Prólogo


La luz naranja de la tarde pintaba cada espacio disponible, sus cálidos rayos brindaban el último abrigo antes de la llegada de la fría noche, era sin duda el escenario perfecto para el comienzo de una historia de amor. O eso fue lo que él pensó cuando respiro profundo y al fin declaró.

—Me gustas. Me gustas mucho Tai —dijo con todo el sentimiento que albergaba su pecho, una emoción que le consumía las entrañas en un extraño y abrazador fuego. Su mirada desprendía determinación, sinceridad y sobre todo anhelo. —Si tú me das una oportunidad yo...

—Lo siento —interrumpió mirando con tristeza a su compañero de universidad tras tan tajante respuesta.

—Pero... —intentó alegar el otro muchacho, sus manos temblorosas se elevaron en dirección a Taichi en un gesto suplicante. Sonríe con dolor conteniendo las lágrimas mientras su corazón guarda una pequeña esperanza de conmoverlo para que acepte.

—Lo siento —repitió bajando la cabeza hasta cubrir con el rebelde cabello sus facciones y dando un paso atrás. —Yo... no puedo corresponderte —y con esa afirmación un silencio se instaló entre ambos. — Pero podemos seguir siendo amigos —ofreció con sinceridad sin levantar la vista. No puede verlo, no quiere verlo porque sabe que de ser él al que rechazaran detestaría ver la lastima impresa en los ojos de quien ama.

Y luego Tai escuchó los casi imperceptibles gemidos de su acompañante, nunca pensó que lloraría, porque eso solo significaba que el sentimiento era profundo, un dato que le remordía pues lo que menos deseo fue hacerle daño; y luego, un instante después las pisadas alejándose con rapidez, huyendo, le impidieron ofrecer cualquier consuelo.

Con pesar dio un suspiro hondo atreviéndose al fin a elevar el rostro para ver en dirección por donde escapo su pretendiente. Suponía que era lo mejor, verlo en clases sería difícil

Taichi sonrió con tristeza preguntándose, ¿Qué estaba haciendo a sus veintidós años?

Ya no era un crío de quince para mantenerse ilusionado con algo que quizás jamás pasaría y sin embargo... aun lo esperaba. Aun creía ciegamente que Matt volvería algún día para estar con él y por eso despreciaba a cualquier persona que buscara ocupar el lugar de Ishida.

Había hecho una promesa y pensaba cumplirla aun si eso lo condenaba a una vida de soledad. Matt merecía que creyera en él y así lo haría sin importar cuanto tiempo pasara.

—Lo siento —volvió a decir a la nada porque de verdad sentía romper el corazón de cuanto chico o chica se le declara, sentía tener que llorar la lejanía de Matt, pero por sobre todo lamentaba mantenerse ahí, mirando, respirando y soñando sin ninguna certeza.

Con paso lento y desgarbado regreso a su departamento, el viento nocturno golpeándole el rostro le reconfortaba al igual que la pálida luna en el cielo. Al llegar abrió la puerta con movimientos torpes, y apenas entrar lanzo su mochila a un punto inexacto de la habitación. A oscuras camino hacía la recámara para dejarse caer sobre la cama e intentar conciliar el sueño, mañana tenía una presentación muy importante, una que podía darle el tan anhelado contrato en la firma en la que actualmente prestaba su servicio social y no podía darse el lujo de mostrarse frente a los directivos de la empresa con cara de zombi.

Con fuerza apretó la almohada contra su rostro, debía dormir, debía descansar se decía, pero...

—Matt—susurró dejando que como tantas noches antes de esa las pesadas y amargas lágrimas precedieran al sueño.

Continuara...

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