Entre cartas y favores 📷

Aura

El sol está calentando, como todos los días, afortunadamente dentro del supermercado es frío, hay una buena ventilación. Miro la lista de compras (algo larga) pero con todo lo necesario.

Siento mi móvil vibrar, miro la pantalla iluminada indicándome que Ligia está llamando.

—Hola Ligia, ¿pasa algo?

—Señora Aura, para informarle que la leche de soya se acabó.

—¿Se acabó? Pero si acabo de ver tres cajas de un litro cada una, eso es imposible.

—Sí señora, hay tres cajas, pero lo único que había allí eran sorbos, están más que vacías.

—No puede ser, ese hombre me va a matar. Bueno, no te preocupes Ligia las compraré, ¿algo más?

—No señora eso era todo.

—Bueno, adiós Ligia nos vemos en casa.

Julián sabe sacar todos mis demonios.

—Aura solo respira —hablo para mi misma— solo son tres cajas llenas de restos que tu esposo no tuvo la decencia de desocupar y botar, solo deja basura en la cocina. Tranquila, solo respira.

Pensando que ya había terminado, camino a la sección de lácteos y busco la dichosa leche, se que es más nutritiva y más sana, pero es él quien realmente me hace enojar.

—Hola Aurita, ¿cómo estás? Hace ya algún tiempo que no te veo.

No puede ser, mi querida vecina -sarcasmo obviamente- hoy no es mi día.

—Señora Perelman, es un placer verla. Gracias por preguntar estoy muy bien, ¿cómo están en casa?

—Muy bien linda, aunque te veo más delgada, algo demacrada. Debes cuidarte. Espero poder verte más a menudo; me voy, Georgie me está esperando. Adiós querida.

—Adiós señora Perelman.

Loca vieja parlanchina, estas mas demacrada, como si ella no se viera en un espejo. Espero no pisar un pie en su casa, estúpida vieja criticona.

Son aproximadamente las tres de la tarde, las calles en Florida están en completo movimiento, afortunadamente logro transitar con tranquilidad a mi regreso a casa.

—¿Cómo te fue en las compras? —pregunta mi ama de llaves.

—Bien Ligia, pero me encontré con la Señora Perelman.

—Ya sabes que esa señora habla más de la cuenta —comenta Ligia mientras ordena las compras.

—Dímelo a mí.

No entiendo porque Julián se empeñó en que tenía que conocerla, al principio la vi como una oportunidad de hacer una amistad, que ella fuera mi amiga, pero su vida de señora de alcurnia y dama de sociedad no podían faltar, lo peor es su manera de hablar de aquello, para ella lo mas importante es el dinero y las falsas apariencias.

—Llamó el Señor Julián.

—¿Qué dijo?

—Que no lo esperes a cenar, su turno en el hospital se extendió, parece que tiene un paciente y le es importante atenderlo.

Otra vez, no es la primera vez que pasa, pareciera que ese hospital es su casa. Se que no debo reprochar, pero yo también necesito de su tiempo.

—Estas cansada de eso ¿cierto?

—Así es Ligia, no puedo evitar sentir envidia de su trabajo, todo el día se encuentra fuera de casa, mientras estuve en casa de Miriam, no esperaba la hora de llegar a casa y verlo, ahora resulta que llego hoy en todo el día no lo veré.

—Mi niña no te preocupes, recuerda que cuando él se encuentre cansado de su trabajo y llegue a casa encontrara a una mujer que lo ama.

—Creo que tienes razón.

Y eso es lo que me repito en la cabeza para calmar mi ansiedad e ideas locas. Si tener nada mas que hacer decido subir a mi cuarto.

̶—Antes que se me olvide, llegaron estos recibos y cartas.

Ligia me entrega algunos sobres, algunos de ellos recibos por pagar y dos cartas, cuyo destinatario soy yo.

Aquellas cartas son las que recibo mes a mes, una de ellas ha estado llegando a mis manos hace ocho años, para ser más específicos un años después de mi matrimonio, la segunda hace dos.

—Ligia si me necesitas estoy en mi recámara.

Subo presurosa las escaleras que llevan a mi habitación, dejo sobre el tocador los documentos que no son de gran importancia, y ya cómoda en mi cama me dispongo a leer aquellos escritos.

Amada Aura:

Espero que te encuentres bien, no sabes cuanto te extraño, te extrañamos. Ya hace algunos meses que no te vemos, creo que hace tres. Tengo una noticia muy importante que darte, aunque me hubiese gustado dártela personalmente, he intentado llamarte, pero nadie contesta el teléfono; lo último que supe de ti fue que te habías ido de vacaciones y ya no quise molestar. En fin, la noticia es que voy a ser papá de nuevo, no sabes la emoción que tengo, he pensado que puede ser un niño, pero si es una niña igual de hermosa que tu y tu hermana la amare como ya las amo.
Elizabeth quiere verte, ya sabes que no tiene muchas amigas, solo tú. No se si has hablado con tu madre, a veces llama a mi casa a molestar a Beth y no me agrada, tal vez tu logres hablar con ella.

Tú hermana te escribió, ya algo mas entendible que las cartas anteriores, se ha esmerado para que entiendas y no te confundas al leer, aquí entre nos, no es fácil explicarle que no confunda las "i" o que al menos coloque un punto sobre estas para que no se confundan con las "l".
Estaré atento a tus llamadas, por favor llama más seguido si no quieres que me vuelva loco.

Te amo demasiado.

Papá.

No puedo evitar llorar o sentirme triste al recordar a mi padre. En un momento lo odie por dejar a mi madre, por tener otra mujer, pero sobre todo por tener otra familia. En un tiempo pensé en no perdonarlo, pero en mi corazón solo había amor para ese hombre y venían a mi mente todos los instantes que compartimos y en ese momento recordaba que él era la única persona que se había encontrado junto a mi siempre. Todo lo contrario a mi madre.

Entendí que mi padre sufría al estar con una mujer que no amaba y al estar lejos de su verdadero amor. Ahora lo comprendo más que nunca, aunque todavía hay cosas que no entiendo sobre la relación que tuvo con mi madre, pero estoy segura que nada cambiara lo que siento por él.

—Aura, tranquila —me digo a mi misma— no hay porque llorar, ahora hay que ver que dice mi carta favorita.

Lala:

Hermanita de mi corazón, quiero verte pronto, te extraño. Tengo una noticia grande para las dos, tendremos un hermanito o hermanita y ya lo amo tanto como te amo a ti.
Vuelve a casa.

Mily.

Ahora si lloro como si nunca lo hubiera hecho. Angela se convirtió en mi luz, la hermana que siempre quise tener. Si en algún momento me llegara a faltar no se que haría, en una ocasión casi nos deja y juro que casi me vuelvo loca.

Escucho el sonido de la puerta, paso presurosa mis manos por mi rostro para evitar que mis lágrimas sean vistas.

—Adelante.

Antes de darme cuenta Ligia coloca sobre mi cama una bandeja con comida, un plato con ensalada de frutas, algunas tostadas y un vaso de jugo, y no dudo que sea de naranja.

—No debiste molestarte, en éste momento iba por algo de comer a la cocina.

—No se cuantas veces he escuchado eso y nunca bajas, además no has comido nada desde que llegaste. Ahora vuelvo y cuando suba quiero ver esos platos vacíos.

He estado tan concentrada en los quehaceres de la casa que me había olvidado de comer y mi estómago parece reaparecer y hacerse notar hambriento y con el mayor de los gustos devoro mi comida.

El reloj está próximo a marcar las cinco de la tarde, todo en casa esta en completo silencio. Junto con Ligia nos encontramos en la sala, he decidido aprender algo diferente y ella me está enseñando a tejer crochet. Al principio pensé que sería algo más aburrido, de igual manera lo pensó Julián, pero después me dijo que si eso me mantenía dentro de la casa que lo hiciera. Ya llevo tres meses aprendiendo, ahora trato de hacer una pequeña media de bebe y he decidido que su color será blanco.

He estado tan concentrada en mi labor que no escuche el teléfono sonar, o ver como Ligia contestaba aquella llamada, solo atendí a aquello cuando veo el teléfono frente a mí.

—Es para ti —dice Ligia en su susurro apenas audible mientras lo tomo.

—Buenas tardes, ¿con quién tengo el gusto?

—Hola Aura, hablas con Daniel, ¿se encuentra Julián en casa?

La pregunta de Daniel me sorprende un poco, el y Julián son amigos y trabajan en el mismo hospital, no puedo creer que no se hallan visto o incluso hablado.

—Lo siento el no se encuentra, debe estar en el hospital, ¿acaso no lo has visto?

—Que tonto soy lo he olvidado por completo, es mi día libre estoy fuera de casa y del trabajo.

—¿Lo has llamado?

—Tú sabes que él es muy recio a contestar llamadas mientras se encuentre cumpliendo con su turno.

—Es verdad.

Crece en silencio en la línea telefónica, no sé qué más decir, además mi relación con Daniel no es de las mejores, siento en él algo que todavía no termino de aceptar; puedo escuchar una tos forzada de su parte.

—Bueno, no siendo nada más que hablar me despido, adiós Aura.

Lo único que escucho es un pitido indicándome que la llamada se ha terminado, antes que lograra despedirme Daniel a cortado la llamada dejándome con las palabras en la boca.

—Que idiota.

Si tenía algo que decirle a Julián me hubiese dejado un recado o un mensaje. No lo entiendo.

—Ligia, cuando Daniel hablo contigo, ¿preguntó por Julián?

—Bueno, me pregunto si los señores de la casa se encontraban, así que le dije que estaba tu y me dijo que quería hablar contigo.

—¿Y no te dijo nada más?

—No señora, ¿por qué? ¿Algún problema?

—No Ligia, gracias.

Me levanto decidida a llevar el teléfono a su lugar, pero este suena nuevamente. Al contestar escucho un gran ruido, pareciera que del lugar que llama fuera una disco o algo similar.

—¿Aló?

—Aura hija, me alegra mucho el poder escucharte.

—Hola mamá.

No puedo creer que llame ahora, recuerdo que la última vez que hablé con ella fue hace cuatro meses, aunque intentaba llamarla el teléfono nunca fue contestado.

—Solo eso me dices "hola mamá". ¿Acaso se te ha olvidado que yo existo?

—No puedo creer que digas eso madre, después de todas las llamadas que te hice vienes y me sales con que te olvide —Su reclamo me parece de muy mal gusto, y mi mal genio trata de aparecer.

—Bueno, bueno olvidemos todo lo malo y saludemos lo nuevo —el cambio en su voz es radical, parece estar más contenta que hace unos segundos.

—¿Qué te traes entre manos madre? —mi pregunta es más que obligatoria después de conocer sus cambios de humor tan repentinos.

—¡Me voy a casar! —grita algo eufórica.

Tengo que alejar de mi oído aquel aparato antes que quede completamente sorda con los gritos de mi loca madre, no se ya cuántas veces he escuchado aquella frase, de seguro unas cinco o seis.

—¿Estás segura de ello?

—Hija, esta vez es el correcto, tan atento, de buenos modales, es joven y además tiene mucho dinero, es rico.

Cuando dice lo último me pasa un escalofrió por todo mi cuerpo, no puedo creer que ella no cambia.

—¿Ya tienes la fecha?

—Claro que no hija, pero cuanto todo esté listo te llamaré, he estado planeando una cita para que lo conozcas, ya sabes una cita de tres.

Por supuesto que conozco ese estilo de citas y de todos sus futuros esposos solo dos habían simpatizado conmigo, aquellos que tan dulce la trataban eran las relaciones que menos duraban.

—Sí madre, estaré atenta a tu llamada y antes que se me olvide, por favor no llames a Elizabeth.

No se si es mi imaginación, pero juro haber escuchado un gruñido por parte de mi madre.

—Mamá no puedes venir a decirme que te vas a casar y estar llamando a mi padre.

—No lo he llamado —ya me la imagino, su rostro rojo y frunciendo el ceño.

—Por favor madre no puedes negarme aquello, además no es la primera vez que lo haces.

—Sí está bien —por fin lo acepta— la llame, quería saber cómo estaba tu padre y notificarles sobre mi boda.

Serás desgraciada, por favor madre ¿Qué tienes en la cabeza?

—Estas loca, mira solo te digo una cosa, no los molestes más.

—Pero solo quería invitarlos —trata de excusarse en su tonta boda.

—Madre deja el descaro y olvídalos, tu decidiste acabar con la relación que tenías con papá y no te permitiré que acabes con otra.

—Aura deja de ser tan dramática, y no me culpes por todo lo que pasó —Esta llamada está llegando algo lejos y lo mejor será acabarla.

—¿Sabes qué? Te aconsejo que termines de ver todo lo relacionado con tu boda, estaré atenta a todas tus posibles llamadas.

—Está bien hija, adiós.

—Adiós madre.

No sé por cuánto tiempo tendré que soportar la actitud tan inmadura de mi madre; necesito tomar una ducha y descansar un poco. Dejo el teléfono en su lugar, busco a Ligia y la encuentro concentrada en su labor.

—Ligia, iré a tomarme un baño y necesito algo para calmar mis nervios —hablar con mi madre a agotado las pocas energías que tenía.

—Ya, en un momento te llevo un té de tila.

—Gracias.

Subo las escaleras, entro a mi alcoba, me desnudo y entro a la ducha, el agua calma a mi cuerpo cansado y desearía que se llevara mis penas, así como baja por mi cuerpo presurosamente. Espero que todos los problemas sean pasajeros, que todo lo malo quede atrás. Realmente lo añoro.

Daniel

—Doctor Simmons, gracias por ayudarnos con nuestra hija.

—No hay porque agradecer, es mi trabajo además su hija es encantadora.

No puedo negar que de todos mis pacientes, aquella niña me tranquiliza, me desconecta de todo lo malo que me trae en día.

—Por favor quédese unos minutos más, mi esposo está por llegar y estoy segura que le agradara hablar con usted.

—Me quedaría con mucho gusto, pero tengo que viajar, ya sabe que el trabajo en el hospital no da espera.

Me despido de la Señora Elizabeth y procuro dejar mis saludos a su esposo y a mi pequeña paciente que de seguro en este momento esta descansando por la intensa rutina de ejercicios y estiramientos que realizamos hoy.

Subo a mi auto y enciendo el equipo donde la música de David Guetta sale por los parlantes. Busco mi audífono y lo coloco en mi oído, es la manera adecuada de recibir llamadas y no distraerme mientras conduzco, he visto de primera mano las tragedias que puede llegar a ocasionar una "leve" distracción.

Mientras conduzco de regreso a casa, a mi mente llegan recuerdos de viejas historias, no entiendo, si han pasado tantos años, ¿por qué no la puedo olvidar? Veo la pantalla de mi celular iluminarse, indicándome una llamada y contesto.

—Buenas tardes Doctor Simmons, espero no molestar —reconozco de inmediato la voz.

—No te preocupes Michael no molestas, ¿en qué te puedo ayudar?

—Sé que usted y el Doctor Speitzer son muy amigos y estaba pensando que usted me puede ayudar a localizarlo.

Suspiro, no puedo evitar sentirme mal al escucharlo, desde que me entere que este joven quedaría en manos de mi amigo sabía que no le ayudaría, Michael es un estudiante en estado de prácticas, con las mejores notas, pero es su maestro, su tutor el que evita que él surja.

—Tranquilo Michael, trataré de comunicarme con él y le diré que lo necesitas.

—Realmente se lo agradezco mucho Doctor Simmons, sabía que podía confiar en usted —La voz del chico al parecer está más alegre.

—En serio amigo, tranquilo —Veo la hora y me indica que pronto serán las cinco—, creo que esta por terminar tu turno, así que ve y descansa.

—Sí señor, así será. Que tenga un buen día.

Es agradable y reconfortante el saber que hay chicos con gran talento, pero que tienen la desgracia de contar con un maestro que no se comprometen en guiar a sus alumnos. Me acerco a un semáforo y este pasa a rojo, aprovecho la pequeña pausa para hacer una llamada.

Uno, dos, tres son las veces que llamo y nadie contesta, solo escucho a la operadora diciendo que "el número al que se encuentra llamando se encuentra apagado". Pienso, son pocas las razones por las cuales mi amigo, supuesto amigo, apaga su celular; recuerdo haber escuchado en un momento que hoy era su día de descanso, puede que se encuentre en su casa, pero ¿por qué no contesta?

Busco entre mis contactos el número de casa y le marco. El teléfono ha sonado dos veces y al momento escucho la voz de una mujer quien atiende la llamada.

—Buenas tardes casa de la familia Speitzer ¿Quién llama?

—Buenas tardes, soy Daniel Simmons, ¿Se encuentran los dueños de casa?

—En este momento solo se encuentra la señora —Puede ser mi oportunidad.

̶—Sería tan amable de comunicarme con ella al teléfono, es importante.

—Un momento —Que bueno que en esa casa sean muy colaboradores.

El semáforo ahora iluminado su luz verde me indica que debo moverme. Mientras tanto en mi auricular se escuchan algunos pasos, pero sobre todo su voz.

—Buenas tardes, ¿con quién tengo el gusto?

—Hola Aura, hablas con Daniel, ¿se encuentra Julián en casa?

—Lo siento, él no se encuentra, debe estar en el hospital, ¿acaso no lo has visto?

Mierda, no está en casa y mucho menos en el hospital.

¿Qué crees que estás haciendo Julián? ¿Dónde putas estas?

—Que tonto soy lo he olvidado por completo, es mi día libre estoy fuera de casa y del trabajo.

Me debes una Julián.

—¿Lo has llamado? —su voz denota algo de preocupación y duda.

—Tú sabes que él es muy recio a contestar llamadas mientras se encuentre cumpliendo con su turno.

—Es verdad.

Pobre mujer, es demasiado ingenua y cree en todo lo que le dice Julián, desafortunadamente lo conozco demasiado y siento pena por Aura, ella sin duda se merece algo o alguien mejor.

No se que mas decir, es algo incómodo no saber qué hacer ahora, algo tiene ella que me hace perder las palabras, mueve algo dentro de mi que me hace sentir bien; trato de toser para romper este silencio incomodo, pero este sonó de lo más falso y forzado.

Soy un idiota.

—Bueno, no siendo nada más que hablar me despido, adiós Aura.

Cuelgo antes que diga algo estúpido y la embarre aún más, si antes no le agradaba a Aura sé que ahora menos.

La noche les da la bienvenida a las calles de Miami y lo mejor es que he llegado a casa para dormir unas cuantas horas, antes que empiece mi turno en el hospital. Es agradable vivir en esta ciudad, puedes decir que te encuentras cerca de todo, pero lo mejor es poder ir a la playa y tranquilizarse al entrar al mar.

Busco las llaves y abro la puerta de mi departamento, me agrada, aunque no viva en lo más alto de este edificio o en un pent-house es lo más cerca que tengo a un hogar. Tiene una amplia sala, dos habitaciones, dos baños, una cocina equipada con todo lo necesario y un comedor -según me dijeron hecho con madera importada, la verdad no lo sé- todo esto aplica para alguien como yo, sin compromiso y soltero.

Aunque talvez no estaría solo en un gran departamento, si tan solo lo hubiera intentado, pero me rendí antes de haber empezado. Después pensé que había encontrado lo que tanto había buscado, pero de nuevo me equivoque, aun no entiendo que paso en ese entonces, solo quería verla feliz, pero no lo fue conmigo, aunque ahora no está en mi vida se fue con la persona que realmente amaba.

—Debo bañarme creo que estoy divagando —de nuevo.

"Divagando en los recuerdos"

Mi mente decide hacerme recordar y provoca en mí un dolor que creí, había desaparecido.

En mi armario busco algo cómodo para ir a dormir, no sin antes darme una merecida ducha.

Escucho el sonido de la alarma, me levanto y me ducho rápidamente, realmente no soy fan de cocinar, pero vivir con mujeres —mayormente— me hizo obligadamente a aprender algo y no morir de hambre. Aunque se que cortar algunas frutas, prepararme un emparedado de pollo y servirme algo de jugo de naranja —recordando que este viene empacado en una caja de tetrapack y el pollo se encontraba en mi nevera, en una lata con sus respectivos aderezos— no era un plato que requiriera de la cocina en su totalidad y de seguro mi madre, si se enterara de cómo es mi habito alimenticio llegaría a vivir conmigo, ignorando las palabras de mi padre y las mías por supuesto, y verificaría por sus propios ojos que era lo que llevaba a mi boca y como lo preparaba.

Salgo del bloque de apartamentos, me despido de Wilson, el encargado de la vigilancia y me dirijo al hospital, mi sitio de trabajo desde hace cinco años.

No soy fanático de escuchar la radio -sobre todo es oír noticias de escándalo, aquellas que ridiculizan la realidad, haciendo que los hechos realmente importantes caigan al callejón del olvido o sencillamente no se profundice en eso- así que siempre dispongo de una USB llena de mi música favorita, donde el rock y la música electrónica son las protagonistas y por que no, dejo que Alan Walker con Alone, llenen todo mi auto con su voz y ritmos mientras me dirijo a mi rutina de trabajo.

—Buenas tardes Doctor Simmons, como siempre tan puntual.

—Hola Margaret, tu sabes que los pacientes no dan espera, ¿hay alguna novedad el día de hoy?

Veo como nuestra querida recepcionista dirige su mirada a su computador.

—No señor, nada fuera de lo normal, el paciente de la 205 ha sido dado de alta, sus padres firmaron la autorización de salida.

—Pensé que saldría hoy —esa sí que es una noticia que me asombra.

—Como se encontraba bien y su recuperación fue rápida, decidieron darle de alta ayer mismo.

No se como me encontraba en ese momento, estaba feliz al saber que Jaime, de solo seis años se encontrara bien después de la fractura de su brazo derecho, pero sentía algo de nostalgia, me había encariñado con ese niño.

—Él estará bien doctor —creo que Margaret vio pena o tristeza en mí, no lo sé—. Ahora que lo recuerdo el pequeño me dijo que apenas usted llegara le diera esto.

Margaret me extiende un papel doblado, y al verlo siento que mis lágrimas están próximas a caer. Parece que Jaime trato de hacerme un retrato, y con letra poco legible escribió:

"Gracias Doctor, lo quiero mucho"

Cuidadosamente doblo la hoja y la guardo en el bolsillo de mi bata de hospital. Tenía que guardar algunos libros y documentos en mi oficina, así que me dirigí hacia allí.

—Espere Doctor Simmons.

—¿Qué necesitas Margaret?

—Para notificarle que el Doctor Speitzer, salió ayer temprano y no ha regresado —La mirada de la mujer era de confusión y no la culpo, yo estoy igual.

—¿Dijo a dónde iba o cuándo llegaba?

—No señor, bueno, dijo algo sobre... que hoy llegaba tarde.

—Gracias Margaret.

Sigo mi camino hacia mi oficina y al abrirla siento algo bajo mis pies, una hoja algo pequeña con unas cuantas palabras:

"Necesito que me cubras, JS"

Respiro hondo, no se porque me disgusta, debería estar acostumbrado a que sus faltas ocurran con gran regularidad, pero si Julián desea ser el gerente de este hospital esta haciendo todo lo posible por no tener ese puesto.

"Doctor Simmons se necesita en la sala 1, Doctor Simmons se necesita en la sala 1"

Bueno, parece que mi trabajo ha iniciado. Busco mi estetoscopio y salgo de mi oficina y soy consciente que aquel lugar es algo sombrío o talvez está muy vacío, solo las cosas con mayor importancia están allí, aunque sean pocas, son de mi total agrado, momentos de gran valía en mi vida.

Cuando salgo finalmente de allí, me sorprendo al ver a Serena, enfermera del hospital y amiga de la familia.

—Veo que está creciendo la familia —miró su estómago en crecimiento, Serena toca su vientre con suavidad y sonríe con dulzura.

—Mi pequeño va a ser un gigante, al parecer y según mi doctor, este chiquitín pesa como si tuviera seis meses y no cuatro.

—Seguro que es una imagen de su padre —reímos de mi comentario.

—Créeme, solo espero que no. No quiero quitarte tiempo, pero necesito un favor tuyo.

¿Un favor?

—No lo sé, estoy ocupado, me necesitan...

—Sí, lo sé, lo sé, solo tú puedes ayudarme, Tim por favor es algo pequeño.

—Mira, solo me dicen "Tim" por algo y solo hay dos personas que lo hacen para poder manipularme ¿Qué quieres?

—Katherin y Evelyn me dijeron que accederías a ayudarme.

—¿Y? —espero que mi demora no me perjudique.

—Necesito a una fotógrafa, a alguien profesional y tú sabes quién es o a quién recurrir.

No puedo hacerlo, creí que me alejaría de ella después de un tiempo sin verla.

Ayúdala...

No.

Tú quieres verla...

No.

Sí...

Mi mente está jugando en mi contra de nuevo. Pero no puedo ayudarla.

—Me comunicaré con ella y le enviaré tu número para que hablen acerca de los detalles.

—Sabía que podía confiar en ti Tim, adiós.

Mientras Serena se marcha, me dirijo corriendo a la sala 1. Me siento frustrado, no puedo creer que hablo mi mente traicionera y no la puta razón.

—Estoy jodido.


Primer capítulo lleno de sentimientos ♥ puros y bellos, de decisiones fáciles para nuestro cerebro, pero complicadas en nuestro corazón.

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