CAPÍTULO VI

Podía escuchar lejanamente la voz del profesor anunciando que la clase había terminado. A juzgar por mi posición en el pupitre y la hinchazón en mis ojos, suponía que me había quedado dormida a mitad de la clase.

La mayoría de mis compañeros ya habían abandonado el salón mientras yo seguía copiando lo escrito la pizarra, en un intento de recuperar un poco del contenido de la clase.

—Te quedaste dormida, ¿eh? ¿Todo bien en casa? —Habló el maestro.

—Creo que sí, gracias por preocuparse, profesor White, solo he tenido problemas para dormir estos días. Las cosas han estado bastante confusas.

—¿Quieres contarme qué te tiene tan confundida? Sabes que soy bueno escuchando, puedes confiar en mí.

El profesor White era también el consejero escolar. Toda la escuela lo amaba por su particular manera de enseñar álgebra y, además, su increíble personalidad. El solo verlo te inspiraba confianza y te hacía saber que siempre estaría ahí para escuchar tus problemas, incluso si nunca en la vida habías charlado con él. Era ese tipo de personas que te hacía agradecer al universo por haberlo conocido.

—Es solo que —Me levanté de mi asiento acercándome al escritorio en donde se encontraba mi maestro— hay un chico aquí en el instituto que me causa mucha intriga. Creo que... Él me gusta desde hace un tiempo atrás, desde antes de que él incluso supiera de mi existencia, pero es muy misterioso y al principio quería averiguar qué era lo que escondía, pero después... —mi voz se vio interrumpida cuando la puerta del salón se abrió de repente.

Por ella vi entrar una figura alta con piel pálida y cabello negro despeinado. Cerré los ojos y solté un gran suspiro sin poder creer mi mala suerte. Tenía que ser mi fin.

—Profesor White —llamó Auro entrando.

—Hey, pero mira quién está aquí, mi chico perdido —expresó el maestro lleno de felicidad con una sonrisa de oreja a oreja.

—Quería entregarle el trabajo de esta semana, está terminado y corregido. Si encuentra algún otro error, por favor, hágamelo saber, no podré asistir a clases la próxima semana.

Auro le entregó un juego de hojas al profesor de una manera muy amable. El tono en su voz era algo distinto al que yo estaba acostumbrada a escuchar; este no era duro, ni demandante, solamente era su voz ronca, totalmente relajada. Aparentemente, él no se había percatado de mi presencia todavía, pues en cuanto lo vi entrar escondí inmediatamente mi rostro entre mis mechones de cabello.

—Está bien, Auro. La mayoría de tus trabajos siempre son excelentes, así que no creo que haya mucho que corregir. Lo revisaré y te lo entregaré luego. Ten cuidado, te veo cuando estés de vuelta y sabes que puedes buscarme si necesitas algo.

Yo estaba recargada en la paleta del pupitre, intentando aún que Auro no viera mi rostro. No sabía con seguridad cómo me sentiría al verlo a los ojos después de la visita del agente a mi casa, ni tampoco sabía cuál sería su reacción al verme; de lo único que podía estar segura era de que ninguna de las dos sería positiva, así que simplemente quería evitarlo.

Pero vamos, soy Zoe Young, la mala suerte me perseguía a dondequiera que fuese. El banco en el que yo estaba recargada no soportó más mi peso y causó que el pupitre cayera hacia adelante y yo terminara en el suelo con él encima de mí.

¿Acaso todas las cosas tenían que cobrar vida y dejarme en ridículo frente a Auro?

El profesor al darse cuenta de mi escandalosa caída se levantó rápidamente del escritorio para auxiliarme.

—Por Dios, Zoe, ¿estás bien? —lo escuché preguntar.

La silla había golpeado mi cabeza fuertemente, desconcertándome un poco, por lo que a pesar de que estaba consciente de lo que ocurría a mi alrededor, no podía responderle. Con los ojos entreabiertos y entre mi mareo, pude ver como el profesor intentaba ayudarme a quitar el banco de encima de mí.

—Auro, ayúdame. ¿Puedes revisar si su herida es grave? Creo que está a punto de desvanecerse.

Debido a que mi vista estaba nublada, solo podía guiarme de mi sentido auditivo. Escuché a Auro afirmar ante la petición del maestro y pronto comenzó a aproximarse a mí. Ignorando el dolor de mi cabeza, giré mi rostro y moví mi cabello largo para cubrirme de nuevo, esta vez por completo.

Era un acto extraño, lo sabía, sobre todo porque era más que evidente que quería ocultar mi identidad, pero no me importaba. Solo podía imaginar la expresión de disgusto de Auro al descubrir que la víctima era de nuevo yo. No quería que me salvara una vez más, él había dicho que no lo haría y yo no necesitaba que lo hiciera, pero ¿qué más podía hacer si él ya estaba ahí y mis movimientos estaban limitados?

Solo morir de vergüenza, de nuevo.

—Zoe, ¿puedes escucharme? —preguntó el maestro.

Auro se arrodilló en el suelo para estar a mi altura y con mi cabello todavía cubriendo mi rostro, sentí sus helados dedos tocar mi cara.

—Zoe... —pronunció su ronca voz— ¿Estás consciente?

Era la primera vez que escuchaba mi nombre salir de sus labios y mentiría si dijera que no me gustaba como sonaba. Sus manos retiraron el cabello de mi cara colocando mis mechones detrás de mi oreja. Cerré los ojos con fuerza para evitar encontrarme con sus ojos celestes.

—Vaya, Zoe —lo escuché decir, esta vez en un tono de cansancio al descubrir que se trataba de mí.

Abrí los ojos lentamente para darme cuenta de que su rostro estaba a escasos centímetros del mío. Su mirada hacía contacto con la mía y podía sentir como si me estuviera invitando a acercarme aún más a él. Retiró sus manos rápidamente de mi cara y soltó un suspiro para después ponerse de pie.

—Zoe —dijo de nuevo sin asombro, más como si fuera un reproche.

Escucharlo decir mi nombre repetidas veces me estremecía y quería ocultarlo, sin embargo, creo que no estaba funcionando. Parecía que Auro quería dejar bien en claro que ahora conocía mi nombre y no lo olvidaría.

De mala gana, me ofreció su brazo para ayudarme a ponerme de pie. No lo tomé porque sabía que después estaría recordándome que me había salvado una vez más. Me levanté con mi propia fuerza entre tambaleos mientras tocaba el golpe en mi cabeza. Seguramente se haría un chichón.

Al parecer, él no se esperaba dicha respuesta de mi parte, por lo que con cierta indignación y molestia, al ver que le dejé el brazo tendido, lo regresó a su lugar.

Estoy bien, profesor. Gracias por la ayuda. —Esbocé una suave sonrisa hacia mi maestro, sacudiendo mi ropa.

Intenté demostrar que todo estaba bien, a pesar de que el dolor en mi cabeza aún estaba presente.

—Bueno, también deberías agradecerle a Auro. Déjenme presentarlos... —él lo interrumpió abruptamente.

—Ya nos conocemos —respondió con una expresión de seriedad y sin despegar sus ojos celestes de los míos—. Créame que no es necesario, ¿verdad, Zoe? —preguntó cruzándose de brazos y haciendo énfasis en mi nombre.

Una vez que Auro ya había abandonado el salón de clases y el dolor a causa del golpe en mi cabeza había disminuido, el profesor White insistió en retomar la conversación que estábamos teniendo antes de ser interrumpidos.

—Entonces... ¿Quieres seguir contándome de este chico misterioso que te gusta?

Yo negué rápidamente.

Nunca hubiera imaginado que el profesor tuviera tan buena relación con Auro, mucho menos que él se comportara de una forma tan distinta a lo usual cuando hablaban. Era como si el profesor fuera una de las pocas personas que hacían sentir a Auro seguro, alguien que, a diferencia de la mayoría, no lo juzgaría y no daría importancia a sus errores.

El solo recordar que estuve a nada de confesarle al profesor mis sentimientos por Auro, siendo que él lo conocía tan bien, me hacía sentirme terriblemente expuesta.

—No sabía que usted tuviera tan buena relación con Auro —solté con algo de pena.

El maestro suspiró mirando al techo.

—Es un buen chico y un excelente alumno. Sus tareas siempre son de las mejores y rara vez tiene errores —Miró hacia el suelo pensativo—. No puedo entender por qué la gente le juzga tanto. Es serio y reservado, sí, pero eso no significa que sea una mala persona.

¿Auro era un buen alumno? Definitivamente, eso tampoco me lo esperaba. Siempre pensé que cumpliría con la típica imagen de chico malo y alumno rebelde que no le gustaba hacer tareas y odiaba a los profesores. Era una gran sorpresa saber que era exactamente lo opuesto. Esto era algo nuevo y contradecía por completo las ideas que me estaba haciendo sobre él.

—¿Usted está enterado de todos los rumores que se dicen sobre él? —le pregunté.

—Es imposible no escucharlos, toda la escuela habla de él, pero si me lo preguntas, yo no creo que Auro sea todo eso que la gente dice. Estoy convencido de que muy en el fondo de ese chico frío hay un cálido corazón que la gente no puede ver.

Sus comentarios me dejaron pensando por unos segundos. Mi cerebro se encontraba más confundido que nunca, mezclando las palabras del profesor con las del agente Coleman. Si bien, no estaba segura de que Auro estuviera relacionado a Akim Komarov, existía una probabilidad de que así lo fuera y, por más pequeño que el porcentaje fuese, me aterraba a niveles indescriptibles.

Eran dos distintas opiniones sobre la misma persona, dos distintos puntos de vista y yo me encontraba justo en el centro de ambos.

Mis clases terminaron, y mientras caminaba por el pasillo con mi mochila puesta, logré divisar entre todos los alumnos una figura que sobresalía de las demás por su elegante forma de vestir. A la distancia se encontraba el agente Coleman, observando detenidamente a cada persona que se pasara por ahí, aparentemente vigilando la escuela. No pude evitar negar con mi cabeza al verlo, no podía creer que de verdad se había atrevido a venir personalmente a mi escuela después de lo que le dije y mucho menos ahora, cuando mi mente ni siquiera sabía qué pensar sobre Auro.

—No va a encontrarlo aquí, agente —le dije acercándome a él—. Realmente dudo que un criminal buscado internacionalmente se encuentre en un instituto haciendo tareas.

—Eso es lo que crees tú, pero pudiera estar en cualquier lugar. La mejor manera de esconder algo es ponerlo justo enfrente de tus narices, así no levantas sospechas. Así que me quedaré todo lo que resta del día aquí —me respondió en un tono de seguridad y sin dejar de analizar a los alumnos como posibles criminales.

—Creo que me equivoqué. Por favor, olvide lo que le dije esa noche, agente. No tengo sospechas de nadie ni creo que pueda encontrar información aquí.

El agente finalmente volteó a verme, arqueando una ceja sin poder terminar de comprender mis palabras. Yo estaba a punto de continuar explicándole que no estaba segura de nada de lo que había visto y que, además, muy probablemente todo se tratase de un malentendido, sin embargo, pude notar como a unos cuantos metros Auro permanecía recargado en su casillero, con la mirada fija sobre mí y el agente. Su mandíbula estaba ligeramente apretada y sus ojos celestes podían asesinar. Me congelé cuando nuestras miradas chocaron, pero a él pareció no importarle en lo absoluto. No apartó la vista esta vez, por el contrario, continuó mirándome a detalle.

—¿Qué te hizo cambiar de opinión, Zoe? ¿Qué te hace dudar? Akim Komarov es un criminal muy peligroso y si tú puedes ayudar a detenerlo, podrías salvar miles de vidas —argumentó el agente.

—Y me encantaría ayudar, pero en serio dudo que él pueda estar cerca de mí y dudo que pueda estar en esta escuela... —Una voz a mis espaldas habló por encima de la mía.

—¿Dijo Akim Komarov? —preguntó Auro acercándose. ¿Cómo es que había caminado tan rápido hasta mí? —. Creí que Akim era solo un mito, he escuchado su nombre muchas veces, pero nunca que hayan encontrado una huella de él.

Coleman dirigió su mirada hacia él. En su mirada podía verse la sospecha hospedada, con un ligero toque de esperanza por obtener algo de información. Auro, detrás de mí, lo observaba con altanería y casi podía afirmar que lo estaba desafiando.

Yo estando en medio de los dos, podía sentir la enorme tensión y presentir que lo que se venía a continuación no sería para nada bueno.

Los ojos del agente se mantenían fijos en Auro; alzó un poco la cabeza y se cruzó de brazos para adoptar una postura más intimidante, después sonrió de lado intentando acercarse a él.

—¿Te he visto antes? —inquirió entrecerrando los ojos, como si estuviera tratando de recordar.

—Creo que usted tiene asuntos más importantes por investigar que si me conoce o no, como la existencia de Akim, ¿no es eso por lo que está aquí?

—¿Cómo es que estás tan informado sobre él?

Auro rio.

—Por favor, cualquier persona está más informada que los agentes en este lugar. Siempre son los últimos en enterarse de todo. Los verdaderos criminales trabajan enfrente de ustedes, o incluso entre ustedes.

Definitivamente, Auro estaba atacando al agente sin ningún tipo de miedo o respeto. Parecía que tenía un de odio o resentimiento hacia él sin razón.

Me giré hacia él tratando de impedir que siguiera metiéndose en problemas, porque sabía que justamente eso era lo que el agente necesitaba para convencerse de que Akim podía estar en esta escuela. Un chico problemático.

—Auro, el agente solamente está haciendo su trabajo —susurré.

Coleman, al escuchar la respuesta tan irreverente de Auro, comenzó a acercarse más a él con pasos firmes hasta toparse con mi cuerpo, dejándome prácticamente como la única barrera entre ambos. Mi cuerpo era lo único que evitaba que los dos se lanzaran como animales y, a decir verdad, no tenía intenciones de moverme ni un centímetro.

—Para poner en duda la existencia de Akim pareces estar muy interesado en él. Si tanto alegas saber sobre criminales será mejor que tú y yo tengamos una charla a solas. Anda, así me das una pequeña clase sobre cómo atrapar criminales de verdad —se burló el agente.

Oh no, lo estaba provocando y temía por cuál sería la reacción de él. Auro era un chico con un temperamento bastante cuestionable, todos en la escuela lo sabíamos y por esa razón nadie se atrevía a hablar directamente con él. Si alguno de los dos no dejaba de hablar en los próximos dos minutos, la escuela sería el escenario de una escena desagradable.

—Pues para ser agente usted es muy estúpido —Auro empujó con su dedo índice el hombro del agente—. No voy a hacer su jodido trabajo. Hazte un favor —miró la tarjeta de identificación de Coleman, al parecer buscando cómo llamarlo—, Mason. Hazte un favor y deja de desgastarte buscando a un criminal internacional en una escuela común de Los Ángeles.

—No vuelvas a tocarme —advirtió Mason con enojo.

La tensión entre ambos era tanta que supe que era mi momento de intervenir. Necesitaba hacer algo antes de que terminaran golpeándose o de que Auro pasara el fin de semana en prisión, confirmando así los rumores que todas las personas inventaban sobre él.

—Oigan, ¿es necesario hacer esto en la escuela? —dije tratando de separarlos con mis brazos, colocando uno en el pecho de cada uno.

Auro tomó mi brazo con su fría mano y la separó lentamente de su pecho, sin siquiera voltear a verme. Era como si yo no existiera y solo estuvieran ellos dos ahí, tratando de derrotar el ego del otro. Algo me hacía pensar que ellos podían tener una historia detrás, que tal vez esta no era la primera vez que se encontraban y era por eso que había tanta tensión entre ellos. Tanta, que yo quedaba excluida por completo de esto.

—Zoe, vete a casa —me dijo Auro demandante, aún sin hacer contacto visual conmigo.

—Ella está ayudándome a poder llegar a Akim —le respondió Mason rápidamente—. Está conmigo, así que no se irá.

Los ojos celestes de Auro bajaron un poco para encontrarse con los míos. Parecía no poder creer lo que había escuchado, o quizá estar algo decepcionado. Apretó la boca mientras soltaba un suspiro, después miró a un lado y soltó una risa.

—¿Y qué te hace pensar que ella sabe algo de Akim? Ni siquiera puede andar sin terminar en el piso con algo encima de ella.

Ouch. Mentiría si dijera que su comentario no me había ofendido, pero en el fondo sabía que era la realidad. Mis movimientos siempre habían sido torpes y lo eran aún más estando cerca de Auro, así que simplemente fruncí el ceño sin tratar de defenderme.

—Oh, ¿dudas de ella? Es inteligente, una cualidad que claramente no tienes tú.

—Tampoco la tienes tú al arrastrar a alguien inocente a esto.

Su tono de voz y expresión facial demostraba que esta vez estaba más preocupado que molesto. ¿Acaso estaba tratando de protegerme de nuevo? Era difícil para mí creer que Auro a pesar de sus frías actitudes, podía preocuparse tanto porque algo malo me pasara. Las cosas no eran para nada claras, y lo único de lo que podía estar segura era de que Auro estaba ocultando algo turbio.

—Vamos a atrapar a Akim, en donde sea que esté, tenlo por seguro —avisó el agente peligrosamente cerca de Auro.

—Entonces no seas cobarde y haz tu maldito trabajo tú mismo. Déjala a ella fuera de esto.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top