Viaje Inesperado 📷

Aura

—En muchos años es lo mejor que he escuchado.

Me encuentro con Yessica mirando algunos vestidos en un lugar reconocido. No me gustó la idea de estar acá, pero no voy a negar que los atuendos que he visto me han maravillado, aunque sus precios también me han dejado sin habla.

Escucho lo que Yess me dice y lo repaso en mi cabeza. Después de salir de casa me dirigí —casi sin pensarlo— al hospital, pensé que allí me encontraría con Julián apenas llegara y afortunadamente no fue así; Daniel es su amigo y de seguro el estaría al tanto de todo lo que mi esposo, pero todo indica que a él también le oculta cosas. Siento que lo he juzgado mal durante años, él es muy diferente al hombre que dice ser su amigo.

Miro de nuevo a mi amiga quien no dudo ni un segundo en acompañarme, a pesar del tiempo que llevamos distanciadas ha estado ahí para ayudarme.

—Recuerdo haber visto una pieza que de seguro te dejara sin habla, es muy bello —comenta Yessica entre pensativa y sonriente.

Solo puedo sonreír a todo lo que escucho, gracias a ella tengo unos minutos de felicidad. La dependienta habla sobre unos diseños recién llegados, pero según sus descripciones, no me agradan. Yessica me mira para saber si quiero verlos y hago una seña con mi cara indicándole que no.

Según había escuchado uno de ellos tenía ciertas transparencias que de seguro llamaría mucho la atención y eso es lo último que quiero.

—Mi amiga necesita un vestido que sea discreto, pero elegante —habla Yessica muy segura—es para asistir a la inauguración de un centro médico. Creo haber visto un vestido que encaja con esos requisitos.

Empiezo a cansarme de tanto caminar ¡en una tienda! en busca de algo que no sabemos si existió. Veo un pequeño mueble y decido sentarme allí, mientras las dos mujeres siguen buscando.

Miro la hora, falta poco para que sean las tres de la tarde.

—¡Aura debes ver esto! —grita Yessica desde un mostrador.

Me dirijo hacia ella y Yessica sale de detrás de unos estantes y en sus manos trae, lo que a mi parecer es, lo que tanto busco. El vestido es realmente hermoso. Dorados con algunos brillos, tirantes finos y nada escotado, aunque no es largo -como me hubiese gustado- de seguro me llegaría hasta las rodillas.

—¿Estás segura? ¿No es muy corto? —pregunto dudosa.

—Es un hermoso vestido corto —cometa la dependienta— como logramos ver sus tirantes son delgados, su escote no es muy pronunciado, este es de estilo en U; el tejido se encuentra bordado con delicados estilos florares hechos a base de cuencas y lentejuelas.

—Debes probártelo —asegura Yess— cuando lo vi la primera vez pensé en ti.

Las dos mujeres no dejan de mirarme, respiro resignada; tomo la prenda en mis manos y me dirijo al vestier, inclusive el lugar donde procedo a cambiarme es lujoso, no me alcanzaría la vida para lograr tener este espacio en mi casa. La tela es suave y eso solo indica lo costoso que puede llegar a ser; siento que se amolda perfectamente a mi cuerpo, como si se hubiera hecho para mí. Doy unos pasos, salgo de vestidor y me encuentro detrás de Yessica, quien se encuentra de pie hablando por teléfono.

—¿Qué te parece? —le pregunto algo nerviosa, mientras aliso el vestido por los costados.

La escucho despedirse de su llamada y al verme su rostro cambia rápidamente y ahora luce asombrada, se acerca a mí, da vueltas a mi alrededor y sonríe.

—Te dije que te encantaría el vestido es perfecto para ti —señala.

—Concuerdo contigo —digo sin pretender sonar algo vanidosa— pero ¿ya viste el precio? No puedo comprarme algo así —hablo muy bajo— no tengo suficiente dinero y...

—El dinero es lo de menos —me interrumpe, restándole importancia a mis palabras— tómalo como un regalo, tú te lo mereces.

No puedo dar crédito a lo que escucho, me encuentro paralizada y muy asombrada, Yessica lo nota y me abraza, recibo su gesto con gran emoción y las lágrimas bajan rápidamente por mis mejillas.

—Te lo obsequio con una única condición —susurra a mi oído— diviértete y demuéstrale a tu jodido marido lo valiosa que eres y lo que se está perdiendo.

Rio un poco incomoda por su comentario, pero no puedo evitar pensar que puedo llamar la atención en la reunión, sentirme atractiva para cualquier hombre. Alejo aquellos pensamientos mientras me dirijo de nuevo al vestidor, regreso la costosa —no puedo dejar de pensar en eso— y delicada prenda a la dependienta para que sea empacada en una bonita bolsa y la veo de nuevo al salir de la tienda.

—Creo que ya tenemos la pieza principal del traje —la voz de Yessica está llena de energía, parece que es ella quien va a estrenar todo— solo hacen falta los zapatos, conozco un sitio...

—Por favor, no lo hagas —creo que mi voz salió mezclada con sorpresa, nervios y con total negación— en casa tengo varios tacones que de seguro me van a ayudar.

—¿Estas segura? —Yess me pregunta seriamente cree que le estoy mintiendo.

—Demasiado.

Veo que mi amiga lo piensa un poco y al final acepta; gastó mucho dinero en mí y no quiero que lo haga de nuevo. Suelta un suspiro de resignación y nos dirigimos hacia la zona de parqueo.

—Como ya estamos libres podemos ir a un restaurante y comer algo, ¿no crees? —comenta Yessica mientras caminamos hacia su coche.

Percibo en su voz una pisca de, tenemos que, aunque esa idea me agrada más que el ir de compras.

—Acepto, pero esta vez yo invito.

Mientras Yessica conduce y escuchamos algo de música pienso en todo lo que hice en el transcurso de este día. Debo aceptar que el hablar con Daniel fue un impulso, pero no entiendo el porque me agrado el hecho que, él me priorizara por un momento, siento que hizo todo lo posible para que yo estuviera bien. En nuestra despedida no se necesitaron las palabras, podía sentir su mirada mientras salía del hospital, la tentación de mirar atrás y poder ver sus ojos, posiblemente centrados en mí, me lleno de una extraña excitación, pero también de miedo, como en el pasado.

Llamar a mi amiga se encontraba dentro de mis posibilidades, pensé que su trabajo le impedía salir en las tardes y más en su horario laboral, pero ella me dijo que no tenía alguna reunión que fuera de carácter urgente y que había cancelado con unos colegas para acompañarme; siento algo de culpa por eso, llenar el espacio de otra persona con mis necesidades.

—Te envidio —suelto sin más.

—Explícate un poco —me cuestiona Yessica dedicándome una mirada rápida.

—Estas haciendo lo que quieres y nadie está sobre ti exigiéndote u odiándote —menciono y mi voz parece estar distante y ¿triste?

Miro por la ventana como dejábamos atrás alguna casa pintoresca o uno que otro parque rápidamente. Trato de recordar la última vez que salí de casa, mis salidas estaban compuestas por mi casa al supermercado y viceversa, o mis visitas mensuales a la casa de Angeline, quien vive a una hora y media de nosotros.

—Llegamos —informa Yessica.

Cuando miro el sitio lo pienso un poco, nunca pensé que a mi amiga le agradara este lugar, en especial la comida de aquí.

—Pensé que iríamos a un sitio diferente —señalo algo confundida.

—Mujer, despabila un poco —me sonríe—. ¿Quién puede negarse a una pizza?

Creo que al escuchar aquella palabra y oler la sazón del aquel lugar, provoca que mi estomago reaccione de inmediato. Sigo a Yessica al entrar al lugar, escucho sus saludos a un joven quien nos lleva hacia una mesa. Creo escuchar el jazz como música de fondo, el ambiente es muy tranquilo y las pocas personas presentes se encuentran bailando en una pista de baile algo pequeña. Todos ellos se ven tan bien, se ven en paz.

—Tráeme lo de siempre cariño —habla Yessica con el camarero— junto con dos sodas.

La forma coqueta que tiene no me sorprende, siempre ha sido así, no le importa el qué dirán e imagino que es lo que más le gusta hacer.

—Ahora si podemos hablar con mayor tranquilidad —comenta Yessica mientras me mira.

Observo el lugar desde mi silla, un ventanal que da a la calle se encuentra a nuestra espalda provocando que la claridad llene por completo el espacio. La mesa está decorada con un pequeño florero en el centro; dos claveles rojos y parecen ser frescos; un mantel tricolor que hace alusión al país italiano y dos pequeñas velas blancas.

—¿Nunca has pensado en el divorcio? —las palabras de Yessica me asombran un poco.

—¿Divorcio?

Si hubiera escuchado esa palabra antes me escandalizaría de inmediato y no niego que me incomoda, pero ajora solo me provoca incertidumbre. Quisiera hablar con mayor franqueza y dejar salir mis miedos, pero son estos miedos los que se quedan en mi garganta impidiéndome hablar.

—No tienes que decir nada —asegura Yessica— se puede observar en tus ojos lo triste que estas; si Julián te ha tratado mal, no te deja avanzar como quieres y te inspira miedo, debes dejarlo. El que tu seas buena no significa que él lo sea o trate de serlo.

No soy capaz de verla a la cara, siento la vergüenza dibujada en mi rostro; talvez ella tiene razón, pero...

—Su orden.

El joven de hace unos minutos llega con dos piezas de pizza y dos sodas negras. Respiro aliviada al verlo, ya que por momento olvido mi conversación con Yess y nos centramos en disfrutar de la comida.

¿Cómo pasamos de estar tan tranquilas y sonrientes hace unas horas a encontrarnos serias e incomodas en este momento? Claro, solo nombrar a Julián podía provocar estos cambios de humor tan repentinos, desearía que hiciera lo contrario, que al nombrarlo provocara mis risas en lugar de llanto.

Afortunadamente el tema quedo zanjado y no se volvió a nombrar Julián en tanto comíamos. Nuestras conversaciones se centraron en la vida de Yessica, ella si tenía una vida interesante; mientras me habla sobre su rutina de trabajo llega a mi mente un asunto de gran importancia.

—Tengo que irme —provoco una mirada curiosa por parte de mi amiga— no te preocupes no tiene que ver con él —refiriéndome a mi esposo— es un asunto relacionado con una oportunidad de trabajo.

—Si es eso yo me encargo de llevarte —suelta con tranquilidad— decidí que hoy sería mi día libre, así que te acompaño.

Decido ir al baño, lavarme las manos y enjuagarme la boca. Al verme en el espejo, observo algo diferente en mí, no sé si solo sea por hoy, pero creo que mi piel está un poco más luminosa de lo habitual, definitivamente necesitaba algo de sol y de buena compañía.

Al salir mi querida amiga está hablando nuevamente con el chico que nos atendió, veo que le duce algo haciendo que ella ría, no puedo sacar conjeturas sobre eso, pero creo que entre ellos puede estar pasando algo. Me acerco a ellos y al verme Yessica le da un beso en la mejilla y seguidamente se despide de su amigo. Busco en mi bolso la cartera para realizar el pago en tanto Yessica coloca su mano en mi espalda haciendo que camine sin siquiera poder ver los pasos que estoy dando.

—¿Qué buscas? —cuestiona.

Encuentro lo que busco y al mirar hacia el frente nos encontramos en la salida del lugar. Miro entre curiosa y enojada a mi amiga traicionera quien solo me ignora mientras se dirige al auto.

—¡Te dije que yo pagaría! —grito.

Yessica enciende el coche y yo solo la observo de pie a unos metros de ella.

—¿Acaso no piensas subirte? —pregunta y en su voz la burla la acompaña.

No entiendo como ella sigue tan tranquila, ignorando por completo lo mal que me siento, como una mujer que se aprovecha de la situación. Suspiro resignada, siento darle sentido a aquellos memes que citaban la frase "nadie se había preocupado tanto por mi" y las palabras de papá vienen a mi mente.

"Aunque no lo creas, alguien allá afuera te quiere abrazar de verdad, solo que tú no te das cuenta"

Y sintiendo una derrota en mi ego, subo al auto y como si fuera una niña regañada hago u puchero provocando las risas de mi acompañante.

—¿Hacia dónde vamos ahora? —cuestiona al salir del restaurante.

—Hacia el Estudio Fotográfico The Time —contesto.

—¡Wow! —Yessica esta algo sorprendida— veo que solo te reúnes con personas reconocidas, claramente empezando conmigo.

No puedo evitar reír antes su cometario e imagino de inmediato a mi amiga, con esa actitud, llevando casos importantes antes el juzgado y provocando que la parte opositora se coma sus comentarios ante la seguridad de esta mujer.

Durante el viaje no dejo de ver la hora, pronto darán las cinco de la tarde y de seguro Vicente cerrara antes que logre hablar con él; cierro los ojos y cruzo los dedos.

—No te vayas a dormir que estamos por llegar —indica Yessica.

No dejo de mover mis dedos, señal de mi impaciencia; pasan minutos y el coche se detiene.

—Ya te puedes bajar, buscare un sitio donde parquear y te alcanzo luego.

Bajo del auto y miro el sitio, siento como si fuera la primera vez en estar aquí y la emoción es la misma. Cruzo el umbral del estudio, esta algo vacío debido a la hora, veo a algunas personas acomodando los materiales y cerrando algunas oficinas. Voy directamente a la oficina de Vicente y al parecer nadie se percata de mi presencia, miro la recepción y esta se encuentra vacía.

Toco la puerta antes de entrar y escucho su voz indicándome que entre y lo hago. Se encuentra organizando algunos documentos mientras mira la computadora.

—Sigues trabajando hasta tarde, ¿no es así?

Mi viejo y adorado Vicente me mira con asombro, abre de sobre manera sus ojos a la vez que se levanta poco a poco de la silla.

—¡Abigail! Ven aquí.

Pensé que me llamaría al verme, pero lo que hace es llamar a la chica de recepción; unos pasos se acercan detrás de la puerta así que me muevo un poco para no estorbar y la puerta es abierta.

—Sí señor, ¿en qué le puedo ayudar?

—Ella —Me señala— ¿Es real?

Cuando la chica me ve frunce el ceño, pasa su mirada sobre mí de pies a cabeza, de seguro se estará preguntado el cómo llegue hasta aquí sin ser vista por ella. Los pocos recuerdos que tengo de Abigail se remontan únicamente a formalidades, buenos días y hasta luego.

—Señora Speitzer —me tiende la mano en señal de saludo y la acepto— es un placer verla.

—Gracias es un pla...

Y antes que pueda terminar de hablar se retira, dejándome con las palabras en la boca. Antes que logre notarlo son los brazos de mi viejo jefe los que me abrazan con gran cariño y sin dudarlo le devuelvo el gesto. Siento que me ha hecho tanta falta.

—Debiste llamarme antes de venir, de seguro los chiscos estarían muy contentos de verte —me invita a sentarme en uno de los dos sillones que se encuentran frente a su escritorio mientras él hace lo mismo con el que queda libre— no puedes solo llamar sin decir más.

—Discúlpame, pero estaba algo ocupada —le comento y su semblante pasa a ser algo serio y al verlo replicar sigo hablando— pensé que podía venir y hablarte sobre el trabajo.

—No puedes solo venir y hablarme de trabajo —me regaña— la vida no se compone únicamente de eso.

—Mira, sé que soy una insensata y parece que los he olvidado —al decirlo hace una mueca de disgusto— pero no es así. Si tú me ayudas de corazón yo te ayudo con mi abuela —al verlo tensarse al escuchar aquello me causa algo de gracia— es un trato.

—Aura—replica algo furioso— no puedo creer que quieras jugar sucio.

Parece pensarlo un poco y...

—Soy todo oídos, ¿acaso puedo negarte algo? —ríe ante su ultimo comentario.

Sonrío como una pequeña niña y le hablo sobre Serena. Antes de salir de casa había recibido un mensaje de su parte donde me indicaba el trabajo que quería. Al parecer su esposo estará de cumpleaños y quería que fuera algo grande e importante, además estaba embarazada y ese hijo era la mayor ambición de ese hombre, sería como un pre-baby shower en el cumpleaños.

—¿Y conoces a la familia? —pregunta mi querido viejo mientras ahora anota en su agenda lo que digo.

—No los conozco muy bien —me mira de soslayo—, pero confió en ella, de lo contrario no estaría en este momento contigo.

—Si ella no te hubiera contactado no estarías acá conmigo, no puedo decir que me agrada todo lo que escucho —replica ante mis palabras.

—Por favor...

—Lo siento Aura —habla autoritario—, pero debes entender que no puede pasar más de un año para verte. Te quiero como la nieta que nunca tuve y tu abuela me pidió que te cuidara, pero ¿Cómo lo puedo hacer sino puedo verte?

Me siento mal por él y por todos los que se preocupan por mí. El nudo en mi garganta crece y se intensifica con gran fuerza y las lágrimas se acumulan en mis ojos, siento a Vicente muy cerca y sus manos se posan sobre las mías.

—No quiero hacerte sufrir —lo miro y veo en sus ojos una gran ternura provocando que una lágrima baje por mi mejilla u sea limpiada por el—, pero no puedo permitir que una de las personas que más quiero sufra, lo peor es que tú te callas e impides que alguien te ayude.

Suspira con gran pesadez, me ayuda a levantarme y salimos de la oficina. Agradezco con todo el corazón que me conozca muy bien, ya que no puedo decir palabra alguna.

—No te preocupes —habla finalmente— yo me encargo de todo lo que pueda necesitar tu amiga y posteriormente me comunicaré contigo; me gustaría invitarte algo, pero se tu respuesta.

Nuestros pasos son algo lentos y en este momento me gustaría tener algo de tiempo extra, no sé cuándo pueda volver a verlo, así que antes de salir del estudio lo abrazo, susurro un gracias y me voy. En la salida me encuentro a Yessica hablando por el celular y al verme se acerca.

—¿Cómo te fue?

—Bien —trago duro— Vicente me ayudara.

No creo que sea necesario decir algo más, Yessica sigue hablando en su móvil, algo que agradezco ya que no quiero contestar a una pregunta más. Sigo a Yessica de vuelta a auto y subimos, busca entre sus cosas sus audífonos y activa el manos libres del celular. Escucho algo de lo que dice, al parecer esta algo molesta y no quiero interferir en ello, no es mi asunto y no ha pedido mi opinión, es mejor así.

La noche había llegado y no me había dado cuenta, no me gusta estar fuera de casa cuando Julián no está, aunque no estoy segura si llegará a dormir, como ha pasado en ocasiones anteriores. Cada vez que nos acercamos a mi casa siento una extraña presión en mi pecho, como si fuera a pasar algo, trato de controlar mi respiración y aquella sensación sigue allí, latente y se hace más fuerte cuando estoy frente a mi morada.

—Me gustaría quedarme a hablar contigo, pero tengo un asunto muy importante que entender —comenta Yessica con algo de tristeza en su voz.

Me despido de ella con un beso en la mejilla y tomo la bolsa de la compra, camino hacia el pórtico y me percato que el auto de Julián está en el garaje, un escalofrió me recorre todo el cuerpo. Abro la puerta y el silencio adentro es algo sombrío; me dirijo a la habitación de Ligia y allí guardo lo que se compró junto con el celular. Me parece muy extraño que ella no se encuentre, así que subo a mi cuarto, talvez se encuentra limpiando allí, aunque no lo creo es muy tarde para eso. Entro a mi habitación y cierro la puerta tras de mí, pero antes que logre encender la luz siento como soy tomada fuertemente por el cabello y tirada al suelo, una mano sujeta mi cara lastimándome, trato de forcejear, pero recibo un golpe en mi rostro haciendo que gire con brusquedad mi cabeza.

—¿Creíste que te ibas a salir con la tuya?

Daniel

Comenzó otro día lleno de trabajo, mi turno empezaba a las seis de la mañana, pero una emergencia en el hospital hizo que iniciara a las tres. Accidente múltiple, tres autos involucrados, once personas heridas, cuatro de gravedad y unas de ellas menor de edad. Había sido una mañana muy movida, los familiares no tardaron en llegar y junto a ellos la policía, al parecer un vehículo llevaba cocaína y marihuana, así que la autoridad tiene que realizar una investigación sobre el accidente y saber si las drogas fueron el factor principal de la catástrofe.

Mientras me dirijo a recepción veo a mi amigo Julián entrar sonriente, al parecer durmió bien, lo envidio. De manera inmediata llegan a mi mente imágenes de él junto a Aura y la rabia parece hacer acto de presencia; trato de respirar profundamente.

—Al parecer madrugar no te sentó muy bien.

Julián llega a mi lado y nos saludamos como de costumbre.

—No me puedo quejar —Si él estuviera más comprometido con el hospital, no hubiera llegado a esta hora— la mañana estuvo muy ajetreada, hasta ahora siento que respiro.

Miro el reloj en mi muñeca y está marcando las ocho y veinte, cinco horas entre quirófanos y habitaciones con aproximadamente quince minutos de descanso. Recuerdo a Aura y no puedo evitar preguntar.

—¿Tú y tu esposa están listos para la inauguración?

Su rostro cambia casi de inmediato, como si le molestara la pregunta, pero al parecer trata de buscar las mejores palabras para responderme.

—Supongo que ella irá.

Y sin más me da una pequeña palmada en el hombro y se aleja, directo a su oficina. Él es un malnacido con suerte y odio ver como se dirige o habla sobre Aura de manera despectiva o sin importancia.

—Aura.

Susurro para mí y antes que vuelva por el tercer café de la mañana una silueta femenina me acorta el paso.

—Por fin te encuentro algo libre.

Serena se encuentra muy sonriente, algo realmente contagioso.

—No te voy a robar mucho tiempo —la observo mejor y al ver que su bata está abierta me indica que acaba de llegar— quiero avisarte que la sesión fotográfica será dentro de quince días y estas invitado. Me gustaría que invitaras a tu amiga, gracias a ella viviré un buen momento.

Y sin más Serena me da un gran abrazo, debo decir que su vientre no facilita las cosas, pero le devuelvo el gesto, dentro de poco dejara el hospital para descansar y esperar a su hijo.

Se separa de mí y yo sigo mi camino hacia la cafetería y al entrar veo a algunos familiares de los jóvenes de esta mañana, una señora se acerca seguida de dos chicos jóvenes y recuerdo que la madre de la chica que en este momento se encuentra en la UCI.

—Doctor ¿sabe algo de mi hija? ¿Ella se encuentra bien?

—Su hija se está recuperando, los golpes afectaron de manera significativa sus vertebras, mis colegas y yo estamos haciendo todo lo posible por verla mejorar. No se preocupe.

Siempre las mismas escenas y preguntas después de un momento difícil, como lo son los accidentes. Mis palabras no ayudan en absoluto, pero no puedo camuflar la verdad para que todo se escuche dulce. Trato de alejarme de la familia mientras escucho los llantos de la mujer, me acerco al mostrador y pido lo mismo, un café, pero esta vez más fuerte.

Salgo del lugar y así evito cualquier otra pregunta ya que las respuestas no serían del todo agradables. Estando fuera del hospital el panorama no es muy diferente, las personas entran y salen y en sus miradas varían, algunas felices y otras... bueno, no siempre la vida está llena de felicidad. Miro un vendedor ambulante fumar en la acera, nunca he sido un hombre de vicios, pero en este momento me apetecía serlo.

El sonido de las sirenas llama por completo mi atención y cuando está ingresando a la vía de acceso a la entrada de emergencias, me dirijo de inmediato al lugar. Una señora de avanzada edad llega acostada en la camilla, la máscara de oxígeno cubre su rostro y el suero ubicado en su brazo derecho es llevado por el enfermero.

—¿Qué tenemos aquí?

—Un infarto.

Esta es un área que no me atañe, pero acompaño a la camilla a su ingreso por los pasillos, las personas y enfermeras se hacen a un lado hasta dar con la persona que se puede hacer cargo de esta situación y no es Julián.

—Parece que alguien te necesita —miro a Cynthia quien toma la historia clínica de la recién llegada.

—Lamento mucho no hablar contigo en este momento, pero ya ves, el deber llama.

Ella junto a tres enfermeros parten a la sala de cirugía y me pregunto si Julián se encuentra muy ocupado como para no estar al pendiente de lo que pasa en la primera planta.

Llega a mi mente la visita de Aura y recuerdo con claridad su motivo; repaso todos los momentos en los cuales acompañe a Julián a algún sitio, como el bar que acostumbramos y no he visto a alguna mujer que lo acompañe, aunque su actitud dice que Aura, su esposa, se encuentra en el último puesto dentro de sus prioridades.

Por el momento no me necesitan, no he recibido alguna notificación así que me dirijo a mi oficina y me refugio en ese lugar por ahora.

Recuerdo el momento exacto el en que supe su nombre, después de seguirla unas cuantas veces para saber dónde trabajaba; no era lo correcto, pero un impulso lo hacía inevitable.

Hace 9 años

—Te dije —Julián me señala y en su mano una copa de vodka— que iría por ella y ya lo ves.

Claro.

No puedo más, no tengo nada que agregar. Si hubiera sido más decidido talvez las cosas serían distintas, siempre escuche a Julián hablar de sus conquistas, hasta que la última se volvió la definitiva.

Han pasado cuatro semanas desde que me entere quien había "enamorado" a mi amigo mujeriego y la decepción había golpeado mi pecho dolorosamente. Cuando nos presentaron fingimos nos conocernos, después de presentarme en algunas ocasiones a su trabajo y cuando acompañaba a mis hermanas.

Ahora entiendo su actitud, un poco indiferente y algo precavida hacia mí, pero algo en mi interior me decía que ella no me despreciaba del todo.

Las horas pasaron y las copas se acumulaban a mi lado no supe en qué momento Julián se había marchado, pero eso me valía madres.

Eres un perro afortunado.

Lo odio a él y mi mala suerte ¿Quién me manda a enamorarme así?

El amor es una mierda Bred llamo al barman ¿o eres Billy? dame otra copa más.

¿Estás seguro amigo?

Te voy a pa-pagar, así que dame la maldita bebida de una vez.

Recibo una mirada de lastima ¿o es pena? al carajo, él no sabe que me está pasando así que junto con el mundo se pueden ir a la mierda. Barry llega con mi bebida y decido que es la última, busco mi billetera y saco algunos billetes y los dejo en la barra.

Trato de ponerme de pie, pero al momento de hacerlo choco con alguien.

No pensé verte en ese estado ¿estás bien?

Pregunta demasiado estúpida para ser contestada, así que ignoro a quien me haya hablado y sigo mi camino. El ambiente está algo alegre y logra enfermarme, el aparta-estudio queda cerca así que o me preocupo en llegar. Siento que algo vibra en mi pantalón, pero no estoy de humar para contestar e informarme de lo que pasa en el mundo.

Así que Aura se va a casar con mi amigo me rio sin ganas— ¿a quién le puede importar lo que hagas? Los dos son unos estúpidos, eso es lo que son.

Un olor conocido me avisa que he llegado al lugar que llamo casa y parece que mi vecina/arrendataria está preparando la cena.

Parece que has tenido un gran día habla sarcásticamente.

Gruño en respuesta, odio que esa señora adivine como me siento o crea saberlo.

Subo las escaleras como mejor puedo y al ingresar a mi cuarto me acuesto inmediatamente, deseo dormir y no despertar dentro de un siglo.

El sonido de alguna alarma en mi habitación me taladra la cabeza. Me niego a salir de la cama, mientras busco a tientas aquel molesto aparato que no deja de sonar y ponerle fin a su horrible sonido, escucho una risa, apenas audible e imagina que es la responsable de no encontrar lo que tanto anhelo destruir.

Debes levantarte, ducharte y comer algo.

Aquella voz me es familiar, peo sin importar quien sea no me levanto.

Si no ayudas, te arrepentirás.

Bufo por sus comentarios autoritarios sin sentido y me molesto aún más al escuchar de nuevo el sonido de la alarma que había estado en silencio por unos cortos segundos. Mi cabeza parece ser un tambor y todos los ruidos externos son las baquetas que me golpean constantemente.

¿¡Pero qué diablos te pasa!?

Grito enfurecido al sentir todo un jarro de agua caer en mi cara y las risas de mi hermana solo hacen empeorar mi estado de ánimo.

Te lo advertí, son las diez de la mañana comenta Kath muy animada por su broma.

Katherin parece disfrutar del momento y al ver mi rostro lleno de cólera sale de la habitación. Ya no tengo más remedio que levantarme, afortunadamente el cuarto sigue a oscuras y en mi mesa encuentro una pastilla junto a un vaso con agua, de seguro mi hermana lo dejo allí; entre tropiezos con mi cobija llego al mueble y me la tomo de inmediato.

Me baño con rapidez y busco entre mis cosas unas gafas oscuras, salgo de mi pequeño cuarto y me dirijo a la sala y vaya sorpresa, me encuentro a Joss, quien me saluda con un movimiento de su cabeza, a su lado mi querida demonio, a quien el destino me obliga llamar hermana.

Ahora si te ves como una persona decente observa Kath.

Ja, ja eres taaan alargo la palabra chistosa ¿desde qué horas están aquí?

Llegamos muy temprano comenta a las siete, pero dormías como una piedra así que no te diste por enterado.

Me arrepiento de haberte dado las copias de las llaves.

Mi hermana solo rueda sus ojos y se concentra en su móvil.

¿Por qué están aquí? pregunto algo rudo a lo que Joss me mira, pero no dice nada.

Me siento en el sofá libre y espero sin paciencia una respuesta.

Varias personas vieron tu deplorable estado de anoche, Ben me llamo y aquí estoy.

Nadie tenía ningún derecho a intervenir por mí, ya soy un adulto y...

Era por Aura me corta Joss, a lo que cayó de inmediato y de igual manera recibo una mirada curiosa por parte de Katherin.

¿Acaso era tan obvio o parezco un jodido libro abierto que el odioso de Joss adivino la verdad?

¿Alguien me puede explicar lo que acabo de escuchar?

Kath alterna su mirada entre Joss y yo, no deseo hablar del tema y me aseguro que nada salga de mi boca. Mientras me duchaba trataba de aclarar mi confusa, enredada y borracha cabeza hasta llegar a una conclusión sensata para mi corazón ebrio y herido.

Me levanto, me dirijo a la cocina y en la nevera busco la jarra con jugo de naranja y sin pensarlo tanto tomo directamente de esta; la sed que tengo es algo molesta, dejo la jarra vacía y buco una botella con agua.

Aura me conto sobre ti finjo no escuchar nada y salgo de la cocina bebiendo a sorbos de mi botella—. Al principio pensó que el encontrarse contigo se debían a normales casualidades, pero el hecho que llegaras a su trabajo la asusto un poco.

Miro a Joss y este sonríe, mi hermana se encuentra bien calladita escuchando atenta a su novio y en ocasiones me mira de reojo para ver mi reacción, agradezco tener puestas mis gafas de sol.

>>No puedo decir que le disgustara del todo, pero tú nunca o en pocas ocasiones llegabas a hablarle, siempre las mismas formalidades, un hola, ¿Cómo estás? y un simple adiós. Después conoció más de cerca a tu amigo.

Sí, Julián apareció he hizo lo que yo no fui capaz de hacer, ya no es tiempo para las lamentaciones; solo espero que sean felices juntos.

Querido Joss, no debes creer en todo lo que escuches o inventes en tu cabeza puntualizo y cambiando de tema les tengo que decir algo importante.

El rostro de mi hermana gira entre Joss y yo, es la primera vez que se encuentra en silencio por más de cinco minutos y en mi interior me alegro. Termino de beber el agua en mi botella y continuo de decir mi gran idea.

Hace una semana recibí una carta, donde se me decía que había aplicado para una beca en Londres y esta mañana lo pensé muy bien, así que dentro de una semana viajo.

¡¿Qué?! grita Katherin antes de tenerla sobre mí.



Un viaje...

¿Se puede aprender de los viajes?
En multimedia les dejo el diseño del vestido que Aura llevara a la inauguración; quisiera tener una amiga como Yess, en fin.

Créditos de la imagen a la página, Vestidos de novia.

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