CAPÍTULO 5

Al pasar los años, Aura creció y se convirtió en una hermosa joven. Ahora tenía quince años. Su cuerpo había pasado por la transformación propia de cualquier adolescente. Era casi tan alta como su madre, casi un 1.70 de altura. Las curvas empezaban a marcársele; su cabello ya no era rubio, sino dorado; sus ojos azules tenían el brillo y la pureza propios de la juventud; sus labios eran rosados y prominentes; era mucho más hermosa que su madre, y todos se daban cuenta de ello. Amanda disfrutaba tanto de que su hija se hubiese convertido en una mujer tan bella e inteligente. Estaba orgullosa de la hija que tenía, al igual que Benjamin. Sin embargo, su corazón y su mente sabían que en algún momento llegaría el día que tanto temía. El día en el que su amada Aura se enamorara. Por esta razón, y como Aura ya empezaba a tener relación con otros chicos de su edad, ambos padres tomaron la difícil decisión  de mudarse de New York. Se irían al lugar más recóndito del planeta, educarían a Aura con tutores, de modo que ella nunca tuviese contacto con algún chico de su edad o quizás un poco mayor. Querían lograr que ella no se enamorara, y que de esa manera conservara su vida por el mayor tiempo posible. Sin duda era una decisión egoísta de su parte, pero no querían arriesgarse a perder a su querida hija. Sin embargo, irse de New York no sería tan fácil como creían. Aura estaba dispuesta a dar una lucha ciega, pues la joven no quería abandonar su hogar, y mucho menos a sus amigos.

─¡Mamá! ¡Tú no entiendes! No quiero irme. Aquí está mi vida.  No puede alejarme de todo. ─Aura estaba sumamente enfurecida con la decisión de sus padres, y bajo ningún punto de vista quería abandonar la ciudad.

─Lo siento hija, pero no hay vuelta atrás. Nos vamos esta noche ─sentenció su padre.

Una ráfaga de odio cruzó el rostro de la adolescente. Estaba enojada, demasiado enojada, y a pesar de que se le notaba en cada expresión, quería dejarlo absolutamente claro.

─Nunca les perdonaré esto. ¡Nunca! Se arrepentirán por lo que me están haciendo. ─Esa fueron las últimas palabras que dijo antes de salir de la habitación.

 Los Madison quedaron compungidos por lo que Aura les había dicho, puesto que ella nunca se había comportado de esa manera. Siempre les había demostrado amor, pero ahora, debían entenderla, no era su culpa sino la de ellos.

A la mañana siguiente, Amanda y Benjamin se levantaron muy temprano. Pronto tendrían que emprender el viaje hacia un pueblito, que si bien no estaba tan lejos de la ciudad, era prácticamente desconocido debido a la poca población que allí habitaba.

Luego de terminar de prepararse para el viaje, Amanda fue a despertar a Aura. Pero para su gran sorpresa se encontró con que Aura no estaba en su cuarto; lo cual es extremadamente raro, ya que Aura era bastante dormilona, y para ir a la escuela tenían que comenzar a despertarla con dos horas de anticipación, de modo que no llegara tarde. Sin embargo, a pesar de buscar centímetro del apartamento, Aura no aparecía. Ella, se había ido. 



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