17. LA LLAMADA
El día pasó como otro cualquiera, pero la noche...estaba intranquila, había vuelto a soñar con la laguna, con Jean. En mi mente sonaba su voz: _ Aurora, ven, te necesito.
Miré a la luna llena, mi cuerpo estaba caliente, sudaba, y decidí ir en su busca. Como aún no estaba del todo recuperada, decidí coger el coche y ser más prudente que la anterior vez.
Llegué al lugar, no había nadie, le llamé : _¡Jean, Jean¡
Nadie me respondió pero pude ver una luz tenue que salía de dentro de la cascada, estaba dentro, en la cueva. Allí habían pasado mis padres su noche de bodas, era lugar sagrado. Me acerqué por el camino que había descubierto mi tío Liam, para no tener que atravesar la cascada.
Había un olor raro, un olor desagradable, intenté descifrar ese olor...azufre. ¿Qué raro?
Cuando estaba dentro de la cueva, vi que todo estaba preparado para una cita romántica, pieles en el suelo, pétalos de rosa decorando la habitación, dos copas y champán en una cubitera. Mi sonrisa se amplió, había pensado en todo¡¡¡
Pero al sentarme en las pieles del suelo el que se acercó a mí con una copa en la mano no era Jean, mi Jean.
Era León, por un momento no reaccioné, ese olor me confundía, observé que salía de un caldero que estaba al fuego, su humo cambiaba de tonalidad, gris, verde, negro...León se acercó y me ofreció la copa, me la bebí sin preguntar, él también bebió la suya. Estaba guapísimo, su pecho estaba desnudo, lucía una especie de capa, en la cabeza llevaba la cabeza de un lobo muerto, ya había visto esas ropas en su padre, en las ceremonias importantes. Sus pantalones eran de paño fino, marcaban sus poderosos músculos, estaba excitado. Se acercó más a mí: _Eres preciosa, Aurora, la mujer más hermosa del mundo, será un placer hacerte mía.
Mi cuerpo respondía a sus caricias y su sensual voz, a su cercanía, pero en un lugar remoto de mi mente sabía que algo no iba bien, que no debía hacerlo.
Pero ese olor...cada vez me sumía en un ligero sueño, sabía que estaba sucediendo pero era como si mi cuerpo no pudiese negarse.
Me besó, sentí su boca en la mía, sus labios en los míos, su lengua recorriendo mis labios...su sabor, no era Jean. Reaccioné, le empujé -¡No, amo a Jean!.
Él me contestó : _No se trata de amor Aurora, se trata de ti y de mí, de lo que somos, tenemos un deber con nuestra raza. Tú y yo formaremos una nueva raza de licántropos.
Mi mente comenzaba a despejarse, observé que el humo ahora salía despacio del caldero...me estaba drogando.
Intenté convencerlo, hablar con él.
_León ¿Y cuando encuentres a la mujer de tu vida? ¿Qué harás? los dos seremos desgraciados, el vínculo es sagrado. No quieres hacerlo, no te sientas obligado. No cometas ese error.
No me había dado cuenta pero estaba llorando, de mis ojos resbalaban lágrimas de amargura, por el amor perdido, por la infelicidad que me esperaba, que nos esperaba a los dos, pues yo nunca podría corresponderle ni él a mí.
Noté un cambio en León, dudas. Decidí aprovechar el momento.
_León, no querrás ser infeliz, vivir sin conocer el amor verdadero, te prometo que es lo más maravilloso del mundo¡¡¡
_Tengo que hacerlo Aurora, ese es mi destino, desde pequeño he sido preparado para este momento, para intentar que la profecía cambie.
_No entiendo nada, todo estaba escrito, mi nacimiento fue un error ¡por eso lo mantuvimos en secreto!.
León agachó la cabeza, arrepentido.
_No eres ningún error, no se terminaban los licántropos con el nacimiento de tu hermano. Zeus, creyó que sería bueno que fuesen ahora las mujeres las que tuviesen ese don. Las mujeres habían amado a esos hombres, se habían sacrificado por ellos...ahora serían ellas las fuertes. Contigo nacerá una nueva raza de licántropos hembras. De tus descendientes nacerá esa nueva raza.
Aurora estaba estupefacta, pero entonces ¿Qué es lo que quería León de ella?
Kerouac apareció atravesando la cascada. Clavó sus ojos en mi. Y habló: _Yo te responderé a lo que te estás preguntando. Si te unes a ese humano, lo mas seguro es que tu hija sea loba y los varones que pudieses tener sean humanos. Pero mi hermano ha consultado las artes oscuras y hay una posibilidad de cambiarlo. Si se unen dos fuertes licántropos, tú y León, las posibilidades de que vuestros descendientes sean licántropos aumentan. Hoy es el día señalado, la pócima ha resultado efectiva y te ha atraído hasta aquí. Debo realizar un sacrificio de sangre para bendecir vuestra unión. No te resistas, Aurora es tu destino.
_No lo entiendo ¿por qué? Nuestra gente confía en ti.
Kerouac me miró con odio: _¿Crees que acudirán a mi cuando tu vivas junto a tu veterinario?. Los tiempos están cambiando y la medicina va relegando la tradición y la magia a un segundo lugar. ¿Has venido tú a mi cuando te atropellaron?. Poco a poco la tribu irá confiando en tu veterinario, y ni yo ni mi hijo, ni los hijos de mi hijo serán respetados como chamanes...Seremos una caricatura de lo que fuimos.
Le respondí con desprecio: _Ambición, vas a hacer todo esto por ambición, sabes que tu hijo no será jamás feliz, ni yo...
Miré a León, estaba tenso, dudoso, entre las palabras de su padre y las mías, intenté usar mi don con él, pero era mucho más fuerte que yo mentalmente.
_Lo siento Aurora, yo no quería hacerte daño pero...
Kerouac interrumpió las sinceras palabras de su hijo: _¡Ya basta de tanta estupidez, los dos cumpliréis con lo que hay que hacer, hoy es la noche y cada vez queda menos para que amanezca!.
León recordó los años de abusos de su tío, las noches de frío tirado en el suelo, según su tío para fortalecer su odio y su espíritu, los años de palizas injustificadas...todo para llegar a ese momento. Pero...¿no se suponía que el acto de hacer el amor era hermoso? ¿que amar a alguien era lo más sagrado que existía en el mundo? ¿cómo iba a hacer suya a esa chica si no le amaba, acaso tendría que obligarla?.
León sabía que en su negro corazón quedaba muy poco lugar para la esperanza, pero si cometía esa atrocidad se estaría condenado a la oscuridad el resto de su vida. Estos días que había pasado aquí con chicos de su edad había sido más feliz que el resto de su vida, había sentido las emociones humanas: el amor, el deseo, la felicidad...le obligaron a privarse de todo eso. Sólo deseaba una vida normal.
Kerouac veía la indecisión en los ojos de su hijo y decidió interveni : _Te será más fácil si ella está dormida.
Sacó de su capa su cerbatana y sopló apuntando con ella a Aurora. León reaccionó en segundos y se colocó delante de ella, él sabía que su padre usaba el yopo, una droga muy potente que dejaría a la chica paralizada por completo. Aurora también reaccionó, su mente se había clareado, sacó su daga, que estaba escondida en su cinturón y la lanzó contra Kerouac. La daga se clavó en medio del corazón del chamán. Éste la miró: _Debí terminar con tu madre cuando pude.
Miró a su hijo, que estaba desmayado en brazos de Aurora. Había elegido el camino del bien.
Kerouac puso sus dos manos en la daga, miró a Aurora y le dijo: _Dile que hizo lo correcto, me siento orgulloso de él.
Estas fueron sus últimas palabras, pues sus manos empujaron la daga más profundamente en su corazón, el chamán cayó desplomado en el suelo, muerto.
Aurora trató de despertar a León, chupó el veneno de su pecho y lo escupía fuera. Le decía palabras alentadoras, que se despertase, que todo iba a ir bien...
Jean entró en la cueva, gritando desesperado su nombre
_¡Estoy aquí, Jean ven deprisa!
Cuando Jean entró lo primero que vio fue a su novia encima de León besándole el pecho, champán, flores...Se quedó paralizado, todo tipo de imágenes desagradables pasaron por su mente. Aurora se volvió hacia él y le gritó: _No es nada de lo que te imaginas, ven aquí y ayúdame.
Él lo hizo, corrió a su coche por el maletín, inyectó a León una serie de antídotos para limpiar su sangre. Llamaron a Licaón, que en segundos ya estaba allí con su padre, ellos se encargarían del chamán. Entre todos decidieron que lo mejor era no ensuciar el nombre de Kerouac, aunque realmente se había equivocado, también había hecho mucho bien a los de su clan. Dirían que murió de muerte natural y su hijo León será el próximo chamán de la tribu.
León parecía estar despertando, por eso decidieron llevarlo a su casa. Ellos lo cuidarían hasta que estuviese del todo recuperado. Una vez en casa, Jean, Marla, Jam y Licaón escuchaban las explicaciones de Aurora. Jean confesó que sintió su miedo, su dolor y supo que algo iba mal, por eso salió en su búsqueda. ¡Bendito vínculo!.
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