¿Quién puede extrañarme? 📷
Aura
Todo mi mundo se detiene y mi corazón se parte en pedazos cada vez que veo las fotos. Nunca pensé que mi matrimonio llegara a convertirse, para él, en una tortura o desgracia.
¿Qué hice mal durante estos nueves años juntos? Si él no me quería, ¿por qué nunca me lo dijo?
Siete fotos diferentes, las mismas dos personas en cada una de ellas, pero una en específico es la que conozco, mi esposo.
—Válgame Dios.
Ligia a mi lado esta sobresaltada, las dos estamos es shock; por un momento ninguna de las dos hablamos, trato de forzar a mi boca a decir algo, pero me es inútil.
—No podemos fiarnos de eso mi niña —comenta Ligia, solo para tratar de ayudarme— pueden ser falsas o un fotomontaje, hay gente envidiosa que quiere...
—Se ven tan reales —mi voz es solo un susurro, pero la mirada de pena por parte de Ligia me dice que ella me escuchó.
Y realmente creería que lo son, conozco los métodos para la edición de fotografías, pero debería ayudarme con algunos objetos para verificar su autenticidad; y ante mi última esperanza espero que no lo sean. Observo con detalle cada una de ellas y hay algo que me llama la atención, detrás de estas se encuentran escritos algunos números, todos diferentes, al parecer son fechas. Trato de ordenarlas cronológicamente hasta llegar a las más reciente... y fue el día que Julián no llegó a casa.
Trato de controlarme, tomo las fotos y las guardo en el sobre junto con el mensaje, sé que Ligia espera que le diga algo, pero subo rápidamente a mi cuarto, en mi armario busco un pequeño baúl, de cual solo yo tengo llave, lo abro y guardo dentro de este, el sobre.
Intento pensar con cabeza fría, la primera fecha escrita en una de las fotografías y es de hace cuatro años y las más reciente fue de hace seis días, cuando me encontraba fuera de Miami, visitando a Angeline, la mamá de Julián. No entiendo como fui tan ciega, como ignoré todas las señales, creí que todo iba bien y que mi matrimonio era ejemplar.
Ahora siento que todo encaja, de los nueve años juntos, durante los primeros cuatro años nos dedicamos de lleno a nuestros estudios, conviviendo como amigos y solo nos acercábamos en la cama; un año después construyendo una relación que nunca tuvo bases sólidas, doce meses casi perfectos y al inicio del sexto todo cambio.
Son cuatro años siendo infeliz, siendo mal amada mientras yo le brindaba todo mi amor y él lo buscaba en otra; ahora entiendo sus cambios tan bruscos de humor, aquellos días que no llegaba a casa y lo enojado que se ponía cuando le preguntaba el porqué de su demora o cortas desapariciones. Últimamente su humor ha empeorado, en mi brazo aún quedan las marcas de su apretón, aunque se están borrando lentamente aunque siguen allí, como un recuerdo, una señal.
Cuando me levanto y me dirijo a la puerta observo a Ligia de pie, esperando una respuesta.
—Todo lo que paso el día de hoy queda entre las dos -al miro directamente a los ojos y mi voz sale algo fría y distante— por ningún motivo Julián debe enterarse.
—Pero...
—No Ligia, esto es algo que tengo que solucionar yo sola —En su mirada puedo ver algo de duda y negativas y trato que ella entienda—. Talvez tengas razón y aquellas fotos están alteradas, pero antes de saber la verdad te pido que no le comentes esto a nadie, ¿queda entendido?
—Sí señora.
Sé que Ligia no está del todo segura, pero ella sabe que es mejor guardar silencio y actuar frente a Julián para obtener resultados satisfactorios y creo que tendré que repetirme aquello día con día, minuto a minuto si quiero aclarar esta situación.
Llega la noche, me encuentro en la sale mirando una película, siento a Julián llegar en su coche, si antes lo recibía con un abrazo -que rechazaba- y un beso -no correspondido- ahora me quedare aquí sentada, da igual lo que haga, él no va a notar nada.
La puerta ha sido abierta y Julián entra, se desabotona los puños de la camiseta y se desajusta la corbata, lo miro de reojo y el me mira, después sigue su camino hacia el cuarto para desvestirse y guardar el maletín que siempre lleva a su trabajo. Trato de concentrarme en lo que estoy viendo, pero me es imposible ya que al verlo de frente y tenerlo cerca provoca que todo dentro de mi recuerde su traición.
Me levanto y me dirijo a la cocina, busco un vaso para servirme algo de agua, siento mi garganta rasposa y el estómago vacío, aprovecho y arreglo los platos para servir la cena, no sé qué ha preparado Ligia esta vez, creo que es crema de tomate acompañado de algunas tostadas; la veo entrar a la cocina y toma los platos para servirle la comida a Julián, de seguro ya se encuentra en el comedor; me sirvo algo de crema y me dirijo al comedor.
—Parece que por fin hay silencio en esta casa —comenta Julián sarcásticamente.
Al parecer estas son las primeras palabras que dice mi querido esposo cuando me siente frente a él, nunca han existido las conversaciones mientras cenamos y hoy no es la excepción. Miro hacia el televisor y la película ha sido reemplazada por las noticias, no me agrada del todo el verlas, pero no objetar ante eso.
En cierta medida me agrada el silencio, pero sería más acogedor el hablar de las cosas cotidianas, el cómo te fue en el trabajo o que tal tu día, esos pequeños detalles que nos hacen sentir queridos, y nos demuestra que se preocupan por nosotros.
—Estas muy callada Aura —Julián me mira.
Es raro que Julián me hable mientras comemos, lo miro de vuelta y su mirada está de nuevo en el televisor. Cuando él pregunta o hace un comentario, es mejor estar en completo silencio y evitar decir algo que le desagrade.
Veo plato medio lleno, mi apetito se ha marchado, apenas he probado unas cuantas cucharadas; miro la crema roja mientras muevo el cubierto, siento a Ligia llegar a la mesa, recoge los platos vacíos y los lleva de vuelta a la cocina, dejo el mío y minutos más tarde acompaño a Julián quien se encuentra en la sala, como todas las noches y me siento a su lado, tomo una revista de la mesa de centro y leo algo de ella.
El móvil de Julián empieza a sonar al principio parece no importarle, pero cuando suena por tercera vez lo toma y sale de la casa, de seguro se dirige a la entrada del garaje para sentir que su intimidad no sea interrumpida; la llamada parece extenderse más de lo normal, si hubiera sido del hospital de seguro había subido al cuarto y allí habría tomado lo que necesitara o al menos llevarse las llaves del auto para marcharse de inmediato, pero nada pasa.
Decido que ya es hora de dormir, busco a Ligia para despedirme y la encuentro en su cuarto, me acerco a ella y la abrazo, le deseo las buenas noches y ella hace lo mismo; procuramos no decir más de lo debido y hecho aquello subo a mi recamara. Busco mi pijama y me dirijo al baño a cepillar mis dientes; tomo mi crema hidratante y la aplico por todo mi cuerpo, ya lista me acuesto en la cama, pero no dejo de dar vueltas y cuando escucho a mi esposo cerca a la puerta finjo estar dormida.
Escucho sus pasos por la habitación, el agua correr en la ducha y el sonido que hace cuando se viste, siento como su cuerpo se acomoda en la cama y se abriga con la cobija y por primera vez me percato del frio que siento al estar a su lado, extraño cuando me abrazaba de manera fugaz e inclusive aquel pequeño beso de buenas noches.
Todo está en silencio y a duras penas he logrado dormir unos minutos mientras daba vueltas en la cama, miro hacia el techo, pero lo único que miro es la oscuridad, en ocasiones escucho a Julián moverse durante su sueño. El no beber antes me provoca ir por algo de tomar, así que me levanto silenciosamente, busco mis pantuflas, algo del cuarto y bajo las escaleras.
Busco el interruptor, y al encenderse la luz trato de acostumbrarme a ella, cuando mi vista vuelve a la normalidad busco en el mueble un vaso y me sirvo algo de agua, en ese momento mi vientre protesta.
—Vamos a comer algunas galletas —Consuelo a mi hambriento estómago.
Una de las ventajas al ir de comprar es incluir en la lista del mercado algunas cosillas, uno que otro dulce que escondo en el fondo de la alacena, según Julián todas esas chucherías me hacen engordar. Encuentro un pequeño paquete de galletas de vainilla y limón, su olor es como un bálsamo que provoca mi buen humor; al terminar de comer tomo la bolsa del delito y la guardo en el fondo de la papelera de la basura y así nadie se percata de ella. Lavo mis manos y subo de nuevo a mi cuarto, esperando que esta vez sí logre conciliar el sueño.
Miro el reloj, éste marca las once de la noche y empiezo a sentir el cansancio de querer dormir y no poder hacerlo por todo mi cuerpo. Una pequeña luz en el celular de Julián llama mi atención, sé que no debería ver el motivo de aquel esplendor, pero la curiosidad me gana y me acerco hasta la pequeña mesa y tomo el móvil.
"Recordatorio: Invitación a la Inauguración"
Es lo único que logro leer, trato de ingresar a los mensajes, pero un código de seguridad me impide entrar.
¿Qué voy a hacer?
Nada se me viene a la mente, los posibles números son erróneos y solo me queda un intento, antes que se bloquee por cuatro horas. Le doy vueltas al asunto, pero me temo que debo de dejar eso en su lugar y olvidarlo. Al ubicar el teléfono en su sitio siento que este vibra levemente y en la pantalla sale una notificación.
La huella dactilar es incorrecta, inténtalo de nuevo.
¡Como no me había dado cuenta antes! Este aparato tiene un lector de huella, miro a Julián, pero sus mansos están bajo la cobija.
—Tranquila, tú puedes hacerlo —digo de forma susurrante, dándome apoyo moral.
Trato de motivarme —nadie más iba a hacerlo— mientras me acerco a él, levanto lentamente la tela para encontrar alguna de sus manos y siento un pequeño infarto cuando se mueve y me quedo congelada en mi lugar tratando de no respirar en lo mínimo. Mientras Julián se acomoda tengo a mi alcance la posibilidad que tanto estaba buscando, así que tomo el móvil y lo acerco a unos de sus dedos ya la suerte parece estar a mi favor.
—Sí, sí, sí —susurro con gran alegría, como una pequeña niña al esconder un gran secreto.
La imagen principal del móvil cambia, avisándome que puedo tener acceso a todo lo que allí se encuentra guardado. Busco la bandeja de entrada y leo el mensaje por completo.
Asunto: Inauguración nuevo Centro Médico Pediátrico.
El Hospital Internacional de Florida tiene el gusto de invitarlo junto con su esposa a la inauguración del nuevo Centro Médico Pediátrico; dicha festividad se llevará a cabo en el Hotel South Beach el día 10 del presente mes a partir de las 4:00 pm. Si necesita realizar alguna modificación respecto a su asistencia, favor comunicarlo con 3 días de anterioridad a la fecha del evento.
Estaremos muy agradecidos con su asistencia.
Dirección Administrativa
Hospital Internacional de Florida.
Escuchar de nuevo a Julián en la cama me inquieta, verifico que cualquier ventana o página en el celular se encuentre cerrada y lo apago, lo dejo en el mismo lugar donde lo encontré. Si soy sincera me hubiera gustado ver más archivos, mensaje y porque no, ver y saber cuáles son las fotos que el guarda, pero mi cobardía y miedo me ganan.
La invitación me ha tomado por sorpresa, Julián no me ha contado nada sobre el tema y según mis cuentas solo faltan tres días para el evento y han pasado más de diez desde el recibido del mensaje y hasta ahora me entero.
Decido que es hora de estar de vuelta en la cama y me acuesto, sé que debo dormir, sé que necesito descansar, pero ahora me encuentro más inquieta, quiero hacer algo y hacerme notar ante Julián, pero todo indica que él no quiere que asista junto a él a ese evento o talvez ya hay otra persona que ocupa mi lugar -la mujer de las fotos- y lo acompañara durante toda la velada; cierro mis ojos y trato de poner mi mente en blanco, pero todo lo ocurrido hoy se reproduce en mi mente como una película. Sus gestos y miradas parecen indicar que se aman de verdad, envidio a esa desconocida ya que Julián nunca me había mirado de esa manera o me ha tomado de la mano mientras caminamos, talvez si lo hizo, pero ha pasado tanto tiempo que parece ya ser olvidado.
Si Julián quiere terminar con todo esto ¿por qué no me lo dice? Al parecer solo quiere hacerme sufrir y la mejor manera de hacerlo era al traicionarme. Soy consciente que antes juzgarlo dedo ¿comprenderlo? Empiezo a ver mi vida de otra manera y tratare de buscar la verdad, pero de nuevo el miedo se apodera de mí.
¿Qué debo hacer?
Aunque no lo quiera aceptar del todo mi amor por él se está acabando ¿seguiré estando enamorada? Algo me impulsa a decir que sí lo estoy y que Julián es víctima de una calumnia, como yo lo soy de su indiferencia.
Siento como la luz ilumina mi cara y me fastidia, escucho algunos pasos por todo el cuarto y la tela de la cortina moverse. Toco el otro lado de la cama, donde Julián duerme y lo encuentro vacío. Poco a poco me voy despertando y veo a Ligia realizando el aseo.
—Ligia, ¿Qué horas son? —pregunto aun soñolienta en tanto me estiro.
Se sobresalta un poco ya que no me había visto y mira el reloj de su muñeca.
—Disculpa si te desperté —con un gesto le restó importancia al hecho— son alrededor de las nueve de la mañana.
—¡¿Tan tarde es?!
Me levanto rápidamente y me dirijo al baño, pienso de nuevo en lo que idee antes de caer dormida y si quiero saber la verdad o una parte de ella tengo que arriesgarme, ignorar por completo a Julián, adentrarme un poco al pasado y acercarme a una de las personas que estuvo en el. A mi mente viene el recuerdo de su voz y rostro juvenil; el tiempo ha hecho mella en mis recuerdos y espero que los estos sigan siendo fieles a la realidad.
Daniel
Llevo toda la noche y parte del día en el hospital, después de atender a joven del accidente llegaron otros más, aunque sus lesiones eran diferentes no dejaban de ser importantes. Decido ir a la cafetería y tomar mi quinto café; miro a las personas en las mesas vecinas y una en particular llama mi atención. Pensé que no la vería hasta la fecha de inauguración, me levanto de la silla y voy hasta su mesa.
Pero ¿si no le agrada verme? Mejor me dirijo a mi oficina.
—Daniel, ¿puedo hablar contigo?
Su voz es un bálsamo y antes de poder escapar, mi cuerpo parece funcionar en automático y en pocos segundos me encuentro a su lado terminando mi café.
—Aura, es una gran sorpresa verte acá —le menciono algo nervioso, pero afortunadamente ella parece no notarlo.
—Si estás muy ocupado puedo irme —su mirada es algo triste y de segura está más nerviosa de lo que estoy yo.
—Tengo tiempo suficiente para hablar contigo —Y si no lo tuviera lo buscaría— no me gustaría que te fueras.
Mis palabras al parecer hacen efecto en ella ya que sus mejillas se tornan de un rosado claro que la hacen ver muy bella, como en los viejos tiempos. Parece dudar en lo que va a decirme, mira a nuestro alrededor, pareciera que estuviera buscando a alguien o evitándolo y creo saber de quien se trata.
—Si quieres podemos ir a mi oficina —al escucharme se asombra un poco— si deseas que haya mayor seguridad; no te preocupes que Julián no se va a enterar.
Creo que nombrar a Julián fue un error, Aura forma dos puños con sus manos e instantáneamente cambia de semblante; espero no se levante y se marche. Soy un idiota.
—Creo que será lo mejor —indica algo molesta.
Ahora el asombrado soy yo, sé que a ella le cuesta mucho hacerlo, una mujer casada hablando a solas con un hombre soltero y amigo de su esposo. Caminamos en silencio en tanto nos dirigimos a mi oficina, al llegar la invito a entrar y sentarse, cierro la puerta detrás de mí; sus manos no dejan de moverse, señal de su nerviosismo y hasta el momento sigue muy callada. Me siento frente a ella y decido hablar de primero para romper la tensión entre los dos.
—No pensé verte ahora, estaba seguro que te vería en las inauguración —hablo mientras finjo arreglar unos documentos.
Puedo sentir su mirada así que la veo de vuelta, en su rostro se dibuja una pequeña sonrisa para nada feliz y algo forzada.
—Realmente no sé si pueda acompañarlos —se queja, pero trata de no verse tan afectada.
—¿Por qué lo dices? —le pregunto suavemente.
Al parecer duda en responderme, ¿acaso Julián no le notifico sobre el evento? Sería muy descarado el que no lo haya hecho.
—Será un evento muy especial, dedicado a los niños y queremos que todas las personas que nos acompañan en esta labor asistan —veo que va a protestar así que continuo— además tú haces parte de esta familia aunque no lo creas.
—Soy consciente que todo esto lo hacen por formalismo —inquiere con voz anodina— soy la esposa del subgerente.
—Puede que tengas razón —la tuteo de nuevo y parece no molestarse—, pero es muy importante que asistas.
—No entiendo tu insistencia en eso —talvez ella no lo nota, pero al escuchar que ella no me trata de usted me gusta mucho y una sonrisa se empieza a dibujar en mi rostro— ¿Quién podría extrañarme?
—Yo —hablo por inercia, por un impulso y Aura me mira con gran asombro en tanto mi cara se calienta— y muchas personas, estoy seguro.
Trato de sonar algo seguro, no quiero que malinterprete lo que le estoy diciendo. Miro a mi alrededor, me acerco aun dispensador de agua y lleno dos vasos, me devuelvo a la mesa y dejo uno de ellos frente a Aura y yo tomo el otro de un tirón. Escucho un leve gracias de su parte y miro como lo toma entre sus manos y toma un poco, trato de no centrarme en su boca, pero me es casi imposible.
—Talvez piense en esto que me has dicho, pero yo venía por algo distinto.
La miro atentamente esperando que siga, la miro a los ojos y esos se humedecen, no me gustaría verla llorar y quedarme sin hacer nada al respecto.
—Creo que Julián tiene una amante y pensé que tú la conocías.
Su voz parece romperse cada vez que dice alguna palabra, veo una lagrima rodar por su mejilla y ella la limpia de inmediato, no me mira o trata de no hacerlo. Miro a un lado, la rabia crece dentro de mí, no termino de asimilar que Julián sea capaz de lastimar a Aura de esa manera. Pienso en lo que me dijo, trato de recordar o encontrar algo en las conversaciones que tengo con él, pero nada viene a mi mente; en estos últimos días no he hablado con tanta con regularidad, en realidad trato de evitarlo.
—Mira Aura, me sorprende lo que me dices, pero no tengo conocimiento o alguna idea sobre eso —no puedo evitar preguntar— ¿estás segura?
No dice nada, al parecer ella misma duda.
—No del todo, aunque no lo descarto.
Antes que diga otra cosa Aura se pone de pie y yo hago lo mismo, nos dirigimos hacia la puerta y al abrirla ella sale de inmediato. Camino a su lado, aunque no me pidió decido acompañarla hasta la salida, miro el reloj y mi turno se encuentra muy lejos de terminarse, de lo contrario insistiría en llevarla a su casa. Finalmente me mira algo apenada y se despide, no hay palabras solo mueve su mano en señal de despedida, hago lo mismo y espero hasta que se encuentre lejos de mi campo de visión para entrar de nuevo al hospital.
La mañana pasa rápidamente y no logro olvidar lo que me dijo Aura, recuerdo sus últimas palabras y siento que yo también estoy empezando a creerlo. Sus salidas injustificadas, la ausencia en su casa y la manera en la cual se expresa acerca del matrimonio; también recuerdo lo dicho por Cynthia sobre sus supuestos deseos de ser padre, si él hace sufrir a su esposa de esa manera estoy seguro que así trataría a su hijo. La actitud de Julián no ha cambiado al pasar los años, sigue siendo aquel chico de la universidad, mujeriego y egoísta.
Sigo mi camino por los pasillos del hospital, revisando a algunos pacientes, logro ver a Michel junto a sus compañeros y me acerco a ellos quienes me saludan alegremente.
—Buenas tardes doctor es agradable verlo por acá —me saluda una joven de cabello rizado corto.
—Buenas tardes a todos —me dirijo a la chica—, pero si aquí trabajo.
Todos se ríen de Paula, una joven practicante, quien se ruboriza por mi comentario y por las burlas de sus amigos.
—Veo que están de buen semblante —animo al grupo— ¿Cómo van sus exámenes?
—No puedo negar que están siendo difíciles —comenta Carlos, el practicante más antiguo de este grupo— pero nada que no se pueda solucionar.
Recibe algunos abucheos por parte de los demás ya que él se encuentra adelantado de sus amigos algunos semestres y creo recordar que esta próximos a recibir su título profesional.
—Michael puedo hablar contigo algunos minutos.
Nos alejamos un poco del grupo.
—¿Cómo van tus practicas con Julián?
—Bien —duda un poco— aunque hoy ha estado muy estricto y de mal humor, trato de seguir al pie de la letra todo lo que él me dice, pero parece que no le es suficiente; estudio mucho y mis calificaciones son altas, recibo buenos comentarios de los demás profesores...
El chico se encuentra mal, personalmente reconozco su trabajo, desafortunadamente su orientación profesional está relacionada a la cardiología, un ámbito que Julián conoce, de lo contrario me gustado apoyarlo en su progreso, ser su maestro.
—No te preocupes —coloco mi mano en su hombro— solo ten paciencia, recuerda que tú debes trabajar duro y estoy seguro que lo está haciendo muy bien, no te enfoques en los malos tratos del Doctor Speitzer.
—Gracias por sus palabras —murmulla Michael.
Lo miro mientras busca su celular en su bolsillo, sale rápidamente del lugar, al parecer su presencia es requerida en alguna sala de urgencias. Yo sigo mi camino y sin pensarlo tanto me dirijo a la cafetería, no puedo creer que siempre me encuentre en ese lugar, yo mismo me reprocho eso, siento que es el único lugar donde se descansa; encuentro una mesa libre, pero al ver a Cynthia quien me hace señas para que me una a su lado, me sorprendo al verla acompañada de Julián, no lo había visto en toda la mañana. Me acerco a su mesa y me uno a ellos.
—Es agradable verte —dice Cynthia— de nuevo.
—Parece que mi amigo —comenta Julián algo divertido— por fin decide salir de su oficina.
—Los dos sabemos que el trabajo no da espera —trato de sonar amable— además no soy como tú que puedes salir cuando quiera.
Julián solo se limita a reír.
—Creo que mi posición en el hospital ayuda un poco con eso —afirma— he tenido que reunirme con algunos proveedores estos días así que no puedo pasearme por los pasillos.
—Y ¿Qué hay de Michael? —le pregunto seriamente— está a tu cargo.
—Ya no es mi responsabilidad —afirma sin vacilar, dejándome algo perplejo.
—Te puedes explicar.
Y sin previo aviso Julián se levanta para atender una llamada.
—Yo te explico —habla Cynthia— debido a los trabajos que presenta Julián, yo lo estoy sustituyendo con algunos de sus chicos.
No entiendo la tranquilidad con la que habla, Michael no me hablo del tema, asimilo que el aún no sabe nada de esto. Siento mi móvil vibrar y en la pantalla aparece el nombre de mi madre.
—Despídeme de Julián, por favor.
Me despido de Cynthia con un beso, pero al acercarme ella gira su rostro y la beso en la boca. Me retiro de ella y lo único que hace al verme es guiñarme un ojo y sonreír, no me agrada que en absoluto su actuar. Salgo de la cafetería y me dirijo a la salida del hospital y por fin contesto la llamada.
—¿Cómo está la mujer más importante de mi vida? —pregunto cariñosamente.
—¿Sabes que estás hablando tu padre? —su voz ronca me sorprende de inmediato, miro la pantalla de celular esperando ver el contacto de mi padre, pero solo leo "mamá"
Creo que debo esperar a escuchar y no aventurarme a ciegas. Vuelvo a sentir el calor en mi rostro, si mi padre me viera se burlaría de mi por las cosas que digo y mi reacción a estas. Escucho las risas de mi padre acompañadas con las de mi madre, al parecer fue una broma que salió muy bien hecha.
—Esto es incómodo —comento avergonzado.
—Disculpa hijo —habla mi madre más calmada— fue una idea de tu padre, el me tentó.
Ahora que lo pienso bien, creo que mi padre se estaba demorando en hacerla, siempre que llamo a casa y en especial a mi madre le hablo de esa manera.
—Hijo habla, parece que un ratón se comió tu legua.
Sonrió ante su comentario, aquello hace que mis recuerdos de la niñez lleguen de inmediato, en casa todos juntos.
—¿Qué puedo decir después que mi padre se haya burlado de mí?
—Que no puedes vivir sin nosotros —habla mamá con un poco de nostalgia en su voz— y que nos extrañas.
—Siempre lo hago —la animo.
—Por favor, mujer no empieces a llorar ahora, dame el celular.
Escucho el forcejeo entre mis padres, mi madre aunque se encuentre muy sentimental puede llegar ser muy terca.
—No te lo voy a dar —replica mi madre ante mi padre.
Solo me queda esperar en silencio, alguno de los dos tendrá el aparato en su poder, espero que sea mi madre de lo contrario el hombre de la casa tendrá que dormir en el sofá los próximos días.
—Hola hijo, ¿sigues ahí? —pregunta mi madre algo agitada.
—Claro mamá —sonrió al escuchar su voz de nuevo— ¿te encuentras mejor?
—Y ¿por qué no lo estaría? No debes escuchar a tu padre en todo lo que dice.
—¿Dónde está ahora? —me parece un poco extraño el no escucharlo.
—Lo mande afuera —ríe- tuvo que sacar a Missy a dar un paseo.
—¿Missy? —pregunto— ¿de quién hablas?
—Una bella perrita, la adoptó Evelyn hace unas semanas —me indica mi madre.
—¿Mi hermana se encuentra en casa? —aquello sí que es una novedad.
—Sí, espera, ¿has olvidado el motivo? —cuestiona un poco molesta.
Esta conversación ha tenido más preguntas —de las habituales— que respuestas. Trato de recordar un evento importante para que Evelyn —quien vive en New York— este con mis padres en Oklahoma, pero nada llega a mi cabeza.
—Tu cumpleaños es dentro de pocos días y como habíamos acordado vendrías a casa para festejarlo —me explica mi madre pausadamente— pasada mañana llegara Katherin y Joss; el trabajo te está asfixiando o hay algo más...
La voz calmada de mi madre exige una respuesta. No puedo creer que haya olvidado la fecha de mi cumpleaños, no puedo culpar al trabajo por mi olvido ya que no es así, además, es la primera vez que me pasa, pero si hay otro motivo que llena por completo mis pensamientos.
—No te preocupes allí estaré.
Y después de más reclamos, sugerencias y consejos me despido de la mujer que amo, le envío saludos a mi padre y terminamos la llamada. Se aproxima mi cumpleaños junto al de la chica de mis recuerdos y espero que ella no lo haya olvidado, porque yo no soy capaz de hacerlo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top