one ──── the aureos
────────────── CHAPTER ONE,
THE AUREOS ──────────────
Los seis áureos descendieron con suavidad en la entrada de la gran cueva oscura, podían oír un silbido viniendo desde adentro. Sus pies apenas rozaron la tierra y sus alas se cerraron instintivamente detrás de sus espaldas sin crear algún ruido que los delatara.
Sahily, una de los áureos, fue la primera en la improvisada hilera que usualmente hacían en sus misiones. Dejó salir un leve soplido, contemplando las grandes rocas que formaban la cueva, su mente comenzó a hacer un dibujo del lugar, memorizando cada pequeño detalle que podría servirles si algo salía mal.
Ella arregló su flequillo rubio, preparándose para entrar a ese nauseabundo lugar. Con solo un asentimiento, entró seguida de los demás, sus ágiles pies moviéndose sin crear sonidos.
Aguantó la respiración cuando divisó la criatura que reposaba dentro de ese pestilente lugar. El gigante Mon dormía, sus resoplidos creando una ventisca que golpeaba sus pequeños trofeos y ocasionó que pequeñas piedras cayeran creando un eco.
El gran cuerpo de la criatura, casi midiendo los cuatros metros, estaba posado sobre una gran roca, lo suficientemente fuerte para aguantar su peso.
Con cada paso que Sahily dio, el olor fue entrando y su nariz se arrugó, asqueada. Todavía no sabía cómo era posible que los gigantes adquirieron ese hedor tan penetrante.
Se desplazó con suavidad por el lugar, manteniendo su mirada puesta en el gigante hasta que su atención fue a caer en su objetivo. Varias jaulas de hierro se encontraban colgadas y una de ellas con humanos que fueron secuestrados por el gigante Mon para ser devorados como un pequeño aperitivo.
──── Manténganse callados ──── Ezer les dijo, deduciendo las acciones de los humanos ──── Los sacaremos, pero tratemos de no levantarlo.
──── Estamos aquí para ayudarlos ──── comentó Sahily, dando una suave sonrisa que pudo calmarlos.
Se quitó del camino cuando Ithiel alzó su espada en el momento que el gigante resoplaba para ocultar el sonido del candado rompiéndose. Ezer lo agarró con agilidad, poniéndolo en silencio al suelo.
Sahily se agachó, vigilando al gigante. Tenía muchas ganas de poder despertarlo o enterrar su espada en el pecho de la criatura para que no fuera una molestia, pero sabía que no era lo indicado.
Ezer se posicionó a su lado, mirando a la áurea pensativa y negó, llamando su atención.
──── Por esta vez lo dejaremos vivo ──── él susurró.
──── Eso significa que lo mantendremos vigilado ──── ella musitó, suspirando ──── Definitivamente no lo acepto, cambiaré de turno.
Ezer le dio una sonrisa de lado ──── Tú nunca aceptas las guardias.
──── Su olor es la primera razón ──── siseó, arrugando su delicada nariz con asco.
──── Separémonos en dos grupos ──── Ithiel propuso, bajando al último humano ──── Será más fácil guiarlos a la salida.
──── Ya lo oyeron ──── aceptó Sahily, asintiendo al resto de los áureos.
Ella se quedó en su misma posición junto a Ithiel y Ezer, sus dedos apretando la espada por cualquier problema. Sabía que la primera regla en misiones era nunca confiarse hasta salir por completo, lo había vivido centenares de veces y en todas, siempre salía con alguna herida.
Uno por uno, los humanos fueron llegando a la salida así que los áureos se levantaron de su posición, siguiéndolos. Antes de poder salir por completo, Sahily sintió como su espalda se erizó, alarmándola.
Giró su rostro unos centímetros para encontrar al gigante Mon despierto. Sus ojos oscuros se movieron frenéticamente sobre los áureos y los humanos que salieron corriendo a la salida creando un desastre.
El enojo era evidente en el rostro del gigante, rugió dejando salir su aliento mugriento. Sahily solo pudo apretar sus manos, repitiéndose mentalmente que podía aguantarlo.
Lo que no esperaba era que el gigante tomará sus trofeos y los lanzará directo a ellos. Ithiel la empujó al suelo, rodando sobre la tierra antes que los impactará.
──── ¡Váyanse con los humanos! ──── Ezer gritó a los áureos que pudieron salir ──── ¡Es una orden!
No hubo respuesta de los áureos cuando una roca cayó en la única entrada, encerrándolos con la criatura que no los dejaría ir tan tranquilos.
Sin perder tiempo, Sahily se levantó del suelo, empuñando su espada y mantuvo el escudo preparado para cualquier ataque sobre su antebrazo.
Se escondió detrás de una pila de rocas que apenas la cubrían. Ithiel también lo hizo, necesitando encogerse un poco más por su tamaño.
──── Parece que mi deseo se hizo realidad ──── Sahily bromeó, mirando a su hermano.
──── No está vez ──── Ithiel negó, dándole una sonrisa ──── Él es mío.
──── ¿Sí? ──── ella cuestionó, alzando su ceja ──── Quiero ver eso.
Sahily se levantó, corriendo en dirección al gigante al mismo tiempo que Ithiel gritó lo tramposa que era. La rivalidad de los hermanos nunca fue un problema en Áureos hasta que nacieron los gemelos que desde un principio mostraron ser competitivos cuando se trataba de obtener misiones y, sobre todo, con ellos mismos.
Ithiel y Sahily tenían una larga lista de seres sobrenaturales atrapados que cada día se expandían más, casi venciendo a los veteranos que llevaban alrededor de 500 años en su trabajo.
Para Áureos, fue una bendición, para las criaturas, una maldición que debían de cuidarse.
──── Ese flequillo solo hará que te caigas con tus propios pies ──── él bromeó, deteniendo un objeto con su escudo.
Sahily rodó los ojos, dándole un bufido ──── Supéralo, ese chiste perdió su gracia hace años.
──── Lo dudo ──── replicó, viendo como su hermana hizo una perfecta voltereta en el aire antes de ser golpeada ──── A mí me sigue dando risa.
──── ¡Hermanos, deténganse! ──── Ezer les advirtió ──── Solo harán que yo gane está criatura.
Los gemelos se detuvieron, mirándose con diversión antes de responderle a Ezer.
──── Parece que alguien más se sumó a nuestro juego ──── Ithiel habló.
──── No pienses que lo dejaremos fácil ──── terminó de decir Sahily.
──── Sé que no lo harán, pero ustedes mismos se sabotean y esa será mi oportunidad. ¡Cuidado! ──── Ezer gritó, alertándolos.
Ninguno de los dos había puesto atención a la cercanía del gigante o la roca que fue lanzada en su dirección. Sus alas doradas se expandieron, volando tan rápido como pudieran para evitar ser golpeados.
La roca golpeó la pared trasera, desintegrándose en pequeñas piedras que le llegaron a Sahily, sus alas recibiendo los mayores golpes. Su expresión divertida cambió a una enojada, limpiando el polvo de su armadura.
──── Eso no fue amable, Mon ──── negó, tomando sus armas ──── Recuerda que soy una dama.
Ella tomó su posición en medio de sus dos hermanos, apretando tan fuerte su espada que sus dedos se pusieron blancos. Sin esperar alguna palabra, los tres volaron directo al gigante, confundiéndolo en quién centrarse.
Sahily introdujo su espada varias veces en el gigante, su velocidad rápida siendo una ventaja para que no la tomara. Dejarlo débil era su objetivo, conocía lo tontos que podían ser, pero la fuerza de un gigante era incomparable con la suya.
Terminó por esconderse de nuevo detrás de las rocas, recuperando el aire perdido, no pensaba en lo difícil que sería, estaba segura que su espada lo hirió lo suficiente, pero seguía de pie.
Dio un vistazo, tratando de enfocarse en sus hermanos y como seguían batallando sin éxito. Ithiel hizo lo mismo que ella, tomó un escondite para tomar fuerzas y Ezer se escondió a unos metros más.
──── ¡No vueles si no estamos ahí, Ithiel! ──── ella gritó, observando las alas de su hermano agitándose ──── ¡Te puede atrapar con facilidad!
Ithiel le dio un asentimiento, tomando su consejo. Debían pensar un plan antes que se cansarán demasiado, el gigante Mon estaba enojado por perder a sus humanos así que los tomaría a ellos cueste lo que cueste.
──── ¿Qué se supone que haremos? ──── preguntó Ithiel, el sudor brillando en su frente y cuello ──── ¿Esperar que el hambre haga que se desmaye?
──── Déjame pensar ──── musitó, frunciendo sus cejas. Su mente comenzó a recrear un plan, tenía sus cadenas y con eso sería suficiente para derribarlo ──── Creo que lo tengo.
──── ¿Qué? ──── cuestionó Ithiel, sin poder oírla con claridad ──── ¡Habla más alto!
──── ¡Creo que lo sé! ──── ella gritó, mostrando su arma. Dirigió la vista a Ezer, intentando encontrarlo ──── ¡Ezer, las cadenas!
──── ¡No puedo oírte, Sahily! ──── él replicó.
──── ¡Las cadenas! ──── gritó con fuerza ──── ¡Lo derrumbaremos!
Sin embargo, su hermano no pudo oírla y por eso hizo lo menos pensado. Ezer abrió sus alas, alzándose en vuelo y eso hizo que el gigante Mon girara, intentando capturarlo.
──── ¡No! ──── Ithiel gritó.
Con una sola mirada a Sahily supo lo que debían de hacer. Ella salió corriendo, deshaciendo el amarre de la cadena para moverla en el aire con facilidad y enredarla en uno de los pies del gigante.
Enredo sus manos en lo sobrante, empujando con toda su fuerza para lograr su objetivo. Ithiel hizo lo mismo, impulsándose con sus alas.
El aullido de dolor del gigante Mon fue lo necesario para saber que logró su objetivo, la tierra tembló con su caída.
──── ¡Quítate de ahí, Ezer!
Antes de poder tomar velocidad y huir, el gigante tomó uno de los pies de Ezer, aventándolo contra una de las rocas como si fuera un simple muñeco.
Desde la distancia, Sahily pudo ver cómo el cuerpo de su hermano se estrelló con fuerza y cayó al suelo, la sangre dorada mezclándose con la tierra.
──── ¿Ezer? ──── llamó con urgencias sin recibir alguna respuesta.
──── ¡No lo sueltes! ──── musitó Ithiel.
Lanzó su cadena a su hermana, encargándola de ambos pies mientras él voló al pecho del gigante Mon. Sin perder tiempo, enterró su espada directo al corazón, el arma emitió una luz y el cuerpo se evaporó, las cenizas fueron lo único que quedó de la gran criatura.
Sahily tiró las cadenas al suelo, volando hasta el cuerpo de Ezer. Puso su mano encima de su pecho, intentando sentir su alma como hacía cada vez que alguno se hería.
──── Solo está inconsciente ──── explicó a Ithiel ──── Estará bien.
Con cuidado, ella le quitó el pesado casco de su cabeza, llenándose los dedos de la sangre dorada que siguió brotando de la parte posterior.
──── Iré por agua ──── Ithiel avisó, volando al pequeño estante.
Sahily siguió quitando la armadura para darle mayor comodidad a su hermano. Sacó varias gasas que cargaba consigo y las puso con cuidado en sus heridas, sabía que necesitaba detener las hemorragias primeramente para salir de ese lugar.
Ithiel llegó cargando un balde, ella lo tomó sin importarle de dónde provenía, acababa de matar a un gigante y se sentía agotada. Utilizó un poco de esa agua para quitar la tierra de su rostro y la sangre pegada.
──── Cuando despierte, le dolerá bastante ──── Ithiel mencionó, acostándose en el suelo ──── No puedo creer que ese gigante nos dio lucha.
──── Tampoco es sorprendente ──── ella murmuró, apartando el cabello castaño de Ezer ──── Todas las criaturas se espantan con tu rostro.
Ithiel dejó salir una ronca risa, mirándola ──── Estoy tan cansado que ni siquiera puedo devolverte el cumplido.
──── No te preocupes, puedo devolvérmelo a mí misma ──── musitó, dándole una suave sonrisa.
Siguió acariciando el largo cabello de Ezer, alejándolo de las vendas. Sus facciones estaban relajadas, apenas notándose las arrugas que usualmente se le formaban en sus frentes.
El áureo tenía unos llamativos ojos verdes claros que lo diferenciaban del resto al igual que su prominente altura o musculatura.
──── Bien, ya estoy mejor ──── Ithiel habló, levantándose ──── Vámonos, Ezer necesita que lo revisen. Lleva las armas, ¿podrás con tantas?
──── No te preocupes por mí ──── murmuró.
Con ayuda de Sahily, Ithiel pudo cargar el cuerpo inconsciente sobre su hombro, haciendo lo posible para que no cayera una vez que estuviera arriba.
Ella tomó las armas, poniéndolas en el cinturón de su falda y las armaduras las colocó alrededor de su pecho, dando unos pasos tambaleantes por el peso.
Desplegaron sus grandes alas doradas, el plumaje brillando con la luz del sol. El tamaño de las alas variaba con los áureos, el de los gemelos siempre habían sido grandes y por eso, su velocidad era rápida, así como la resistencia contra los objetos que lanzaban en su contra.
Para Sahily, sus alas nunca habían sido un problema, eran una parte de su cuerpo tal como sus brazos y piernas además que la diferenciaban del resto.
El aire golpeó en su rostro al momento de volar, las nubes los ocultaban hasta mostrar el lugar dónde querían llegar: Centro Sanare, el lugar de curación para los áureos. Entraron caminando al espacio blanquecino, Sahily se encargó de detener una de las sanadoras, llevándola con sus hermanos.
──── Ezer necesita una habitación privada ──── ella dijo, guiándolos por el pasillo.
Ithiel colocó el cuerpo del áureo con suavidad, Sahily lo ayudó con su cabeza, depositándolo en la suave almohada oscura.
──── Tendrán que dejarnos a solas ──── les indicó la áurea, cerrando las cortinas de las ventanas ──── Él estará bien, no es la primera vez que se lastima de esta forma.
──── Solo toma lo peor antes que nosotros lo hagamos ──── Ithiel murmuró, negando ──── Si sucede cualquier cosa, llámenos, por favor.
──── Se los puedo asegurar ──── asintió ──── Les recomiendo que ustedes vayan a descansar.
Los dos salieron de la habitación, dejando a la áurea hacer su labor. Ithiel agarró las armas del cinturón de su hermana, poniéndoselo en el suyo al ver sus mejillas sonrojadas por el esfuerzo.
──── Pásame las armaduras de Ezer ──── demandó.
──── Estoy bien...
Sahily no terminó de hablar cuando Ithiel la hizo girar, quitándole el peso extra de su espalda. Ella bufó, por supuesto que su hermano no iba a aceptar una negativa de su parte.
──── Para la próxima, podemos amarrar a Ezer a un árbol y así no tendremos que cargar con él ──── Ithiel propuso y al instante recibió un golpe en su estómago.
──── Se amable ──── susurró, mirándolo directo a sus ojos claros.
──── Soy amable ──── dijo, sonriendo ──── Vamos, debemos de ir dónde el líder Izan a menos que queramos una entrada como la última vez ──── bromeó.
──── Suficiente con una ──── se quejó, acomodando su cabello rubio ──── Aún tengo que decirles que sigo viva.
Ithiel agarró la mano de su hermana riendo con su expresión desagradable. Ella lo siguió, acostumbrada a ser llevada por Ithiel cuando deseaba moverse.
──── ¿Por lo menos te dieron un regalo de vida? ──── él bromeó, sacando una sonrisa de Sahily.
──── Solo si las clases extras cuentan como una ──── replicó.
Las misiones de los gemelos siempre habían sido exhaustivas, no era una sorpresa para los habitantes encontrarlos días después o al instante, pero hace unos meses, ninguno de los dos regresó, preocupando a sus padres y, sobre todo, al líder Izan.
Contó los días hasta que pasaron semanas y fue cuando dio la noticia que probablemente habían muerto en batalla, lo que llevó a crear una ceremonia de despedida.
Cuando los gemelos volvieron con varios áureos que también estaban desaparecidos, causó una conmoción en la ciudad, teniendo que eliminar sus papeles de muerte y hacer que sus vidas volvieran a la normalidad.
Era claro que Sahily fue la única que no se lo tomó bien cuando sus clases tuvieron que reprogramarse y sus estudiantes querían saber dónde estuvieron todo ese tiempo en vez de enfocarse en sostener bien una espada.
Ambos salieron del centro Sanare, quitándose toda la molestia que emanaba ese lugar. Ithiel apretó los dedos de Sahily, dando una leve sonrisa que ella devolvió al instante.
Era un instinto de ambos mantener sus manos unidas, casi un recordatorio que seguían juntos después de ponerse en peligro en cada misión que iban.
Los ojos de Sahily se desplazaron sobre Áureos, también conocida como la ciudad dorada que se escondía entre las nubes, en busca de algo diferente. Los áureos volaban por encima del pueblo, desplazándose sin ningún problema.
La ciudad de Áureos fue creada a partir de la necesidad de unos guardianes que estuvieran disponibles tanto para el cielo como el mundo de los humanos por las diferentes criaturas que solían amenazarlos.
Ellos llegaron a diferenciarse de los verdaderos ángeles al tener un aspecto más humanizado y la diferencia de color de sus alas.
Eran pocos los que habían podido encontrarse frente a los ángeles y no fue en las mejores circunstancias así que para llegar a ser daño en ambos mundos, primero debían de derrotar a los áureos y jamás habían perdido ni una batalla. Como toda ciudad, sea angelical o no, necesitaron de un líder para mantener el control.
Durante años, el líder Izan impuso un sin fin de normas para ayudar a mantener a Áureos con su mejor presencia, ayudando y fortaleciéndose al pasar los años.
La primera línea defensora fue creada por su propia familia al tener que mostrar que estaba dispuesto a ser un intermediario sin preferimos y por eso, cada descendiente era agregado, incluso los gemelos que eran sobrinos del líder Izan.
Su tío les daba las misiones y ellos respondían a sus mandatos, trayéndoles los mejores resultados que podían obtener.
primer capítulo de mi nueva historia de fantasía (si, no puedo escribir otra cosa que este género jajaja)
ya pudimos conocer a nuestra protagonista, la hermosa Sahily ♥
espero que puedan conectar con ella e identificarse, aunque es un ángel, tendrá muchos sentimientos humanos así que sigan leyendo.
votos y comentarios son más que bienvenidos en Áureos
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top