CAPÍTULO X

En mi celular había ya varias llamadas perdidas de Auro. La noche anterior, justo después de que se fuera Mason de mi casa, me llamó por primera vez, más tarde llamó otra vez y hoy al amanecer lo volvió a hacer. No quería contestarle. Si Auro era un asesino, definitivamente debía alejarme de él, sin embargo, algo dentro de mí me pedía que lo escuchara. Si iba a tomar una decisión tan drástica como entregarlo a la policía, debía escuchar ambas partes de la historia; aunque temía que más que ayudarme a tomar una decisión, escuchar a Auro terminara dejándome más confundida.

Estaba preparándome para irme a la escuela cuando la puerta de mi casa se abrió de golpe. Mis padres y yo nos exaltamos ante el escandaloso sonido y volteamos en esa dirección.

—¿Qué rayos? —dije al ver a mi hermano William entrar acompañado de un par de maletas. Él, con una enorme sonrisa, corrió a abrazarme.

—Quiero pensar que me extrañaste —habló.

—En realidad no.

Mamá corrió a la puerta y lo abrazó llena de felicidad, aún sin entender muy bien qué era lo que hacía aquí. Se suponía que estuviera estudiando lejos, muy lejos, por lo que nos sorprendió su repentina visita. Papá lo ayudó con sus maletas y después preparó algo de comer para todos y poder platicar. Estando ya en la mesa, pasamos un buen rato los cuatro. Hacía mucho tiempo que no pasaba tiempo de calidad con mi familia. Los cuatro sentados en la mesa, comiendo el almuerzo que papá preparaba tan bien y que nosotros amábamos tanto, solo platicando de nuestras vidas. Era un excelente momento.

—¿Y ahora por qué estás aquí? —le pregunté—. William, juro que si gastaste todo ese dinero en volar hasta acá solo para salir con otra chica que conociste en Internet... —me interrumpió.

—No, esta vez no es eso, Zoe.

Mi hermano era un bobo.

Esas eran justo las palabras para describirlo. A pesar de haber ganado una beca para irse de intercambio a Europa, seguía regresando a casa cada vez por razones más estúpidas, como conocer personalmente a chicas de Tinder. Así es, pagaba vuelos desde Europa solo para conocer chicas de una aplicación de ligue, o peor aún, por fiestas. Hace menos de dos meses William volvió a aparecerse por aquí por el simple hecho de que lo habían invitado a una fiesta. Él juraba que no era una fiesta cualquiera, sino una llena de superestrellas e incluso asegura haber conocido a Ariana Grande en ella. Nadie se lo creyó, ni siquiera nosotros.

—¿Entonces? ¿Otra fiesta de superestrellas? —jugó papá, y mamá y yo reímos.

William volteó los ojos e hizo una mueca de molestia al burlarnos de él.

—Esta vez es algo distinto. ¿En serio lo olvidaste, Zoe? Oh, vamos, me prometiste hace un par de meses que me acompañarías a mi reunión de negocios hoy en la noche. ¡Incluso compré tu vestido en Europa! No puedes de decir que no.

Demonios, ¿en qué estaba pensando? Había olvidado por completo la promesa que le había hecho a William por teléfono unos meses atrás. Era evidente que todo el asunto de Auro me tenía mal, totalmente distraída y viviendo en otro planeta.

Hace un par de meses, William llamó emocionado a la casa diciendo que estaba por concluir un negocio aquí en los Estados Unidos. Aparentemente, había conocido a unos buenos empresarios europeos que lo invitaron a asociarse con ellos. El proyecto parecía ser simple: una pequeña empresa europea en Kansas. Aun así, William se moría de miedo, por lo que me pidió acompañarlo. Insistió tanto, pero tanto que no tuve otra opción más que aceptar ir. Claramente, no le tomé mucha importancia.

—Tengo mucha tarea —me excusé.

—Pues la tarea esperará porque me lo prometiste y ahora tienes que cumplirlo.

Finalmente, después de estar rogándome de nuevo durante horas e incluso ofrecerme dinero por acompañarlo, accedí de mala gana. No quería hacerlo, pero se lo había prometido con anticipación, así que ahora debía cumplir.

La noche cayó muy pronto y mamá me mostró el hermoso vestido que William había comprado para mí. Me conmoví al verlo porque sabía que debía haberle costado una fortuna y, aun así, lo compró para mí. Era de un color rojo brillante, con pequeños detalles aperlados en la zona del pecho. El vestido se ajustaba a la perfección a mi cuerpo, llegaba un poco más arriba de mis rodillas y el corte hacía resaltar mi cintura y caderas, por lo que me enamoré por completo de él en cuestión de segundos. Solté mi largo cabello oscuro y lo despeiné un poco para no verme tan formal; después de todo era la cena de negocios de William, no la mía. Mi hermano me esperaba en la sala, listo para irnos, vistiendo un traje satinado en color azul rey. En cuanto me vio, no esperó más para salir de casa y tomar el auto de papá.

Durante todo el camino pensé en qué estaba haciendo y seguía sin poder creer que realmente lo estuviera acompañando a una reunión que le correspondía a solo a él. Lo había olvidado por completo, simplemente no estaba en mis planes venir vestida como muñeca a un lugar en donde solo habría señores europeos hablando de inversiones y trabajo.

Cerca de una media hora conduciendo, llegamos a lo que parecía ser un lujoso restaurante. Desde afuera podía notarse que era un lugar exclusivo para gente adinerada, por lo que ya comenzaba a sentirme incómoda sin siquiera haber entrado. William estacionó el auto y un hombre amable en la puerta nos acompañó por unas grandes escaleras hasta llegar a la recepción.

—Buenas noches, ¿tiene alguna mesa reservada? —preguntó la dama con una gran sonrisa.

Yo, por mi parte, quise admirar la belleza y elegancia del lugar mientras mi hermano arreglaba lo de su mesa.

Grandes ventanales mostraban una hermosa vista de toda la ciudad. Las casas estaban alumbradas y a lo lejos parecían estrellas en una bella constelación. Amé el paisaje acompañado de la luz de la luna, sin embargo, sabía que yo no pertenecía a este tipo de lugares. Todo era tan elegante, desde el suelo que mis pies estaban pisando hasta el techo y los pequeños detalles de las paredes. Todo era lujoso como las personas que se encontraban ahí dentro.

—Sí, creo que me están esperando. Hay una reservación para una cena de negocios con socios europeos —escuché la voz de William de fondo.

—Oh, tiene razón, señor... Young —dijo leyendo la lista de reservaciones—, lo están esperando solo a usted. La reservación a nombre de Akim Komarov está por allá.

Sentí un escalofrío recorrer mi espalda al escucharla pronunciar ese nombre. ¿Había escuchado bien? Volteé en su dirección y encontré a William con una gran sonrisa. Luego caminó hasta la mesa que la señorita le había señalado, indicándome con la mano que lo siguiera.

Yo no pude. Me paralicé al hacer contacto con esos ojos celestiales.

Auro también estaba ahí.

 Al encontrarme con aquellos ojos tan conocidos no supe qué hacer. Parecía que Auro y su increíble belleza me perseguirían a dondequiera que yo fuese. En cuanto sus ojos claros se dieron cuenta de que yo también estaba ahí, parada a escasos metros de él, se quedó boquiabierto. No movió ni un solo pelo, permaneció estático y supe entonces que estaba tan sorprendido como yo. Su mirada me recorrió lentamente de pies a cabeza, como si se tratara de un escáner leyéndome perfectamente; admiró cada detalle de mi vestido y sus ojos subieron hasta detenerse en el color rojo de mis labios.

William aún me animaba a seguirlo hasta la mesa en donde estaban sus "socios", sin embargo, antes de yo poder moverme, Auro ya estaba acercándose a mí.

Él vestía una camisa abotonada color azul cobalto, con pequeños rombos estampados en ella, y encima un saco negro que hacía juego con su pantalón de vestir del mismo color. Yo ni siquiera pude gesticular al verlo, pues me quedé pasmada ante tanta gallardía.

Una vez que ya estaba cerca de mí, tomó mi brazo discretamente para apartarme un poco de todos demás y poder hablar. Noté el rostro de confusión de mi hermano al ver que uno de sus socios estaba tratando de alejarme.

—¿Qué estás haciendo aquí? —me preguntó finalmente en un susurro.

—Me encantaría preguntarte lo mismo.

Auro volteó hacia la mesa, en donde claramente ya solo lo estaban esperando a él para comenzar a negociar. William no despegaba sus ojos negros de mí, como si no terminara de confiar de Auro.

—Estos son asuntos de Akim, no deberías estar aquí, Zoe, vete a casa ahora mismo —demandó tratando de lucir dominante, pero sabía que en el fondo estaba muriéndose de nervios.

—Mi hermano me invitó a una cena de negocios, ¿qué demonios tiene que ver Akim en esto? ¿Y tú?

—Esto es el negocio. Akim lo es.

Al escuchar sus palabras no pude evitar recordar toda la información que Mason me había dado un día antes por la noche. Apenas y podía creer que tenía a uno de los criminales más buscados internacionalmente frente a mí. Además, Mason tenía razón en algo en específico, en dondequiera que haya un rastro de Akim, Auro estaba siempre ahí.

—Sé lo que has hecho —solté juntando valentía—. Sé que has asesinado a un hombre en Venecia y por eso te buscan, Gian Millani. No voy a dejar que involucren a mi hermano en esto.

Me alejé de Auro rápidamente y corrí hasta la mesa en donde se encontraban todos.

—Tenemos que irnos, William —le dije intentando no llamar la atención los demás.

—¿Qué? Zoe, creo que estás algo nerviosa, ¿por qué no te sientas y te tomas algo? Relájate.

Auro me miró desde lejos, bajó la vista al suelo unos segundos y después caminó hacia nosotros. En cuanto se acercó a la mesa, comenzó a hablar en italiano con las demás personas que ahí se encontraban, a excepción de mi hermano. Ninguno de los dos podía entender ni una sola palabra de lo que se estaban diciendo, aun así, parecía que ese era justo el propósito.

Después de varios segundos todos asintieron con la cabeza, y Auro volvió a acercarse a mí rodeando mi cintura con su brazo.

—Vámonos —me dijo y yo negué.

—¡Oye! Es mi hermana, ¿qué sucede contigo? —intervino William viendo cómo el brazo de Auro cada vez me sujetaba con más fuerza.

—Tú cierra tu negocio, estaré con ella por aquí cerca.

Y sin poder siquiera defenderme, Auro comenzó a empujar mi cuerpo con el suyo, obligándome a alejarme. Intenté resistirme, y no retiré mi vista de William, sin embargo, su fuerza era mil veces mayor a la mía.

Me llevó a un salón que estaba totalmente vacío, pero seguía luciendo tan lujoso como un palacio. Supuse que era la salida del restaurante, o alguna otra zona en donde solamente tienen acceso los trabajadores. Respiré un poco al ver que desde ahí podía seguir viendo la mesa en donde estaba William, para asegurarme de que esas personas no le hicieran daño.

—En cuanto la cena termine, vas a pedirle a tu hermano que se vaya muy lejos. No tiene ni idea de en qué se está metiendo. Si estoy renunciando a mis sentimientos por ti por mantenerte a salvo, sería ridículamente estúpido que tu hermano eche mis esfuerzos por la borda y te ponga en riesgo. No solo sería estúpido, sino injusto.

—Auro, eres un criminal. Si de verdad quieres mantenerme a salvo, no te vuelvas a acercar a mí. Mason me mostró tus expedientes, sé las cosas que has hecho.

—Ahora lo entiendo —soltó una delicada risa—. Es por eso que has ignorado todas mis llamadas, ¿no? Debí suponerlo, Mason Coleman. Zoe, quiero que me escuches —habló tomando mi rostro entre sus manos—. No soy un criminal. No he asesinado a nadie, no soy un mafioso, no soy nada de lo que te dijo Mason, todo son mentiras. Zoe, soy solo un estudiante.

Me liberé de su agarre, apartando sus manos de mi rostro. Tomé un poco de distancia con él y reí irónicamente ante su comentario.

—¿Y es por eso que estás aquí? Claro, eres un estudiante tan común que vienes a cenas lujosas para cerrar "negocios" con mafiosos. ¿De verdad esperas que lo crea?

Auro resopló.

—Sé que no es creíble, pero lo sería si me dieras la oportunidad de explicarte mi versión. Lo entenderías todo si tan solo me escucharas a mí de la manera en que escuchaste a Mason. Honestamente, ¿no crees que si yo fuera un mafioso tan peligroso y malvado ya hubiera abandonado la universidad desde hace mucho tiempo? Nada es lo que tú piensas, Zoe, nada es como Coleman lo pinta.

Sus ojos claros estaban muy apagados. El brillo que normalmente había en ellos está vez no estaba y parecían estar rogando silenciosamente por una oportunidad para escucharlos.

—Vi folletos de búsqueda con tu rostro en ellos —hablé con la voz cortada.

—Están buscándome, eso es verdad, pero no por lo que piensas.

—Bien. Te escucharé.

Una leve sonrisa cerrada se dibujó en su boca. Ambos nos miramos fijamente por varios segundos. Intenté evadir su mirada para no ponerme nerviosa porque sabía que aquella era mi más grande debilidad. Auro se percató de aquello. Yo lo animé con la mirada a que me comenzara a hablar, porque siendo sincera, estar en un lugar rodeada de mafiosos era aterrador.

—Comencemos por el padre de Matthew, mi padrastro; él es líder de una de las mafias más importantes en Rusia, Stanislav Bogdanov es el nombre de ese maldito. Puedes buscar su nombre en Internet, te aparecerá toda la evidencia de ello. Como ya sabes, Matthew nació en Rusia con el nombre de Ignati Bogdanov. Stanislav conoció a mi madre en un hotel aquí en los Estados Unidos, donde ella trabajaba como recepcionista. Se enamoraron, se casaron y nos obligaron a vivir todos juntos. Matthew y yo hemos estado juntos desde los once años.

—Entonces después de todo si son familia. Incluso si no compartes su manera de ser, Matthew y tú han estado juntos desde pequeños —intervine.

La mirada de Auro se dirigió al suelo; al parecer ese era un tema delicado para él. No sabía si era solo producto de mi imaginación, pero podría jurar que sus ojos comenzaban a cristalizarse mientras un ligero color rojizo se hacía presente. Lamió sus labios con algo de nerviosismo y luego prosiguió.

—Por favor, déjame terminar. Mamá se enteró de que Stanislav era un criminal, pero ella estaba tan enamorada que decidió solo ignorarlo. Cinco años después de su matrimonio, ella desapareció. La asesinaron, Zoe, por culpa del malnacido de Stanislav y su jodida mafia —Auro quebró en llanto al mencionar esas palabras, mostrando su fragilidad como todo ser humano—. Ella era todo lo que tenía. Mi única familia. Probablemente tú no puedas entender eso porque tienes una familia perfecta, pero yo solo la tenía a ella y por las estúpidas acciones de su esposo, ella tuvo que pagar. ¿Eso te suena a una familia?

Me quedé impactada ante su reacción. Él calló por un momento, al parecer el sentimiento al recordar a su madre era más fuerte que sus intenciones de seguir explicándome. Se dio la media vuelta, dándome la espalda y cubrió sus ojos con ambas manos para evitar que yo lo viera; luego comenzó a sollozar desconsoladamente. Sus ojos celestes se convirtieron en cristalinas cascadas, derramando cada segundo más agua. Auro estaba totalmente roto frente a mí. Estaba destrozado.

Yo nunca lo había visto de esa manera, mostrándose tan indefenso y sin armadura alguna, simplemente mostrando sus sentimientos sin necesidad de fingir frialdad o indiferencia. Solo era él dejando ver su escondido corazón, porque por supuesto que tenía uno, aunque él se esforzara en decir que no. Ante tal escena, yo no pude evitar que mis ojos comenzarán a gotear.

—Auro... —le dije tomando su hombro. Él lo retiró rápidamente de mi mano y comenzó a limpiar sus lágrimas.

No me importó que intentara apartarme. Me acerqué y abracé su espalda con fuerza, tratando de hacerle saber que estaba con él y a pesar de que no podía entender su dolor, lo compadecía completamente. Al sentir mis manos rodeando su torso con calidez, sus sollozos se hicieron más fuertes. Parecía que tenía tiempo sin que alguien le diera un abrazo. Apoyé mi mejilla en su espalda y pude sentir su dolor.

Después de un rato se giró para estar nuevamente cara a cara conmigo, sin embargo, seguía intentando ocultar sus ojos llorosos.

—Si estoy en todo esto es porque necesito saber en dónde está mi madre. Necesito algo de ella, un lugar para llorarle, Zoe. Sé que no puedes comprenderlo, pero cuando te arrebatan cruelmente lo único que tenías en tu vida todo cambia. No soy un mafioso, ni un asesino. Soy solo un chico que quiere saber en dónde están los restos de su madre.

Escuchar su ronca voz de una manera tan cortada, acompañada de su triste mirada rompió mi corazón. El verlo destrozado de alguna manera también me destrozaba a mí y no podía entender por qué.

—Siento mucho lo de tu madre, Auro.

Él evadió mi mirada, volteando hacia otro lado mientras apretaba sus labios con fuerza. Probablemente estaba reprimiendo otro sollozo.

—Tenía dieciséis. Me quedé completamente solo, sin familia, sin un lugar para llamar hogar. Vivía con un mafioso al que no le importaba un carajo lo que pasara conmigo, y que además me golpeaba con cualquier excusa. Afortunadamente, un año después huyó del país, no sé en dónde está ahora, pero debe estar sudando frío porque la policía cada vez está más cerca de atraparlo.

—¿Por qué Gian Millani? —decidí preguntar de repente. Si Auro quería que entendiera bien su historia, entonces no debía quedarme con ninguna duda.

Pasó los dedos por su cabello mientras parecía estar pensando. Sus carnosos labios se abrieron, pero ninguna palabra salió de ellos. Aparentemente, esa otra complicada historia por explicar. 

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