🌸•Capítulo 52•🌸


Con la ventanilla abajo, Jimin esperaba en el auto a que su pareja saliera del restaurante con sus comidas, agradeciendo de que este se hubiera estacionado bajo la sombra de un árbol o en ese momento se estaría muriendo de calor, sin exagerar.

Sacando su teléfono móvil cuando este comenzó a sonar, contestó la vídeollamada de Jungkook.

—Hey, conejito —saludo observando al cachorro de sus amigos en la pantalla del celular, enfocando más en un ojito y su nariz que nada.

—¡Papi y papá están haciendo ruidos extraños! —exclamó sonriente el cachorro.

—¿Qué? —logró pronunciar el omega, su cerebro haciendo un pequeño corto circuito ante la extraña información.

¡Beom-gyu! No digas eso —regañó Jungkook con voz algo, forzada.

—¿Kookie? ¿Qué está ocurriendo? —preguntó Jimin observando como la pantalla se volvía borrosa y luego el rostro del alfa aparecía.

Necesito pedirte un graaan favor —anunció mientras salía de su departamento con su hijo en brazos.

—¿Estás sonrojados? —observó el omega—. ¿Qué es eso que dijo Beom-gyu? —interrogó.

Uhm, bueno... A Taehyung le llegó su celo sin aviso y yo... —balbuceó.

—¿Lo hicieron con Beom-gyu ahí? —exclamó el omega sorprendido.

—¡No! —gritó Jungkook—. Logré contenerme, pero prácticamente arranqué del departamento con mi conejito y... Uhhh...

—Está bien, ya entendí —se carcajeó el pelirrojo—. Enseguida vamos por Beom-gyu, aguanten un poco más y cuidado con lo que escucha el conejito —bromeó.

Muy gracioso —le gruñó el alfa—. Tengo que estar lejos de Tae mientras cuido a nuestro conejito, pero tampoco puedo estar muy lejos de casa por su aroma y las feromonas y siento que me volveré loco —exclamó mostrándole la escasa distancia que estaba de su hogar.

El alfa prácticamente estaba en el jardín delantero del edificio, a unos pasos frente a la ventana de su departamento en el segundo piso, protegiendo que nadie se acercara a su hogar y su omega mientras también mantenía un ojo en su cachorro que jugaba alegre, completamente ajeno al problema de sus padres.

Por favor, llamé a la madre de TaeTae y a Nana, pero ninguna puede cuidarlo hasta mañana y mis padres están con lo de Namjoon —explicó y olfato el aire gruñendo por lo bajo—. Joder.

—¡Papá dijo una mala palabra! —acuso el cachorro.

—Ya vamos en camino —rió cortando la llamada mientras observaba a su alfa volver con dos grandes bolsas.

—Pedí más de lo normal para así no tener que preparar la cena —anuncio Yoongi acomodando las bolsas en los asientos traseros.

—Hubo un cambio de planes —informó Jimin cuando su pareja se subió a su lado—. Jungkook llamó recién, necesita que cuidemos del pequeño Beom-gyu hasta mañana, que es cuando Nana y la madre de Tae están disponibles.

—¿Por qué? ¿Ocurre algo? —preguntó comenzando a conducir al hogar de su hermano menor.

—Es el celo de Taehyung-ah —se rió Jimin—. Pobre Kookie, está desesperado por ayudarle, pero no puede con el conejito con ellos.

—Eso es un problema grave —se rió entre dientes Yoongi.

—Nosotros también tendremos que anotar esas fechas en el calendario y conseguir por adelantado a alguien que cuide de nuestra chispita —pensó el omega.

—Bueno, siendo un bebé no creo que entienda mucho hasta que tenga un año o dos, más o menos —opinó el mayor.

—Sí, pero no podremos brindarle toda nuestra atención y eso no sería justo para chispita, menos cuando siendo tan bebé la necesita toda de ambos —expresó.

—Eso es cierto, pero el único que corre el riesgo en este momento soy yo —le recordó el mayor—. El embarazo dura nueve meses y mi celo es cada seis. Lo más probable es que me llegue mientras estés en cinta —frunció ligeramente el ceño—. Tendré que comprar supresores.

—Cuando llegue el momento tendremos que preguntarle a la doctora Kim sí podemos pasar juntos tu celo y si ella pone un "pero" recurrimos a los supresores —corrigió—. No tiene sentido que sufras cuando hay una posibilidad de pasarlo juntos —refunfuño.

—Y si esa posibilidad significa que podría lastimar a cualquiera de los dos, está fuera del camino y me quedó con los supresores —advirtió el alfa inmediatamente—. Prefiero tener esa migraña y volverme mimoso que lastimarlos de alguna forma —expresó mirándole rápidamente.

—Bien, pero de todas formas hay que hablar con la doctora Kim para saber qué pasará con el mío —dijo frunciendo sus labios—. Creo que Taehyung no entró en celo hasta que Beom-gyu tuvo uno o dos años, así se aseguraba de cuidar bien al cachorro.

—Suena sensato considerando que el celo del omega dura tres días y es cada tres meses mientras que el del alfa es un día cada seis meses —reconoció Yoongi—. Lo bueno es que existen medicamentos que ayudan en los celos de ambos.

—Pero aun así no me gusta la idea de que los uses cuando me tienes a mí —pronunció con un puchero, colocando su mano sobre el muslo de su pareja—. Mi lobo lo odia tanto como yo.

—Está bien cariño —sonrió tomando su mano, entrelazando sus dedos—. Mi lobo tampoco es muy fan de ello, pero lo que sea por el bien de nuestra pequeña familia.

—Eres un alfa muy dulce —canturreo encantado el menor.

—Solo por ti, pero no se lo digas a los demás —rió con su pareja—. Y cariño —llamó—. ¿Te molesta si en la fiesta del lunes en la empresa anuncio nuestro compromiso? —preguntó.

—Claro que no —sonrió—. Me gusta saber que se lo quieres decir a todo el mundo, yo también me he estado dando vueltas y aunque no es mucho, comencé a ver las invitaciones.

—¿No todas son cartas comunes? —preguntó confundido.

—Pensé lo mismo, pero hay desde diferentes tamaños, formas, material y diseños —exclamó—. Ya he escogido tres y quiero tu opinión para elegir una —sonrió con emoción digna de un infante.

—Suena a que has tenido mucho trabajo con algo simple como las cartas —comentó divertido—. Cuando lleguemos a casa me las muestras y... No olvides que sí es mucho, puedo contratar a alguien que te ayude —le recordó estacionándose frente al departamento de un desesperado Jungkook.

—Lo tendré en cuenta, pero los chicos y hasta tu madre me ofrecieron su ayuda —sonrió quitándose el cinturón mientras abría la puerta—. ¿No bajas?

—No creo que Kookie me quiera en este momento cerca de la casa —explicó observando la firme figura del alfa menor custodiando desde el jardín delantero.

Asintiendo en comprensión, Jimin se bajó y se dirigió hacia el hombre que consideraba su hermano.

En cuanto el omega estuvo cerca, Beom-gyu corrió hacia él y Jimin lo tomó entre sus brazos.

—Aquí está su pijama, un cambio de ropa y unos juguetes —anuncio el padre del cachorro, entregándole una pequeña mochila.

—¿Entraste a la casa? —preguntó alzando una ceja.

—No, Taehyung la preparó y la dejó en la puerta. En la casa de su madre hay más cambios de ropa así que no te preocupes —anunció—. Te comportas bien conejito, nos vemos el lunes en la tarde —dijo besando la frente del pequeño antes de alejarse y entrar en la casa.

Riendo, Jimin volvió al auto junto al pequeño conejito que no dejaba de hablar de lo raros que habían estado sus padres.

—Conejito, ¿alcanzaste a almorzar en casa? —preguntó Jimin mientras sacaba los recipientes de comida de las bolsas.

—Beom-gyu, tío Minnie te ha hecho una pregunta —anunció Yoongi al activo cachorro que corría en la sala de estar jugando con las cuatro aves, correteándolas mientras fingía ser un dinosaurio.

Dejando de correr y chillar, el pequeño fue hacia la cocina que era donde estaban ambos adultos.

—Comí —asintió—. Pero poquito, así —explicó juntando dos de sus dedos, apenas dejando una pequeñísima separación entre ellos.

La pareja se observó y luego rió suavemente.

—Está bien, ¿por qué no lo acompañas Yoonie a que se lave las manos mientras sirvo la comida? —propuso el pelirrojo a lo que ambos contrarios accedieron.

Cuando volvieron, Jimin ya tenía todo preparado y servido. Todos tomaron asiento y comenzaron a comer.

—¿Por qué no me puedo quedar en casa con papi y papá? —preguntó finalmente Beom-gyu.

Inmediatamente, el pelirrojo omega observó a su alfa, esperando que este diera una solución apta para un niño de apenas cinco años.

—Eso... —pronunció Yoongi, captando la atención del infante—. Es un secreto que sólo Nana y la madre de tu papi saben —dijo finalmente.

Jimin alzó su mano tapando su boca para detener su sonrisa.

—Ohh ¿tengo que preguntarles a ellas? —preguntó inocentemente.

—Así es —asintió el mayor, observando con complicidad a su pareja.

—Conejito, ¿quieres ir a ver a Sana y su hermana luego de comer? —preguntó el omega cambiando de tema.

—No quiero —respondió el menor arrugando su naricita mientras tomaba su vasito infantil con pajilla—. Ya fui con mis papis, Sana es mala —anunció.

—¿Por qué Sana es mala? —preguntó en sincronía la pareja, curiosa.

Dejando su vasito sobre la mesa, Beom-gyu cruzó sus brazos sobre su pechito y observó con una seriedad qué enterneció a ambos mayores.

—Le dije que Yuyu era fea y se enojó y me dijo feo —respondió frunciendo el ceño.

—¿Yuyu? —repitió el alfa.

—Creo que se refiere a Tzuyu, ¿no conejito? —preguntó Jimin.

—Sí, ella, ts-... Ts-... Yuyu —dijo finalmente—. No quiero ir a verla —pidió con tierno pucherito.

—Está bien, podemos ir mañana a verla o cuando vuelvan a casa —aseguró el omega y el resto de la comida prosiguió con naturalidad.

Dejando al cachorro en el sofá de la sala viendo una película infantil en la TV junto a las cuatro aves, la pareja en la cocina limpiaba los servicios que habían ocupado.

—No pensé que Sana regañaría a Beom-gyu por defender a su hermanita —comentó Jimin—. Ya sabes, con todo este problema que tuvo.

—Tal vez sea de esas hermanas que son protectoras y molestosas a la vez —se encogió de hombros—. Ya sabes, de esas "no puedes molestarla, sólo yo puedo".

—Mientras no se sienta inferior a ella y no se lleven mal, creo que estaría bien ¿no? —preguntó el menor—. Siempre hay diferentes tipos de relaciones entre hermanos.

—Claro, están los que se llevan bien, los que se odian a muerte, los que pelean todo el tiempo, los que se ayudan en las buenas y en las malas, los que ni siquiera dan una mirada por otro, los que son adictos a las bromas y los que no muestran mucho afecto y son diversión, pero aun así se preocupan por el otro —anuncio.

—Jaebum y yo éramos y somos de bromas pero que sabíamos que podíamos confiar en el otro —recordó con cariño—. ¿Y ustedes cuatro? —le observó.

—Bueno... —dijo secando sus manos—. Hyuna era la consentida de nuestros padres y la que se llevaba bien con todos sus hermanos, yo era el tranquilo al que siempre recurrían por x problema y que gustaba de burlarse del menor, Namjoon era el que peleaba todo el tiempo con Jungkook y este era el que siempre se metía en problemas molestando a los demás, por eso Namjoon discutía con él —recordó con cierto sentimiento de melancolía al recordar aquellos días.

—Kookie es el único que sigue igual de molesto y travieso —bromeó el pelirrojo.

—Eso nunca se le quitará —siguió el mayor, observando con cariño a su pareja.

—Vamos, ve por tu computador y muéstrame las opciones que has escogido para las invitaciones —sonrió—. Yo iré a ver por qué está tan tranquila la sala de estar, ambos sabemos que conejito es un niño que le gusta chillar sin importar cuántas veces haya visto la misma película —le recordó.

—Eso lo heredó de su papi TaeTae —rió Jimin mientras salía junto a su pareja y se separaba para subir a su habitación donde había dejado su computador portátil.

—¿Qué sucede conejito? —preguntó el alfa mientras tomaba asiento a su lado.

—Todos tienen un hermano —dijo señalando la TV, donde estaba la película de Lilo y Stitch—. Ahora Sana también tiene una.

—¿Y tú quieres uno? —preguntó Yoongi.

—No lo sé —se encogió de hombros—. Papi dice que los tres estamos bien.

—¿Y tu papá Kookie? ¿Dice lo mismo? —preguntó.

—Sí —frunció el ceño—. Quiero un Stitch también —anuncio sorpresivamente—. Quiero alguien con quién jugar y dormir y comer —expresó observando al rubio arena.

—¿Un hermano?

—No, un perrito como Stitch —señaló la TV.

—Bueno, puedes pedírselo a tus padres una vez que vuelvas con ellos —sonrió revolviendo su cabello.

Ya quería ver como aquella pareja se tomaba la noticia de su pequeño hijo.

"Ese sería todo un espectáculo que ver" pensó divertido.

—Koya, TaTa, salgan de ahí —ordenó Jimin bajando las escaleras—. Saben que a Hyung no le gusta que se paren en el piano. Shu, shu —ahuyentó y las dos aves aletearon soltando risas esta vez como las de la caricatura el pájaro loco.

Beom-gyu rió al escucharlas, pero su atención siguió en la película infantil.

—Sigo sorprendido por la capacidad que tienen los cuatro para emitir sonidos —expresó el mayor cuando su pareja se sentó a su lado.

—Yo igual —sonrió abriendo su notebook.

Buscando las páginas que había guardado, Jimin le mostró tres diferentes diseños a su alfa.

Y Yoongi tuvo que admitir que su omega tenía razón, si había tantas opciones para lo que era una simple invitación, no se quería ni imaginar todo lo demás.

Esperaba que su pareja tuviera el tiempo suficiente para poder organizarlo todo y que no se estresara por ello, porque si no contraria a alguien para que lo ayudara sin importar si quisiera o no.

—¿Cuál te gusta? —preguntó Yoongi.

—Tengo cierta preferencia por esta —dijo señalando una invitación de papel brillante y normal, pero sus ojos se desviaron hacia la izquierda.

Yoongi sonrió internamente.

—¿En serio? —pregunto—. Porque a mí me gusta esta —indicó la que estaba a la izquierda.

La cual era una carta hecha de un plástico duro y transparente que daba la ilusión de ser de vidrio, sobre esta estaba impresa con letras doradas la invitación a su matrimonio, indicando los nombres de los novios, fecha, día, y el lugar.

Tenía el diseño de una gran casa en la parte de abajo y el sobre era de un blanco crema por dentro y un azul marino por fuera, con un sello de cera con las iniciales de ambos novios.

—¿En serio? ¿No crees que es mucho para una simple invitación? —preguntó mordiendo su labio inferior.

Si, esa era la invitación que en verdad le gustaba a su omega.

—No pienses mucho en el dinero, amor, solo nos casaremos una vez y tú mismo decidiste que sería algo pequeño entre familia por lo que permítete darte a ti mismo estos gustos, aunque sean un poco lujosos en tu propia boda —pidió rodeando con un brazo los hombros de su pareja—. Además, sería un lindo recuerdo que admirar el resto de nuestras vidas.

—Bueno, eso es verdad —asintió un poco más convencido que antes—. Está bien, pidamos estas —sonrió más animado—. Eso si pidiera que cambien esa gran casa por un piano.

—Y un árbol de cerezos —pidió el alfa—. Así estaría perfecto.

—Y con unas hojitas de cerezos en el exterior de la carta también —exclamó encantado—. Haré una lista de las personas que invitaremos, pero necesitaré saber la fecha y el lugar para poder pedirlas —anuncio observando a su alfa.

—Yo me encargo de la fecha, tu busca el lugar que desees —dijo besando su frente.

Por fin, ambos estaban iniciando con los preparativos de su boda.

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