CAPÍTULO VII
Habían pasado un par de días desde el encuentro entre el agente y Auro. Para mi suerte, las cosas no avanzaron a mayores, aunque tuve que volver a casa con Mason para que no provocara un lío dentro de mi escuela.
Auro no podía entenderlo, pero lo único que yo intentaba era evitarle problemas a él; a pesar de todos los rumores y sospechas, estaba convencida de que había algo bueno en Auro y odiaría verlo envuelto en asuntos legales por el simple hecho de ofender a una autoridad.
Auro era muy escurridizo, sabía pasar desapercibido perfectamente, por lo que cuando no quería ser visto, era imposible encontrarlo. Pude verlo muy pocas veces después del problema que tuvo con Mason, y en todas podía decir que definitivamente estaba evadiéndome. Intenté acercarme a él en algunas ocasiones, pero en todas obtenía los mismos resultados: cuando sus ojos hacían contacto con los míos soltaba un suspiro molesto y después comenzaba a alejarse sin siquiera escucharme.
No me sentía tranquila conmigo misma. Por dentro, la curiosidad de saber si él estaba relacionado con Akim me estaba matando. El misterio que envolvía a Auro era tan adictivo como doloroso; todos decían que era como jugar con fuego, sabes que va a doler y que saldrás lastimada si sigues adentrándote en las llamas, pero por alguna razón que no puedes entender, sigues ahí, con la esperanza de que el fuego no te queme.
Una tarde, saliendo de clases, divisé a Auro completamente solo, con los audífonos puestos por debajo de la capucha de su suéter. Sabía que estaba convirtiéndome en una acosadora, pero las respuestas a medias que él me daba no eran suficientes para calmar mi irreprimible sed. Lo seguí a paso lento hasta el campo, intentando buscar el momento adecuado para acercarme y hablar con él, sin embargo, me detuve en seco en cuanto vi a Matthew haciéndolo primero que yo. Auro, con fastidio, se retiró los audífonos al verlo.
—¿Cómo es que estás tan relajado? ¿No piensas hacer nada? Sabes que está entre nosotros, ¿verdad? Podría estar en cualquier lugar. Podría estar incluso aquí mismo. Es cuestión de que nos encuentre para que nos acabe. Va a matarnos, Auro —le dijo Matthew lleno de miedo.
—Querrás decir a ti. No me involucres en tus asuntos, yo hice lo que pude por ti. Ahora estás muerto, Matthew.
—Estamos —corrigió—, tú sabes que no estoy solo en esto.
—Sí, lo estás —le respondió Auro de manera indiferente, volviendo a colocarse los auriculares, dispuesto a marcharse.
—¡Somos hermanos! Cualquier cosa que me haga daño a mí también te lo hace a ti y sabes que si muero yo también lo harás tú, así que mejor preocúpate por salvar mi trasero porque también estarás salvando el tuyo.
Al escucharlo, Auro volteó rápidamente en su dirección. Caminó hasta él y lo tomó con ambas manos alzando el cuello de su camisa de una forma amenazante. Una vez que lo tenía frente a frente, comenzó a hablar.
—No vuelvas a decir semejante estupidez si quieres mantener tu cara en su lugar. Tú no eres mi hermano, tú no llevas mi sangre. A mí me importa un carajo si Akim te mata o te deja vivir, eres una rata, Matthew, ni siquiera mereces estar en este mundo.
—¿Y qué vas a hacer, Auro? ¿Vas a dejar que maten a tu hermano? O peor aún, ¿lo harás tú mismo, Gian Millani? —espetó haciendo especial énfasis en el nombre del final.
Yo estaba tan impactada por todo lo que acababa de escuchar que ni siquiera me preocupé por ocultar más mi presencia ahí. Mi boca estaba totalmente abierta y ceño fruncido mientras mi cerebro intentaba procesar lo que había escuchado unos segundos atrás.
—¿Zoe? —preguntó Matthew confundido al darse cuenta de que yo estaba ahí.
Auro volteó hacia mí totalmente desconcertado, y en cuanto nuestras miradas se encontraron, sus ojos se abrieron tanto como fuera posible, demostrando su sorpresa.
Me quedé congelada al ver los fríos ojos de ambos puestos sobre mí. Había escuchado algo que no debía y seguramente eso tendría consecuencias, así que por mi cerebro no cruzó una mejor idea que echarme a correr. Le ordené a mis piernas que dieran lo mejor de ellas, y de inmediato, logré escuchar los pasos acelerados de alguien a mis espaldas, intentando alcanzarme.
Eran hermanos. Auro y Matthew eran hermanos, o al menos eso era lo que decía Matthew. La suya era una de las rivalidades más grandes de toda la universidad y el hecho de que fueran hermanos solamente la hacía más controversial.
Al escuchar aquellas firmes pisadas aproximándose cada vez más a mí, supe que tenía que buscar un refugio para esconderme de Matthew, de otra manera, no tendría escapatoria.
Entré en el salón más cercano a mi paso, cerré la puerta, coloqué el seguro y comencé a retroceder lentamente, esperando ver la silueta de Matthew pasar de largo. Intenté calmar mi agitada respiración mientras seguía dando pasos hacia atrás para alejarme lo suficientemente de la puerta; fue entonces que sentí como mi espalda chocaba con otro cuerpo detrás de mí, provocando que empezara un grito de susto que no pude terminar.
—¡Shh! —susurró Auro tapando mi boca con su mano— En serio eres mala poniéndote a salvo tú misma, pececito.
Unos momentos después despegó su mano de mi cara, pero nuestros cuerpos continuaban en contacto.
—¿Cómo entraste? —cuestioné tragando saliva entre titubeos.
—Era fácil suponer que vendrías aquí. El primer salón a tu alcance y además el de tu profesor favorito. Eres muy predecible; vámonos —dijo totalmente relajado, abriendo la ventana del salón e indicándome con la cabeza que debería salir por ella.
Negué con la cabeza.
—No voy a ir contigo. Ya ni siquiera sé qué pensar de ti.
—Pues tendrás que decidir porque Matthew acaba de encontrarnos y está intentando entrar.
Volteé hacia la puerta para encontrarme efectivamente con la imagen de Matthew intentando burlar el seguro para entrar con nosotros. Se veía desesperado y de muy mal humor, girando la perilla bruscamente una y otra vez.
—Así que decide, ¿te quedarás con él o vendrás conmigo?
Me sentía acorralada e incapaz de tomar una decisión, tal como la débil presa que Auro siempre dijo que era. No sabía cuáles eran realmente las intenciones de ninguno de los dos, por lo que para mí era como elegir de qué manera quería morir. Lo que había escuchado unos minutos antes en el campo me había impactado lo necesario como para simplemente ignorarlo.
No... No iré con ninguno de los dos.
Bufó.
—Toma una decisión antes de que rompa la perilla o nos alcance por la ventana.
Intenté alejarme de Auro, pero era estúpido el solo tratar debido a que estábamos encerrados en el mismo lugar. Caminé de nuevo en dirección a la puerta en un intento de guardar distancia con Auro, hasta que escuchamos el sonido de la cerradura cederle el paso a Matthew. Al parecer, yo había tardado demasiado debatiendo mentalmente qué hacer, o él era muy bueno forzando cerraduras.
Me paralicé al ver como se acercaba a mí, quedando yo a medio camino de la puerta y totalmente indefensa ante Matthew.
—Zoe —me dijo y después tomó ambas de mis muñecas con sus manos, mientras acercaba su rostro al mío—, si llegas a hablar algo de lo que escuchaste, te juro que las cosas se pondrán muy mal y vas a desear no habernos conocido nunca. No tienes ni la menor idea de en qué acabas de meterte por escuchar demás.
—Lo suficiente para saber que ustedes están vinculados a Akim —respondí en un intento de mostrarme valiente, después volteé a ver a Auro—. Los dos. Y en serio lo lamento por ti Auro, pero el agente Coleman va a saber todo esto.
Al escucharme, Matthew tomó con más fuerza mis muñecas y, exaltado, me pegó a su cuerpo bruscamente para comenzar a hablar en mi cara.
—No dirás ni una maldita palabra, Zoe... —Su voz se vio interrumpida de repente, cuando Auro lo separó de mí con un fuerte empujón y después se colocó delante de mí para impedir que Matthew siguiera atacándome.
—Cierra la puta boca.
—Anda, Auro, defiende a tu chica para después llevártela a la cama.
Auro se acercó a él y lo tomó de nuevo por el cuello de su camisa, estampándolo con enojo hacia la pared del salón. Yo cerré mis ojos con fuerza rogando internamente que no comenzaran a golpearse en frente de mí. Yo era tan sensible con todo lo relacionado a la violencia, los golpes y la sangre que definitivamente no soportaría ver como se golpean a muerte.
—Estás colmando mi paciencia, Matthew, y créeme que no voy a resistirme más a estas inmensas ganas de partirte la cara.
—Papá lo sabrá y toda su gente se irá sobre ti.
La escuela cada vez estaba más vacía, no había ni una sola persona en el pasillo, por lo que nadie ahí podía darse cuenta de lo que estaba pasando. Me harté de la situación y con lágrimas en mis ojos corrí hacia la puerta intentando escapar, sin embargo, Matthew la cerró con fuerza y obstruyó mi paso con su cuerpo.
—No vas a irte, Zoe, ya estás dentro de esto. Así que sí, sí somos unos mafiosos, sí estamos relacionados con Akim, sí somos hermanos y probablemente también somos los peores tipos con los que vas a toparte en toda tu inocente vida. Ahora que lo sabes no puedo dejarte ir.
Podía divisar la figura de Matthew acercándose de manera amenazante a mí a través de mis ojos llorosos. Era una completa pesadilla, escuchar que después de todo, las suposiciones y rumores que tanto se decían eran ciertas. No me sorprendía de Matthew en absoluto, pero de Auro, eso era doloroso. Sentía como mi corazón se arrugaba tratando de asimilar que el chico que ante mi vista era perfecto, terminó siendo el fuego del que tanto me advertían que me quemaría. Dolía mucho por alguna razón. Tal vez me había hecho fantasiosas ideas con él, pensando estúpidamente que solo era un chico que pretendía lucir frío, pero que, en realidad, por dentro era cálido.
Alcé la mirada y me topé con sus malditos ojos celestes hipnotizantes observándome con lástima. Su rostro seguía serio y sin expresión, pero su mirada lo decía todo. Era una mirada de lamento, como si quisiera disculparse conmigo, pero su orgullo no se lo permitía y, además, no haría nada al respecto.
—Por favor —les supliqué entre lágrimas—, no diré nada de lo que vi ni de lo que escuché, solo déjenme ir. Prometo que al cruzar la puerta me olvidaré de ustedes, no volveré a buscarlos, no volveré a hablarles, ni siquiera volveré a mirarlos. Solo déjenme ir ya. Lo único que intentaba era disculparme con Auro y tratar de explicarle que las cosas con el agente no eran cómo las estaba pensando.
Auro bajó la mirada hacia el suelo. Esos ojos llenos de lamento seguían ahí. Se acercó lentamente a la puerta y la abrió invitándome a salir sin mirarme a la cara. Matthew intentó impedirlo, pero Auro puso una de sus manos en el pecho de él para evitar que siguiera avanzando.
Salí por la puerta limpiando mis lágrimas, con la cabeza agachada para evitar el contacto visual con ellos. Respiré aliviada una vez que ya estaba afuera sabiendo que al menos viviría, pero el dolor en mi pecho seguía ahí.
—Zoe —me llamó Aurotratando de alcanzarme—, hay un par de cosas que necesitas saber.
Mi corazón latía rápidamente al ver sus ojos. Ese precioso color celeste con toques menta era divino y hacía que cada uno de mis latidos se aceleraran más y más. Sin embargo, Auro era un criminal y eso nadie podía borrarlo de mi mente.
Intentó acercarse a mí; yo le pedí con mis manos que se detuviera. Miré su cara y negué con la cabeza recordándome a mí misma que a pesar de su increíble belleza, él no era una buena persona y eso hacía que su encanto quedara en segundo plano. Simplemente, no podía enamorarme de alguien como él. No podía enamorarme de un criminal.
—Acompáñame antes de que Matthew comience a molestar de nuevo —me dijo y tomó mi mano, obligándome a seguirlo.
Caminamos hasta el estacionamiento y después me guio a su coche. Yo aún tenía miedo sobre lo que pudiera pasar, mis ojos aún soltaban un par de lágrimas y mis sollozos todavía podían ser escuchados.
Vi como Auro abrió la puerta del copiloto invitándome a subir a su coche. Me negué inmediatamente.
—Voy a llevarte a casa. Ya se está haciendo tarde para que regreses tú sola. La última vez no terminó bien. Además —suspiró—, quiero que me escuches. Ya escuchaste a Matthew, ahora por favor escúchame a mí.
—Lo que sea que vayas a decirme, hazlo aquí y ahora. No voy a subir contigo, Auro.
Él, resignado, miró hacia el suelo y con molestia cerró la puerta del auto. Después recargó su espalda en él.
—No soy lo que estás pensando, Zoe. Sé que tal vez estarás imaginando que soy el peor de los criminales, pero no es así. No soy un mafioso y, sobre todo, no soy hermano de Matthew. Su papá se casó con mi mamá hace varios años, pero créeme que nunca vamos a ser familia. Matthew quiere arrastrarme a todo lo que él hace, pero yo no soy como él. Yo no soy un mafioso.
—¿Vas a decirme que tampoco estás relacionado con Akim? —le pregunté irónica.
—Lo estoy. Por desgracia, lo estoy. El tener a Matthew y a su padre dentro de mi familia ha causado que yo también esté relacionado a las cosas que hacen. No voy a contarte más sobre mi familia, ni sobre Akim, porque son cosas que tú ni siquiera deberías saber; no deberías estar metida en esto y no sabes cuánto odio a Matthew por haberte arrastrado hasta acá. Yo... Lo siento mucho, Zoe. Mereces seguir nadando en tu mar donde nada te preocupa, libre de estos terribles tiburones.
Su discurso había tocado mi corazón. Había algo en él que nunca había visto, su voz estaba llena de sinceridad y sus ojos me gritaban por ayuda. Este era un Auro totalmente diferente al que estaba acostumbrada a ver. Despegó su espalda del coche y se acercó a mí, a lo que retrocedí de nuevo.
—¿Me tienes miedo, Zoe? —preguntó incrédulo.
—Vi y escuché muchas cosas hoy que no necesitaba. No sé qué pensar ni de ti, ni de Matthew, ni de Akim, ni de Coleman, ni de nada de lo que me rodea. No puedo entender nada y sinceramente ya no quiero hacerlo porque resultan ser cosas terroríficas...—me interrumpió.
—Zoe, ¿me tienes miedo? —volvió a preguntar ignorando mi comentario, insistiendo por una respuesta concreta.
—Lo tengo, Auro.
En un movimiento rápido, envolvió mi cintura con su brazo, acercándome a él. Sentí el calor de su cuerpo hacer contacto con el mío. Nuestras caras estaban a tan solo unos centímetros de distancia y al mirar sus ojos, me quedé sin palabras. Sin duda alguna eran mi debilidad. No podía mantener la cordura observando sus perfectos rasgos, sus labios carnosos tan cerca de los míos que podría besarlos en ese preciso momento, así que, para evitar distraerme con su belleza, volteé mi cabeza a otro lado intentando evadir su mirada.
—Mírame a los ojos y dime si parece que te haría daño —susurró.
Me negué a voltear hacia él y continué ignorando su pesada mirada hasta que una de sus manos tomó mi mentón y lo levantó, obligándome a verlo a los ojos.
—Eras tú quién me quería lejos —logré apenas decir.
—Porque quería evitar todo esto. No quería que te involucraras en esto, no quería que supieras que mi familia es un desastre y no quería que pensaras que yo soy como Matthew. ¿Qué no te das cuenta?
—¿De qué?
—De lo que siento.
Las palabras que Auro acababa de pronunciar habían causado que me quedara congelada. Su mirada seguía puesta en mí y aparentemente no tenía intenciones de retirarla hasta obtener una respuesta de mi parte.
¿Acaso había escuchado bien? ¿Qué era lo que podía sentir Auro por mí además de lástima? Sin darme cuenta, mis mejillas comenzaron a sonrojarse y el calor iba aumentando en mi rostro. Le sostuve la mirada y a pesar de que tenía millones de dudas, mi boca no coordinaba con mi cerebro y no sabía qué responder exactamente. Él estaba justo frente a mí, con las manos guardadas en los bolsillos de sus jeans, esperando por una respuesta.
—¿Lo que sientes? —le pregunté.
—Eso dije.
—¿Y qué es eso que sientes?
Él soltó un gran suspiro.
—Me siento como la peor persona del mundo por estar metido en todo este asunto de Akim. Me culpo todos los días por las terribles cosas que he hecho antes y por la gente que he lastimado. No espero que entiendas, Zoe, pero yo... —Miró al suelo en busca de palabras— Tan solo intento proteger a personas inocentes porque conozco el sentimiento de pagar por errores que no te corresponden. No quiero que eso pase contigo. No quiero que termines pagando un error de Matthew... O mío, así que lo mejor será que te mantengas alejada de manera permanente de nosotros. Honestamente, no podría con el remordimiento de ver sufrir a alguien tan inocente como tú por asuntos míos o de mi "hermano" —mencionó haciendo comillas con sus dedos—. Así que... Sí, es mejor que no volvamos a vernos, o hablarnos, o siquiera toparnos.
Mi ceño se frunció involuntariamente al escucharlo hablar. Definitivamente, eso no era lo que esperaba que saliera de su boca. Esa no era la respuesta que mi corazón deseaba escuchar. Si no había interpretado mal sus últimas palabras, prácticamente me había pedido de nuevo que lo dejara en paz; esta vez bajo la excusa de querer protegerme de pagar deudas ajenas.
—Así que, ¿eso es lo que sientes? ¿Es de eso de lo que no me doy cuenta? —inquirí resignada al descubrir que lo que Auro quería decirme no era nada relacionado con sus sentimientos por mí, sino que todo era sobre él mismo.
—Sí. Quiero ayudarte, Zoe. Quiero evitar que sufras porque estando cerca de nosotros es lo único que harás. Estar en contacto conmigo solo significa ponerte en peligro. Si algo malo llega a pasarte... —se quedó callado por unos segundos, al parecer pensando en si soltarlo o no. Yo con mi mirada lo animé a continuar— Voy a sentirme muy mal. Si alguien te lastima no dejaré de culparme y ya llevo demasiadas cargas en mi espalda como para agregar otra más. No quiero pasar las noches sin dormir pensando en que fue culpa mía.
Resoplé ante su respuesta. Por un segundo pensé que lo decía en manera de broma, pero al observar su rostro y esa expresión dura y seria que había en él, entendí que no estaba jugando. Apenas y podía creer que Auro hubiera dicho eso en serio. Estaba pasando por alto el valor de una vida humana y la paz que una persona podía tener, solo por preocuparse por el remordimiento que él pudiera sentir después, y lo peor de todo era que esa vida no era la de un desconocido, sino la mía.
—¿Me estás diciendo que lo único que te preocupa de todo esto es si vas a sentirte culpable después? ¿De verdad acabas de decirme que lo único que te interesa de mi vida es que no termine a causa tuya? Auro, ¿realmente me estás diciendo todo esto en la cara? Por Dios, eres peor de lo que pensaba.
Al decir eso, me di la media vuelta furiosa y comencé a caminar al sentido contrario de donde estaba Auro, buscando alejarme a paso rápido de él. Podía seguir sintiendo ese dolor en mi pecho, estaba llena de decepción y cada segundo era peor. Mi sangre comenzaba a calentarse al recordar la humillación que Auro me había hecho sentir al decir que prácticamente mi vida para él no valía nada.
Él corrió hasta donde yo estaba y se colocó delante de mí para impedir que siguiera alejándome.
—No, Zoe —habló entre titubeos. Su nerviosismo podía notarse a kilómetros y al parecer ya había caído en cuenta del error que había cometido, por lo que intentó retractarse—. Eso no fue lo que quise decir, ¿por qué estás tan molesta? Tal vez usé las palabras equivocadas, pero... —esta vez fui yo quien lo interrumpió.
—¿Que por qué estoy tan molesta? ¿Sabes por qué, Auro? Porque yo te he defendido desde el principio, desde mucho antes de que siquiera supieras de mi existencia. Desde la primera vez que te vi me convencí a mí misma de que no eras todo eso que los rumores decían. Te defendí, me convencí a mí misma de que dentro de ese chico frío había un corazón hermoso, cuando en realidad no era así.
Auro me miró totalmente desconcertado, aparentemente sin poder entender lo que yo estaba diciéndole. Sus ojos claros ahora estaban llenos de confusión y algo entrecerrados tratando de analizar todo lo que acababa de soltarle de golpe. Quizá había sido algo intenso, pero necesitaba sacarlo de mi pecho y saber que él me estaba escuchando claramente. Simplemente no podía seguir guardándome lo que sentía.
La expresión de desentendimiento seguía en su cara cuando abrió la boca para comenzar a hablar. Al mismo tiempo hizo un ademán con sus manos pidiéndome que me detuviera por un segundo para tratar de comprender mis palabras, a lo cual negué y proseguí, porque no, aún no había terminado.
—Por eso estoy molesta, Auro. Al parecer el que no puede darse cuenta de mis sentimientos aquí eres tú.
—¿De qué estás hablando, Zoe? —preguntó igual de confundido que antes.
—¡De que me estoy muriendo por ti! —grité.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top