🌸•Capítulo 23•🌸


—Profesor, ¿tiene usted frío? —preguntó uno de sus pequeños alumnos mientras esperaban a que los padres aparecieran para recogerlos.

Instintivamente, Jimin alzó su mano y tocó el cuello alto de la camiseta que se había colocado bajo su delgada chaqueta.

—Solo un poco —respondió con una sonrisa, no queriendo explicarles a los pequeños cachorros que en verdad estaba ocultando las muestras de amor que había dejado su alfa en su cuerpo esa misma mañana.

El repentino ataque de su pareja había sido un poco inesperado.

Jimin culpaba al encuentro de su fin de semana con aquel hombre llamado Akanishi, había molestado a su alfa con su presencia e interés hasta el punto de lograr irritar también al lobo de Yoongi.

Sí, es verdad que en otras ocasiones también habían hecho el amor en la mañana antes de ir a trabajar, pero su Yoongi siempre se aseguraba de que fuera un día cercano al fin de semana para no causarle molestias en el trabajo desde que ninguno se controlaba muy bien en la pasión del momento.

Aunque a lo mejor esa había sido la razón por la cual le hizo hecho el amor de forma lenta y cuidadosa, o tal vez simplemente quería hacerlo lento y disfrutar torturándolo de placer.

Cuál fuera la razón, Jimin realmente había disfrutado.

Despidiéndose de su alumna junto al padre de esta, el pelirrojo observó la sala para encontrarse únicamente con el pequeño Beom-gyu sentado en su lugar mientras intentaba abrir su paquete de galletas.

Inclinando su cuerpo a través de la puerta para contemplar el pasillo, el omega suspiró al no observar a su amigo aún.

Negando suavemente con su cabeza por la tendencia de llegar tarde, fue hasta el cachorro y tomó asiento frente a él en la pequeña mesa grupal para cuatro.

—Conejito, ¿no es ese tu primer paquete hoy? —preguntó un poco sorprendido.

—No tenía mucha hambre —respondió extendiendo su pequeño brazo hacia el omega con el paquete de galletas—. Po favor —pidió haciéndole ojitos.

—Hoy estuviste muy tranquilo —observó y el infante se encogió de hombros—. ¿Qué hiciste este fin de semana? —preguntó.

—Acompañe a papi y a papá a ver sus pinturas y esas cosas —respondió presionando su pequeña mano en su moflete derecho, casi... Como si estuviera ocultando algo—. Papá Kookie jugó conmigo mientras papi combesaba con alguien.

—Conversaba —corrigió—. Conejito, ven aquí —llamó señalando la silla a su lado.

Levantándose, Beom-gyu siguió la indicación del omega y tomó asintiendo a su lado.

—¿Te duele uno de tus dientecitos? —preguntó y el menor se mantuvo en silencio, observando la mesa—. Abre boca —ordenó y el cachorro inmediatamente negó—. Beom-gyu... —advirtió con suavidad.

Soltando un suspiro, el infante abrió grande su pequeña boquita, mostrándole todos sus pequeños dientes a Jimin y confirmándole lo que sospechaba.

—Has estado comiendo muchos dulces, ¿te has lavado los dientes? —preguntó.

El cachorro dudó, pero luego negó.

El pelirrojo suspiró—. Tienes una carie, pequeño, por eso te duele. ¿Le dijiste a tus papis?

—No... —susurro observando la mesa—. No me gustan los dientistas.

—Dentistas —corrigió con una sonrisa suave—. Tendré que decirle a papi Tae.

—No po favor, ya no comeré más dulces, pero que no me lleven al dientista —rogó colocando sus pequeñas manos en el brazo de Jimin.

—¿Por qué? —preguntó curioso.

—Porque él tiene esa máquina que hace "ddddd" Y tira agua y también tiene, tiene... —balbuceo exaltado, comenzando a removerse en su silla.

—¿Quieres ir al baño? —preguntó el omega al contemplar al menor mover sus piecitos.

El cachorro asintió—. Ya vuelvo —anunció saliendo de la sala, corriendo.

Sonriendo, el pelirrojo se levantó y fue hacia su escritorio.

—¡Conejito! No llores, ya estoy aquí —exclamó Taehyung entrando en la sala—. Minnie, ¿y mi bebé? —preguntó al no verlo.

—Fue al baño —respondió y con la mano le hizo una señal para que se acercara más.

—¿Qué sucede? —preguntó curioso el padre—. ¿Mi bebé hizo algo malo?

Jimin negó—. ¿Cuánto dulce le han estado permitiendo comer? —preguntó.

—Eh... En casa solo tiene de sus galletas y creo que... La verdad, no lo sé —confesó un tanto culpable—. Tal vez mi madre, Nana y la madre de Kookie también le dan dulces cuando les visita y últimamente está mucho con ellas por el tema de la exposición —dijo rascando su nuca—. ¿Por qué?

—Tiene una carie —anunció—. Hoy lo noté inusualmente tranquilo y en ningún momento lo atrapé compartiendo de sus galletas como usualmente hace. Mientras te esperábamos, vi como tocaba con dolor su rostro y al revisarle... Bueno, ya sabes —explicó.

—Dios, ¿cómo no me di cuenta? —exclamó culpable.

Acercándose, Jimin colocó su mano sobre el hombro de su amigo.

—Tu cabeza ha estado por todos lados con esto de la exposición y algo me dice que Beom-gyu lo ha sabido esconder muy bien porque le tiene miedo al dentista —consoló.

El peliazul asintió con su cabeza.

—No es excusa realmente, pero gracias —pronunció algo decaído.

—¿Por qué les tiene miedo? —preguntó curioso el pelirrojo.

—Les tiene miedo desde que Kookie lo tuvo que llevar con él para sacarse una muela —respondió—. Tendré que decirle que iremos por un helado para llevarle ahora —planeó.

—Ya estoy listo —anunció el cachorro apareciendo.

Observando a su hijo, Taehyung lo tomó entre sus brazos y llenó de besos su infantil rostro hasta que consiguió una suave carcajada del menor.

El padre realmente estaba tentado a revisarle la boquita a su hijo, pero no quería darle una idea de que ya sabía la verdad, ya que eso le advertiría a dónde irían.

—Conejito, ¿quieres ir por un helado? —propuso logrando que el infante asintiera alegre, sin imaginarse de la verdad.

—Hyung, ¿viene con nosotros? —pidió el cachorro observando a su profesor.

Instintivamente, Jimin observó su escritorio.

—Vamos Minnie-ah, todavía debes de contarme lo que ocurrió allá en Japón —le recordó su amigo.

—Está bien —asintió finalmente—. Prepararé el material de mañana en el departamento —accedió.

Sonriendo, tomó su mochila mientras Taehyung agarraba la de su cachorro y salieron del aula.

—Adiós señora Shim —se despidió Jimin de la mujer mayor cuando pasaron frente a su sala.

La mujer le observó y movió apenas su cabeza antes de seguir con su trabajo.

—Esa ahjumma necesita sonreír alguna vez en la vida —bufó el peliazul una vez salieron del establecimiento.

—Creo que... Solo está muy sola —pronunció Jimin—. El tiempo que estuve bajo su cuidado, nunca le vi con nadie de su familia ni amigos —explicó.

—Estar amargada por ello solo le hará su vida más aburrida y difícil —comentó Tae—. Caminemos —propuso aprovechando que había viajado en taxi, razón por la cual llegó tarde—. Minnie, ¿puedes averiguar si hay una heladería cerca que tenga aún disponibles helados? —pidió.

Conteniendo su risa, Jimin sacó su teléfono y averiguó si había una hora disponible con el dentista al cual iba Taehyung.

—La heladería a la que vas siempre tiene, pero tendrás que esperar una hora para que estén listos —respondió.

—¿Puedes reservarme una hora? —pidió.

—Helado papi, que te guarden helados —corrigió el inocente cachorro, jalando de la mano a su padre.

—Sí, eso mismo —asintió Taehyung.

—No hay problema —respondió volviendo su atención a su celular.

—¿Y bien? ¿Quién ese tal Akanishi y Yudai que me mencionaste por mensajes ayer en la tarde? —preguntó curioso el peliazul una vez que Jimin le confirmó que había reservado la hora.

—Akanishi podría ser un nuevo inversionista para la empresa y Yudai resultó ser su asistente personal y el primer amante hombre de Yoongi... Algo como su primer amor —explicó.

—No pensarás qué Yoongi hyung...

—No, claro que no —interrumpió el pelirrojo agitando sus manos—. Pero la verdad es que él demostró cierto interés en Yoongi, así como Akanishi lo mostró en mí y eso pareció molestar a Hyung —explicó.

—¿Por qué? —preguntó confundido—. Se ha topado antes también con otras personas que se mostraron interesados en ti, así como tú te viste en esa situación respecto a él. Incluso Jungkook y yo nos hemos visto en esa situación —indicó.

—Sí, pero mientras Yudai mostraba un interés "un poco más disimulado"

—Vi las comillas ahí —interrumpió su amigo divertido.

—Es que de vez en cuando dejaba caer comentarios bastante directos sobre lo que fue su relación con Yoongi —explicó con su nariz arrugada—. Pero aún siendo así, no era tan malo como el alfa que ni siquiera trataba de ocultar su interés en mí e interrumpió nuestra cita, desayuno y un paseo que habíamos organizado a Disney, cosa que realmente irritó a Yoongi —explicó—. En realidad, estuvo algo sensible al respecto durante todo el viaje —pronunció pensativo—. Y hoy me hizo, ya sabes —dijo señalando su cuello por los ojitos curiosos que le observaban—, antes de irnos a trabajar.

—Bueno, eso explica por qué caminas raro —rió el omega contrario.

Jimin rodó sus ojos y golpeó juguetonamente el hombro de su amigo.

—Pero si lo pienso... Él estuvo...

Oh no...

"Yoonie, ¿estás en celo?" preguntó a través de su enlace mental al reconocer los síntomas de su alfa.

—¿Qué sucede? —preguntó su amigo cuando se detuvo repentinamente.

"Sí cachorro, el supresor pronto dejará de surtir efecto" respondió su alfa.

Un supresor.

Aquello explicaba por qué el omega no habían sentido el deseo ni el llamado de su alfa, este se estaba controlando.

"¿Dónde estás?" preguntó inmediatamente Jimin, temeroso de que estuviera atrapado en su oficina.

"En el departamento"

—¿Jimin? —preguntó Taehyung un poco preocupado.

"No tomes más supresores, voy en camino" ordenó el pelirrojo.

—Lo siento, me tengo que ir —pronunció observando a su alrededor en busca de un taxi—. Es el celo de Yoongi —explicó antes de alejarse, estirando su mano para detener un auto.

Saliendo del ascensor, Jimin apresuró su paso hacia su departamento sintiendo como su alfa comenzaba a sufrir los efectos del calor. Antes de que pudiera ingresar la clave, la puerta fue abierta y todo se vio como un borrón cuando fue repentinamente jalado al interior.

Su espalda chocó con la puerta y su cabeza se estrelló también con la dura superficie ante el sorpresivo movimiento, sacándole una pequeña mueca de sorpresa más que dolor.

—Lo siento —pronunció el alfa antes de abordar su boca.

Derritiéndose al instante, el omega cerró sus ojos y abrió sus labios permitiendo la lengua de su pareja invadir ansiosamente su interior bucal.

Jimin gimió ahogadamente cuando percibió el denso aroma de su alfa invadiendo todo el departamento, ligado muy fuerte a este la necesidad, deseo y lujuria.

—Dios, hueles tan bien, cachorro —pronunció Yoongi abandonando los dulces labios de su pareja para besar su cuello, inspirando profundamente su aroma.

Gruñendo al encontrarse con una molesta prenda, el alfa se separó y rápidamente le quitó la mochila a su pareja, dejándola caer al suelo descuidadamente.

Abriendo sus ojos, Jimin lamió su labio inferior al contemplar el cuerpo completamente desnudo de su pareja, reparando en aquella dolorosa erección que se alzaba contra su vientre de forma orgullosa.

Alzando sus brazos, ayudó a su pareja a quitarse la ropa superior y jadeó complacido cuando nuevamente Yoongi estuvo frente a él, con sus torsos desnudos apegados mientras grandes manos se apoderaban de su cintura estrecha con un agarre posesivo.

Contemplando en aquellos hermosos ojos el intenso deseo, el menor gimió haciendo eco de su lobo e intentó inútilmente tirar su cabeza hacia atrás para toparse inmediatamente con la puerta, por lo que inclinó su cabeza hacia su costado mostrando sumisamente su cuello desprotegido hacia su alfa.

Un suspiro entrecortado se le escapó mientras sentía aquellos labios besar su manzana de adán, y luego arrastrarse para succionar bajo su oído.

—Dios... Yoongi —gimió colocando una de sus manos en el antebrazo de su amante y la otra en su nuca, enredando sus dedos en el rubio cabello.

—Te necesito —gimió roncamente el mayor, arrastrando sus dientes sobre la piel, justo donde estaba su marca.

El pelirrojo mordió su labio inferior y un estremecimiento excitante recorrió su cuerpo ante dicho movimiento. Un jadeo escapó de sus labios cuando las manos de Yoongi se deslizaron hacia su trasero y apretaron sus nalgas con fuerza.

—Necesito estar aquí —gruñó presionando uno de sus dedos entre los perfectos glúteos, rozando su entrada.

Jimin gimió sintiendo como la dura erección de su pareja se presionaba sobre la suya, la cual se encontraba incómodamente apretada bajo sus jeans.

—Tómame —rogó agitado—. Por favor, Yoongi, fóllame o hazme el amor tanto como necesites —pidió sintiendo la necesidad de su alfa llegar hasta él.

Con un profundo gruñido, Yoongi atrapó la boca de su omega en un desordenado beso salvaje mientras sus manos comenzaban a trabajar en el molestoso pantalón del menor.

Pronto, sus besos se volvieron húmedos y sus lenguas chasqueaban, sus dientes chocando a momentos. Dios, casi parecía que Yoongi estaba sorbiendo la lengua de su pareja quien sumisa y felizmente dejaba que su alfa le dominara.

Separando sus bocas, Yoongi sonrió feliz al contemplar a Jimin parpadear como si intentara salir del brumoso sueño en el que se había visto envuelto ante su atención.

Sus rellenos labios estaban rojos e hinchados, un hilo de saliva corría por una esquina de su boca hasta su mentón.

Jimin gimió cuando su pareja lamió el rastro de saliva e intentó buscar nuevamente su boca, pero pronto su cuerpo fue dado vuelta y su pantalón junto a ropa interior fueron bajados hasta sus rodillas.

Yoongi tarareó felizmente mientras colocaba las manos de su omega contra la puerta y deslizó las propias por los costados del delicioso cuerpo con sutiles curvas perfectas.

El pelirrojo se estremeció y cerró sus ojos recargando su frente contra la puerta mientras su espalda se arqueaba y sacaba más afuera su trasero, separando sus piernas lo más que podía debido al pantalón atrapado en sus rodillas.

—Tan perfecto —ronroneó el mayor, acariciando con ternura los glúteos de su cachorro antes de separarlos.

—Yoonie~... —gimió Jimin con su respiración entrecortada cuando un dedo acarició por encima su ansiosa entrada.

—Aún no estás listo —gruñó el alfa, gimiendo cuando su pulgar apenas traspasó aquel pequeño agujero apretado que lentamente, comenzaba a liberar lubricante natural.

—¡No! No te alejes —gimoteó cuando su pareja sacó su dedo.

—No me iré —prometió cubriendo con su cuerpo el ligeramente más pequeño y delgado de su pareja.

Tomando las manos de Jimin, entrelazó sus dedos y las apoyó sobre la puerta.

Y es que a pesar de que estaba muriendo por enterrarse profundamente en el apretado interior de su omega, no lo haría hasta que Jimin estuviera bien estirado y lubricado.

Yoongi nunca haría algo que dañara a su cachorro, menos cuando tenían aún toda una tarde y noche para disfrutar del cuerpo del otro.

El alfa quería a su omega saciado y feliz, no adolorido hasta el punto en que caminar o sentarse se volviera incómodo solo por apresurarse y no cuidar de su pareja.

Arrastrando su nariz por el cuello de su dulce pareja, el rubio arena presionó sus labios contra su oído.

—Junta más tus piernas, cachorro —ordenó.

Obedeciendo, Jimin abrió su boca sin poder emitir ningún sonido cuando sintió el pene de su alfa atrapado entre sus muslos.

—Ohm Dios —gimió cerrando sus ojos cuando Yoongi comenzó a mover sus caderas, rozando su entrada y golpeando sus bolas con su erección.

—Sí —gruñó Yoongi arrastrando su boca por la mandíbula de su pareja, buscando sus labios.

Girando su rostro, Jimin juntó sus bocas en un duro beso necesitado.

Se sentía tan bien... Pero...

Tanto él como su lobo querían más.

—Te quiero dentro —se quejó entre beso.

El mayor negó con un gruñido, golpeando con más fuerza su cadera y produciendo morbosos sonidos al chocar con el trasero de su pareja.

Juntando sus cejas, Yoongi gimió y llegó a su anhelado orgasmo arrojándolo contra la puerta.

—Hyung —se quejó su pareja.

El alfa besó su cuello y bajó una de sus manos unidas para tocar su propia erección que seguía dura entre los muslos de su pareja.

—Tenemos tiempo —murmuró sobre el dulce gemido de Jimin mientras deslizaba sus manos hasta tocar la erección de su omega—. No saldrás de este departamento sin que yo haya estado al menos unas cinco veces o más en tu interior a lo largo de mi celo y haya probado, mordido y lamido cada rincón de tu cuerpo —prometió y su cachorro sollozó ante la encantadora promesa.

Después de todo, ambos sabían que lo recién ocurrido, solo era un preludio a lo que sería su intensa tarde y noche.


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