forty ──── darkened soul





─────────── CHAPTER FORTY,

DARKENED SOUL ───────────



Las pesadas botas negras aplastaron las piedras negras con cada pisada que dio Zadkiel. No había ni un sonido en ese lugar, tan desolado que las mismas personas abandonaron sus casas por las pesadillas andantes que los atormentaban todos los días.

Él se detuvo enfrente de un hueco que tenía una escalera en la profundidad. Intentó mirar algo más en esa oscuridad, pero no hubo nada así que arrancó el cartel de no pasar, tirándolo.

Bajó la capucha de su cabeza, dejando libre su cabello oscuro. Bajó la escalera, adaptándose a la oscuridad que lo rodeaba hasta que unas llamas se encendieron, enseñándole el camino.

No pudo ocultar la sonrisa que creció en su rostro al pensar en la patética entrada que el infierno tenía y como un cartel de no pasar era lo único que los detenía.

Zadkiel bajó el último escalón, traspasando el manto invisible que hacía que los humanos salieran espantados de ese lugar y fue cuándo todo cambio.

Los demonios caminaban alrededor del mar de los sueños perdidos, manteniendo su cabeza abajo. Las grandes casas a su alrededor pertenecían a los demonios con más rangos, disfrutando de los gritos dolorosos y los castigos que aquellos humanos merecían.

El áureo siguió su camino, sin interesarse sobre las súplicas de las almas por ser rescatadas y fue a la familiar casa donde fue interceptado por dos demonios que custodiaban la puerta.

──── Oh, miren quién decidió aparecer ──── se burló uno de ellos, señalándolo con su lanza ──── ¡El maldito traidor!

──── Ya tengo pensado como deberíamos de matarlo ──── propuso el otro, caminando alrededor del áureo ──── Estoy seguro que su cabeza iría bien junto a la de mi esposa.

──── No, iría bien junto a la mía ──── contradijo el demonio, sonriendo ──── ¿Por qué nuestra visita no habla? ¿Los áureos te arrancaron la lengua?

Zadkiel solo lo observó con aburrimiento ──── Solo estoy esperando que los perros de mi padre abran la puerta ──── dijo, apretando sus dientes ──── ¿Ya dejaron de jugar o tengo que darles sus premios?

Los dos hombres sisearon maldiciones al áureo, pudiendo reconocer lo parecido que era al demonio por el cual trabajaban. El demonio abrió la puerta, dejando que pasara aun cuando debía de ser torturado.

El áureo mantuvo su expresión fría, ignorando las miradas de disgustos y las maldiciones. Solo tenía un objetivo en mente y era llegar a su padre.

Recorrió los largos pasillos oscuros, viendo todas las puertas doradas que supuso que mantenían en cauterio a las humanas que descaradamente robaba del mundo.

Abrió la puerta de la oficina de su padre. Shain observó a su hijo, dejando salir el humo de su boca y sonrió, orgulloso de quién decidió ir.

──── Me hiciste esperar por ti ──── el hombre habló, recostándose al respaldar de la silla.

──── Solo estaba viendo mis opciones ──── dijo Zadkiel, cerrando la puerta detrás ──── No puedes culparme por no querer verte después de cincuenta años.

Shain rio, sus ojos oscuros tan similares a Zadkiel se arrugaron por la diversión.

──── Heriste los sentimientos de tu viejo ──── murmuró, tocando su pecho donde debía estar su corazón.

Zadkiel ladeó su rostro, pensativo ──── ¿Aún te quedan algunos?

──── Lamentablemente sí ──── suspiró, cruzando sus piernas ──── Siéntate, dime por qué has venido a mi reino después de tantos años. Zadkiel, ¿no? Suelo olvidar los nombres.

El áureo apretó sus dientes y solo asintió, sin querer arruinar nada. Se sentó en el sillón más alejado, imitando la postura de su padre.

──── Por supuesto, es un nombre fácil de recordar ──── murmuró.

──── Si, ahora lo recuerdo. Tu madre pensaba que tu alma se limpiaría por tener el nombre de un santo, pero no, estás tan condenado como ella ──── dijo con una sonrisa en su rostro ──── No hay salvación para nosotros.

──── Mi madre fue al cielo ──── siseó Zadkiel, apretando las orillas del sillón con sus manos ──── Ella nunca estuvo condenada por tus acciones.

Una sonrisa creció en los labios del demonio, divertido ante la situación.

──── Parece que caíste en las mentiras de los áureos ──── replicó, bufando ──── Todos ellos quieren aparentar ser buenos cuándo son más malos que los demonios. Anota eso, hijo.

──── No vine para hablar sobre eso. Quiero que me devuelvan lo que secuestraron, quiero a mi áurea ──── exigió, cruzando sus brazos ──── Sé que la tienen aquí.

──── ¿En serio? Tenemos a muchas áureas, las vienen a dejar todos los días, hay otras que murieron ──── informó, inclinándose para agarrar un pesado libro ──── Dime el nombre. Sería una gran lástima si has venido por nada

──── Sahily ──── dijo, inexpresivo ante la mirada penetrante del demonio ──── La conoces, ¿no?

Shain sonrió, su rostro tornándose más oscuro ──── Por supuesto. Siempre has tenido un gusto exquisito en las áureas, ¿no?

──── Es la única áurea con la que he salido ──── contó, entrecerrando sus ojos con disgusto.

El hombre tiró el libro a la mesa, sin perder la diversión. Su hijo siempre había sido el ser más interesante y tenerlo enfrente, sentado y rogando por una áurea, le había dado un sentimiento que pensó haber perdido hace años.

──── Ambos sabemos que no es así ──── susurró ──── Sahily está aquí, es nuestra invitada de honor por lo que no puedo ofrecértela sin algo a cambio.

──── ¿Qué quieres? ──── masculló Zadkiel, alzando una de sus cejas.

El hombre revisó a su hijo, dándose cuenta de las heridas en sus nudillos y brazos, incluso una cicatriz en su labio justo donde el arete seguía.

Zadkiel había estado muy ocupado esos días, entrenando para mejorar su físico y que la primera impresión se pudiera notar.

──── Sé que has estado peleando por otros demonios por información así que te pido que hagas lo mismo ──── Shain propuso ──── Ganas y te llevas a Sahily. Pierdes y bueno, veré en qué estado quedas para reclutarte en algún trabajo.

Zadkiel asintió, levantándose al instante ──── Bien. Vencerá a cualquier demonio que me pongas enfrente ──── dijo, quitándose la chaqueta oscura ──── Siempre gano, no importa de quién se trate.

El demonio rio, tirando su cabeza hacia atrás ──── Oh, me agradas que seas mi hijo, pero será una lástima cuándo pierdas.

──── ¿Qué tan seguro estás de que perderé? ──── cuestionó, alzando una de sus cejas ──── ¿Quieres apostar algo más?

──── ¿Cómo qué? ──── preguntó, interesado por la oferta ──── ¿Qué más necesitas?

──── Un carro me vendría bien para llevarme a Sahily cuándo gane.

El hombre asintió, aceptándolo. Agarró uno de sus cigarrillos, pidiéndole a Zadkiel que lo siguiera. Ambos caminaron alrededor de la gran casa, ignorando a las almas que intentaban llegar a ellos hasta entrar a una especie de cueva donde los demonios gritaban a los dos peleadores en la jaula.

──── ¡Quémalo! ¡Que no quede nada de él! ──── aulló un demonio, pateando la jaula ──── ¡Acabalo!

──── Ahí entrarás ──── señaló Shain, riendo cuándo el demonio fue empujado al fuego ──── Hayden es nuestra estrella. Véncelo y te daré a tu áurea.

──── ¿Algún pedido en especial? ──── preguntó, tirando su cabello hacia atrás.

El hombre se encogió de hombros, negando ──── Hazlo divertido. Me aburro con facilidad.

──── Por supuesto, acabaré con tu estrella en menos de cinco minutos ──── asintió, sonriéndole con soberbia ──── Disfruta del espectáculo.

Zadkiel bajó al improvisado ring, llamando la atención de los demonios. Se deshizo de su camisa, oyendo los suspiros de las mujeres que estaban observándolo y sonrió.

El demonio Hayden se acercó, escupiendo en el suelo al ver de quién se trataba. El traidor bajó a desafiarlo, no dejaría que esa pelea fuera tan fácil para el demonio que prefirió irse con los áureos.

──── Solo hay un par de reglas sencillas ──── habló el hombre, apoyando sus brazos en la rendija ──── Nada de alas o armas. El ganador se llevará a su áurea favorita.

Hayden asintió una sola vez antes de lanzarse directo al áureo, queriendo tomarlo desprevenido. No esperó que Zadkiel respondiera, pateándolo justo en su rostro y golpeándolo con su puño.

El áureo no se detuvo, aprovechando cada segundo para golpearlo y así dejarlo débil. Su puño impactó incontable veces en el rostro del demonio, incluso sus patadas lo lanzaban hacia atrás.

La sangre empezó a caer en Hayden, pero eso no lo detuvo. Con un gruñido, se lanzó nuevamente a Zadkiel, agarrándolo por su estómago y arrojándolo al suelo.

Zadkiel no perdió su oportunidad de pasar sus piernas por el cuello del demonio, poniendo toda su fuerza para crear una llave. Con sus brazos detuvo los golpes de Hayden en un intento de librarse.

Ninguno de los demonios esperaba que Zadkiel peleará tan bien, incluso con Hayden que era uno de los más fuertes, pero él tenía un objetivo en mente que solo lo impulsó a seguir resistiendo.

Poco a poco, Hayden iba perdiendo su fuerza, dándole el acceso a Zadkiel para acabarlo de una vez. Con solo un golpe directo a su nariz, el demonio cayó inconsciente sobre la tierra, manchando de sangre oscura.

El áureo giró, observando a su padre ──── Parece que gane ──── comentó con una media sonrisa.

──── Tienes que matarlo ──── demandó Shain, apretando su nariz en disgusto ──── No necesito a demonios inservibles en mi casa.

Zadkiel rio, negando ──── Ninguna de tus reglas decía sobre asesinar así que quiero mi premio, quiero a mi áurea.

El hombre solo pudo asentir, sin querer pelear con su hijo e hizo una seña, queriendo que lo siguiera. Los demonios a su alrededor abuchearon, deseando ver más acción.

Zadkiel agarró su camisa, volviendo a ponérsela después de la pelea. Persiguió al hombre a través de los oscuros hasta llegar a la oficina donde se sentó encima de la mesa.

──── ¿Dónde está Sahily? ──── demandó el áureo, notando el poco ánimo de su padre por moverse.

──── ¿Realmente la quieres? ──── preguntó Shain con aburrimiento ──── No está completamente bien. Ella es una pérdida de tiempo, solo la tengo aquí para que los demonios se alegren en haberla capturado.

──── Hicimos un trato. Pelee con tu súper estrella, lo vencí así que reclamo mi premio ──── siseó, dando un paso adelante ──── Las condiciones en que se encuentra no te debe interesar, es mía.

Shain se encogió de hombros, desinteresado en lo abrumador que se encontraba su hijo. Señaló la única puerta en su oficina, tan oscura que pasaba desapercibida.

──── Tuve que esconderla, todos los demonios pedían para divertirse y en ocasiones llegó a ser muy considerado ──── habló, encendiendo un nuevo cigarrillo ──── Aunque no pude evitar que los demonios buscaran otra forma de atormentarla. Rompieron su estabilidad y lamentablemente ya no es la misma.

──── Ya no será tu problema, supongo que estarás feliz de que la saque de este lugar ──── masculló.

──── Por supuesto. Espero que no la devuelvas muy pronto ──── pidió, tomando una larga bocanada de su cigarrillo ──── Acércate, mírala por tus propios ojos.

Zadkiel se acercó a la puerta, rozando con sus dedos el seguro. Sahily estaba detrás, pudo encontrarla después de tanto tiempo, pero las palabras de su padre solo hicieron que se diera cuenta que muchas cosas cambiaron.

Agitando su cabeza, abrió la puerta, mostrando una gran habitación. Lo primero que notó fueron los grandes ventanales que mostraban las almas en agonía, era lo único que alumbraba ese espacio tan oscuro.

Después observó la cama en medio de todo ese espacio vacío y el cuadro en el techo que mostraba la caída de los ángeles, un terrible recordatorio para una áurea que acababa de perder una guerra.

Sus ojos pasaron por todo ese espacio hasta encontrar lo más importante. Una maldición brotó de sus labios al notar como aquella áurea, tan fuerte y que no temía a nada, se encontraba sobre sus rodillas, mirando al ventanal con ojos inexpresivos.

Su ropa hizo que quisiera golpear a su padre. Apenas era un simple vestido blanco que era demasiado grande para su cuerpo. Una manga resbaló por su brazo, revelando sus pechos que apenas se pudo ocultar por el largo cabello rubio.

──── ¿Sahily? ──── la llamó, dando pasos cuidadosos hacia adelante.

Ella no reaccionó, solo ladeó su cabeza como si fuera tan pesada que no podía aguantarla. Sus ojos no dejaban de observar las almas en angustia, gritando y golpeando el cristal en un intento de buscar ayuda.

Zadkiel terminó por ponerse enfrente de ella, agarrando su delgado rostro entre sus manos. Le sorprendió lo fría que se encontraba, incluso sus labios estaban pálidos y sus mejillas tan blancas que sí no fuera porque su respiración chocaba contra su palma, pensaría que se encontraba muerta.

Esos ojos grises que destellaban, se encontraban apagados. No había vida en ellos, sus párpados tomaban su tiempo en bajar y subir como si fuera lo más cansado y su cuerpo se balanceaba, incapaz de mantenerse recta.

──── Sahily ──── volvió a llamarla, ahora con más desesperación ──── Soy Zadkiel, ¿lo recuerdas?

La áurea lo miró por unos segundos, sin reaccionar y volvió al ventanal, oyendo los gemidos de desesperación.

──── Siempre eres tú ──── susurró con voz grave ──── Ya no quiero más.

Sin poder sostenerse, Sahily se derrumbó entre los brazos del áureo, cerrando sus ojos para silenciar todas esas voces que la llamaban para que fuera a guiarlos.

Cada una de ellas llamándola, pidiendo que los ayude, pero no tenía fuerza, ni siquiera para poder ayudarse a sí misma.

Zadkiel no tenía palabras para la situación que estaba sucediendo, estaba congelado en su lugar, incapaz de procesar lo que sus ojos observaron.

──── ¿Qué le hicieron? ──── preguntó al hombre que se detuvo en la puerta ──── ¿Qué demonios pasó?

──── Los demonios se divierten, hijo. Una áurea que ha encarcelado a millones no pasará inadvertida aquí ──── contó, moviendo el cigarrillo alrededor ──── Los demonios tomaron posesión de rostros conocidos para arruinar su cabeza.

──── ¿Rostros? ¿Cómo es eso?

El hombre señaló al gran ventanal, riendo al recordar la situación.

──── Sí, se convertían en Ezer, Raisa, en ti e incluso a su amiga, Ava y entraban en las almas agonizantes como si ellos estuvieran ahí ──── contó ──── Las primeras veces no les creyó, solo se burlaba así que buscaron otras maneras. Mostraron cosas personales, espadas e incluso una estúpida hoja de trabajo y eso la enloqueció.

──── Por supuesto, no es algo divertido ──── masculló, apretando sus dientes con molestia ──── ¿Qué más?

──── Muchos demonios vinieron aquí, la molestaban, pero nunca la tocaron, pedí respeto ──── intervino el hombre antes que Zadkiel se abalanzara ──── Sigue siendo tan virgen como cuándo nació, solo que se transformaban, mi preferido era Ithiel. Ella enloquecía y bueno, mató algunos por ahí.

──── Ya, cállate ──── lo detuvo Zadkiel, incapaz de oír más.

Observó a la áurea entre sus brazos, incapaz de moverse, pero necesitaba que Sahily volviera a ser ella misma. Agarró sus brazos, levantándola con cuidado.

──── Las pesadillas volverán a pasar ──── susurró la áurea, aún con sus ojos cerrados ──── Pronto se irá. Todo desaparecerá.

Shain se acercó, cerrando los grandes ventanales y encendió la luz, tan suave que apenas podían ver sus sombras.

──── Es mejor que deje de mirarlos ──── él murmuró ──── ¿Vas a quedarte? Necesito buscar mi próximo luchador.

──── Me quedaré ──── determinó, frunciendo sus cejas ──── Puedes irte.

El hombre solo se encogió de hombros, dejándolos a solas. Puso sus manos en las mejillas de la áurea, necesitando que despertara de esa abrumadora ensoñación y viera que era él.

Levantó la manga del vestido, cubriéndola por completa. No deseaba pensar en la posibilidad de que la hubieran visto en ese estado.

El quejido que brotó de sus labios lo asustó, buscando la herida que le estaba produciendo dolor.

──── ¿Qué sucede? ──── cuestionó, quitando el cabello rubio de su rostro ──── Dime que tienes, Sahily.

──── Mi espalda ──── susurró, inclinándose hacia adelante.

Las piernas de Zadkiel temblaron al darse cuenta de lo que sucedía, sus ojos recorrieron las grandes aberturas, llenas de sangre donde se suponía que debían estar sus alas.

Sahily perdió sus alas al caer.

Ahora todo tenía sentido para Zadkiel. El mayor miedo de la áurea nunca fue la muerte, sino perder su identidad y convertirse en los seres que dañaban el mundo.

La sangre oscura brotó de las aberturas, manchando el vestido y dejando algunas plumas negras esparcidas por todo el suelo. Sahily lloraba mientras sus manos intentaban detenerlo, rasgando más.

──── No, detente ──── murmuró él, sin poder pensar en lo que estaba sucediendo.

Zadkiel no pudo reaccionar así que solo pudo abrazarla, agarrando sus manos para que dejara de seguir hiriéndose. La sangre empezó a mojar su camisa, pero eso no fue un problema para el áureo, solo quiso que se detuviera.

Pasaron unos minutos en esa posición, esperando que Sahily se tranquilizara. Los ojos grises de la áurea cambiaron al calmarse, observando como esos brazos seguían ahí, sujetándola incluso en su momento más débil.

──── ¿Qué tipo de belleza tengo? ──── ella musitó en voz baja.

Zadkiel sonrió, pasando sus dedos por la mejilla pálida de su áurea.

──── Posees una belleza etérea ──── dijo con suavidad ──── Te tengo, cariño, lamento venir tan tarde.

Sahily bajó su mirada, dejando que las lágrimas salieran. Todo en ella era un desastre, sus sentimientos e incluso su imagen.

──── Ya no soy una áurea. Mis alas se quemaron, soy una caída ──── contó, apretando la tela manchada entre sus dedos.

──── No, no eres una caída. Solo has pasado demasiado tiempo en este lugar y se han contaminado ──── explicó, intentando que pudiera entenderlo ──── Estarás bien, me encargaré de eso.

Zadkiel se quitó su chaqueta, poniéndosela. No podía seguir viendo a Sahily de esa forma tan reveladora, sabía que no le gustaría exponerse.

Arregló el largo cabello rubio y limpió las lágrimas de sus mejillas. Su áurea seguía ahí, solo que, en un estado frágil, pero iba a recuperarla, así como ella lo ayudó en su momento más duro.

──── Ava está muerta ──── ella susurró, frunciendo sus cejas ──── No sé por qué volvió, le pedí que no lo hiciera.

──── Sabes que Ava no iba a dejar a Áureos en su momento más vulnerable. Hizo lo mismo que todo ──── comentó, cerrando por completo la chaqueta ──── Vamos, tienes que descansar.

El áureo levantó a Sahily, llevándola a la gran cama oscura. Se acostó a su lado, sin querer separarse por un segundo. Habían pasado meses buscándola, peleando con todos los demonios para que la devolvieran y finalmente estaba ahí.

──── ¿Qué sucedió con Monte Fosco? ──── ella cuestionó.

──── Están a salvo. Varios áureos llegaron después de que... los demonios tomaran a Áureos ──── explicó, frunciendo sus labios ──── No quiero hablar de eso. Voy a sacarte de aquí.

──── ¿Podrás? Lo intente varias veces ──── confesó, cerrando sus ojos ──── Siempre me atrapaban.

──── No vamos a escapar, nos iremos porque no pertenecemos aquí ──── le recordó, acariciando su cabello ──── Duerme un poco, estaré aquí.

Sahily asintió, sintiendo esa calma que había perdido desde hace muchos meses atrás. Zadkiel supo que la áurea no había descansado lo suficiente por las grandes ojeras bajo sus ojos así que no se sorprendió cuando se durmió rápidamente.

Él se levantó, curioso de saber que había detrás de esas cortinas. Abrió solo un poco, sorprendiéndose de lo que sucedía, pudo comprender por qué Sahily perdió toda su esencia.

Las almas golpeaban el cristal, sufriendo en silencio mientras sus sueños y recuerdos que podían sacarte del sufrimiento eran arrancados.

Otros demonios, los que se alimentaban de la poca esperanza, se convirtieron en los conocidos de Sahily. Pudo encontrar a Ava, Ezer e incluso Ithiel sufriendo con el resto, quemándose hasta quedar reducido a cenizas.

Era la peor pesadilla que cualquier áurea pudo observar por tanto tiempo.

Cerró nuevamente las cortinas, dejándola a oscura. Fue a la oficina de su padre, encontrándolo con su usual cigarrillo y viendo el gran ventanal con una sonrisa en su rostro.

──── Es divertido, ¿no? ──── comentó, riendo cuándo Ithiel desapareció en cenizas ──── Se vuelven más creativos

──── Ustedes hicieron que perdieran su mente ──── le dijo, apretando sus manos en puños ──── ¿Cómo pueden hacerle eso a una áurea?

Shain se encogió de hombros, desinteresado ──── Es lo que hacemos, hijo. No vamos a recibir a una áurea con felicidad, sería muy poco ético de nuestra parte.

──── ¡La llevaron a perder su mente! ──── gritó, sintiendo el enojo ──── También hicieron que sus alas se contaminaran. No pueden crecer por toda la maldad que absorbió de este lugar.

──── Oh, déjame explicar lo que sucedió. Sahily estaba muriendo cuando vino ──── comentó, subiendo sus pies en la mesa ──── Nosotros la salvamos, hijo. Tuvimos que darle un poco de nuestra esencia para que sobreviviera.

──── ¿La esencia sigue dentro? ──── cuestionó, frunciendo sus cejas.

──── No lo creo. Solo fue un poco para que pudiera sanarse a sí misma ──── dijo, frunciendo sus labios ──── Sus alas, eso es un tema diferente, creo que si tiene que ver con la maldad aquí.

Las preguntas rondaban por la cabeza de Zadkiel. Los áureos no podían tener esencia de demonio en ellos porque sus almas empezaban a tornarse oscura y eso ocasionaba que sus alas fueran quemándose.

Zadkiel pasó su mano por su rostro, pensando en todas las posibilidades de que Sahily no volviera a ser la misma.

──── Nos iremos ──── determinó el áureo, sin querer seguir ahí dentro ──── Sahily no aguantara más tiempo.

──── Es una lástima ──── musitó, moviéndose con su silla ──── Por fin pude tener un tiempo contigo.

El áureo bufo con diversión ──── También podrías pasar tiempo con el resto de tus hijos ¿sabes?

──── ¿Necesitas algo más, Zadkiel? ──── cuestionó, perdiendo toda expresión en su rostro ──── Seré amable contigo solo por este día.

──── Ropa para Sahily, adecuada para ella ──── dijo, cruzándose de brazos ──── También quiero el carro.

──── Lo tendré listo de inmediato ──── asintió, girando con su silla ──── Así que te llevarás a la áurea, espero que sepas que no será sencillo lidiar con ella.

──── Ese será mi problema ──── gruñó, frunciendo sus cejas ──── Avísame cuándo tengas todo preparado.

Zadkiel entró nuevamente a la habitación, acostándose a un lado de la áurea. Se forzó a sí mismo de quitar su mirada en las aberturas y la sangre acumulada.

No cerraban, pero tampoco tenía alas, solo estaban ahí, recordándole lo mucho que tardó en encontrarla.

El áureo pasó sus brazos por el delgado cuerpo de Sahily, manteniéndola cerca. Había soñado con ese momento tantas veces que simplemente no la dejaría ir.




¡y finalmente conocemos al padre de nuestro áureo oscuro!

¿qué les ha parecido? sé que su personalidad no fue tan mala ya que estaba pensando darle otra perspectiva y aquí lo tienen.

¿Shain y Zadkiel se parecen o creen que son diferentes? cuéntenme!



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