Últimas Llamadas 📷
Aura
Con la mayor de las fuerzas me levanté de la cama, notaba mi mejilla hinchada y mi brazo izquierdo me dolía mucho. No estaba acostumbrada maquillarme, mucho menos tan temprano y con las pocas ganas de despertarme, después de lo ocurrido anoche.
Era la primera vez que ocurría algo así, pero no le hecho que Julián tuviera ebrio, aunque no en su totalidad. Siempre supe que le odiaba a mis pocos amigos y el hecho que lograra hacer algunas cosas sin su autorización.
Trate de limpiar mi rostro para que Ligia no notara el verdadero aspecto de mi rostro; eran cerca de las seis de la mañana cuando me sentí lista para bajar a la cocina y preparar el desayuno, evite las preguntas curiosas de mi empleada y no fue hasta que ella me comento que Julián le había dado la tarde libre después de mi salida, sentí que él estaba espiándome y espero el momento idóneo para hacer lo que quisiera sin que nadie lo viera.
—Vi el atuendo que compraste para la reunión y es muy bello —habla Ligia mientras lava algunos platos.
—Sí, es muy bonito —En mi voz se podía sentir mi estado de ánimo y Ligia lo había notado de inmediato.
—¿A pasado algo mientras me encontraba fuera de casa?
Después de evadirla durante la hora del desayuno y frente a Julián, la miro a la cara y mis lágrimas, las que habían estado reteniendo salen con gran rapidez, haciendo que aquella mujer de avanzada edad y amiga suelte un suspiro y me abrace de inmediato mientras lloro sobre su hombro.
—Dime ¿Qué te paso mi niña? ¿Qué te hizo tu esposo para ponerte así?
Mis sollozos solo aumentan, haciendo casi imposible mi hablar. Me aferro a ella como un salvavidas, pensando en ella como si fuera mi madre ausente. Trato de evitar separarme, pero sus manos toman mis brazos haciendo que le aleje de ella en medio de mis quejidos.
—¡Por Dios!
Logro ver a través de mis ojos hinchados el rostro lleno de horror y tristeza en Ligia, sus manos ahora tapan su boca denotando la sorpresa de lo que está viendo. Sin dejar de mirarme toca mi rostro evitando la parte izquierda y cuando pasa su dedo levemente por allí, no puedo ocultar el dolor.
—Te golpeó.
Más que una pregunta era una afirmación y yo no era capaz de negarlo, realmente no quería hacerlo.
La mañana se fue estando en cama, Ligia fue muy estricta al decir que tenía que reposar y la verdad no quería hacer otra cosa diferente a eso. Antes de lograr dormir un poco Ligia había buscado una bolsa con hielo para desinflamar mi labio y mejilla hinchados y en menos de quince minutos había llamado a la droguería más cercana para pedir unas pastillas para el dolor en mi brazo.
No sé cuánto tiempo paso hasta que ella entro a mi cuarto con un teléfono en la mano.
—Es tu abuela y quiere hablar contigo.
Mi abuela.
Llevo casi dos semanas sin hablar con ella y recuerdo a mi viejo y adorado Vicente y la promesa que tengo con él. Tomo el teléfono, pienso muy bien en mis preguntas y acerco el aparato a mi oído.
—Hola abue ¿Cómo estás?
—Sabia que si no te llamaba, tu no lo harías —Vaya, ya vienen los regaños—. ¿Qué tiene que pasar para que te acuerdes de mí?
Si estuviera frente a ella en este momento podría ver sus gestos dramáticos, las líneas de su frente cuando está enojada y una mano en su pecho junto a su corazón indicando lo dolida que se encuentra.
—Por favor no me recrimines —Me recuesto sobre la cabecera de la cama e inspiro algo de aire— tu más que nadie en el mundo sabe lo mucho que me importas y si no te he llamado es por...
—Tu odioso esposo —me interrumpe de inmediato— algo me dice que no estás bien y ese hombre tiene mucho que ver en eso.
Y a mí algo de dice que esta llamada no fue hecha por la mayor de las casualidades. Miro a mi empleada, quien se encuentra en la puerta y al notar mi mirada, disimula una tos y se excusa de ir a la cocina.
—¿Qué te dijeron? —pregunto, aunque se de sobra la respuesta.
—Algo que tú no serias capaz de decir, por Dios, ¿te das cuenta de lo que esa bestia te hizo?
Siento mi cuerpo temblar y las lágrimas de nuevo se acumulan en mis ojos, trato de no llorar, pero un sollozo traicionero sale de mi boca.
—Mi querida niña —la voz de mi abuela se tranquiliza y suaviza— no quiero que sigas sufriendo al lado de Julián.
—No sé qué debo hacer, estoy confundida.
—¿Cómo puedes estar confundida? —me reprende— después de lo que viviste ¿Qué estas esperando para dejarlo?
Esa era una pregunta que temía escuchar, pero creo que aun siento algo por Julián; sí, acepto que soy una estúpida por eso, pero no lo puedo evitar.
—No te prometo nada —hablo entre hipidos— pe-pero si esto si-sigue te prome-meto que lo dejo.
—Sabes que las promesas deben cumplirse o de lo contrario te vuelves un ogro feo ¿recuerdas?
A pesar de todo logro reír por su comentario, las mismas palabras que usaba cuando yo era una niña. Respiro profundamente y me limpio las lágrimas; decido que es momento de cambiar de tema así que le hablo de algo que sé, ella no espera.
—¿Has hablado con Vicente? Creo que está muy preocupado por ti.
Y mágicamente mi querida Any queda en silencio.
—Sé que España puede ser muy agradable, pero no te puedes olvidar de las personas que te quieren.
—Yo no me he olvidado de nadie —responde a la defensiva— solo que... estaba muy ocupada.
—Cuéntame ¿Qué paso entre ustedes dos? —pregunto con algo de picardía.
—¡Por Jesucristo muchacha! ¿Qué cosas son esas que dices? No hay nada entre nosotros, respóndeme ¿Qué puede existir?
—Quizás un poco de amor.
No sé qué estará haciendo mi abuela, pero la escucho toser, al parecer se atoró con sus pensamientos y conciencia, yo solo puedo reír hasta que el dolor en mi mejilla reaparece.
—Mira jovencita, deja de burlarte que eso no es gracioso —recibo otra regañina de su parte— Mis asuntos son muy personales.
—Soy muy consciente de eso, solo que hable con él y lo note algo triste, como decaído, pero no entramos en detalle y pensé que sabias algo —disimulo algo de inocencia en mis palabras para que sean más creíbles y logre mi cometido.
—Has ganado, hablaré con él para saber que tiene y después me comunico contigo —lo logré— pero tú también piensa en lo que te dije.
—Lo haré.
—Cuídate mucho —se despide.
—Tu igual, espero que nos veamos pronto.
Cuelgo la llamada y decido bajar a la sala, necesitó caminar un poco. Veo el reloj en la mesa del tocador y pronto serán las dos de la tarde, he perdido por completo mi apetito desde anoche y lo más probable es que Ligia haya cocinado solo para ella. Al bajar la escucho hablar con otra persona en la entrada así que trato de no hacer ruido para poder oírlas.
—Ella se encuentra descansando y es recomendable que no la moleste.
—La señora Aura necesita escuchar lo que tengo que decirle, ella... —me acerco a la puerta, pero Ligia no me deja ver el rostro de la mujer— ...ella sabe quién soy.
—Yo conozco a las personas que se acercan a ella y a usted nunca la había visto —Ligia parece algo enojada y parece atacar a la visita.
—Es urgente.
Antes que Ligia la saqué a patadas me acerco a las dos mujeres, mi empleada no se percata de mi presencia, pero la otra mujer sí y al verme calla de inmediato y estoy muy sorprendida al verla de nuevo.
—Déjala pasar —Ligia se sorprende al oírme y desvía su irada entre la recién llegada y yo— al parecer es algo importante y no puedo dejarlo pasar.
La invito a la sala y tomamos asiento, Ligia se dirige a la cocina por un té, la mujer evita mirarme y yo no sé qué decir, así pasan unos minutos hasta que decido hablar.
—Es usted la mujer del parque y en ese entonces sabia mi nombre ¿por qué ahora no habla? ¿Cómo me conoce?
—Mi situación es algo penosa, y sí, la conozco de hace algunos meses, llevo algún tiempo buscándola.
—¿Qué quiere de mí? —Sus palabras me confunde y alarman, pero la curiosidad es más fuerte, así que espero su respuesta.
—Hace poco recibió algunas fotos de su esposo, y no hay duda de lo que allí se puede ver, Julián la engaño —Su semblante cambia por completo cuando habla de Julián, su determinación me indica que no miente.
—¿Cómo sabe eso? —Con cada segundo que pasa me latero más— ¿Quién demonios es usted?
—Me llamo Isabel Miller y al igual que usted, estoy casada con Julián.
Muevo frenéticamente la cabeza, negando todo lo que acabo de escuchar, el nudo en mi garganta se hace insoportable, siento mis piernas temblar y mi respiración se entrecorta. En medio de mi ataque de nervios, Isabel, si es su verdadero nombre, saca unos documentos y los deposita en la mesa de centro, ella no parece estar muy tranquila con sus palabras y no hace o dice nada más.
Una parte de mi razón me dice que debo ver los papeles y salir de todas mis dudas, otra, lucha en ver o encontrar alguna mentira en su relato, pero los actos de Julián en los últimos años me demuestran que quizás todo lo que ello dijo es verdad. Tomo los documentos y los veo uno a uno, acta de matrimonio, título de una casa a nombre de los dos e inclusive un certificado de nacimiento que apunta a Julián como su padre. Miro aquellos papeles y repaso la firma de él, algo que señala la verdad. Isabel me ofrece un sobre y al verlo que hay dentro acaban mis dudas por completo, son algunas fotos de ellos dos y en una Julián sostiene a un niño de aproximadamente cuatro años.
—Cuando Thomas nació negó que el fuera su hijo, así que realice una prueba de ADN, la cual salió positiva. Después de un mes de su nacimiento encontré unos documentos clínicos y en ellos descubrí que Julián se había operado para no tener más hijos por error.
En pocos minutos la tristeza y sorpresa se convierten en rabia y decepción ¿estos eran los motivos de sus constantes salidas?
—¿Cuánto tiempo...
—¿El tiempo que llevamos juntos? —pregunta— son cinco años, pero viendo los años que llevan de casados hace que mi matrimonio no sea legal; y como tú, la boda se realizó en una notaría.
Me levanto de la silla y empiezo a caminar por toda la sala, es como si acabara de despertar de un largo sueño y me golpeara la dura realidad.
—Al parecer Julián sufre de un trastorno de bipolaridad —esto último hace que mis pies de detengan y la miro de inmediato— no ha sido tratado medicamente, es irónico sabes, el todo un médico y no tiene idea de lo que tiene.
—¿Cómo lo sabes? —La duda me es inmensa ¿Cómo llego a esa conclusión?
—Mi hermana es psicóloga y en el tiempo de Julián no estaba en casa me lograba visitar, le comenté sobre los cambios constantes de humor y otros aspectos, y pues... creo que tú has notado esos cambios, solo que no lo aceptamos o ignoramos.
No logro creer todo eso, es... ¿imposible?
—No es fácil de diagnosticar a una persona bipolar, no presentan todos los síntomas en un solo momento —aclara— en tiempo en el que se presentan varían de persona en persona.
>>Cambios de humor repentinos, momento con mucha energía, en ocasiones actos violentos —de manera automática toco mi rostro y piensa en la reacción de anoche— alteraciones en su sueño; es su círculo más cercano el quien lo nota... o lo sufre.
El recibir toda la información de golpe desequilibra mi centro, los pensamientos en mi mente colapsan creando un inmenso caos interno.
—El otro asunto en su "nueva amante", las fotos que te envié las había recopilado...
—¿Fuiste tú? —la interrumpo y ahora todo empieza a encajar.
—¿Crees que no investigaría las faltas constantes de Julián en mi casa o el origen de sus malos tratos? Mírate —se levanta y su mirada refleja algo de ¿odio? —no puedes ocultar aquel golpe en tu cara, y ¿sabes por qué lo sé? Él también me golpeó y no fue una sola vez.
Levanta su camisa y bajo su busto se puede ver una cicatriz, acaso el...
—La bestia está dentro de él y deberías cuidarte —busca su cartera en el sofá, parece que la visita a llegado a su fin— si quieres ver cuál es su actual diversión, ve a la fiesta de inauguración y abre los ojos.
Las palabras se acumulan en mi boca mientras veo a Isabel marcharse. Un leve mareo hace que busque de inmediato una silla y me siento. Al parecer Julián está convencido que no iré a la fiesta y es mañana.
Una palabra dicha por Yessica llega a mi mente, divorcio. Si él me ha sido infiel será más fácil acceder a mi libertad.
—¡Ligia! —llamo a mi empleada y ella llega rápidamente, me mira con curiosidad y observa que Isabel no está.
—Necesito hacer una llamada.
Daniel
No recuerdo el momento en el que me dormí, pero el sonido de mi móvil indicándome una llamada me despertó, con la mirada aun soñolienta contesto sin saber quién ha llamado.
—Habla con el Doctor Simmons ¿Quién llama?
—Aunque quisiera pensar que estas ocupado —su voz hace que me despierte rápidamente— tú me dirás que estas libre ¿no es así?
—Me agrada saber que me conoces, así sea un poco —trato de ordenar mis pensamientos y no sonar tan directo— pero tu llamada me sorprende un poco...
—Necesitaba hablar con alguien —me comenta y su voz parece ser tímida a algo culpable— y te llame.
Miro el celular, leo su nombre iluminado en la pantalla y trato de observar todo a mi alrededor, quizás siga en un sueño y todo lo que ahora está pasando no es real.
—¿Estás seguro que no estas ocupado? —pregunta Aura— puedo llamar en otro...
—No, no, estoy bien —la calmo— solo un poco desorientado, si quieres decirme algo te escucho.
La escucho suspirar al otro lado de la línea, está claro, le está costando hablar conmigo, pocas veces lo hicimos en el pasado, de seguro le...
—¿Conoces perfectamente a Julián? —pregunta seriamente.
—No.
Responder aquello no fue difícil, no necesitaba pensarlo mucho para saber cuál sería la respuesta correcta; sí, Julián es mi amigo y estudiamos juntos, pero siempre hubo algo que me impedía confiar en él.
—Sabes —comenta Aura— yo pensé que si lo conocía, pero mis ojos estaban vendados y lo peor es saber que aquella situación dura nueve años...
—¿Y ahora? —la interrumpo, necesito obtener esa respuesta.
—Ahora... duele saber la verdad —responde con voz quebrada— nunca conocí al hombre con el que me case; él tiene otra familia y tiene un hijo.
Aquello último rompe a Aura y de paso a mi ¿Cómo paso todo eso? ¿Cómo estuve tan ciego para no verlo? Y puede que todo parezca una estupidez, pero todo empieza a encajar. Estoy a un paso de preguntar una idiotez, pero el saber que ella está llorando provoca que quiera estar a su lado.
—¿Quieres que te acompañe? Si quiere te recojo...
—No —En su voz no hay duda— hoy no, pero... me gustaría que... mañana antes de la inauguración pases por mi casa ¿sabes la dirección?
—Sé la dirección, no te preocupes —siento una mezcla de alegría y duda, nunca me imaginé que esto pasaría y aunque duela admitirlo, es gracias a las estúpidas decisiones que toma Julián.
—¿Cómo están tus hermanas? —pregunta dulcemente y al igual que ella pienso que es un buen cambio de tema.
—Katherin vive feliz con Joss en Boston y Evelyn está en New York, aparentemente soltera —comento feliz, esas mujeres son mi pilar.
—Siempre supe que Joss amaba a tu hermana —En su voz se escucha un deje de tristeza—, hacen una bonita pareja.
—Joss ha hecho un buen trabajo —rio ante mi comentario y Aura también lo hace— y si Kath es feliz yo lo soy.
—Es una suerte tenerte a ti como hermano —En mi rostro se dibuja una sonrisa, pero no hay felicidad en ella.
—Y es una gran suerte tenerte a ti, como esposa.
A través de la línea la escucho respirar algo agitada, sé que no debí decirle eso ya que la situación por la cual está pasando es difícil, pero no me quería contener, una vez lo hice y de nada sirvió.
—No debes decir eso —Me habla con dureza.
—Si esperas una disculpa de mi parte por lo que dije, no la escucharás —Mi voz es fuerte, pero sobre todo soy sincero— esta vez no voy a callar.
Empiezo a sospechar que nuestras conversaciones terminan en momentos incomodos para alguno de los dos; miro el reloj y pronto será medio día, siento el móvil vibrar y al ver la pantalla un mensaje me indica una reunión urgente por parte de la dirección del hospital, un mensaje a salvado el momento.
—Tengo que colgar —comento—, pero eso no significa que nuestra conversación haya terminado, mañana estaré en tu casa.
—Está bien —susurra.
Termino la llamada mientras me dirijo a la reunión. Busco entre mis pendientes alguna información referente a la reunión y no encuentro nada, es algo inesperado y aparentemente importante y sin dar más demora salgo de mi oficina. Mientras camino veo a Julián entrar a un cuarto de medicamentos, es muy raro que se dirija a ese lugar y sobre todo en este momento, a pocos minutos de la junta. Recorro el pasillo, pero la curiosidad me gana, así que me dirijo al mismo cuarto y silenciosamente me acerco.
Puedo escuchar respiraciones entrecortadas y agitadas, el sonido de la ropa al caer y algunos gemidos; Julián no está solo, pero los aparadores llenos de cajas y botellas me impiden ver algo más. El móvil en mi bolsillo vibra, afortunadamente lo tengo en silencio, de lo contrario sería descubierto, recuerdo la reunión y decido marcharme, pero antes de hacerlo logro ver la placa de una de las batas y el nombre que esta allí me deja sin palabras.
Me devuelvo sobre mis pasos, miro constantemente a la pareja para asegurarme que ellos no me hayan visto, finalmente llego hasta la puerta que se encuentra entre abierta y salgo de alli, no me preocupo en cerrarla si alguien más se entera de esto será mucho mejor. Llego a la tercera planta y entro a la sala de conferencias, al ingresar recibo algunas miradas serias y otras algo enojadas; me siento a dos puestos del gerente del hospital y al verme me hace una seña, mirando la silla vacía y luego a mí, lo único que hago es negar con mi cabeza, sí, Julián debería estar aquí, pero algo "inesperado" lo entretuvo.
—Sera necesario esperar un poco más —anuncia Richard, Gerente del Hospital Internacional de Florida, tío de Julián, pero sobre todo dueño absoluto del este lugar— es importante que el doctor Speitzer se encuentre presen...
Y antes de lo esperado Julián entra a la sala y se incorpora.
—Ya estamos completos —comenta Ingrid, jefe de enfermeras— podías anunciarnos a todos el motivo de esta reunión —habla dirigiéndose a Richard.
—Como sabemos —Richard toma la palabra— mañana se realizará la inauguración del nuevo centro pediátrico y espero que todos asistan, no solo se celebrara ese acto —mira a su izquierda— también se anunciara públicamente a Julián, mi sobrino, como en nuevo gerente de este hospital.
Aquella noticia nos toma por sorpresa a todos, aunque no del todo a Julián, quien sonríe y mira con suficiencia a los demás. Los susurros y miradas curiosas en la mesa no se hacen esperar, pero nadie protesta o dice algo en el momento.
—Para mí, será gratificante estar al frente del gran Hospital Internacional de Florida —Julián habla mientras todas las miradas se centran en el— seguirá creciendo, de eso me encargare.
Se levanta su lugar a y es su tío quien lo abraza primero y felicita, acción que repiten todos los miembros presentes.
—Espero que esta asamblea realizada de la nada no le haya generado algún tipo de inconformidad o molestia —cometa Richard y los presentes solo sonríen incomodos— pueden retirarse y seguir con sus obligaciones.
Uno a uno sale del lugar, Richard se acerca de nuevo a su sobrino y le da un último abrazo antes de salir, aun no me levanto de mi lugar, solo miro al futuro gerente y este al mirar a la última persona en salir se sienta en la silla que ocupara legítimamente el día de mañana.
—Tantos años de espera han dado frutos —sonríe al hablar- pronto tendré lo que siempre quise ¿acaso no me vas a felicitar? —pregunta con los brazos abiertos.
Me levanto un poco incomodo y lo abrazo, dando unas palmadas en su espalda.
—Nunca dude de ti —comento y hay algo de verdad en la mentira que digo— cuando quieres algo haces lo que sea para conseguirlo.
Cuando estoy a punto de salir de la sala, la voz de Julián me detiene.
—Te lo dije una vez, hace nueve años para ser exactos, no me agrada pensar en el tiempo que tuvo que pasar para que esto —pasa su mano sobre el sillón de cuero—, pero al fin lo tengo.
—¿Y qué piensas hacer ahora? —pregunto con algo de tensión en mi voz.
—Eso será una sorpresa, no tienes porqué afanarte, después de tener los documentos en regla hare algunos cambios.
Sonrío ligeramente y salgo de la sala, es la primera vez que siento una extraña opresión en el pecho durante mi conversación con Julián, sobre todo al escuchar lo último y no fueron sus palabras, sino la forma en la cual lo dijo, algo sombrío, pero de igual mamera muy feliz.
Camino perdido en mis pensamientos y cuando estoy por girar a la derecha para bajar a las plantas inferiores del hospital choco con alguien.
—Disculpa, no veía mis pasos —me disculpo y me sorprendo al ver a Cynthia.
—No tienes por qué hacerlo —sonríe mientras se acomoda su cabello— igual que tú, me encuentro algo distraída y no te mire.
Es la primera vez que la observo con mayor atención, su cabello rojizo y algo ondulado enmarca su rostro, sus ojos verdes son muy llamativos y sus labios llegan a ser muy atractivos para cualquier hombre, pero en mí no genera algún sentimiento o atracción; parece notar mí mirada en ella ya que su sonrisa pasa a ser coqueta, igual que su mirada.
—Iba a felicitar a Julián por su nombramiento, sé que aún no es oficial, pero...
—De seguro te está esperando —al interrumpirla me mira muy sorprendida— se encuentra solo en la sala de conferencias.
Decido salir de allí, pero su mano toma mi brazo.
—Me gustaría hablar contigo —cometa mientras sonríe— en un lugar más íntimo.
—Lo siento Cynthia —miro el reloj y salgo de su agarre— mi turno ha acabado y tengo un asunto muy importante que atender ahora.
Su rostro es de completo asombro y antes que hable de nuevo sigo mi camino, no necesite mentir esta vez para salir de ella, afortunadamente mi turno había acabado hace diez minutos, durante el desarrollo de la reunión.
Bajo con rapidez las escaleras hasta llegar a mi oficina, busco algunos documentos y guardo otros, me aseguro de cerrar con llave los cajones del escritorio; salgo de allí y me dirijo a la recepción donde Margaret esta algo ocupada, así que busco en su escritorio la planilla de ingreso y salida y firmo en ella.
—Adiós Margaret, que tengas una excelente tarde —me despido.
—Adiós Doctor Simmons —comenta en tanto atiende a las personas que se acercan a ella.
Salgo del hospital, me dirijo al área de parqueo y me acerco a mi coche, mientras me subo a el me llega una idea, no es del todo descabellada o eso creo. Antes de dar marcha, busco en mi celular las mejores joyerías y floristerías del lugar y al dar con los sitios mejor recomendados guardo la dirección; no soy un hombre de trajes de etiquetas, pero la ocasión de mañana lo amerita así que busco una de las tiendas favoritas de mis hermanas.
Al entrar a la boutique en aire frio y reconfortante del aire acondicionado me recibe, voy al mostrador y una joven rubia me atiende, le doy los detalles del evento, llama a otra chica y le da la misma información que le acabo de dar y ella finalmente me guía al área de los smokings, no necesito dar más vueltas o ver más trajes, me quedo con el primero, me dirijo al vestidor y es justamente de mi talla. Realizo el pago y guardo en empaque en el auto, busco las direcciones guardadas en el celular y me dirijo allí.
El primero es la floristería весна caracterizada por sus grandes ventanales adornados con sus flores colgantes y algunos arbustos que parecen trepar por las paredes, entro y pregunto por la flor favorita de Aura, el tulipán.
—Es una opción increíble -menciona Harry quien al parecer es el florista- si quieres expresar tus sentimientos de cariño y amor son ideales, espero y no me malinterpretes, pero ¿las flores son para alguien especial?
—Puedo decirte mi amigo, que no se equivoca —El estar aquí me hace sentir tranquilo y en confianza.
—Si es para una enamorada le recomiendo el color rojo —me explica mientras miramos las flores— el rosa es para expresar un cariño muy especial, talvez te ayude el blanco que representa la pureza de los sentimientos, el amari...
—Quiero todos los colores posibles —le interrumpo y se ríe.
—Al parecer es usted un hombre muy detallista, es muy halagador.
Debo confesar que Harry es un hombre muy conversador, parece estar feliz en todo momento y no para de darme consejos sobre cómo conquistar. Decido que las flores sean enviadas a domicilio, les doy la fecha y hora de entrega, me despido de Harry a la salida me dirijo a Venus -según su página en internet- es el mejor lugar para la compra de joyas en Florida.
Llegar a Venus fue fácil, no sabía que se encontraba cerca de mi apartamento; el lugar destila elegancia y —sin duda alguna— riqueza. La entrada del sitio está protegida por dos guardias y al entrar realizan la revisión rutinaria.
Me acerco a uno de los mostradores y una mujer, algo mayor me atiende.
—Buenas tardes y bienvenido ¿en qué le puedo ayudar?
Hola y gracias por acompañarme en esta historia, ya se va a terminar (momento triste) así que disfruten estos capítulos y sus personajes.
En multimedia deje una imagen que hace referencia al interior de la floristería (créditos a la floristería Moss florista en España)
весна, que quiere decir: primavera en ruso .
Abrazos mil.
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