Aunque sus ojos no fueran azules, encontré mi sueño en ellos.


Aunque sus ojos no fueran azules, encontré mi sueño en ellos.

ONE-SHOT

21 DE MARZO DE 2018

LOS PERSONAJES DE INUYASHA NO ME PERTENECEN, SON PROPIEDAD DE RUMIKO TAKAHASHI CREADORA DE LA SERIE INUYASHA. YO SOLO LOS TOMO PRESTADOS SIN NINGÚN FIN DE LUCR O MÁS QUE PARA DAR VIDA A MI PEQUEÑA HISTORIA, QUE POR EL CONTRARIO SI ES TOTALMENTE DE MI PROPIEDAD.

SI DESEAS QUE SEA PUBLICADA EN OTRA PARTE, OBTEN MI AUTORIZACIÓN PRIMERO. NO ACEPTO PLAGIOS NI ADAPTACIONES Y NO PERMITO SU PUBLICACIÓN EN OTRAS PLATAFORMAS AJENAS A LAS MÍAS SIN MI CONSENTIMIENTO, DE HACER CASO OMISO ATENERSE A LAS CONSECUENCIAS.

-Yumaika Higurashi.

-Salazar Rios.

-Karla Yumaika Rios Pérez.

Un profundo sentimiento que desgarra el alma, un golpe que te cambia la vida en un momento.

Uno que manda tus planes a un abismo. Desolación, amargura provocada por el dolor.

El cruel rompimiento de ese hilo rojo que creías te unía a ese tu más hermoso destino. Soledad y ganas de morir, ni el llanto que sale de tus entrañas vuelve posible calmar tan grande devastación.

Ella sabía que él era todo y más de lo que su alma y su vida podrían necesitar.

Cuando el amor llega a tal grado, no hay duda, no hay pánico, te decides y corres el riesgo.

Eso era Bankotsu, ese temor que te disponías a enfrentar, un hombre que era oxígeno, un hombre que era pasión, valentía y paz. Bankotsu era peligro, Bankotsu era amor, era su luz, su vitalidad.

Su primer novio, su primer beso, su primer unión y su primer de muchas otras cosas en la faz de la tierra. Alguien que aunque pasen cien años nunca se olvida.

Ese chico de ojos de mirada azul penetrante, sonrisa ladina arrogante y autoestima elevada, y ella, ella lo amaba como una loca. Se conocieron apenas ingreso a ala facultad de derecho, él un par de semestres más arriba que ella.

Justo cuando bajo de su lindo auto, dispuesta a concentrarse en esa su prioridad; sus estudios.

Escucho el rugir de una motocicleta, sin evitarlo volteo su vista. Lo vio bajar de esa para ella muy masculina arma de dos ruedas, dejar su casco en una pequeña parrilla de metal que tenía después del asiento. Y ver como su larga trenza se mecía con el viento, él camino, paso justo por su costado y sus fosas nasales fueron corrompidas por el exquisito aroma que emanaba de él, algo así como a pino y madera. Era delicioso todo él, su porte, su estilo, por kami que tenía un sexy estilo.

Se perdió en pensamientos y sus llaves cayeron al suelo. Él volvió dos pasos atrás, las levantó y se las entrego. -Tus llaves preciosa.

Pero que demonios, pasmada fue como quedó, solo pudo dar un leve asentimiento de cabeza. Que rayos era ese sentimiento a sus adentros; Amor acaso, eso era el dichoso amor a primera vista, eso en lo que nunca creyó. Si claro que lo fue.

Pasaron un par de meses en los que se toparon aquí, allá, fiestas, reuniones, prácticas y lo conoció. Se empezaron a tratar y con su sencillez y jovial actitud logro conquistar el corazón de acero del moreno. Fue feliz, empezaron con citas, el interés de él en ella era recíproco, al poco tiempo él le pidió que fuese su novia y ella gustosa acepto.

Paso el tiempo claro que lo hizo, él acaba de graduarse esa tarde, a ella aún le faltaban dos semestres más, sería triste ya no verlo más en la universidad.

Estaban caminando con sus pies descalzos por la orilla de la playa cercana al centro de su ciudad Tokio; Isshiki... Era su celebración privada por la graduación del chico.

Cuando de repente él se posicionó frente ella, la vio a sus orbes cafés y con el nerviosismo invadiéndolo se le propuso. -Kag... ¿Aceptarías ser mi esposa?

Ella incrédula, parpadeo, lagrimas recorrieron sus pómulos y brinco a sus brazos aun estando el de rodillas, como solo momentos antes se había puesto.

-Por Dios... Si, si, siii... Bank si quiero.

Sus ojos picaron en escozor ante esos bonitos recuerdos, el amor que se tenían era tanto que de verdad no tenían pensado esperar hasta su finalizar académico para contraer nupcias. Programaron su boda para tres meses después, estaba todo listo pues ya habían pasado dos de ellos, su vestido y de más preparativos los esperaban al pie.

"Kagome... Hija, soy yo... Oh pequeña yo lo siento mucho, Bank... mi terco hijo sufrió un accidente en la motocicleta, estamos en el hospital central"

"Voy para allá"

Llegar a ese lugar y ver a sus suegros totalmente devastados, el señor Naraku abrazaba fuertemente a Tsubaki quien estaba en un estado terrible, gritaba y lloraba.

Kagome se detuvo en seco al observarlos temiendo lo peor, observo como una puerta frente a ellos se abrió y de esta salió un par de enfermeras acompañadas de un carrito y tras de ella un medico con una bata blanca, el agacho la cabeza y movió su cabeza de forma negativa, y Kagome abrió sus orbes de forma grande. Lo escucho con atención deseando que no fuera lo que temía, sus suegros con lágrimas en los ojos le prestaron atención al especialista.

"Lo siento mucho, no pudimos sacarlo del paro. El Joven acaba de fallecer, pueden pasar a despedirse"

Dio una reverencia y se marcho...

Tsubaki empezó a gritar y Naraku se deslizó con ella en brazos por la pared, mientras de sus rostros también caían pesadas lágrimas. Estaban consumidos por el dolor, ellos acaban de perder a su hijo y ella, ella no estaba mejor.

Toco su vientre pues tuvo múltiples ganas de vomitar, un mareo la recorrió y se dejo caer al piso de rodillas, sus piernas le fallaron y ya no se pudo contener. Lloró, lloró como nunca antes lo había hecho.

Tsubaki la vio y se trago su dolor para ir en su auxilio, la abrazo y tranquilizó un poco. Se puso de pie y camino a esa puerta, donde supo detrás estaba el amor de su vida, el hombre que era su anhelo, quien estaría con ella toda su vida. Pero ya no más, ese sueño se vio frustrado por el maldito destino.

Abrió la puerta y recostado en la cama de esa habitación médica, con su hermoso rostro mallugado, yacía Bankotsu tendido sin vida, se acercó se subió a su costado y le lloró, los padres de el sabían del duelo que Kagome estaba pasando, le dieron privacidad.

Manteniéndose abrazada a él, lo recriminó, lo regañó, le pidió que no la abandonara, le confesó cuanta falta le haría de ahora en adelante, lo beso y le juro seguir fuerte y siempre amarlo. Lo entrego al creador con todo el dolor que dejarlo descansar en paz implicaba.

Después de sus servicios fúnebres Bankotsu fue cremado y colocado en un mausoleo familiar.

Era hora de continuar una vida sin él, de salir de este sufrimiento aunque ahora justamente sentía deseos de morir para estar con él, sabía que algún día así sería, esperaba reunirse con el cuando su vida se extinguiera.

8 Años después...

Su cuerpo era mecido por su esposo mientras el arremetía deliciosamente contra su interior, lo acuoso que el acto le provocaba se escuchaba cada vez más sonoro, gemía de placer. El tomo con su mano uno de sus senos y lo masajeo mientras al otro le daba atención bucal... Sus piernas lo rodeaban y aprisionaban, con esa posición solo conseguía que su tensó clítoris rosara con la pelvis de su esposo y la corrompiera un rico orgasmo.

Sesshomaru sintió contraer sus paredes vaginales aprisionándolo en el acto, quería llegar a culminar el también, hacerlo en su interior, pero sabía que Kagome no se estaba cuidando, el era el encargado siempre de eso y esta noche justamente no tuvo deseo de colocarse esa molesta protección que lo mantenía ajeno al placer de sentirse piel con piel a Kagome.

-Sessh... hazlo adentro- exteriorizo con palabras Kagome como si adivinara su deseo, ella lo sintió vibrar, escuchó sus jadeos y supo que acabaría.

-¿Qué es lo que dices? Kag, por Dios yo... aggggh eres deliciosa, pero rayos estas segura- lo confundió, hace un par de años atrás ella le dijo que aún no estaba lista para otro bebe y el aceptó sin reproche alguno.

-Si Sessh, estoy lista... Quiero que tengamos otro bebe...

El le sonrió y beso sus labios en muestra de mucha felicidad mientras seguía con el vaivén, Dios, el amaba a su hijo, pero sabía que ese niño necesitaba un hermanito, de seguro su pequeño se pondría muy feliz.

Y así lo hizo, volteo a Kagome boca abajo y levantó su trasero, introdujo su miembro en ella nuevamente y volvió sus penetraciones feroces. Un par de minutos después mientras Kagome era arrastrada en un segundo orgasmo el la siguió y se derramó en su interior, implorando a los cielos que con esa apasionada entrega le concedieran la dicha del regalo de la vida en el vientre de su mujer.

Al día siguiente por la mañana se podía ver feliz a un pequeño niño caminando delante de ellos...

Kagome y Sesshomaru venían vestidos de negro con unas flores blancas y tomados de las manos. Acababan de entrar al área donde estaban los mausoleos en esa iglesia.

El pequeño iba adelante con una única flor en su manita, se paró frente a uno de los espacios protegido con un cristal donde dentro se resguardaba una urna y una fotografía donde estaba pasmado un pelinegro de larga trenza, en el costado había un cuadro más y dos floreros. Así como unas pequeñas imágenes de un ultrasonido esparcidas en el interior.

El pequeño sonrió y dio una leve reverencia, sus ojitos azules como el océano vieron a los ojos la imagen de Bankotsu. Lo sintió presente.

-Hola papi, ¿Cómo estas?... Te traje una flor, me he portado muy bien, he sido un muy buen niño y tengo las mejores calificaciones de todo mi curso. Espero y estés orgulloso de mí. Padre Sesshomaru es muy bueno con migo- volteó a ver al peliplata y le sonrió al ver como él y Kagome lo observaban enternecidos -Me cuida muy bien, me enseña muchas cosas y me quiere mucho.

Y así era, Kagome le juro que saldría adelante por el fruto en ella que había dejado, lo hizo, luchó. Terminó sus estudios y se graduó con su bebé recién nacido en brazos. Consiguió un empleo en la que fuera empresa de Bankotsu y ahí conoció al mejor amigo en vida de Bank...

Al principio todo fue meramente profesional, pero pasados 2 años no pudo dejar de encontrar una gran similitud entre ambos hombres, no pudo dejar de ver lo atractivo del Taisho y no pudo ocultar su atracción por esos bonitos ojos dorados, por Dios, se sintió fatal, sintió que al ver a otro hombre de esa manera, le estaba faltando a Bankotsu, fue la misma Tsubaki que al darse cuenta le dijo que nada le haría más feliz a su hijo que verla feliz, rehaciendo su vida y mejor si era al lado de a quien tanta confianza le tenía él.

Lo hizo, siguiendo su atracción, empezó a salir con Sesshomaru y al poco tiempo se enamoro, un año más se casaron.

No tenía duda que era la mejor decisión que pudo tomar, ese hombre la había aceptado con el recuerdo y el amor viviente de Bank entre ellos, ese hombre amaba a su hijo como si fuera propio y lo cuidaba como tal también.

No quiso darle hijos inmediatamente temiendo que su hijo se sintiera menos, pero ya era el momento, ya había entendido que Sessh nunca haría menos a su niño. Le daría un hijo.

-Banky... hora del ir al auto campeón, mami desea estar un momento con papi- Llamo Sesshomaru al niño, él asintió, se despidió de su progenitor y corrió con su papá, subió a sus brazos y salieron de ahí.

Kagome toco con su mano el cristal. -Hola Bank...

Colocó las flores en los jarrones y platico un ratito con el.

-Nuestro hijo es hermoso, me hubiera gustado tanto que lo conocieras- una lágrima corrió por su mejilla -es idéntico a ti, Sesshomaru dice que tiene tu carácter altanero y ególatra, y yo también lo creó, sus ojos son idénticos a los tuyos, cada día se parece más a ti.

-Pronto vendré a verte de nuevo, gracias por el hijo que me diste, te hecho mucho de menos mi amor- hipeo y continuó llorando -Te amo Bank...

Bankotsu era ese amor que nunca se olvida, toda su vida lo tendría grabado en sus entrañas, en su piel, si no fuera por Sesshomaru no hubiera podido vivir sin él.

Se despidió y se fue unir con su familia.

Vio a su esposo darle un beso en la mejilla a Bankotsu mientras lo tenía sentado en el cofre del auto y al pequeño ojiazul reírse, se sintió feliz y plena.

Supo en ese momento que hizo lo correcto, amaría a Bankotsu toda su vida, pero también a Sesshomaru lo amaba con cada aliento que su cuerpo daba, él hoy, era su vida. Era feliz muy feliz a su lado y su pequeño también lo era. Esa familia con la que siempre soñó, y que creyó ver frustrada por la falta terrenal del moreno se hizo realidad, Sesshomaru era su sueño, necesito pasar una tragedia para que él llegara a su vida.

Tal vez hay personas que nacen con dos hilos rojos del destino, uno en cada mano, uno en cada dedo, uniéndola a dos destinos, a dos amores, dos sueños.

Porque con Sesshomaru...

Aunque sus ojos no eran azules, ella encontró su hermoso sueño en ellos, y era feliz.

FIN.

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