capítulo trece: no tienes razones para tener miedo
( Miré a mi alrededor en un vestido empapado de sangre y vi algo que jamás me podrán quitar )
CAPÍTULO 13
( No tienes razones para tener miedo. )
AURORA BAJÓ de la nave en Kashyyyk con dolor en el pecho. Tras ella bajó Hondo, un señor que le debía muchos favores a la pelirroja por su pequeña estancia en Lothal hace unos meses atrás.
─Bueno Hondo, eso es todo.─le dijo ella lo mejor que pudo. Sentía la respiración entrecortada y apenas podía caminar del dolor. Sin duda odiaba a Trilla.
─Espera espera, ¿te dejaré así?─preguntó confundido el pirata.
─Si quieres que el Imperio te capture, puedes quedarte.─invitó ella encogiéndose de hombros.─Gracias por todo, de verdad.
─Con esto saldré de mi deuda contigo, ¿no?─preguntó con una sonrisa el pirata.
Aurora ladeó su cabeza y asintió con media sonrisa. ─Le dices a alguien de mi paradero y te corto cada uno de esas cosas de tu barbilla con un tenedor.
Hondo negó con la cabeza mientras caminaba a su nave.─Suerte en tu viaje, niña, y trata de no morir en el intento. Nos veremos pronto.
La pelirroja observó como el pirata despegaba y se alejaba en el aire. Ella miró el lugar en donde estaba y sonrió levemente antes de adentrarse en la jungla de Kashyyyk.
Había estado navegando por Zeffo en busca de la Mantis cuando se perdió por completo. Ella nunca había sido buena con las direcciones así que sin BD, se sintió perdida. Hasta que dio a lo lejos con Trilla nuevamente y sin duda había quedado peor que la otra vez.
Luego de haber peleado con ella en Zeffo, su equipo de Troopers la capturó y la llevó a su nave. Estaba tan desorientada que no había caído en cuenta de que se encontraba en la nave de la morena. Y escapar de ahí fue tedioso, y más si quería hacerlo antes de que saltaran al hiperespacio.
Pero, tal vez por pura suerte, llegó a las naves de escape y pudo llegar a Zeffo, justo cuando la Mantis había desaparecido en el aire.
Así que tuvo que esconderse de nuevo en el planeta, dar con Hondo que casualmente estaba cerca y ahora llegó a Kashyyyk, con varios cortes en su traje, sangre saliendo de sus nudillos y rodillas, así como sus pómulos rojos y raspados luego de esa lucha.
─Lo que daría por un estimulante de BD.─comentó la pelirroja mientras esquivaba plantas del lugar.─Lo que daría por que todo fuese como antes mejor dicho. Ahora, ¿cómo llegaré a donde Mari si no tengo una dirección? Todo aquí es plantas y animales y terror.─dijo en un susurro.
Siguió caminando un par de pasos cuando sintió el suelo moverse. No era un temblor entonces, ¿qué provocó eso?
Hasta que una voz la puse alerta e hizo que se escondiera tras un árbol. Pudo ver por el rabillo del ojo de quién se trataba.
─Mierdaa.─susurró ella cansada de pelear. Sabía que su cuerpo no daba para más y sabía que no podía rendirse.
Pero ese cuerpo robusto amarillo de tres metros era imposible de olvidar. Como no, tenía su propia imperial tras ella.
─¿Por qué será que huelo a una jedi pelirroja?─preguntó con ironía la novena hermana.
Aurora comenzó a dar pasos en silencio, tratando de no llamar la atención de la hermana. Sentía su corazón palpitar acelerado, apenas respiraba esperando que no la encontrara y se alejara en otra dirección.
Pero como ella sabía, los traidores nunca ganan.
Por otro lado estaba Cal. Ambos habían llegado al planeta al mismo tiempo pero por diferentes caminos.
El pelirrojo no podía dejar de pensar en lo que habló con Greez, la situación con Ara a quién le había perdido el rastro hace minutos atrás justo cuando sintió algo en el pecho, como una opresión, aquella que siempre siente cada que ella está en peligro.
─Algo no me pinta bien BD.─comentó el pelirrojo.─Encontramos a Tarful pero no hay señales de Ara y no quiero, ...─tomó asiento en un tronco.─no puedo irme sin ella. Si lo hago significa que renuncié a ella, a nosotros. ¿Y si se fue del planeta? ¿Y si no quiere ser parte de la misión ya? Digo creo que lo hubiese dicho, ¿no? ¿Por qué soy tan estúpido? No debí dejarla ir en Zeffo.
Cal miró al droide unos segundos y suspiró.─Ella ama Kashyyyk.─comentó de repente.─Puede que odie los insectos, los animales y las plantas que te quieren asesinar pero adora el paisaje, adora la sencillez del lugar y lo seguro que se solía sentir antes de todo esto. La paz que transmite es relajante.
<< Una vez el maestro Yoda nos trajo a conocer el planeta y a hacer una especie de meditación en grupo. Yo odiaba meditar de pequeño, el maestro Tapal lo sabía así que le pidió al maestro Yoda que nos integrara a la actividad con los younglings y, aunque siempre fue tedioso para mí, Ara siempre me ayudó a hacerlo de la mejor forma posible pero esa vez fue diferente, esa vez la sentía, sentía sus emociones, pensamientos, ... Fue mágico. Estar con ella es mágico. Y no puedo perderla BD, no otra vez. Este tiempo que hemos estado apartados ha sido un dolor interminable en mi cuerpo y sé que no se detendrá hasta que sepa que está bien.
─Beep beep trill. (Pues vamos a buscarla.)─dijo el droide dando pitidos, emocionado por encontrar a la pelirroja.
Cal siguió BD hasta el árbol del Origen, donde estaba aquella criatura que habían ayudado hace unos minutos atrás. Cal estaba a punto de tocarle la nariz cuando una nave le disparó a la criatura haciendo que esta cayera al precipicio.
─¡NO!─gritó Cal tratando de esquivar los disparos.
Y se fijó que se detuvo de repente. Eso le sorprendió. Hasta que alguien cayó tras él. Cal sacó su sable de luz y apuntó a la Novena Hermana.
─Ya no lastimaras más a este planeta.─espetó con enojo el pelirrojo.
La Novena Hermana rió.─No sé qué es lo que la Segunda Hermana espera de ti o ve tan importante. Sé que le gustan los regalos pero yo no soy de este tipo de personas y honestamente, no mereces mi tiempo. A diferencia de tu novia, espero que sí seas digno de una batalla.
Cal frunció su ceño.─¿Qué dijiste de Ara?
─¿Ara? ¿La pelirroja? Honestamente no pensé que acabar con ella me tomaría tan solo tres minutos.─comentó con media sonrisa.─Fue más fácil de lo que pensé. Ver su cuerpo sin vida tendido en el suelo, su sable destrozado a un lado y la sangre que salía de su cabeza. Una pieza digna de admirar.
Cal no lo pensó dos veces cuando atacó a la Novena Hermana con enojo. No quería pensar que había asesinado a su Ara. No lo creía. Sabía que no era posible.
─Eres una mentirosa.─exclamó el pelirrojo.─Ella no está muerta. Y mucho menos la mataste.
─Si eso te hace feliz.─respondió ella antes de dirigirle su sable de luz.
Cal le dio batalla a la sith. No podía con el enojo, la incertidumbre de pensar de que su Ara estaba muerta, esta vez de verdad. Pero sabía que tenía que ser una mentira, sino no se lo perdonaría jamás.
Y, de alguna forma, se sentía diferente. Plear con enojo no era parte de los jedis pero no podía evitarlo, no podía evitar sentir todos estos sentimientos negativos a la idea de creer que ella no estaba con él ya. Y sabía que eso no era nada bueno.
Sin darse cuenta, le cortó un brazo a la Novena Hermana. Ella, del dolor y claro sin brazo, soltó su sable lejos.
─Se acabó.─le dijo Kestis.
Ella sonrió levemente.─Ser una sith me enseño que una vez te pierdes a ti mismo, una extremidad es nada comparado a eso.─luego de una pequeña pausa siguió.─Yo era una jedi. Será divertido llevarte, ¡ver como te rompes como te rompes como todos nosotros! ─ exclamó con enojo mientras atraía su sable con la fuerza.
<<Te enoja. Solo espera la insolación, la tortura, la mutilación.─Cal apenas podía con los ataques que le daba ella con el sable y los bloqueaba a duras penas.─No sé como tu noviecita lo sobrevivió. ¿Sabes lo satisfactorio que era escucharla gritar? ¿Suplicar tu nombre esperando que alguien la rescatara? El dolor que dejaba salir no se compara a los de los jedis que he matado. ¿Cómo se escapó? Esa mosquita muerta. Pero tus amigos, ... los que quedan vivos.
─¡No dejaré que los toques!─exclamó Cal con dolor en su pecho.
─No puedes detener el imperio.─le recordó ella.
Cal le miró por unos segundos, unos rápidos y, como si fuera poco, alguien salió desde arriba y le clavó un sable de luz en la espalda de la Novena Hermana. Cal aprovechó su momento de debilidad y la lanzó por el precipicio.
BD y el pelirrojo miraron por donde se fue el cuerpo hasta voltear a ver quién les había ayudado.
Y ahí estaba ella, con su traje lleno de sangre, sus pómulos rojos y heridos así como sus rodillas raspadas. Sangre salía de su cabeza y sus nudillos pero para Cal no podía estar más radiante que nunca.
─¡Ara!─exclamó impresionado Cal.
Ella le miró antes de caer de rodillas al suelo con una mano en su estómago y luego desmayarse antes de que él pudiese llegar a donde ella.
─¡Greez prepara la nave!─exclamó Cal por el comunicador mientras tomaba a la pelirroja entre brazos.─Encontré a Ara.
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