pero nunca lo asocie con tu problema de audición —expresó el alfa—. Quise darte tu espacio hasta que estuvieras listo y me hablaras, pero no lo hacías y ya estaba dispuesto a presionar por ello llegando incluso a encerrarnos en la habitación como antiguamente hacía.

—Yo solo... No podía creer que realmente estaba sucediendo, Hyung... —murmuró—. Me duele y me da rabia pensar que probablemente cuando nazca nuestro bebé, yo no podré escuchar su llanto anunciando que ya está aquí con nosotros, o poder escuchar sus balbuceos dulces ni nada —expresó con angustia.

—Amor... —susurró restregando su mejilla en la pelirroja cabeza—. ¿Qué dijo el doctor Ji? —preguntó sintiendo el dolor de su pareja.

—Llamó a un especialista, quien resultó ser la hija del doctor que me veía antes —respondió—. Tampoco me dijo mucho, solo que necesitaba sacar una hora directamente con ella lo más pronto posible mientras estudiaba los archivos que su padre tenía sobre mí —explicó.

—¿Pero no te revisó ni nada? —insistió.

—Me hicieron preguntas y me observó el oído de forma superficial —suspiró—. Me dijo que debía de hacerme un examen auditivo para saber más.

—Y no quieres —anunció Yoongi sabiendo la respuesta.

—Tengo miedo —susurró—. Temo que confirme lo que ya sé.

—También podría ser que solo necesites otro par de audífonos mejorados —intentó consolar.

Aún en su escondite, el pelirrojo omega negó con su cabeza.

—Su expresión no me decía eso —argumento.

—No te puedes basar en tu decisión solo por la expresión de un rostro —indicó suavemente el mayor—. Los doctores están entrenados para no mostrar expresión alguna tanto cuando tienen buenas noticias como las malas —argumentó.

—Es que... —guardo silencio, sollozando un poco más—. Tengo miedo, Yoonie, mucho.

—Mi pobre omega —expresó soltando su mano para rodearle con ambos brazos—. Sé que tienes miedo, pero quedarte sin hacer nada no ayudará en tu situación, por el contrario, podría empeorarla en caso de que realmente hubiera una forma de ayudarte —indicó.

Sabiendo que su alfa tenía razón, Jimin sollozó un poco más y realmente pensó en las palabras de su pareja.

Si hubiera puesto más atención a los consejos de su médico, si no se hubiese perdido aquella cita, si hubiese asistido como siempre el año pasado, si no lo hubiese dejado pasar... Tal vez, la situación sería diferente, pero no era así.

Huir de los problemas no ayudaba a nadie, negarlos mucho menos, ya debería de saber aquello.

Con las caricias de su alfa en su nuca, el omega suspiro saliendo brevemente de su escondite para mirarle.

—¿Irías conmigo? —preguntó con ojos brillosos producto de lágrimas contenidas.

—Siempre —respondió inmediatamente y sin duda.

Sorbiendo si nariz, Jimin volvió a su escondite donde deposito un beso en su cuello como agradecimiento, mientras buscaba acurrucarse y fundirse en el cuerpo de su pareja.

—Incluso, me hubiese gustado estar ahí para ti hoy —añadido suavemente Yoongi, sin ningún tono de culpa en su voz.

—Si... A mí también me hubiese gustado —susurró cerrando sus ojos—. Lo único que quería mientras estaba ahí, era que tomaras mi mano.

—Bueno, ahora lo puedo hacer y lo haré más adelante otra vez, cuando estemos con esa doctora —prometió—. ¿Cuándo tienes hora con ella? —preguntó.

—Aún no la saco —confesó—. Salí con mi mente dispersa y no pensé en hacerlo aprovechando que estaba ahí mismo.

—Bueno, entonces solo debemos de hacerlo ahora —pronunció moviéndose para sacar su teléfono celular de su bolsillo—. ¿Cómo se llama la doctora? —preguntó.

—Kim SoHyun —contestó y en silencio, escuchó a su alfa agendar la hora con la encargada.

—Bien, será mañana viernes en la tarde —anunció—. Le diré a Jaebum que despeje mi agenda para entonces —expresó enviándole un mensaje a su secretario.

—No le digas por qué —pidió su omega aún en su escondite—. No quiero que nadie sepa nada hasta que tengamos noticias.

—¿Y cuando las tengamos? —preguntó.

—No lo sé... —confesó—. Pero por favor, no ahora.

Soltando un suspiro, Yoongi aceptó el pedido de su cachorro y se movió alzando su mano para intentar sacarlo de su escondite.

—Si sabes que ninguno de nuestros amigos te tratara diferente por esto, ¿no?

—Tal vez, pero no quiero pensar en ello ahora —respondió sincero—. Solo imaginármelo hace que mi pecho duela.

—Está bien, amor —besó su frente—. Guardaremos silencio por ahora —aceptó—. Pero por favor... Intenta no ocultarme más este tipo de cosas —pidió—. Me moría por saber qué estaba mal y si no fuera porque recibí aquella llamada de la clínica consultando si ibas a presentarte o no a la cita, ni siquiera me habría enterado de que tenías una hora hoy con el doctor Ji.

—Lo siento —repitió torciendo sus labios en una mueca—. Como te dije, es un poco tonto, pero tenía la idea de que si no pensaba en ello, no sería real, porque Dios quiero que no lo sea.

—Solo ten esperanza, amor...

—En este punto hasta tenerla me da miedo —murmuró fruncido sus labios para no hacer un tembloroso puchero.

—Bueno, entonces yo la tendré por los dos —aseguró besando sus labios con dulzura, siendo interrumpido solamente cuando el timbre del horno sonó desde la cocina.

—¿Ese fue el horno? —preguntó su omega intentando volver a su escondite.

—Vamos cachorro, hice personalmente lo que Chispita deseaba comer hoy —expresó con cariño.

Saliendo de su escondite, Jimin le observó con grandes ojos entusiasmado sin ningún signo de tristeza o angustia.

—¿Pizza? —Yoongi asintió.

—Con piña y bordes de queso, aunque tuve que improvisar con ello —reveló y sonrió cuando su omega gimió ansioso.

—No importa como habrá quedado, te diré que sabe delicioso —expresó besando sus labios.

—Vaya, gracias por la confianza.

Jimin soltó una pequeña risita mientras se incorporaba, y Yoongi sonrió en grande por ello, esa era la expresión que le gustaba ver en su omega.

No la tristeza, culpa y angustia.

—Vamos Yoonie, tenemos hambre —anunció sentándose en la orilla del sofá, tirando de él.

—Ya voy —respondió siguiéndole, ayudándole a pararse.

—Y Yoonie...

—¿Qué sucede amor? —preguntó mientras se dirigían a la cocina.

—Por favor no vuelvas a esconder tus emociones de mí, duele más de lo que imaginas —susurró mirando el suelo.

Deteniéndose, el alfa se paró frente a él y tomó su rostro con ambas manos.

—Sentía que ya eras un lío con las tuyas, no quería que te abrumaras con las mías ni mucho menos que sintieras mi enojo hasta que entendiera tus razones —explicó.

—Y agradezco eso, pero... Se sintió... Mal, vacío... No me gustó —expresó arrugando su nariz.

—Lo tendré en cuenta —prometió besando su frente—. Pero por favor, dime cuando algo esté mal nuevamente.

—Lo tendré en cuenta —repitió con una pequeña sonrisa.

—Venga, vamos a comer, mis cachorros —expresó volviendo a guiarlo a la cocina para alimentar a su omega e hijo.

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