Capitulo III
Los primeros recuerdos de Morry no eran necesariamente felices, solo sentimientos de tristeza, su madre abrazándolo con fuerza, sus hermanos en trajes negros y una tumba frente a él. Un nombre adornaba en letras mayúsculas "AQUÍ YACE GEORGE MORRY, AMADO PADRE Y ESPOSO".
Tal vez fue notar como sus compañeros eran recogidos por hombres mas grandes (algo que no sabía porque, pues eran sus hermanos los que llegaban a recogerlo después de jornadas en el kínder), o simplemente los ejercicios de la maestra, pero se dio cuenta de que algo le faltaba...
-¿Madre? –Pregunto el pequeño acento plano, remarcando las vocales.
-¿Si, hijo? – Respondió una fémina sentada en el sofá, con su vista centrada en unos papeles, su ropa era fina, del mas alto valor, su cabello era blanco, probablemente teñido...O tal vez era otra cosa. Su cuerpo era exuberante, bastante atractivo a decir verdad, era sorprendente que ya tuviera 50 o más años.
—¿Por qué yo no tengo papá?
Esas palabras fueron lo suficientes como para hacer que la mujer dejara su lectura mirando fijamente a su hijo. Los ojos de la madre se llenaron de lágrimas, antes de volver a abrazar a su pequeño, algo que no acostumbraba ni con sus otros hijos.
. . .
Mientras ambos caminaban tomados de las manos, el pequeño Joey pudo reconocer la tumba de nuevo, le tomo un par de segundos reaccionar, que fue cuando se acerco, dejando a su madre atrás.
—¡Papa! ¡Prometo algún día ser un gran piloto de guerra como tu! —Exclamo el pequeño de piel morena mientras le sonreía, era una inocencia pura, si tan solo pudiera saber el verdadero peso de la muerte, habría llorado junto a su madre.
Pero el tiempo avanzo y con ello Morry creció, tal vez no tenia una figura paterna, pero contaba con alguien quien podría considerar su padre; su hermano mas mayor, George segundo. El era un hombre ya mayor, en sus casi 24 años gozaba de una gran salud, un físico envidiable, una caballera negra digna de un león y un vigoroso deseo de saber, su actitud ayudaba a enaltecer su reputación, siempre iba con una sonrisa que inspiraba una confianza enorme un ímpetu de acero que inspiraba la gente de su alrededor.
Morry y sus otros hermanos lo admiraban, y èl los quería mucho. Una de sus actividades favoritas sin duda era juntarse a leer libros y hablar de ellos después, Toki, el siguiente después de George quien llevaba anteojos siempre y poseía un pelo lacio leía libros de medicina siempre atento a la salud de sus hermanos, Ikuro era el siguiente, más alto y fornido que Toki, adoraba las fabulas, probablemente si alguien lo viera creerían que se trata de un abusón pero se toparían con un oso de felpa. Trish era la mayor a Joey, una chica de vestimenta recatada, amante de la moda y de los escándalos, sorpresivamente ella amaba la idea de hacerse detective, su principal inspiración era el reconocido escritor Arthur Konan Doyltar tercero, famoso por un personaje llamado Murphy Law.
Y por ultimo estaba el propio Joey, quien casi siempre se distraía viendo las mariposas de afuera por la ventana o simplemente se olvidaba de que leía...
—¡Vamos Joey, no puedes seguir haciendo eso! — Grito enfurecida Trish mientras golpeaba el hombro de su hermano pequeño, quien ya había alcanzado los 12 años de edad, aun en una sociedad tan avanzada como eran los Nohrianos, en una época turbulenta para su nación como lo era el 204 D.d.C hasta los mas jóvenes tenían que estar atentos.
Tan solo a dos años de la muerte de la Reina Retalia la nación aun se hallaba en plena revolución social, el 210 estaba a la vuelta de la esquina y las tecnologías no paraban de avanzar. Disturbios, conflicto social por el heredero de la corona y mas problemáticas se aproximaban al país, pero aun asi, Joey solo se preocupaba de ver las mariposas. Era algo lamentable que los chicos tuvieran que preocuparse por el futuro de su país, eso era un deber de los adultos o de personas mas grandes (O al menos eso era lo que decía George con sus amigos mientras Joey comía).
—P-perdon Trish... - Hablo en voz baja el pequeño de ojos azules mientras pasaba sus dedos por las hojas de su libro.
—Ya...Pero en serio, me pone nerviosa que jamas leas tus libros – La chica acomodo sus cosas mientras acariciaba el cabello de su hermano – Por cierto, George quiere verte.
Con bastante felicidad, el pequeño se levanto de un salto, corriendo hacia afuera con entusiasmo. Como era común, George estaba debajo del gran roble que se hallaba en el patio de la mansión, fumando de su pipa mientras leía con tranquilidad, claro hasta que el pequeño de la familia salto sobre el mordiendo su cabeza cual gato.
-¡Jajaja! ¡Detente, me haces cosquillas!- pronuncio el mayor mientras sostenía a su hermano entre sus brazos.
-¡Pero te sorprendí! ¡Di que si! – Grito Joey, haciendo a su hermano sonreír mientras lo dejaba en el suelo.
-Joey... - El hombre se agacho, mirando a su pequeño hermano – Pronto tendrás los 15 años, cuando eso ocurra, tendrás que viajar a un país lejano, ¿Sabes? Cuando eso ocurra quiero que estés listo...
En ese entonces el pequeño no tenia idea de hablaba, pero eso marcaría su vida...Casi tanto como lo que estaba por suceder. Toki llego corriendo, su rostro estaba rojo y su cara demostraba una unión de nerviosismo y miedo, una vez estuvo lo suficientemente cerca como para pronunciar unas palabras.
—Vamos...A la guerra...
. . .
Ir a la guerra por una isla era excesivo, solo era un pedazo de tierra sin valor que no se había ocupado en siglos... Tal vez eran preguntas algo tontas hechas por un niño, pero jamas pudo entender la necesidad de hacerlo.
-¿En serio iras, George? – Preguntó el pequeño mientras levantaba la cabeza para ver a su hermano, sus ojos estaban agrandados por la sorpresa.
-Escucha, Joey, ¿Recuerdas cuando te hable de la guerra anterior?
-¿La que estuvo papá?
-Si... - El hombre se agacho, quedando a la altura del pequeño – El lucho para que esa guerra sea la ultima... Tal vez yo no pueda hacer nada, pero quiero tratar.
Por unos instantes Morry parecía no entender, ¿Para que ir a un lugar que no te gusta? Algunas veces se pregunto que, si hubiera insistido en que el no vaya, lo habría vuelto a ver, pero no fue así.
. . .
En sus 13 años, Morry llevaba una vida relativamente tranquila e idéntica que los niños de clase acomodada, jugaba a la pelota con sus amigos, comía dulces como cualquier otro, pero algo en su interior le impedía sentirse bien. Tal vez era que desde la muerte de George su madre se enojaba por cada cosa, o tal vez Toki quien había dejado la casa tan apenas cumplió los 19 años, o simplemente era su imaginación sea como sea, solo podía sentir frio dentro de aquella enorme mansión.
Sus ojos se centraron de nuevo en su libro, era uno que su hermano mayor siempre llevaba, le había tardado tiempo, pero logro encontrar un pasaje que George le recitaba siempre que algo le salía mal o alguien lo molestaba "Sé tolerante con los demás y estricto contigo mismo", aunque no lograba terminar de entender esas palabras siempre trataba de ser exigente consigo mismo. Así tal vez sus esfuerzos ayudarían a levantar la moral de su familia.
Mientras se perdía en los largos pasajes del texto unos ruidos llamaron su atención, haciendo que levantara la cabeza con rapidez, le tardo un par de segundos en notar unas figuras a las afueras del porton.
Eran 4 sujetos altos y corpulentos, de narices algo feas, entre ellos se hallaba una pequeña chica siendo empujada mientras exclamaba por ayuda, ver tal escena le provocó un asco que jamás pensó en llegar a tener sus puños temblaron con rabia contenida, cada vena en su cuerpo empezó a hormiguear al compás de que su corazón bombeaba con rapidez, se levantó buscando algo para calmarse, pero le era inútil buscar algo en como tratar de deshacer los impulsos que se apoderaron de su cuerpo, después de todo era demasiado bueno como para tolerar el ver cosas como esa.
Desprovisto totalmente de su sentido de la razón corrió a paso redoblado hacía los sujetos, escalando el portón negro para quedar frente a ellos abalanzándose sobre los hombres como una alimaña sin maestro para golpearlos cómo mejor pudo, pero la ventaja numérica y la mayor fuerza física de los bribones fue demasiada, antes de que siquiera pudiera conectar algún golpe fue reducido entre ellos golpeándolo con bastante bravuconearía, dejándolo con moretones de pies a rostro y una nariz sangrante.
Una vez acabado el frenesí, estos se fueron, no sin antes escupir al chico, tras unos segundos pudo levantarse, tal vez no había hecho mucho, pero al menos pudo ayudar a aquella chica que parecía de su edad...
—¿Estás... bien?— Preguntó con bastante dificultad, tomaba bocanadas de aire entre palabra y palabra, su mano apretaba la herida abierta que tenía en la frente pero aún así, mantuvo su sonrisa ante la asustada chiquilla...
—S-si...— Pronunció aquella figura en un tono... ¿Masculino? —D-disculpa... ¿Necesitas ayuda? Oh cielos, perdón, buscaba a mí familia adoptiva y yo...
—Oh... — Morry entendió que aquel sujeto era hombre, por su irregular inglés parecía extranjero, pero en lugar de mostrar mal genio Morry solo mantuvo firme su actitud risueña —Tranquilo, puedes venir conmigo, yo vivo en esta casa justamente.
La vida daba giros extraños; esa tarde sin saberlo Morry había conocido a una persona especial para él, una que sin darse cuenta sería muy importante para él.
...
—¿Herma...nastro? — Preguntó el chico de cabello con total sorpresa mientras observaba a su madre
—Si... Verás, Morry, George segundo conoció al padre de este chico durante la guerra, el era un mercenario que lamentablemente murió hace poco, George le prometió a ese hombre que si algo le pasaba a él, se haría cargo de este hijo, lamentablemente George ya no está con nosotros al igual que su padre — Lisa bajo la cabeza, Morry pudo sentir como la tristeza invadía a su madre por debajo de sus gruesos anteojos de sol, la sensación de verla así hizo que el tuviera que levantarse a abrazarla.
—Yo... ¡Voy a cuidarlo mamá! ¡Haré que se sienta como en casa! — Al decir eso, su madre no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa, siendo calmada por su hijo.
Después de varios días, Virgil como era llamado el niño fue adaptándose al entorno extranjero, era un sujeto de rasgos sumamente finos rosando la feminidad, cabello negro de igual tono que Morry y unos ojos amarillentos que llamaban la atención de la gente, en su tierra era normal que los jóvenes llevarán faldas largas por lo que era fácil confundirlo con una mujer debido a su piel blanquecina y sus pecas, no ayudaba que fuera con Joey quien ya a esa edad demostraba tener un físico con potencial, una piel algo oscura para el estándar de los Nohrianos (quienes solían ser más blancos por lo general) era normal que hasta les preguntarán si eran pareja, pues el chico acostumbraba a no despegarse de Virgil.
—Santo cielo... ¿Esas son bicicletas?— Cuestiono el pálido mientras seguía a Morry al lado.
—¡Sip! Son muy cómodas de usar, es más... — Joey se acercó a un hombre, pagando algo de dinero para después acercarse a Virgil, llevaba una doble bicicleta — súbete a esta de atrás.
Virgil acepto con nerviosismo, mientras un pequeño grupo de chicos se ponían atrás para ver cómo el chico levantaba su vestido revelando unos pantalones pequeños con los que acompañaba su larga falda, una vez arriba empezaron a pedalear. Virgil era bastante malo, algo de esperar, era su primera vez después de todo, perdieron el equilibrio justo al lado de una pequeña fuente, causando que ambos cayeran al agua empapándose entero.
—¡Jajajaja! ¡Que gracioso! —Morry observo su ropa mientras se quitaba una rana de la cabeza, su sonrisa sin embargo no duro mucho al ver a Virgil. Él parecía asustado, bastante a decir verdad, al punto de temblar, sus palabras no ayudaron a que Joey se sintiera mejor.
—Y-yo... Lo lamento... En serio— Susurró el pálido mientras parecía a nada de llorar, sus manos sin embargo fueron apretadas con suavidad ante algo tibio, eran las de Joey quien miro a su hermano con una sonrisa.
—No tienes que disculparte, fue un accidente — Con esas palabras el pobre de Vergil lentamente se tranquilizó — ¿Ahora, por qué no vamos a comprar helado?
. . .
El tiempo transcurrió con rapidez, Virgil y Morry se habían unido una amistad fuerte y fructífera, era difícil pensar que ya había transcurrido un año desde que se habían conocido, pues hacían todo juntos, dormían, comían y hasta jugaban en el mismo equipo.
-¡Atrapa Morry! - Virgil, quien ahora llevaba ropa mas acorde a su sexo lanzo una pelota de rugby hacia su mejor amigo, Joey quien había fortalecido aun mas su cuerpo siendo bendecido con una buena altura y unas piernas fuertes dio un gran salto llegando incluso a los dos metros con solo ese impulso para atrapar en el aire la pelota.
- ¡Muy buen lanzamiento Virgil! - Contesto Morry, quien no pudo evitar estirarse un poco a la par que caminaba hacia su hogar junto a su hermano.
Cuando llegaron al gran portón de frente fueron emboscados por una figura de apariencia fornida y una altura comparable a la de Morry, el atacante desconocido era feroz en cada movimiento, Virgil trataría de detenerlo, pero una patada fue mas que suficiente como para enviarlo contra un árbol.
Caso contrario fue con Morry, quien con enojo se abalanzo al desconocido, sin tener idea de combate cuerpo a cuerpo, logro acortar la distancia aun pese a que el atacante había lanzado una ráfaga de puños que conecto en todo el cuerpo y rostro del muchacho de piel oscura y aun así no se había ni inmutado, Morry atraso su puño, lanzando un único golpe el cual corto el aire por su potencia, semejante acción fue una que aquella figura no pudo creer, acabando con cada uno de los nudillos del joven dando en su rostro.
El extraño aunque mareado no parecía haberse rendido, aun con la nariz sangrante en cuanto recupero la compostura, tuvo frente a él tanto a Virgil como a Morry, ambos avanzando hacia el con rapidez, esta vez el ataque fue un remate con un golpe de ambos chicos.
—¡Morry, Virgil, deténganse! - Antes de seguir la acometida ambos chicos fueron detenidos por la voz de su madre quien se hallaba observando todo desde la casa. El grito hizo que ambos hermanos dieran pasos atrás mientras se miraban confundidos.
—¡Madre! ¿de que se trata esto? - Morry dirigió la mirada al que los ataco.
—Wow...Que buen golpe, no muchos toleran mi puños amigo - Con el ambiente un poco relajado, ambos hermanos pudieron ver a su atacante. No tenia mas de su edad, junto a un enorme cabello lacio, su piel era naturalmente oscura y además de llevar un tipo de ropa oriental tradicional - Rei Ken, es un gusto tanto a ti como a tu hermano, Joey Morry. - Al decir esas palabras hizo una reverencia.
— E-es un placer también... Pero, ¿puedo saber por que nos ataco?
—Jajaja, yo también me lo pregunto - La respuesta solo intrigo a ambos hermanos - Mi padre solo me mando aqui...
-¡Jejeje! ¡Te dolió ese golpe!, ¿no hijo? - Atrás de ambos chicos se hallaba ahora un anciano de barba frondosa y pelo desarreglado, su boca olía a vino fresco y sus ojos permanecían cerrados.
-¿Quien...? - Antes de que Morry pudiese preguntar, su madre se hallaba ya entre ellos.
- Querido... - La mujer se agacho - ¿Recuerdas hubo un par de años donde Trish e Ikuro se fueron de viaje? Era por esto. - Tras tomar algo de aire, la mujer miro al anciano.
-Tu familia, desde hace años pertenecen a los cazadores de criptidos, Joey - Explico el anciano tambaleante - Todos los tuyos deben irse a entrenar a esta edad conmigo, es parte de una tradición que lleva muchos años.
Morry quedo sin palabras, no pudo evitar bajar la cabeza ante la idea de irse, menos con Virgil allí.
-Pero madre... ¿Y mis estudios? - Trato de argumentar.
-Hay una secundaria allí, acabaras tu entrenamiento justo el año que acabes la escuela, después podrás elegir cualquier universidad que desees. - La mujer, aunque parecía no muy convencida tampoco contestó sin muchos rodeos - Escuchame, se que todo esto es difícil, si, pero todo esto tiene un porque...Nuestros antepasados tienen enemigos peligrosos Joey, tu padre fue víctima de ello. Odio decirlo, pero este es el destino que te aguarda.
Un pequeño vacio se formo dentro del pecho del chico, ¿En serio debía ser obligado a eso? por unos instantes se sostuvo el cuello, pensando para si mismo analizando cada variable, pero entonces Vergil hablo.
-¡Iré con el mama!
-Pero...Virgilio, ¿estas seguro? No sabes lo que esto significa para nuestra familia, y es difícil tomar ese camino...
-Si obligas a Joey a tomarlo, me parece justo a mi también, después de todo tenemos la misma edad y yo soy parte de la familia... ¿No?
Esas palabras resonaron por toda la mente de Lisa, quien se llevo ambas manos a la boca. Trato de contener sus lagrimas, pero se le dificultaba mantener el semblante frio, en ese momento abrazo a ambos al borde del llanto.
-Por supuesto que eres de mi familia Virgilio, eres mi hijo y amo ambos... - Al decir eso se separo mientras pequeñas gotas salían de sus ojos.
-Uhm...No eres tan fria como creia Lisa, fufufu- Se burlo el anciano antes de darle una nalgada. Esto hizo que la mujer levantara su pierna, dándole una patada en la entrepierna al anciano -...Conservas fuerza. Mucha.
. . .
Actualidad
Ahora esos recuerdos solo eran eso, memorias de un pasado distante.
El entrenamiento del joven Morry había acabado hace 9 años y aun le era difícil de creer que tenia 28, ahora trabajaba profesor de geografía, antropología y paleontología, su departamento era pequeño; de madera de roble y con estantes llenos de libros viejos que había coleccionado.
En una vitrina había un pequeño huevo iluminado por un foco, sobre estos cabezas de presas que había hecho en todo este tiempo, Wendigos, Cueros Vivos, Perros familiares, hasta incluso podía verse cabeza de reptiles desconocidos. La universidad de Miskatonic había sido comprensible con el chico, pues su familia tenia conexiones allí desde hace varias generaciones, ayudando en importantes investigaciones, aun así era curioso que un hombre de clase acomodada como lo era él, hubiera decidido desligarse de la herencia familiar junto a cualquier ayuda de su madre, "Quiero formar por mi mismo un nombre propio" diría, aunque ocultaba otras razones en el fondo.
Una fría tarde de invierno se dispuso a tomar el té de las tres sentado al frente de su chimenea, con la pipa que alguna vez había sido de su hermano mayor en la boca puso las cosas en la mesa de al lado, dirigiendo la mirada hacia una vieja foto.
El que una vez había sido un chico de piel seca y alto se había transformado en todos estos años en una estatua de cobre, poseía una espalda ancha, digna de los dibujos que ilustraban a los nuevos dioses, hombros y brazos abultados que parecían capaces de reventar cabezas de un golpe, manos firmes y callosas dignas de algún trabajador de campo, su cabello rizado acompañaba a su enorme cuello, que pese a mantener su tono negro ahora lucia mucho mas definido.
El pecho era comparable al de algún animal, con unos perfectos pectorales que acompañaban su marcado abdomen, donde cada dorsal parecía tan detallado al punto de parecer un dibujo. Sus piernas no se quedaban atrás, pantorrillas perfectamente definidas y bien proporcionadas acompañaban sus poderosas piernas además de glúteos fuertes y firmes, era normal que nadie se metiera con él, pues el tiempo le había dotado de una altura absurda, casi dos metros.
-Uhm... - Morry soltó un hilo de humo de su boca mientras dirigía la mirada a su lectura, era el libro de su hermano -George...
Antes de decir algo mas, aquel hombre se levantó de un salto, quedando suspendido en el aire mientras parecía volverse invisible por unos instantes gracias a su velocidad, en ese mismo instante su asiento fue desintegrado en un parpadeo. El chico se posicionó en un punto sobre el aire, utilizando la pared de escalera para poder ver a su atacante, una figura femenina del cual brotaba un aura azul.
-¡Disculpe, señorita Reimu, pero no creo que esa sea forma de saludar a un conocido! -Grito Morry, con algo de nerviosismo y con algo de enojo.
-Joey... - La figura se dejo alumbrar por la chimenea, era una mujer de cabello castaño y ojos negros, de piel pálida y un cuerpo entrenado - No es bueno que estés relajado, ¡Menos en estas épocas!
Morry se dejo caer, quedando a metros de la fémina.
—Ruego me disculpe, pero no he podido descansar bien estas semanas, el trabajo me ha tenido ocupado y los exámenes están próximos. - En ese instante, Reimu saco una carta, era de un conocido, el viejo Gratham, un amigo Braileño del señor Kenshiro, otro santo al igual que Reimu, amigo personal de su padre - Esto es... Necesita mi ayuda.
-Morry...Han ocurrido cosas en el vaticano, muchas cosas. Desde la última reunión se han desligado casi 30 santos, los otros están en paradero desconocido. Adonis, Sol, Mia...
-¿Qué les ha pasado?
-No se, pero algo gordo se esta armando... Desde que el papa perdió a su hermana, él parece haber perdido la cabeza. ¡Kaiser y Amsi están desaparecidos, los envíe a investigar y no he sabido de ellos desde hace semanas!
—Esto... — Morry parecía haber palidecido, había pasado tanto tiempo en descanso que no se percato de que los ataques criptidos habían aumentado en los últimos años, era el deber de los Santos defender a la gente, el podía sentir en su interior aquella necesidad que sintió al ver a Virgil hace tanto, la necesidad de proteger. Sus ojos se desviaron hacia una vieja maleta que tenía oculta detrás de un estante — Iré a ayudarlo, tu trata de reunir a la mayoría de santos que puedas, sacare un boleto de inmediato y viajaré cuanto antes.
El hombre no tardó en preparar sus maletas, poniendo especial énfasis en aquella que tenia oculta.
-Ten cuidado, los vuelos en aviones, al menos el 30% estan pausados, la época de cuervos esta cerca y los ataques han aumentado. - Explicó Reimu - Tuve que venir utilizando portales de sangre.
Morry sin embargo no tuvo temor, cuando un amigo pedía ayuda, era deber de cualquiera ir en su auxilio, aun si apenas se había visto en años.
. . .
Morry respiro el aire de la ciudad, a diferencia de Arkham el aire seguía siendo sorpresivamente puro, el clima caribeño le era algo novedoso, aun si ya había estado allí en el pasado para ayudar al viejo Gratham, había algo que siempre lo atraía a esos países. Mientras observaba a la gente en su rutina, el chico fue sacado de aquel ambiente tranquilo con la llegada de la inmensa nave, no era una nave cualquiera, era el vaticano, la estructura humana mas poderosa de todas, donde todos los santos se reunían, su centro de mando por decirlo de alguna forma. Con relámpagos y un ejercito de muertos a su manto, Morry supo lo que tuvo que hacer.
-¡Señor Gratham, rápido! - Grito por un pequeño comunicador mientras corria en contra de los asustados peatones, observando las garras de numerosas criaturas brotar del suelo, bestias de pieles oscuras, pero Morry no titubeo, dando un majestuoso salto solo tuvo que mover los brazos a una velocidad incomprensible para el ojo humano, causando que las cabezas de aquellas criaturas se desprendieran. Aun con eso, seguían surgiendo desde las sombras y los edificios, corriendo hacia el chico de cabello negro, quien solo tenia la mirada fija en el horizonte.
-¡Tsk, no tengo tiempo para esto!- Mientras se ponían en fila para buscar parar al cazador, este tomo una bocanada de aire, sintiendo como su cuerpo era cubierto por una sensación electrizante, su sangre ardía al compás de los latidos de su corazón y así, tan apenas empezaron a tratar de flanquearlo de todos los lados, libero un movimiento que solo se comparo a un poderoso flash.
"¡SOBRECARGA SOLAR!"
Una ráfaga de poderosos y rápidos golpes salieron disparados en todas las direcciones hacia cada una de las criaturas, haciendo que la apariencia de Morry se volviera traslucida debido a la velocidad soberanamente inhumana, acabando con cada una de las criaturas, deshaciéndolas en polvo antes de que siquiera lo tocaran. Su velocidad al contrario de decaer, aumento, asegurándose de acabar con cada una de aquellas criaturas en su camino, pero hubo algo que lo distrajo, una presencia que le hizo voltear la cabeza; un usuario de aura.
-¿Quien...? -Frenando su recorrido levanto la cabeza, mirando sobre un edificio a aquel desconocido, quien llevaba un traje blanco con ornamentación dorada, su traje era conformado de algo parecido al espandex y el visor de su casco lo hacia parecer alguna clase de emperador.
-Joey Morry... Tus acciones contra el vaticano serán juzgadas- Dijo el sujeto mientras descendía lentamente, como si pudiese caminar en el viento - ¡No permitiré que interfieras, ni tu ni nadie con las acciones del papa! -Dijo aquel hombre enmascarado, haciendo a Morry ponerse en guardia.
-¿Como puedes decir semejante barbaridad? ¡El amenaza con la vida de las personas! ¿¡Como quieres que no haga nada!? - Contesto Morry apretando su puño.
-Ustedes...Son tan malignos, solo son bestias que creen tener consciencia... Este mundo esta enfermo, y nosotros seremos la cura.
-¡Matar a millones no es ninguna clase de cura! ¡es genocidio, nadie permitiría que eso ocurra!
-Nadie... ¿Eh? ¿Por que esa gente no estuvo allí para los míos, eh? - El tono de voz de aquel hombre había cambiado, incluso estando a la defensiva en solo unas palabras, mismas quienes hicieron eco en la mente de Joey... ¿Quien era aquel santo?
-Como sea...Cashr... Puedes encargarte de él - Aquella figura se desvaneció en el aire, dejando a la vista una red de telas de araña que se aproximaron a gran velocidad al chico. Morry no pudo reaccionar, siendo atrapado por aquellas redes que lo inmovilizaron totalmente, la presión que ejercía aquella sustancia viscosa parecía la de cientos de toneladas, de no ser por su resistencia sobre humana habría muerto.
-Oh...Morry... ¿Me recuerdas, eh? - Pregunto el dueño de aquel ataque, el tono de voz hizo que Morry se pusiera mas palido, habia algo que le sonaba dentro de el -Eh venido a buscar venganza... ¿Me escuchaste?
Morry trato de liberarse, observando a aquel santo, este a diferencia del anterior llevaba un traje de color rojizo, con un casco semejante al de una araña, del cual se desprendía su red.
-U...Ugh... - Morry observo como a lo lejos, una figura de traje gris caminaba hacia un dúo de chicos que había quedado a merced de la jungla que se convirtió la ciudad.


Joey Morry Hendrix
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