🌸•Capítulo 3•🌸
Observando la presentación en su computador, Yoongi frunció el ceño sin poder concentrarse realmente en lo que estaba frente a él.
Las palabras de su omega invadían sin descanso su cabeza, la culpa carcomiéndolo desde adentro.
Girando en su silla, observó a través del ventanal de su oficina el hermoso y despejado cielo.
Él debería de estar afuera disfrutando del día con su pareja y la pequeña chismosa, no encerrado en su oficina.
"Odio el hecho de que eso te esté convirtiendo en un hombre que rompe sus promesas, porque tú no eres así" recordó las palabras de su pareja, su corazón dolió, y su lobo se removió inquieto.
Torciendo sus labios, Yoongi sobo su pecho y volvió a girar su silla para contemplar su computador sin verlo en verdad.
¿Realmente se estaba convirtiendo en un hombre que rompía sus promesas?
Observando la foto enmarcada que tenía sobre el escritorio, la tomó para contemplar más de cerca a su hermoso omega.
Un sonriente Jimin saludaba a la cámara con unos hermosos cerezos detrás de él.
Sin poder evitarlo, acarició con su dedo el rostro de su pareja, contemplando con cariño la sincera y dulce sonrisa de su cachorro, una donde sus ojos desaparecían en el acto, dándole un aspecto tierno.
Volviendo a dejarla sobre el escritorio, noto el pequeño calendario a su lado con dos círculos en rojo que tenía anotado en ciertas fechas, eran un sábado y domingo tachados con una cruz.
Esos eran los días que supuestamente iba a llevar a Jimin a presenciar el florecimiento de los cerezos y le había cancelado.
Observó el nuevo círculo hecho sobre el presente domingo, el día que había prometido llevarlo de nuevo.
"Odio que te esté convirtiendo en un hombre que rompe sus promesas" volvió a recordar, junto al tono decepcionado del pelirrojo.
Cerrando sus ojos, intentó concentrarse en su lazo, pero su omega no estaba permitiendo que sus sentimientos fluyeran libremente a través de este y eso le inquietó.
Abriendo sus ojos, volvió a observar el calendario, luego la foto de su pareja y seguido la solitaria oficina. Entonces, tomó una decisión.
A la mierda los detalles, él sabía perfectamente lo que tenía que decir en la reunión del lunes, no tenía por qué estar revisando y comprobando nada, sabía que podía ser un poco perfeccionista con su trabajo pero ya lo estaba llevando a otro nivel.
Decidido, apagó su computador portátil y se levantó tomando su chaqueta que había dejado en el respaldar de su silla.
Saliendo de su oficina, se encontró justo con su padre quien al verle, suspiró y negó con su cabeza.
Yoongi ya intuía lo que le iba a decir.
—¿Otra vez?
—Ya he recapacitado, no necesito ninguna charla —se adelantó—. Fui un idiota que se obsesionó con su trabajo, lo sé.
—Bueno, al menos te diste cuenta —asintió—. No permitas que el trabajo te vuelva a dominar, hijo. Trabajar es importante, pero nunca más que tu pareja o familia —aconsejó.
—¿Cómo lo hiciste tú? —pregunto sin poder contenerse—. ¿Cómo hiciste para dividir bien tu tiempo entre tu familia y trabajo?
—Nunca lo he podido dividir bien si cuentas las veces que trabajé desde el despacho de la casa —le recordó riendo—. Pero ahí estaba tu madre, para recordarme lo que era más importante para mí.
Justo lo que había hecho Jimin esa mañana.
Dios, le debía una gran disculpa a su pareja por haberse ido sin despedirse esa mañana, admitiendo que estaba un poco enojado en ese momento hasta que llegó a su oficina.
—Uhm... Parece que alguien debe disculparse —sonrió el alfa mayor—. Ve con tu pareja y no te quiero encontrar más los fines de semana aquí —advirtió—. No me obligues a decirle a los guardias que no tienes permitido entrar los sábados y domingos.
—Ya no lo haré —prometió dirigiéndose finalmente al ascensor, ansioso y buscando una forma de disculparse con su cachorro.
Llegando al subterráneo donde estaba el estacionamiento, el alfa inmediatamente se subió a su auto y sonrió cuando armó el plan perfecto... Bueno, todo dependería realmente del lugar en el que se encontraba su pareja y Sana.
Tal vez no sería lo suficiente para compensar a su pareja por todas las veces que le había cancelado su esperado viaje pero, esperaba que al menos ayudara a quitar esa expresión de decepción que había visto en los ojos del pelirrojo y que le seguía acosando.
Ahora realmente sería más consciente de su horario de trabajo. Después de todo, solo tenía el fin de semana para estar con su omega debido al trabajo de ambos.
No queriendo usar su teléfono mientras conducía deprisa hacia su departamento, decidió hablarle a su pareja por su enlace mental.
"Cachorro, ¿en dónde están?" preguntó.
"Estuvimos unas buenas horas andando en bicicleta y sobre patines" respondió calmadamente "Ahora nos ha dado algo de hambre por lo que iremos a comer"
"¿Pueden esperar por mí?" pidió "Ya voy en camino" prometió estacionando frente a su edificio.
"Claro, de todas formas Sana aún no quiere quitarse sus patines"
"Tú ten cuidado bebé, no sabes andar bien sobre patines aún" le recordó entrando en el edificio, subiendo al ascensor.
La risa que llegó a través de su lazo no supo si era buena o mala.
"Si bueno, creo que Sana ya lo comprobó"
"Mierda, ¿te lastimaste?" pregunto preocupado, bajándose en su piso cuando las puertas metálicas se abrieron.
"Solo un poco, estaba con protección" aseguró.
"¿Seguro?"
"Si Yoonie, y ya no hablemos más así que luego nos duele la cabeza" le recordó. "Solo apresúrate y ven con nosotros" pidió.
Solo había un lugar al que Jimin iba cuando quería andar sobre bicicleta, por lo que con una dirección ahora, Yoongi rápidamente se cambió de ropa por una casual y tomó una gran manta ya algo vieja y desgastada pero todavía usable.
Saliendo rápidamente de su departamento, no demoró en estar otra vez sobre su automóvil, conduciendo a través del tráfico.
Un par de calles antes de llegar al lugar donde le esperaban, se detuvo en una tienda de conveniencia y compró todo lo que iba a necesitar ese día.
Guardando las bolsas en la maletera del auto, el alfa volvió a su camino entre el tráfico de Seúl.
Buscando un lugar donde estacionar, Yoongi no perdió tiempo en bajarse del auto y colocarle seguro antes de alejarse, buscando con la mirada a Jimin y Sana.
Encontró a su pareja sentada en una banca, con su pierna elevada mientras contemplaba a Sana andar en patines alegremente.
—Dijiste que no te habías lastimado —reprochó tomando asiento a su lado, levantando su pierna para dejarla sobre su regazo.
—Yo dije que solo un poco —corrigió y le observó con sorpresa—. ¿Cómo pudiste pasar a casa por un cambio de ropa y llegar tan rápido? —cuestionó arqueando una ceja—. ¿A cuánto condujiste?
—Solo conduje al límite —prometió, pero tal vez había conducido más rápido realmente—. ¿Dónde te lastimaste? —distrajo.
—Al caer creo que me doble un poco el pie —explicó—. No está hinchado así que debe ser solo una torcedura.
—Ten más cuidado, cariño —suspiro alzando su mano para acariciar su mejilla.
—Que no fue mi culpa, la mujer esa chocó conmigo —se defendió frunciendo sus labios.
—Te empujó a propósito Oppa —pronunció Sana deteniéndose frente a ellos—. Yo la vi.
—Bueno, eso explicaría por qué estaba tan encantada de ayudarme y luego se alejó toda enojada al ver mi marca —frunció el ceño—. Esa no es forma de coquetear.
—¿Coquetear? —preguntó Sana curiosa.
—Sigue andando pequeña chismosa —indicó el alfa.
Rodando sus ojos de forma dramática, la niña le sacó la lengua y obedeció.
Antes era tan dulce, ahora era solo una mocosita tierna que se creía una adulta.
—Ahora bebé, te dejo solo por un momento y ya atraes a idiotas —pronunció observándolo.
—Si no me hubieras dejado solo esto no habría pasado —se encogió de hombros.
El alfa torció sus labios, culpable.
—¿Arreglaste las cosas del trabajo? —le preguntó Jimin y observó en silencio como el mayor lo movía hacia su regazo.
—Lo lamento, ascender a jefe me daría un poco más de tiempo libre para pasarlo contigo y unas ventajas por lo que me concentre en ello, ocupando nuestros fines de semanas —se excusó rodeándolo con sus brazos, escondiendo su rostro en su cuello.
El omega suspiró moviendo su cuello para darle más acceso—. Está bien, solo odié que rompieras tus promesas, tú no eres esa clase de hombre después de todo —aseguró acariciando la mano sobre su estómago.
—Y no lo seré, nunca más —prometió saliendo de su escondite, besando su largo cabello rojizo—. ¿Quieres seguir andando en patines? —preguntó metiendo un mechón detrás de su oreja cuando este cubrió aquellos bonitos ojos miel.
—No gracias, en realidad tengo algo de hambre —confesó, después de todo, realmente no había tomado desayuno esa mañana y luego de tener actividades, su cuerpo exigía alimento.
Levantándose, Jimin torció una esquina de sus labios en una mueca cuando hizo presión en su pie derecho.
Realmente esperaba que solo fuera una torcedura o la esposa de Hoseok le mataría por no cuidarse, y él mataría a la mujer esa que le empujó por provocar aquello.
Los regaños de Momo eran eternos, infernales y aburridos.
—Te duele —afirmó Yoongi, rodeando con un brazo la cintura de su omega para ayudarle a caminar sin utilizar tanta presión en su pie.
Lamentablemente, a pesar de haber pasado tanto tiempo, Jimin solo había crecido lo suficiente como para que su cabeza llegara a los ojos de su alfa, casi nada prácticamente, ya que antes le llegaba perfectamente cerca de su nariz.
Eso fue triste, ya que el maldito de Taehyung si había crecido más que él pero afortunadamente no más que su alfa Jungkook, lo cual sí era un consuelo, ya que Kookie lo molestaba por ello.
—Vamos Sana, es hora de devolver esos patines e ir a comer —anunció Yoongi ayudando a caminar sin problemas al pelirrojo.
—¿A dónde vamos a ir a comer? —pregunto andando delante de ellos, volviendo al hombre que arrendaba los patines.
—Es una sorpresa —respondió llamando la atención de su pareja.
—Tío Hyuk dijo que no iba a abrir el restaurante los domingos sin importar lo que le dijeran —recordó el omega.
—¿Y quién mencionó al tío Hyuk? —alzó una ceja.
—¡Mira oppa, allá está la mujer que te empujó! —grito para nada disimulada la pequeña chismosa, agitando su mano a la mujer de cabello rubio que les observaba desde lejos junto a unas amigas.
—¿Quieres que vaya a empujarla en venganza, amor? —preguntó Yoongi.
—No seas bobo Hyung —dijo Jimin rodando sus ojos, pero una pequeña risa se le escapó traicionándolo—. Solo ignórala.
Dejando de observar a la mujer, el alfa observó a su pareja y se inclinó por un beso.
—Vamos antes de que Sana nos deje atrás —sonrió el omega, observando lo lejos que iba ya la pequeña.
Soltando la cintura del menor, Yoongi se colocó frente a él y se inclinó mostrándole su espalda.
—Arriba cachorro.
—Aún puedo caminar.
—¿Prefieres que te tome en brazos? —amenazó observándolo sobre su hombro.
Sabiendo que su pareja era capaz de hacerlo sin importarle el lugar donde estaban, Jimin se subió a la espalda de su pareja.
—Solo hasta alcanzar a Sana —refunfuñó en su oído cuando Yoongi se volvió a enderezar, afirmándolo de los muslos mientras Jimin le rodeaba el cuello con sus brazos.
—No gracias, no quiero escuchar también el sermón de Momo por no cuidar bien de mi omega y permitir que se lastimara —respondió—. Si no mejora de aquí a mañana, iremos a ver al médico —anunció apresurando el paso para seguir a Sana.
Yoongi supo exactamente el momento en que su pareja reconoció el lugar al que iban.
La emoción de su rostro más aquel hermoso brillo en sus ojos lo delataban, y Yoongi realmente se sintió un estúpido idiota por no haber cumplido con su promesa antes.
—Oh, son los árboles bonitos —chillo Sana desde el asiento trasero, apegándose a la ventana para contemplar mejor el hermoso parque lleno de cerezos florecidos.
El verde del césped hacía un hermoso contraste con el diferente tono de rosa que poseían los árboles.
—Vamos a hacer un picnic —anunció buscando un lugar de estacionamiento frente al parque, algo difícil, ya que a muchos les gustaba hacer exactamente lo mismo.
—No era necesario —pronunció Jimin colocando su mano sobre su muslo, observándolo.
—Sí lo era, lo sabes —respondió tomando su mano para llevarla contra sus labios, depositando un pequeño beso.
Una hermosa sonrisa de ojos tuvo como recompensa antes de que su pareja se volviera para contemplar el paisaje a través de la ventana.
No importaba cuántas veces Jimin había visto aquellos árboles, le seguían enamorando al igual que la primera vez.
Cuando por fin el alfa encontró un lugar, los tres se bajaron del auto con una sonrisa en sus rostros.
Yendo al maletero, Yoongi sacó la gran manta y se la entregó a Jimin quien besó su mejilla por el gesto, después de todo era la manta que siempre usaban cuando iban a ver los cerezos.
—Yo también quiero ayudar —pronunció Sana al ver que los dos llevaban algo menos ella.
Entregándole la bolsa que era menos pesada, los tres se internaron en el parque buscando el lugar adecuado para su pícnic.
—Aquí —dijo Sana corriendo hacia un hermoso cerezo libre que proporcionaba una buena cantidad de sombra permitiendo solo que sutiles rayos de sol le atravesaran.
Colocando la manta en el suelo, Jimin se quitó los zapatos al igual que los demás y se sentó sobre ella.
Observando a su pareja masajear su tobillo, Yoongi juntó levemente sus cejas y se sentó frente a él, tomando su pie.
—¿Amor? —pregunto Jimin y soltó un suspiro de alivio cuando el mayor comenzó a masajear su tobillo.
—¿Te duele mucho, Oppa? —pregunto Sana, sacando un sándwich de la bolsa y entregándoselo al omega—. Todo por culpa de esa ajhumma —refunfuño.
—Solo es una molestia, mañana estaré bien —aseguró y mordió gustoso su sándwich.
—Llegando a casa vendaré tu tobillo —anunció Yoongi—. ¿Tenemos vendas, cierto?
—Mmh... Creo que la última vez se las pasamos a Jungkook y no nos la devolvió —recordó.
Sacando su teléfono móvil, el alfa le envió un mensaje a su hermano pidiéndole de vuelta las vendas.
Con el pie de su pareja en su regazo, Yoongi comenzó a comer junto a los dos contrarios.
—¿Quieres sacarte fotos? —pregunto conociendo la respuesta.
—Por favor —asintió el menor entregándole su celular.
Colocándole la clave al celular, Yoongi sonrió mientras comenzaba a sacarle fotos a su pareja y luego a Sana, seguido a los dos juntos, después los tres y finalmente solo ellos dos.
Con Sana tomando el teléfono de Jimin, comenzó a sacarle fotos a los otros cerezos, dejándole un momento a solas a la pareja.
Sentándose detrás de su pareja, Min Yoongi lo rodeó con sus brazos y besó su abultado moflete.
—Gracias por lo de esta mañana, por recordarme qué es lo más importante para mí —pronunció estrechándolo entre sus brazos.
—Siempre juntos, Yoongi. Nunca permitiré que te vuelvas a perder a ti mismo, así como tú nunca me lo permitirás a mí —respondió apoyándose cómodamente en su alfa, mientras contemplaba a la pequeña Sana a lo lejos.
Ahora que estaban juntos, sus lobos parecían en calma y cómodos.
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