🌸•Capitulo 51•🌸


Jimin se encontraba en su habitación probándose el traje que usaría el lunes para la fiesta de la empresa cuando una sorpresita le hizo sonreír con ternura.

Parándose frente al espejo, contempló con dulzura como la camisa le quedaba apretada alrededor de su abdomen, hasta el punto en que los botones se mantenían unidos con esfuerzo.

Y sus pantalones, ni que mencionarlos, ni siquiera le cerraban.

Bueno, tal vez el que usara ropa ajustada tenía algo que ver al respecto, pero el que su bebé ya estuviera mostrándose claramente en su cuerpo era algo que alegraba a su lobo y llenaba de ternura al omega.

Soltando una risita, se dio vuelta y contempló a sus cuatro mascotas mirándole desde el borde de la cama.

—¿No es una ternura? Chispita ya se comienza a notar sobre la ropa —exclamó colocando sus manos sobre su vientre.

—Ja-ja —pronunció Shuga con la característica risa de Nelson, el personaje de los Simpson.

E inmediatamente, las otras tres aves le imitaron.

Jimin les sacó la lengua—. No me molesta, como ya dije, es adorable, incluso más que ustedes —se burló.

Caminando a la pequeña mesita al lado de su cama, el pelirrojo sacó su diario junto a la cámara. Dejando el pequeño cuaderno, se dirigió hacia el espejo nuevamente y tomó una fotografía instantánea donde se podía apreciar su pantalón desabrochado y su camisa apretada.

Sonriendo, tomó su diario y esperó a que la foto se revelara antes de pegarla y escribir un pequeño texto.

Volviendo a guardarlo dentro del cajón, bajó las escaleras y se dirigió hacia su alfa que estaba en los sofás.

—¡Yoonie! —exclamó y soltó una risita mientras se inclinaba y lo abrazaba por detrás rodeando sus hombros—. Creo que tengo un problemita.

—Un segundo, te llamaré después —pronunció Yoongi cortando la llamada.

—Upss, lo siento, no sabía que... —balbuceó Jimin dejando de abrazarlo.

—Está bien amor —aseguró el mayor alzando sus manos para retener los brazos que rodeaban su cuello—. Cuéntame, ¿cuál es el problemita?

—Bueno... —pronunció dejando de abrazarlo para rodear el sofá y pararse frente a él—. Creo que necesito otro traje para la fiesta —dijo con una sonrisa radiante.

Contemplando a su omega, Yoongi sonrió enternecido por la alegría de su pareja, quien en vez de verse preocupado por como su cuerpo iba cambiando como lo estarían algunos, Jimin en realidad estaba feliz y radiante con ello.

Con la muestra de que su cachorro crecía bien dentro de él.

Sentándose derecho, se inclinó hacia adelante y besó el vientre de su omega sobre la camisa.

—Bueno, esto si es un adorable problema, ¿no? —pronunció apoyando su mentón sobre el vientre para observar a su pelirrojo omega.

Jimin soltó una risita y asintió con su cabeza, sus manos acariciando el cabello rubio trigo de su pareja.

—Bueno cachorro, entonces cámbiate de ropa para poder ir al centro comercial —besó su vientre—. Eres altamente peligroso usando una camisa en los cuales los botones están a punto de explotar —bromeó—. Y por muy sexy que sean tus pantalones ajustados que moldean tu perfecto traserito de burbuja, de nada sirve si no se abrochan.

—Tonto —se rió el omega, golpeando suavemente la nuca de su alfa—. ¿Pero está bien ir ahora? Parece que interrumpí una conversación importante.

—Nada de eso, solo era la persona que contratamos para organizar la fiesta preguntando sobre algunos detalles, nada que no pueda solucionar por un mensaje rápido —aseguró—. Vamos, ponte ropa cómoda. Tal vez le podamos comprar un pequeño regalo a Tzuyu y los pasemos a visitar al hospital, me imagino que todos deben de estar ahí hoy también.

—Hecho —sonrió alejándose, subiendo nuevamente a su habitación.

Mientras Jimin se cambiaba de ropa, Yoongi se encargó de enviarle un correo explicándole lo que quería a la persona que se iba a encargar de la fiesta.

Levantándose, se aseguró de que las mascotas de su pareja tuvieran la suficiente agua y comida, luego prendió la TV dejando una maratón de películas infantiles.

—Estoy listo —anuncio bajando las escaleras.

—Baja con cuidado —pidió Yoongi tomando las llaves de su auto, del departamento y su billetera.

—Lo haré cuando chispita ya no me deje ver mis propios pies —argumento divertido, tomando de la mano a su pareja.

Negando con su cabeza, Yoongi salió del departamento junto a su omega.

En algún momento tendría que ver la posibilidad de una casa, una en la cual su pareja e hijo pudieran estar cómodos y jugar con sus mascotas en un jardín.

Ah, que linda imagen sería esa.

Estacionando el auto, Jimin apagó el motor y observó a su pareja con una sonrisa, esperando.

—Lo has hecho muy bien, ya no tienes problemas para estacionarte en espacios pequeños como antes —halago finalmente Yoongi.

—Tomé cada oportunidad que se presentó para practicar, la cual usualmente era Jin invitándome a salir y transformándome en su chofer —rió bajándose del auto junto a su alfa.

Tomándose de la mano, ambos caminaron a la entrada del edificio ubicado en el centro de Seúl.

Subiendo al tercer piso donde estaban las tiendas de ropa más elegantes o de fiestas, ambos comenzaron a recorrer los pasillos, internándose en algunos locales para ver, pero sin comprar nada realmente.

—¿Te estás aburriendo? —pregunto el pelirrojo omega mientras entraban a otra tienda.

—Nah, me gusta verte probarte ropa —aseguró—. En especial cuando te la sacas —le guiño un ojo.

—Y es por eso que no entras conmigo al cambiador —rió acercándose a unos maniquíes con trajes.

—¿Por qué aún no escoges nada? —preguntó curioso el mayor, observando a su pareja revisar un traje—. Sé que en la tienda anterior te gustó el último traje.

—Sí, pero era demasiado caro para algo que seguramente usaré una o dos veces antes de que me deje de quedar bien nuevamente —explicó—. Sin contar que era algo ajustado.

—Te veías precioso, sexy —halago.

—Gracias —musito con sus mofletes algo sonrojados—. Solo que esta vez no estoy buscando esa apariencia, quiero algo en lo que se muestre que nuestro cachorro está con nosotros sin darme esa apariencia de estar a punto de reventar —explicó—. Pero si escojo una talla más grande, mi vientre ya no se nota porque aún es pequeño —estiró su labio inferior en un puchero.

—Entonces, tal vez necesitemos algo de ayuda —anuncio observando a su alrededor—. Espera un segundo —pidió y se alejó.

Siguiendo con la vista a su alfa, Jimin lo observó hablar con un trabajador de la tienda, agitando sus manos ambos miraron en su dirección y luego siguieron conversando.

Asintiendo con la cabeza, el empleado se alejó y Yoongi volvió a su lado.

—Vamos amor, tomemos asientos mientras esperamos —dijo tomando su mano, guiándolo a través de la tienda hasta una sala un poco aparte.

Esta tenía una pequeña tarima en el centro cerca de la pared de no más de un peldaño, frente a un gran espejo de cuerpo completo. Y por los costados, había unos sofás cómodos color vino y una puerta doble.

—¿Qué fue lo que le dijiste? —pregunto curioso el pelirrojo mientras tomaba asiento.

—Le pedí lo que me describiste —respondió—. Y mira, parece que ya ha encontrado algo —señaló al mismo hombre mayor que se acercaba.

—Señor, le he traído dos trajes, pero si no le gustan puedo ir a buscar otros —expresó alzando ambas prendas de ropa frente a él.

—Me gustaría probármelos —pidió Jimin, sus ojos desviándose más hacia el traje del lado izquierdo.

—Por supuesto señor, detrás de esa puerta hay un cambiador —indicó el empleado beta.

—Gracias, te llamaremos cualquier cosa —aseguró el alfa tomando ambos trajes.

Quedando los dos solos, Yoongi alzó uno de los trajes.

—Parece que este te ha gustado más —sonrió ladino.

Riendo al verse atrapado, el pelirrojo omega le arrebató el traje y se dirigió al cambiador.

Tomando asiento nuevamente, no pasó mucho tiempo para que su hermoso omega saliera de entre esas puertas, luciendo tan hermoso como siempre y más ahora que estaba en espera.

Subiendo a la pequeña tarima, Jimin se observó en el espejo. Alzando su mano, acomodó la chaqueta azul con diseños plateados abierta y luego tocó la camisa color blanco perla que había descubierto, era de seda. Esta, tenía un corte en v que revelaba parte de su pecho y clavícula.

En su cuello, un pañuelo azul oscuro lo rodeaba cubriendo su marca.

Mirándose, Jimin sonrió satisfecho al comprobar que la camisa suelta, se apegaba cómodamente a su cuerpo y moldeaba la curvatura de su vientre sin llegar a apretarla.

—¿Y? —preguntó dándose vuelta—. ¿Qué te parece?

Levantándose, Yoongi subió a la pequeña tarima junto a su omega y lo besó castamente mientras sus manos trabajaban quitándole aquel pañuelo que le rodeaba el cuello.

—Ahora sí, perfecto —murmuro admirando la marca en su pelirroja pareja.

Rodando sus ojos, Jimin soltó una pequeña risita y se volvió a observar en el espejo, satisfecho con lo que veía.

—¿Los pantalones no te aprietan? —preguntó el mayor abrazándolo desde atrás, recargando su mentón sobre su hombro.

—No tienen botones —respondió—. Son elastizados arriba, por lo que no te preocupes, no se me caerán —sonrió perdiendo sus ojos en el acto.

Besando la abultada mejilla, Yoongi se alejó del cuerpo de su pareja palmeando su perfecto trasero de burbuja.

—Entonces creo que ya estamos listos, ¿o deseas comprar algo más? —preguntó.

—Aparte de un regalo para Tzuyu y Sana, nop —respondió volviendo al cambiador.

Cuando salió nuevamente, su alfa hablaba con el mismo empleado que le había conseguido el traje.

—Nos llevaremos este —anuncio Jimin deteniéndose al lado de su pareja.

—Claro señor, por favor, permítame —pronunció tomando el traje que descansaba entre los brazos del omega.

En silencio, la pareja siguió al hombre hasta la caja para pagar y lo observaron doblar y guardar el traje dentro de una bonita caja negra delgada con papel rojo en el interior destinado a proteger la ropa y con el nombre de la tienda en la tapa con letras doradas.

—¿Efectivo o tarjeta?

—Tarjeta —respondió Yoongi sacando su billetera antes que Jimin—. Tú le compras los regalos a las niñas —pronunció ante los ojos entrecerrados de su omega.

Aquello obviamente no era justo, pero el pelirrojo lo aceptó.

Saliendo de la tienda con su compra entre sus manos, ambos bajaron al segundo piso donde se encontraba mayormente tiendas para niños, desde ropa, juguetes y artículos para ayudarles a estudiar.

Entrando a la primera tienda destinada para los bebés recién nacidos y los padres primerizos, ambos no pudieron evitar observar encantados los distintos conjuntos de ropita, imaginándose a su propio cachorro en ellos.

—¿Qué te parece este peluche? —preguntó Yoongi tomándolo entre sus manos.

Jimin observo con ternura el peluche de un pequeño pingüino con un disfraz de ranita, el verde claro resaltaba sobre el gris al igual que el naranja de sus patitas y piquito.

—Que ternura, me lo quiero quedar —bromeó.

—¿Y si mejor nos quedamos este? —preguntó su alfa tomando otro peluche de pingüino, solo que, en vez de un disfraz de rana, tenía uno de pollito.

—Mío —sonrió tomándolo entre sus brazos—. Y este también —anuncio tomando otro peluche de pingüino, sólo que este tenía un disfraz de gatito.

—Entonces ya tenemos un regalo para Tzuyu y para nuestro bebé —anuncio Yoongi caminando a la caja junto a su pareja—. Sólo nos falta Sana.

—Quiero verle unas nuevas zapatillas de ballets —decidió el omega entregando su tarjeta para pagar.

—¿Y las podremos encontrar aquí? —preguntó el alfa—. ¿Tiene una bolsa de regalo para ese? —pidió señalando a uno de los pingüinos.

Asintiendo, la joven empleada tomó una bolsa decorada infantilmente con ositos y brillos.

—Creo que hay una tienda, pero no me acuerdo en qué piso, sé que también hay un lugar fuera del centro comercial —dijo pensativo, tomando las bolsas una vez estuvieron listos.

—Si bueno, creo que el regalo de Sana puede esperar un poco —decidió Yoongi observando el vientre de su pareja cuando este rugió suavemente.

Un adorable rubor cubrió los adorables mofletes de Jimin y observó su propio estómago.

—¿Tienes hambre chispita? —preguntó con una sonrisa avergonzada.

—Vamos, creo que había una tienda de comida rápida por aquí —sonrió su alfa—. Pero como que tenemos muchas bolsas para ello. Te dejaré en la tienda y las iré a dejar al auto —decidió.

—O las vas a dejar ahora mientras yo busco una tienda —opinó el menor entregándole las bolsas de los peluches—. Se me antoja una hamburguesa —dijo frunciendo sus labios.

—Con papas fritas —pidió su alfa—. Creo que en este piso había un McDonald.

—Entonces ve, yo pediré nuestra comida chatarra —rió.

Separándose, Jimin buscó el local de comida y se dispuso a hacer la fila cuando lo encontró, pero mientras esperaba su turno, el aceitoso olor a fritura más la combinación de perfumes de las personas en el interior le provocó asco.

Saliendo de la fila, el omega se alejó lo más rápido que pudo del local y tomó asiento en una banca desocupada.

—Parece que no te gustó el olor de aquel lugar —suspiro el pelirrojo acariciando su vientre—. Calma chispita, esperaremos a papi para que compre algo por nosotros —prometió observando a su alrededor.

Un infantil grito llamó su atención al igual que de otras personas.

Desde su posición en la banca, Jimin observó con sorpresa a un cachorro de unos cinco años hacer un terrible berrinche en el cual incluso se tiraba al suelo mientras gritaba no.

Y cuando reconoció al niño, su sorpresa solo aumentó.

Levantándose de la banca, el pelirrojo omega se dirigió a la escena, contemplando a Yudai pidiéndole a Theia que se detuviera mientras el niño seguía en el suelo pateando y negando con su cabeza.

—Ya te dije que tu padre sólo ordenó recoger tu traje, nada de juguetes y menos ese enorme peluche —discutía el omega con tono cansado.

—¡No! ¡Mío! ¡Yo lo quiero! —gritaba el cachorro en japonés.

—Ya tienes uno en el departamento, no necesitas otro —suspiro Yudai.

—¡Es mío! ¡Lo quiero! ¡Lo quiero! ¡Lo quiero! —gritó deteniéndose para golpear al mayor en las piernas.

—Pequeño príncipe demonio, detente —Yudai pedía intentando alejarlo sin lastimarlo en el proceso.

—¡Theia! —exclamó Jimin sorprendido, logrando que el cachorro se detuviera y Yudai le observara con alivio.

—¡Él malo! —acusó Theia levantándose del suelo rápidamente—. ¡Me pegó! —exclamó.

—Es malo mentir, Theia —se adelantó Jimin—. Vi claramente como te tiraste al suelo y comenzase a gritar para luego golpear a Yudai solo porque no te quiso dar algo —negó con su cabeza—. Estoy muy decepcionado de ti, cachorro. Mentir es malo.

Cabizbajo, el infante observaba el suelo.

—Descuida, siempre es así cuando no consigue lo que quiere —bufó Yudai.

—¡Mentira! —grito el niño intentando empujar al omega que lo cuidaba.

—¡Theia! —regañó Jimin, logrando que el cachorro se detuviera nuevamente.

Sacando su teléfono, Yudai frunció sus labios y luego observó a Jimin.

—¿Te importa cuidarlo? —preguntó observando al pelirrojo—. Necesito ir a buscar el encargo de su padre, no tardaré mucho —prometió alejándose sin escuchar realmente la respuesta del contrario.

Suspirando, Jimin observó al pequeño.

—Vamos a sentarnos mientras esperamos —ordenó el omega manteniendo su tono enojado con el menor.

Tomando su mano, lo volvió a guiar a la banca en la que había estado sentado minutos antes.

—¿Enojado conmigo? —preguntó Theia sin mirar a Jimin.

—Enojado no —suspiro el pelirrojo—. Estoy decepcionado de ti, Theia. Esa no es forma de tratar a tus mayores, mucho menos hacer ese berrinche tan grande solamente porque no te compraron lo que deseabas —observó al cachorro—. ¿Por qué tratas así a Yudai? No quiero ser malo, cachorro, pero solo lograrás que él se aburra y se vaya.

—Él no se va a ir —negó inmediatamente el cachorro.

—Él se puede ir si lo quiere, Theia. Él sólo trabaja para tu padre, Yudai no tiene ninguna obligación de soportar tus malos tratos hacia él, no creo que su trabajo siquiera consista en cuidar de ti, y aun así él lo hace porque te quiere aunque no te lo diga —expresó acariciando su cabello.

—¿Me quiere? —preguntó bajito.

—Piensa Theia, ¿quién está contigo cuando tu padre trabaja? ¿Quién te prepara la comida? ¿Quién te arropa cuando tu padre no puede? ¿Quién va por ti al jardín? ¿Quién te ayuda con tus tareas? ¿Y quién juega contigo? Él no tendría por qué hacer esas cosas, pero las hace, por ti, porque te quiere —aseguró—. Pero si sigues actuando como lo haces, sólo lograrás que Yudai se vaya de tu lado.

Frunciendo el ceño, el menor se mantuvo en silencio.

—¿Cariño? —pronunció Yoongi observando a Theia y luego a su pareja.

—Intenté hacer la fila pero el olor nos provocó náuseas a Chispita y a mí —explicó Jimin con un puchero—. Me lo encontré mientras te esperaba, Yudai me pidió verlo mientras iba a buscar algo —explicó en un susurro cuando su alfa se sentó a su lado.

—Hola Theia —saludo Yoongi, pero el cachorro se mantuvo observando el suelo con el ceño fruncido.

El alfa observó a su pareja, pero este se encogió de hombros.

—Uhm, tal vez deberíamos de volver a casa y preparar el almuerzo —opinó el alfa.

—¿Y comida para llevar? —preguntó Jimin—. Es más rápido.

—Claro, ¿quieres que te compre una galleta mientras tanto? —preguntó ya levantándose.

—Y un zumo —pidió.

—Un zumo —asintió y observó al cachorro—. ¿Quieres algo, Theia?

El menor negó con su cabeza, ahora observando en la dirección en la que Yudai se había alejado.

—Ya vuelvo —Yoongi dijo besando la frente de su omega antes de alejarse.

—¿No volverá? —preguntó el cachorro, observando a Jimin preocupado.

—Claro que sí, te quiere, recuérdalo —aseguró desordenando su cabello—. Mira —señalo en dirección contraria a la que se fue su alfa.

En silencio, Theia observó a Yudai hasta que el omega estuvo frente a él.

—No necesitas uno tan grande —anuncio entregándole una réplica pequeña del gran oso de peluche que quería el menor—. Vamos, tu padre ya está llamando —anuncio tomando de la mano Theia cuando este se levantó en silencio—. Gracias por cuidarlo.

—No es nada —sonrió Jimin, satisfecho consigo mismo al contemplar al infante observar fijamente a Yudai mientras se aferraba al pequeño osito con uno de sus brazos.

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