Cap. 23: Encuentros Inesperados


--Don Mu, perdimos la pista de Aldebarán y tanto Death Mask como Aphrodite no contestan sus celulares...

--¿Cómo, Aioros?

--He intentado localizarlos de todas las maneras posibles, pero...

--Entiendo. Puedes retirarte...

--Hay algo que me preocupa, Don Mu... en las noticias internacionales han sacado un reportaje. Tome.

Aioros se apresuró a darle el control y en cuanto Mu encendió el televisor, juntó sus manos escuchando lo que la reportera decía:

--Estamos reportando desde Lisboa, Portugal. Hubo un tiroteo en el cementerio Alto de São João, en Parada do Alto de São João. Desgraciadamente tres de los involucrados perdieron la vida y al no haber ninguna persona que los reconociera, fueron sepultados en la fosa común de Lisboa. La policía investiga el atentado que probablemente fue obra de la Mafia Portuguesa. Este es mi reporte. Los saluda...

Apagó la televisión totalmente sorprendido. Aioros estaba atónito por la noticia de sus compañeros caídos. Debido a la sorpresa, Mu dejó caer el control sobre la gruesa alfombra y se colocó las manos en el rostro. ¡Death Mask, Aphrodite y Aldebarán muertos! No podía creerlo... tenía que haber un poderoso motivo para que los eliminaran así. Se levantó de su asiento y caminó al ventanal con ambas manos detrás. Aioros veía que los ojos de su líder se encontraban fríos como dos cuchillas afiladas. Por un momento creyó sentir escalofríos recorrerle la espina dorsal. Con voz cortante, Mu salió de su mutismo:

--Eres mi Consiglieri (1), Aioros. Dime, qué debo hacer para remediar este imperdonable error...

--Pues... -el griego tuvo que sentarse en su silla y colocar las manos sobre el fino cristal del escritorio. –Pienso que debemos cerciorarnos de la noticia. Aún no podemos atacar a la Mafia Portuguesa sin pruebas. Pediré a mis hombres que investiguen a fondo.

--Bien, hazlo. Quedas a cargo sobre el asunto. No voy a permitir que los causantes de esta masacre estén vivos. Llamaré a Saga para darle la noticia.

Mu tomó el teléfono, pero, en cuanto lo tocó, sonó dos veces. Sin esperar más tiempo, contestó:

--¿Diga?

­--Konnichiwa, Don Mu, ¿Cómo estás?

--¿Midoriko? Siento mucho no poder atenderte como se debe. Mis hombres han muerto en un atentado... -la estrepitosa risa de la Yakuza lo confundió, pero dejó que la japonesa siguiera hablando:

--Pues han llegado a mi residencia tres hombres que pareces conocerlos... me los envió Katya Sama y no sé de dónde sacas que ellos han muerto...

--Bueno, acabo de verlo en las noticias internacionales... -se excusó el pelilila. La voz sarcástica de la líder resonaba en los oídos de Don Mu:

--Tú sabes que la policía no tiene ni idea de lo que nosotros hacemos, Don Mu...

--¿Y cómo están ellos? Supongo que Dohko ya te ha de haber dado un diagnóstico...

--Aphrodite se encuentra fuera de peligro, pero Death Mask Está en coma. No sabemos si despertará o...

--¿Y Aldebarán? ¿Qué ha pasado con Aldebarán? –insistió Mu impresionado.

--Dohko dice que sufrió un paro cardiaco, pero los doctores lo atendieron a tiempo...

--Bien, vuelo hacia allá ahora mismo.

--Te espero...

Colgó. Aioros sólo lo miraba impaciente por saber las nuevas noticias mientras Mu se colocaba el saco y chaqueta. Para romper el silencio, Mu se dirigió a su sublevado:

--Consiglieri, de todas maneras investiga lo que pasó. Tengo que volar a Japón... Ellos no han muerto. Los tiene Midoriko...

--Entiendo, Don Mu. Mandaré a mis hombres tras la pista de los causantes de su atentado. Permítame acompañarlo...

--Bien.

Los dos hombres se aproximaron a la salida, mas Aioros le abrió la puerta para que su líder pasara y seguirlo. Por un segundo creyó que su protector actuaría impulsivo, pero se había equivocado. Su antiguo compañero de armas se mostraba como el líder de una organización tan grande como la Cosa Nostra. Ahora sólo restaba cuidar sus espaldas. Caminaron hacia el aeropuerto privado y cuando estuvieron a bordo, el jet despegó. Mu permanecía preocupado en su asiento mientras que Aioros le servía un trago de Whisky al tiempo que lo tranquilizaba:

--Si Midoriko los tiene, entonces no hay de qué preocuparse, Don Mu...

--Lo sé, Aioros, pero no sé si debamos confiar en Saga...

--Si me permite mi opinión, Don Mu, diría que nunca hay que confiar en el hombre que asesinó a su padre para subir al poder...

--Tienes razón, Consiglieri, debido a mi falta de visión y exceso de confianza hice que casi murieran mis dos Uome D'Honore (2)...

Aioros se quedó sin palabras. Su líder había aprendido de la peor manera la experiencia a no confiar en el enemigo. Pero detrás del atentado, el griego pensaba que había algún motivo poderoso por el cual la "Alianza Italo-Griega" había sido destruida. Seguramente algo que a Saga no le convenía que se supiera. Sin darle más vueltas al asunto, tomó asiento y sirvió otro trago para sí. Si esa verdad se sabía, tarde o temprano tendrían una guerra inevitable entre ambos bandos, incluso más sangrienta de la que el mundo sería testigo...

... La vida de Aioros junto con la de Aioria había sido cruel para tenerla en su memoria. Debido a la masacre de su familia, ellos dos tuvieron que separarse para sobrevivir en la despiadada tierra que alguna vez había sido su hogar. Totalmente solo y asustado a la edad de doce años, cruzó el mediterráneo hasta llegar a las costas de cierta península en forma de bota. Harapiento y cansado pidió auxilio a toda persona que se encontraba en la calle, pero éstas al ver sus deplorables ropajes, lo tomaban como un mendigo y lo echaban a patadas. Sin un rumbo al cual ir, llegó agotado a uno de los grandes portones de una mansión y se tendió aguantando el hambre y la desolación hasta desmayarse...

... Lo que desconocía, como toda casualidad de la vida, era que en esa enorme casa se encontraba viviendo el líder de la Cosa Nostra, Shion Wang en compañía de su único hijo Mu. Don Shion, al verlo, hizo que se le diera comida y educación a la par que su hijo; se le enseñó las costumbres del país y de la Mafia; se le trató como a un Soldato (3) más y le hizo aprender el manejo de las armas; recibió el sobrenombre de "Arquero" debido a su impresionante puntería. El pequeño Aioros siempre estuvo tan agradecido con ese hombre que llegó a ser Caporegime (4) cuando apenas cursaba el cuarto semestre de la carrera de Leyes y se ganó el honor de ejercer su profesión llevando distintos casos de la Cosa Nostra. Don Shion estaba orgulloso de él y hasta fue a su Titulación cual si fuera su propio padre...

... Una vez que Don Shion murió, Mu lo nombró su propio Consiglieri debido a que el Consiglieri de su padre era el mismo Dohko Mei. Debido a ese favor, Aioros sintió que el amor fraternal se depositaba en Mu Wang y debía su vida a él. Sabía que, el ahora Don Mu, jamás lo traicionaría por ser parte de la Famiglia (5). Y como parte de una familia, un hermano jamás traicionaría al otro por cualquier motivo que se le presentara. Aioros Kamaranlís, desde mucho tiempo atrás, ya era más un Wang por sus esfuerzos que por descendencia...

***

--Shiryu, ¿Pasa algo con Midoriko?

--¿Por qué lo dices, Shun Rei?

--La he notado preocupada desde que Aphrodite y los demás han llegado...

En ese momento, Shiryu creyó desfallecer. Shun Rei no tenía por qué enterarse de nada o su salud decrecería. Dohko estaba muy ocupado en sanar las heridas de los demás y no podía interrumpir la vigilancia médica. Era orden expresa de la Yakuza. Se volvió a la pequeña joven y tomó sus delgadas manos para besarlas con dulzura y decirle:

--No te preocupes por Midoriko Sama. Ella últimamente ha estado ocupada en sus negocios y no debemos interrumpirla en ello. Es muy importante para todos, Shun Rei...

--Tienes razón, Shiryu, amor mío. –Contestó Shun Rei mirándolo a los ojos... Ese verdoso mirar que le daba fuerzas para recuperarse y que también brillaban por un instante cuando la veía. Se acercó al vigoroso pecho e inhaló profunda al sentir la respiración serena de su prometido. Se sentía segura con su presencia y con aquellas manos fuertes que la tomaban. El Dragón apoyó su barbilla en la cabeza de la joven abrazándola delicadamente. De pronto, Shun Rei viró sus ojos azulinos a los verdes de Shiryu y los cerró para recibir un beso de su amado...

...Pero ese momento no llegó. Shiryu había sacado el teléfono súbitamente dejando por un segundo a su querida niña y contestando con voz fría y cortante:

--¿Moshi Moshi?

--Dragón, necesito tu presencia en la mansión Kido. Unos rebeldes han filtrado información y quiero que los elimines cuanto antes...

--Como usted me indique, Kido Sama...

Colgó. Debía actuar rápido. Sentó a Shun Rei en las raíces del enorme Árbol de Sakura y la besó con ternura. Aquello no se lo esperaba la china por lo que le costó un poco de trabajo acoplarse al ritmo de su Shiryu. Cuando el beso terminó, Shiryu se levantó y acarició su blanquecina mano a la par que le explicaba:

--Mi jefa me necesita. En unas cuantas horas estaré contigo... hasta entonces, espérame, Shun Rei...

--Siempre te esperaré, Shiryu...

El japonés asintió y entró a la pagoda para reportar su salida de la Residencia Sesshoukawa. Pero con lo que no contaba era que sus hermanos bajaban por las escaleras mientras él subía rápidamente. Un ligero empujón de su parte hizo que reaccionaran y lo saludaran:

--¡Ey, Shiryu, ten más cuidado o alguno de nosotros podría resultar herido!

--¿Shun? –la sorpresa del Dragón de Rozan no se hizo esperar. Bajaron las escaleras y abrazó a su hermano, dichoso. – ¡Cuánto tiempo sin verte, Shun... Hyoga!

--Venimos de parte de la señorita Tokarev a entregar a sus heridos. –contestó Hyoga de buen humor. El verlo, Shiryu tuvo una idea:

--¿Me acompañarías con Saori Sama, Hyoga? Tengo un encargo que debo cumplir.

--Eso no se pregunta, Shiryu. Sirve que le doy mis saludos y veo a Ikki.

--Bien. –Ambos voltearon a ver a su hermano menor y el Dragón le expresó. –Por favor, Shun, cuida a Shun Rei en mi ausencia...

--Seguro, Shiryu. –Exclamó el pequeño guiñándole un ojo y sonriéndole. Shiryu subió a la habitación de Midoriko y le pidió permiso de retirarse. En cuanto bajó, sus hermanos lo esperaban en la entrada y siguieron al jardín para encontrarse con la chica. En cuanto se plantaron delante de ella, la joven se levantó y Shiryu los presentó:

--Mira, ellos son mis hermanos Shun... -el peliverde saludó con dos dedos arriba. –Y Hyoga. –el siberiano se arrodilló y besó su mano para levantarse. –Ellos te vinieron a visitar, querida flor. Shun se quedará contigo por si algo necesitas...

--Gracias, ha sido un placer conocerlos, chicos. –Respondió Shun Rei. Shiryu hizo una seña a sus hermanos y se retiraron del jardín un poco.

--¿Qué pasa, Shiryu? –preguntó Shun extrañado. Shiryu cerró sus párpados en estado dubitativo, pero finalmente habló:

--Shun Rei no tiene por qué enterarse de nuestros negocios. Es mi prometida y nos casaremos cuando tengamos la mayoría de edad, ¿Está bien?

--Si tú lo dices... -respondió Hyoga comprendiendo la situación, pero Shun permaneció callado y asintió. Una vez hecha la aclaración, se despidieron y el peliverde se acercó a la china sentándose entre las raíces y suspirando. La chica observaba detenidamente a su futuro cuñado, quien abría su laptop y la encendía. Dándose cuenta de la enorme curiosidad de Shun Rei, el Fujikawa sonrió e inició una conversación con ella:

--Así que te llamas Shun Rei...

--Sí. Parece que tenemos casi el mismo nombre, ¿No? –la pequeña sonrió complacida.

--¡Es cierto! Háblame de ti, ¿Qué pasatiempos tienes y dónde conociste a Shiryu?

--Bueno, soy china de nacimiento. Mis padres murieron en un accidente automovilístico rumbo a Beijing y crecí huérfana al lado del Maestro Roshi junto con Shiryu. –El rostro de Shun Rei se ensombreció por unos segundos. Shun la escuchaba atentamente. –Cuando Shiryu llegó a China, estaba muy decaído por perder a sus padres y casi no comía, pero poco a poco se fue recuperando hasta ser el Shiryu alegre...

--Oh, ya entiendo. –opinó el peliverde. Shun Rei le sonrió preguntando:

--Dime, ¿Qué pasó en el trayecto del viaje a Japón? ¿Por qué Shiryu se veía así?

--Pues... no lo sé, Shun Rei. Yo me crié junto a Hyoga en Siberia. Lo único que sé es que mi madre murió cuando yo nací y...

--Entiendo...

--¡Oigan! ¿Qué hacen tan tristes ahí?

Una voz los sacó de su plática. Voltearon a ver al causante de la interrupción y descubrieron que se trataba de Tamashii. Ataviada con un traje negro y fingiendo severidad en su rostro, le tendió la mano a Shun Rei y le ayudó a levantarse. Shun cerró su laptop y se levantó sacudiéndose. Tamashii les expresó:

--No pongan esa cara, chicos. –se dirigió a Shun Rei. –Ojousama, no se quede mucho tiempo afuera. Podría recaer.

--No te preocupes, Tamashii. Hoy es un día esplendoroso.

--¿Qué me dicen? ¿Quieren sudar un poco?

--¿Eh?

Shun no pudo contestar debido a que fue jalado hacia el Dojo bruscamente de Tamashii, quien sonreía complacida. Cuando la ninja abrió la puerta, hizo que los dos se quitaran los zapatos y entraran al recinto de combate. Tamashii se colocó al centro de la explanada y les gritó a los dos chicos:

--¡Vamos a ver en cuánto tiempo pueden tirarme!

Los chicos se miraron entre ellos y se abalanzaron hacia la ninja. Shun hacía todo lo posible por derribar a Tamashii, pero parecía casi imposible. En cambio Shun Rei tiraba con sus blanquecinas manos los ropajes, pero la japonesa no se movió ni un centímetro. La china decidió atacar con el último recurso que le quedaba. Las cosquillas inundaron el estómago de Tamashii y Shun la derribó suavemente cayendo los tres. Le hizo cosquillas en el estómago de Shun Rei y la risa se acrecentó... una risa sincera y amable brotó de los labios de la China.

Después de cierto tiempo, los tres se encontraban en el suelo cansados respirando entrecortadamente y riendo de vez en cuando. Tamashii se levantó sentándose:

--Eso fue muy sucio, Ojousama...

--Tú me dijiste que...

Pero se interrumpió al toser fuertemente. Tanto Shun como Tamashii se levantaron a auxiliar a la chica, quien ya estaba en el suelo nuevamente y se le dificultaba la respiración. Totalmente desesperado, Shun corrió a la residencia y subió las escaleras con rapidez para encontrar a Dohko en el pasillo y llevarlo al Dojo. Pero el chino no se encontraba en ningún lugar. Buscó por todas las habitaciones, pero no había rastro de su presencia. Sólo quedaba un dormitorio y tocó la puerta.

--¿Qué pasa? –era la voz de Midoriko. La mente de Shun procesaba todos los datos y tomó una decisión. Era arriesgarse o morir en el intento. Corrió la puerta y entró a la habitación informando:

--Shun Rei ha tenido un ataque, Midoriko Sama, y no encuentro a Dohko, ¿No sabe dónde lo podría encontrar?

--Pues... lo mandé a un encargo y no regresará dentro de dos días. Lo siento...

--Shun Rei no puede respirar, ¡Tenemos que hacer algo y pronto, Midoriko Sama! –le exigió Shun. Midoriko se levantó rápidamente de su sillón y le dijo:

--Dile a Shaka que aliste el auto. No hay tiempo que perder. Si Shun Rei muere, no sé qué pretextos le pondré a Shiryu...

Shun no esperó más indicaciones y corrió a la habitación del hindú para informarle la orden de su líder. En cuanto el monje supo de ello, no tardó en dar instrucciones y se presentó con Midoriko para escuchar sus indicaciones. En tanto Shun había ingresado a la habitación de los heridos. Milo, que se encontraba ahí, observó extrañado cómo Shun se llevaba un tanque de oxígeno y salía de la habitación sin decir palabra.

Corrió hasta el Dojo y en cuanto entró, pudo percatarse que Shun Rei se encontraba sentada y pálida. Rápidamente le puso la mascarilla de oxígeno y la tranquilizó sobando su espalda:

--Te llevarán al hospital lo más pronto posible. Descuida, estarás bien.

La pequeña asintió asustada. Tamashii la ayudó a levantarse y ambas caminaron hacia el auto. Shaka se encontraba esperando a la china y les abrió la puerta trasera para entrar con el tanque de oxígeno. El monje se dirigió a Shun tomando el lugar de conductor:

--Ya está arreglado. Pedí a Midoriko Sama que le avise a Dohko de su estado y mandé a un Kohai a avisarle a Shiryu. No te preocupes de esto e infórmale a ella que salimos inmediatamente.

-¿Ella va a estar bien? –preguntó Shun preocupado. Shaka asintió y cerró la puerta del auto haciéndolo arrancar.

Cuando cerraron las puertas de la residencia, Shun se dirigió a los aposentos de la Yakuza y le explicó lo sucedido con cierta culpabilidad. Pero la japonesa lo tranquilizó:

--No te preocupes. Los mandé a la clínica de la Fundación. Shun Rei está en buenas manos.

--Quisiera preguntarle algo, Midoriko sama. –se aventuró Shun. La Yakuza asintió. – ¿Por qué no fue personalmente a la clínica?

--Espero una visita muy importante y no lo quiero hacer esperar. –fue la escueta respuesta de la líder. No podía dejar esperando a Mu, quien seguramente trataría de aclarar el estado de sus subordinados. El futuro se mostraba incierto para todos.

***

―Santiago, la misión en Rusia ha sido abortada...

― ¿Y eso por qué, Argol?

―La líder no se encuentra ahí y mis informantes no han podido localizarla...

En el avión privado de los "Santos de Plata", Santiago se encontraba observando por la ventana, a pesar que Argol le hablaba de sus nuevos planes. Aburrido, sabía perfectamente que la líder de Rusia estaba de viaje para aliarse con distintas mafias y no ser tomada por sorpresa. "Ese idiota... claro que no está ahí porque yo le informé del sabotaje. Descuida, pequeño rufián, ya habrá tiempo para cobrarme tus gillipolleces." Pensaba en silencio. Quería desaparecer de ahí y volver con su familia a España, pero su destino le cobraba caro cada muerte de sus enemigos. Mientras tanto, Argol creía que el español lo escuchaba atento, pero al verlo apoyado en la ventanilla, guardó silencio y se limitó a sacar su cocaína del bolsillo de su pantalón.

Al ver su compulsiva acción, el barcelonés volteó enojado y le tiró su dosis al suelo. Argol, impresionado por la actitud de Santiago, no dijo una sola palabra. El español sólo se limitó a mencionar:

―No te atrevas a meterte esas porquerías frente a mí...

Argol lo observó un buen rato sin poder hacer nada con su porción regada en el suelo. "¡¿Qué demonios es lo que hace?! ¡Ya no puedo soportar un segundo más en este avión con estos lunáticos de mierda!" Pensaba ya harto Santiago. Para hacerlo cambiar de actitud, el líder de los Plateados le comentó con felicidad:

―Está bien, Santiago. Siento faltarte al respeto así... ―su sonrisa se ensanchó. –Ya que no pudimos sabotear los planes de esa rusa, pasemos a la siguiente fase...

― ¿A qué te refieres, Argol? –preguntó con sincero interés el español, a lo que el otro contestó:

―Es una sorpresa. Te lo diré en cuanto lleguemos a nuestro próximo destino...

―No puedo esperar más.

¿Qué podría ser aquella fase de la que Argol planeaba llevar a cabo? Santiago ni siquiera había tenido tiempo de mandarle un mensaje de alerta a su líder ni llamarle debido a que en ningún momento estuvo solo. La panda de enfermos religiosos no lo había dejado en paz en todo el camino a Santiago de Compostela preguntando por su vida. El barcelonés intercambió algunas palabras con ellos sin informarles de su familia en Toledo. Si se enteraban que su esposa Lorena era de descendencia gitana, los Santos de Plata nunca se lo perdonarían. Ni siquiera él mismo que trataba por todos los medios de pasar desapercibido. Incluso, llegó a tal grado de encubrir su información personal con la Mafia de Rusia...

―Y dime, Santiago, ¿Cómo se llama tu esposa? –se le erizó la piel. Debía pensar en un nombre que los despistara... y pronto. La sonrisa de Santiago se acrecentó al tener en su mente el falso nombre:

―Se llama Patricia, ¿Por qué lo preguntas? –trató de mostrarse serio, aunque estuviera carcajeándose por dentro. "Bien pensado, Santiago. Ése es el nombre de una de las coristas de Mägo de Oz."

―Es que casi no hablas de tu familia y me preguntaba el motivo.

―Es muy sencillo. Mi familia no tiene que estar involucrada en mi trabajo y no debe enterarse de lo que hago. Tú comprendes, ¿Cierto? –el líder asintió y el español prosiguió con su juego. –Ya sabes, hacen demasiadas preguntas e interfieren por cualquier presencia de sangre. No me hagas detallar.

―Lo entiendo perfectamente, amigo. –Argol le dio algunas palmadas en la espalda sin recordar la advertencia de Shura. Inmediatamente, los ojos de Santiago centellearon por unos instantes y aventó su mano al aire. Ya le había dicho que no tocara y en silencio, agradeció la advertencia de Shura. Esta vez no tuvo que fingir, odiaba con su alma a sus "colegas". –Lo siento, no debí hacerlo...

―Me has quitado las palabras de la boca. –respondió el barcelonés con toda sinceridad.

El vuelo no tardó mucho tiempo y llegó a una base secreta. Harto de Argol, Santiago fue el primero en bajar y para su sorpresa, el lugar le resultó conocido. Con temor, echó un vistazo al amplio panorama que se divisaba ahí.

―Santiago... ―la voz de Argol lo hizo entrar en sí. Viró sus talones hasta quedar enfrente de él y mencionar su plan. ―Llegamos a una de nuestras bases secretas...

―Pero si esto es... ―el balbuceo del español no se hizo esperar. ― ¿Japón? ¿Y qué se supone que hacemos aquí?

― ¿Qué no es obvio, mi querido camarada? ―no lo era a menos que... ―Vamos a efectuar aquí la segunda fase del plan... ― "¡Esto no puede estar pasando! Midoriko jamás me lo perdonaría" pensó el barcelonés en silencio con creciente desconcierto. La risa estruendosa acompañó la macabra sonrisa dibujada en los labios de Argol.

―Así es, Santiago, vamos a matar a la zorra de Japón, empezando con sus hombres, ¿No te gusta mi plan? Es aterrador, ¿Cierto?

―Sí que lo es. ―respondió Santiago tragando saliva. Argol siguió mirando a Santiago con interés.

―Supe de buena fuente que trabajaste con ella alguna vez... ―comentó venenoso. Santiago comenzaba a sudar, pero apartó su nerviosismo de un golpe y levantó los hombros, indiferente:

―Sí, un tiempo, pero sólo me llevó a sus oficinas principales en Tokyo... ―mintió. Si les decía que conocía su casa, seguramente los idiotas le usarían y él estaría traicionándole de la manera más baja posible. ¿Quería eso o tal vez...? Argol sonrió más:

―Pues, ¿Adivina qué? Encontramos su residencia en Kyoto. Todo estará listo mañana por la mañana.

― ¿No crees que es muy rápido?

―Claro que no. Recuerda que todo esto es en nombre de Dios. ―respondió con una sonrisa sádica lamiéndose el labio inferior a la par que Santiago comenzaba a sudar frío. Estar con ellos era su pago por la felicidad experimentada con su adorable familia y ahora se arrepentía de ello...

***

Aclaraciones:

(1) Consiglieri: es el consejero del líder de la Cosa Nostra. Normalmente son abogados. En italiano el original.

(2) Uome D'Honore: se le designa así a los miembros que no son italianos y que ocupan puestos importantes dentro de la Cosa Nostra. En italiano el original.

(3) Soldato: es el peón de algún jefe de grupo en la Cosa Nostra. En italiano el original.

(4) Caporegime: es el Jefe de un grupo en la Cosa Nostra. En italiano el original.

(5) Famiglia: es la célula criminal perteneciente a la Cosa Nostra. Normalmente, se designa así a la familia de sangre a la que pertenece el Don. En el caso de la Famiglia de Shion Wang, Aioros, Aphrodite, Aldebarán y por supuesto Mu son la cabeza principal por haber sido criados en la mafia.


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