Aunque tu no lo sepas...


Estaba entrando en pánico, las manos le temblaban y la voz se le había ido. Un loco había entrado a su casa mientras él se bañaba para dejarle esa bebida junto a la cama.

¿Qué debería hacer? Con rapidez corrió al teléfono para llamar a la policía.

Estaba marcando el número cuando noto un sobre blanco junto a este. Tenía su nombre escrito y la letra se le hacía vagamente familiar. Bajó el auricular dándole prioridad a averiguar el contenido.

Una nota y varias fotografías cayeron.

En la primera imagen se veía a él mismo contestando el teléfono en piyama, por la señalización debajo podía asegurar que fue tomada el día viernes a las 7:30. Tai sintió aún más miedo. Volteo la foto y entonces vio que tenía algo escrito.

Aunque tú no lo sepas yo estoy velando tu sueño.

Taichi casi dejó caer todo lo que tenia en sus manos, esto no podía estar pasándole a él. ¿Quién podría estar tan loco para...pues para seguirlo?

La siguiente era de él en el taxi. Y ataras decía: 

Aunque tú no lo sepas te he llevado al trabajo.

Otra más lo mostraba el día sábado en el pequeño café. 

Aunque tú no lo sepas te he invitado a desayunar.

Una más junto al joven guitarrista. 

Aunque tú no lo sepas te he cantado una canción.

La antepenúltima era del día anterior,  él en medio de los niños mientras sostenía entre sus brazos el ramo de flores y los globos. 

Aunque tú no lo sepas he celebrado contigo.

Y la última, a diferencia de las demás, era una instantánea y mostraba solo la taza de leche.

  Aunque tú no lo sepas,  sé que en días de lluvia es leche con miel y un poco de chocolate.

Dejando de lado las aterradoras fotografías, Tai  se enfoco en la única nota y leyó con los ojos cristalinos de contener las lágrimas, las manos le temblaban y el corazón le palpitaba como si fuera a salirse de su pecho.

Tal vez es difícil aceptar para ti que no deseo hacerte daño, porque sin duda no creerás que cada detalle que he tenido para contigo en estos últimos días fue inspirado por el gran amor que siento por ti.

Eres una luz a la que busco aferrarme porque te quiero como nunca jamás imagine, porque con una sola sonrisa un día iluminaste mi vida entera.

Porque te estoy dando todo sin pedirte nada. Porque tu sin saberlo y yo sin proponérmelo hacemos que mi corazón revolotee como mariposa en vuelo sólo con mirarte.

Te espero mañana a las 8:00 am frente a la cafetería, tú sabes cuál.

Te prometo que si después de verme en persona me pides alejarme lo hare sin oponerme. Solo deja que te diga cuanto TE AMO en persona.

Tai dejó todo sobre la mesa, no sabía que pensar, que sentir, sin duda había sido un bonito detalle todas aquellas muestras de aprecio, pero...

—Entro a mi casa —gruñó indignado, molesto, aterrado pero sin poder evitar sonrojarse al comprender que sí desidia creer lo que estaba escrito ahí, entonces estaba siendo objeto de un amor profundo y desinteresado.

Era la primera vez que alguien se esforzaba tanto en mostrarle aprecio. Y la segunda que sentía ese hormigueo en el estómago, ese calorcito danzante que se regaba en todo su cuerpo y lo hacía sentir estúpidamente feliz.


[...]


¿Qué estaba haciendo ahí?

¡Es un psicópata demente! Se dijo mentalmente Tai. Esto es un gran error, continúo regañándose mientras se acercaba al punto de encuentro, la cafetería que mencionaba en la nota. Porque si todo lo que hizo esa persona por él denotaba que le conocía entonces no podía ser otra que la  que cada fin de mes visitaba; esa en la que se sentaba en la mesa de la esquina junto a la ventana para pedir dos capuchinos muy a pesar de saber que no había nadie con quien compartir el segundo; la misma en que le dijo hasta pronto a Matt y en la que rememoraba una y otra vez esa escena buscando en el sentimiento y argumento de su recuerdo la fuerza para no pedirle Matt que volviera.

Para su sorpresa en cuanto llegó, en esa solitaria mesita de la esquina junto a la ventana, lo único que vio fue una rosa azul.

Con delicadeza la llevo a su nariz, esa flor en específico que llevaba por significado, milagro, o un sueño imposible era curiosamente la única que le gustaba.

Tai sonrió tontamente mientras acariciaba los pétalos y la miraba con devoción, ese alguien que le asechaba, de verdad lo amaba, de eso no le cabía ninguna duda.

El ruido característico de la cámara al tomar una foto lo trajo de regreso a la realidad.

Al otro lado del cristal, en la acera se encontraba un hombre que a Tai le robo el aliento. Entrecerró los ojos deseando distinguirlo mejor y luego dio un jadeo ahogado al darse cuenta de que lo que veía r era real. 

Con paso decidido el sujeto entro al establecimiento y travesó las mesas llenas de comensales hasta él mientras escribía deprisa en la parte de atrás de la fotografía instantánea.

Una vez frente a Tai se la extendió.

Taichi lo miró boqueando como pez fuera del agua y solo porque Dios es grande logro aceptar la foto para verla e igual a las anteriores leer lo que sea que garabateo.

Era de estampa, había captado el segundo exacto en que Tai se había llevado con agrado la flor al rostro y entonces vio que debajo de la imagen decía.

Aunque tú no lo sepas, fui yo quien te volvió a enamorar.

Tai sintió las lágrimas resbalarse por sus mejillas mientras asentía y elevaba los brazos para cerrarlos alrededor del cuello de su horrendo y aterrador acosador.

—Te amo Matt

—Yo te amo más...

Fin.

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