Cap. 16: Una Gran Noche


Llegaron a Italia en la tarde, más precisos, en Roma. Los hombres de Mu los recogieron en el aeropuerto y los llevaron hasta las oficinas centrales de toda la mafia italiana. Death Mask ya conocía Roma, al igual que Aphrodite, pero en el caso de Midoriko, no. Estaba pegada al vidrio mirando los antiguos edificios totalmente emocionada. Todos los demás la observaban con extrañeza e intentaban no mirarla, pero la Yakuza jalaba de Aphrodite para preguntarle los nombres de los monumentos. Aphrodite se sonrojaba por tales cuestiones. Parecía que estuviera con una niña de diez años.

--Signorina Midoriko, le recuerdo que pronto llegaremos con Don Mu... -le informó un hombre de traje negro al sentir que la líder de Japón no se tomaba las cosas en serio.

--Ya lo sé, -le contestó Midoriko con su peculiar tono infantil aún pegada a la ventana. –Es que quiero ver todo lo que hay en Roma... no molestes, ya sé que pronto llegaremos. Para eso nos trajiste, ¿No?

--No la hagas enojar o te cortará la cabeza. –le advirtió Aphrodite serio y el hombre tragó saliva. Seguramente por eso su jefe quería hacer un trato con ella. La fama de la unificación de los Yakuza había llegado a los oídos de las altas cabezas de todas las mafias.

Carraspeó un poco y el auto se detuvo frente a un edificio al centro de la ciudad. Bajaron dos de las escoltas y, a continuación, ayudaron a Midoriko a descender. Los condujeron hasta el piso de arriba y abrieron otros dos sujetos las puertas que daban a la sala de espera. Midoriko se sacó su katana del obi y la reposó en sus piernas sentándose en la estancia. Aphrodite se sentó al lado de la Yakuza y Death Mask observando que las escoltas entraban a la oficina principal y lo saludaban. Después de unos minutos, salieron los guardaespaldas y les indicaron que entraran. Midoriko pasó a un lado de ellos haciendo una cara de desprecio y, una vez que los tres habían entrado, las puertas se cerraron.

--¡Ha pasado tanto tiempo, Don Mu! – exclamó Midoriko al encontrarse con el jefe de La Cosa Nostra. Mu se levantó del sillón y saludó a Midoriko para después pedirles que se sentaran.

--Te ves algo molesta, ¿Puedo saber por qué?

--Tus escoltas son muy serios. Con decirte que indirectamente me dijeron que dejara de ver los monumentos de historia y civilización romana para verles las caras de aburrimiento que traían... -se quejó y Mu soltó una débil carcajada.

--¿Qué los trae por aquí? Me dijiste por teléfono que no me lo podías decir hasta que estuviéramos cara a cara...

--Te traigo a tus subordinados de vuelta. –sonrió Midoriko. Mu se sentó del otro lado del escritorio y colocó sus codos sobre el cristal que decoraba la mesa.

--¿Y bien? ¿Dónde está tu escuadrón? ¿Acaso los perdiste? –preguntó el italo-tibetano.

--Digamos que me quise tomar un respiro, pero descuida, volveré pronto a Japón...

--¿Tienes prisa de irte, Midoriko?

--No mucha, realmente. Sólo quiero aclarar algunos pendientes que tenemos, Don Mu, como por ejemplo, nuestra alianza... -colocó su katana en el suelo. Los demás se quedaron en silencio. Era una charla entre líderes y no debían meterse. Mu dio un gran suspiro y cerró los ojos antes de decirle lo que pensaba:

--He pensado mucho eso y creo que, en este momento, no es conveniente que firmemos un pacto entre los Yakuza y La Cosa Nostra...

--Tienes mucha razón. – dijo Midoriko y extendió sus brazos para llevárselos a su nuca. –Bueno, yo quería darme un paseíto por Roma, ya que es mi primer viaje fuera de Japón... -suspiró cerrando los ojos. –Pero veo que tendré que regresarme...

--Espera un momento, Midoriko, -pidió Mu sorprendido por el comentario de la chica. -¿Es la primera vez que sales de Japón?

--Sí, ¿Por qué la pregunta, Don Mu?

--Es que me imaginé que conocías algunos países de Europa y Asia... Bueno, -el sonrojo el vino al pálido rostro. –como haces las cosas muy precisas, pues yo pensé que...

--No pienses cosas demás. –le interrumpió Midoriko comprendiendo la situación. –Conozco el mundo por internet, pero ni siquiera he viajado a China, con eso te digo todo...

--En ese caso, Signorina Midoriko, permítame invitarla a una Ópera...

--¿Ópera? ¿Cuándo? ¿Dónde? –el rostro de Midoriko se llenó de incertidumbre. Sabía lo que era una ópera, la había visto en el Padrino, pero se figuraba que en ese lugar habría una masacre igual. Lo miró con recelo y Mu se echó a reír al ver las caras de Death Mask y Aphrodite todavía sin entender.

--Es esta noche en el Teatro de la Scala Di Milano. Tengo algunos negocios pendientes ahí de mi negocio legal...

--¡Como Michael Corleone! Vaya, así que sigues los pasos del Padrino III... -Mu volvió a reír, aunque más discreto, pero los demás sonreían ante el comentario de la japonesa. Mu jamás había imaginado ser comparado con el hijo de Don Vito Corleone. La Yakuza se llevó una mano a la barbilla y agregó. –Entonces, eso significa que tenemos que viajar a la brevedad posible, ¿No?

--Por supuesto. –Mu se levantó del sillón por segunda vez en esa ocasión y se posicionó al lado de Midoriko indicándole la salida con la mano extendida. Todos se levantaron y Midoriko avanzó a la entrada. Detrás de ella, ya con el saco en brazo, Mu la siguió colocándose a su lado. Death Mask y Aphrodite iban detrás de ellos juntándose con sus compañeros de armas: Aioros y Aldebarán que esperaban afuera de la oficina.

***

Una vez que llegaron a Milano, Mu mandó a Aioros adelantarse para reservar tres habitaciones de uno de los hoteles de cinco estrellas de la importante ciudad. Milán, mejor conocido para los hispanohablantes, era la capital de Lombardía, al Norte de Italia. Concentraba la mayor parte de los bancos y sociedades de importación y exportación del país. En ese lugar, se llevaban grandes negocios gracias a que la principal bolsa de valores que se encontraba en el centro Direzionale, un barrio de rascacielos construido en la posguerra.

Ingresaron al hotel identificándose con documentos falsos previamente ordenados y, cuando ya estaban atendiéndolos, Mu pidió al gerente preparar distintos vestidos y trajes de gala para esa noche. El gerente asintió y se retiró para hacer el encargo. Midoriko no podía dejar de ver las instalaciones que poseía el lugar. Todos pasaron a sus respectivas habitaciones, quedándose Mu con Midoriko, quien no dejaba de ver a través de la ventana de su habitación el paisaje urbano con una sorpresa desmedida. Mu sonreía burlón detrás de ella y repentinamente le preguntó:

--¿Estás satisfecha con el viaje?

--Por supuesto, Don Mu... ¡Esto es increíble! –siguió pegada a la ventana. Mu se acercó y le tocó el hombro discretamente. La Yakuza volteó a verlo de improviso encontrando el rostro del tibetano a un palmo del de ella, tanto que podía sentir su respiración. Mu se sonrojó a sobremanera y Midoriko desvió su mirada volteando a otro lado. El pecho les brincaba a ambos. Nunca habían sentido esa clase de cosquilleo en el estómago. Mu carraspeó un poco alejándose de la chica.

--¿Con qué vestimenta planeas ir, Midoriko? –preguntó Mu lo más tranquilo que pudo para tratar de olvidar lo que había sucedido.

--¡Ah, sí! –la actitud de Midoriko cambió a su acostumbrada infantilidad. Corrió hasta su equipaje y sacó con cuidado su kimono de seda para enseñárselo como si fuera un juguete nuevo. Mu negó con la cabeza al ver lo que la chica le enseñaba:

--Entonces hice buena elección. Te van a traer distintos vestidos de noche, así como zapatillas para la ocasión...

--¿Qué intentas decir? –Midoriko frunció en entrecejo y posicionó su katana para el ataque mientras hablaba. -¿Qué mi kimono no es de noche?

--¿Te lo he dicho ya? –Midoriko negó y Mu sonrió. Estaba seguro que con la Yakuza perdería la batalla. Suspiró para explicarle la situación en Occidente. –Si llegas con un Kimono a Europa, captarás la atención de los reflectores por más discreta que te veas... Y tu fama de Yakuza no ayuda mucho. Incluso Saga podría darse cuenta de que te encuentras en Italia sin protección y mandarte matar... Así es que, "Si estás en Italia, haz lo que los italianos", ¿Sí?

--Está bien. –Midoriko aventó la katana a la cama, pero corrió y la levantó con cuidado. La abrazó y le dijo a su espada. –Perdóname, Bakusaiga (1). No debí aventarte así, ¿Verdad que me perdonas?

--¿Tu espada tiene nombre? –preguntó Mu lleno de curiosidad. Midoriko la desenvainó y le sonrió dándosela:

--Sí, se llama Bakusaiga, Colmillo Explosivo. No es una katana mágica, pero la nombré como a todas las habitaciones de la Residencia Sesshoukawa...

--No me lo creo, ¿Y puedo saber por qué?

--Pues... por mi enferma obsesión con el anime, pero descuida, no llega a tanto...

Se oyeron unos toquidos en la puerta. Mu abrió y descubrió que el gerente le traía cinco mucamas con un perchero horizontal lleno de vestidos y varias cajas de zapatos. El líder de La Cosa Nostra salió de la habitación dejando todo en manos de las chicas y caminó a la habitación de Aphrodite y Death Mask. En cuanto cerró la puerta, y colocándose en frente de ellos, habló seriamente:

--¿Y bien? ¿Qué es lo que tienen que quieren hablar conmigo?

--Encontramos diversos planos de la Embajada de Suiza en Grecia y una base de datos en italiano, ¿Tú podrías decirnos qué significa todo esto? –preguntó Death Mask entregándole los documentos a Mu. Éste los tomó y los examinó con cuidado. Después de un rato en silencio, les comunicó devolviendo todo el papeleo:

--Haré lo que esté en mis manos para informarles del caso que me presentan...

--Eso no es todo, Don Mu. –intervino Aphrodite mostrándole más papeles. –también están en estos documentos los nombres de Don Shion Wang y Saga Yannakos por separado. Creemos que ellos dos tuvieron que ver en la muerte de mi padre y el abuelo de Death Mask...

Mu se quedó pensando largo rato y les preguntó más preocupado:

--¿Cuál es su hipótesis? –esta vez Death le contestó:

--Pues, respecto a la información que nos dio Dohko, pensamos que alguien de tu bando mató al Embajador, pero la pregunta que nos hemos hecho es ¿Por qué esa información tan valiosa la tiene la familia Strozi? Sabemos que Saga mandó matar a mi abuelo y buscaban ese chip... creemos que La Cosa Nostra y La Mafia Griega estuvieron interesados en desaparecer todo indicio...

--Bien... -un toquido en la puerta interrumpió la conversación y Death Mask se adelantó en abrir la puerta. Descubrió a un Aioros vestido con un frac negro desabotonado dejando ver su chaleco y corbata de moño. En su brazo colgaban tres porta trajes con sumo cuidado. Pasó a la habitación y le entregó uno de los porta trajes a su líder:

--Don Mu, esto es para usted. Traté de escoger su smoking lo más adecuado posible para la ocasión. –les entregó los fracs a Death Mask y Aphrodite dirigiéndose a ellos. –Esto es para ustedes. No queremos que destaquen demasiado. Recuerden que Don Mu es uno de los empresarios más jóvenes de Italia...

--Gracias, Aioros. –le dijo Mu. –Indícame cuando esté lista Midoriko...

--Sí, Don Mu. –se retiró cerrando la puerta tras de sí. Mu se cambió colocándose la camisa blanca y el pantalón negro. Después se puso la fajilla color lila y sonrió para sí. "Ese Aioros siempre pensando en mi imagen", pensaba para sí acomodándose la corbata de moño y colocándose el saco con cola de pingüino. Una vez que estuvo listo y los demás también se hubieron cambiado, caminó a la puerta y les indicó:

--Saldré un momento. Regreso enseguida...

Salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí. Aphrodite se peleaba con la corbata de moño que no le ajustaba bien y Death se acercó para arreglarla. En cuanto colocó sus manos en el cuello del suizo, éste se sonrojó y desvió la mirada. Ya acomodado el moño, Death lo tomó de la barbilla y le dio un rápido beso en los labios para después sonreír complacido. Aphrodite le devolvió el gesto y ambos salieron de la habitación encontrándose con Aioros y Aldebarán. En cuanto se acercaron a la custodiada puerta, alcanzaron a oír las quejas de Midoriko:

--¡Ay! Eso duele, ¿Sabes?

--Lo siento mucho, signorina, pero ya sabe que la belleza cuesta...

--Sí, pero...

--Agradezco ser hombre para no tener que pasar por ello. –opinó Death Mask después de las quejas de la japonesa. Todos los demás asintieron divertidos y Aioros les informó señalando con el pulgar la puerta:

--Así está desde que entraron. Al parecer, no le gustaron varios vestidos que trajeron las encargadas. –suspiró. –Creo que va a tardar en arreglarse...

--Sí... -Aphrodite se quedó pensando largo rato y le preguntó a Aldebarán. -¿Sabes a dónde fue Don Mu?

--Fue al bar del hotel. Dijo que necesitaba darse un respiro. –contestó el brasileño calmado. Death Mask apenas si podía creer que lo dejaran solo, sobre todo si alguien lo buscaba para "ajustar cuentas". Pero recordó que el hotel tenía un excelente sistema de seguridad, por lo que ya no se preocupó y comenzó a platicar con los demás para matar el tiempo.

Media hora después, con Mu presente, esperaban afuera de la puerta fumando un cigarrillo ya desesperados. El líder de La Cosa Nostra se impacientaba a cada minuto que pasaba con un fuerte cosquilleo en el estómago y sudando frío. Si alguien reconocía a la Yakuza, seguramente Saga se enteraría y todos correrían peligro. Lo curioso de esto es que todos pensaban lo mismo. Y ya cuando no podían más, se abrió la puerta y salieron las cinco mucamas, quienes hacían una inclinación a Mu antes de irse. Una de ellas, la coordinadora del cambio de imagen, cerró la puerta y susurró a todos:

--Hemos terminado nuestro trabajo. Fue muy difícil, pero comprueben ustedes mismos.

--Grazie per Tutti... -le dijo Mu a la encargada y ésta se retiró.

Abrió la puerta y todos pasaron para ver a la nueva Midoriko. La encontraron frente al tocador y, en cuanto los vio pasar a la habitación se volvió y se levantó del taburete. Todos se quedaron pasmados. Si hubieran dejado sin custodiar la habitación, hubieran imaginado que seguramente les cambiaron la chica. Estaba irreconocible con el cabello suelto lacio cayendo por los hombros y la espalda; el maquillaje era discreto, pero muy bien cuidado; su vestido estaba muy bien entallado dejando ver que no tenía tirantes y era ajustado por un top con encaje arriba; el corte de la falda era de estilo "Cola de sirena", pero la tela que sobraba estaba agarrado por un anillo que Midoriko llevaba puesto en el dedo y, por último, estaba con sus guantes de seda puestos.

--¿Tan mal me veo? –preguntó la Yakuza al ver las caras de perplejidad de los mafiosos. Con su voz infantil insistió. -¡Ya! Digan algo que me siento extraña con este disfraz...

Para cortar el silencio, Death se acercó y puso una rodilla en el suelo para tomar su mano y decir:

--Esta noche, usted será la estrella principal del teatro. –dicho esto, besó su dorso y el sonrojo de Midoriko no se hizo esperar.

--¿Eso significa...? –Midoriko no entendió el comentario. Mu salió de su hechizo y sacó del bolsillo interior del saco una caja mediana negra y se la mostró a la Yakuza mientras Death Mask se levantaba rápidamente. Ésta la abrió descubriendo que contenía un collar de brillantes y lo tomó para quedarse confundida:

--¿Y esto, Don Mu?- preguntó. Mu colocó el regalo en su cuello mientras le contestaba:

--Es el accesorio que faltaba para verte más hermosa que la misma Luna... -una vez que el collar estuvo en su cuello, Mu le extendió el brazo y, cuando Midoriko lo hubo colocado, salieron de la habitación con paso monárquico siguiéndolos de cerca Aioros y Aldebarán. Aphrodite todavía estaba en shock plantado en el mismo sitio hasta que Death Mask realizó el mismo procedimiento.

--Signore, usted tampoco se queda atrás. Pero sólo en esta ocasión, la signorina Midoriko luce más hermosa. Usted todos los días nos deleita con su belleza. –opinó Death. Aphrodite se rió discretamente y ambos salieron de la habitación cerrando la puerta electrónica con las manos entrelazadas discretamente.

***

La puerta del auto se abrió frente al hermoso teatro Di la Scala Di Milano, bellamente iluminado para albergar a la crema y nata de la Sociedad italiana. Los reflectores acapararon el negro auto y a todos los que iban en él. Salió del interior Aphrodite y Death Mask ayudando a bajar a la excéntrica Yakuza y a Mu, quien a su vez era escoltado por Aioros y Aldebarán. Las fotografías no se hicieron esperar, pero, para sorpresa de todos, la misteriosa mujer llevaba un antifaz negro. Mu la tomó de la cintura y todos subieron las escalinatas para entrar al teatro.

Antes de ir al palco especial, una reportera los detuvo en el pasillo con una grabadora. Se dirigió a Mu y le preguntó:

--Signore Mu, ¿Me concedería una entrevista?

--Más tarde. –fue su respuesta tajante. Se sentaron en el balcón especial donde, en los asientos, habían sido colocados con anterioridad los programas para esa noche. Una vez que Midoriko se sentó, comenzó a inspeccionar el lugar. Descubrió que Mu saludaba a otras personas de los demás balcones y tomó el brazo de Aioros susurrándole al oído:

--¿Porqué Mu conoce a todos esos señores?

--Dirá que todos conocen a Don Mu. –Midoriko se quedó atónita con el comentario de Aioros. El joven siguió informándole. –Bueno, Don Mu es un empresario reconocido en el mundo de los negocios legales por ser muy joven. Diversas chicas suspiran por él debido a su trato amable y varios diseñadores de moda le han propuesto que se convierta en un modelo para sus creaciones...

--¿Mu un idol? ¡Eso no me lo creo! –contestó la Yakuza. Mu, quien oía la conversación, enrojeció. Aioros siguió explicando la situación:

--Por supuesto que eso es imposible, pero los diseñadores han insistido hasta con nosotros...

--Pues ustedes son muy guapos, en especial Aphrodite y tú...

--Gracias por el cumplido, signorina, pero, como usted sabe, Aphrodite De Reynold es famoso por ser un excelente escultor en Suiza. No sería raro que lo reconocieran y los reporteros lo ataquen con preguntas estúpidas...

--¿Y tú y Aldebarán no están en alguna ocupación dentro de la sociedad?

--No, signorina. Somos las escoltas personales de Don Mu y nada más...

--¡Ja! ¿Sólo escoltas? No lo creo. Sé muy bien a lo que se dedican...

--Está muy bien informada, signorina...

--Gracias, Aioros...

La ópera transcurrió tranquila. Todos quedaron embelesados con las magnificentes voces de los cantantes. Midoriko preguntó en un par de ocasiones si llevaban micrófonos, pero la respuesta de Mu fue que eran sus propias gargantas las que hacían todo el trabajo. Ella, sorprendida escuchaba los sonidos producidos por los instrumentos se dejaba llevar por la representación de la obra. Una vez más preguntó cuál era el título de la ópera y Aphrodite le contestó que se trataba de la clásica historia de amor "Romeo et Juliette" del compositor Charles Francois Gounoud. Death entrelazó su mano con la de Aphrodite discretamente y ambos se sintieron atraídos con la obra. Los ojos de Aphrodite brillaban en cuanto sintió el roce de la piel del italiano y sonrió sabiendo que la misma historia se repetía con ellos. Sólo esperaba que no fuera un trágico final...

Cuando la ópera concluyó, todos pasaron a la sección de Cocktail y fue ahí cuando los reporteros se volvieron hacia Mu preguntándole sobre la velada de esa noche. Aioros y Aldebarán cuidaban que no se le acercaran lo suficiente a su líder:

--Díganos, Signore Mu, ¿Quién es la joven que lo acompaña?

--¿Está consciente que sus admiradoras la odiarán por estar a su lado?

--¿Es cierto que se negó rotundamente a modelar para los diseñadores Emporio Armani, Scappino, Moschino y Dolce & Gabbana?

--Por favor –pidió Mu sereno a pesar de que los reporteros se abarrotaban en su persona. –, responderé a todas sus preguntas como creo conveniente... -carraspeó y continuó. –Es cierto que me negué a modelar porque ante todo, soy un empresario serio. En cuanto a la dama que me acompaña esta noche es una antigua amiga de la familia Wang, es todo...

--Oiga, ¿Y qué nos dice del artista Aphrodite de Reynold? ¿Son amigos, Signore Mu, o él está aquí por tener que ver en negocios suyos?

--Es un gran amigo al que le damos un gran apoyo para que siga creando arte... -fue la respuesta breve de Mu.

--Ese Mu sí que es popular... ¡Mucho más que yo! –exclamó Midoriko sorprendida por el recibimiento del líder de La Cosa Nostra. De pronto, una reportera se le acercó y preguntó:

--Disculpe, pero, ¿Dónde se conocieron? ¿En verdad son amigos o algo más?

Mu rápidamente se movió a dónde estaba Midoriko, quien se había quedado pasmada por la pregunta y todos los reflectores se acercaban a ella. Antes de que pudiera contestar, Mu les respondió:

--Como dije, es una amiga de la familia. Mi padre era un buen amigo del suyo antes de formar la gran empresa que tenemos...

--¿De qué país viene, Signore Mu? ¿Cuál es su nombre?

--Xiao Fa. Es china, por eso no entiende nuestro idioma... -jaló a Midoriko del brazo rumbo a la salida y les dijo a los reporteros. –la entrevista ha terminado. Con su permiso, nos retiramos...

Y entre fotografías y grabaciones, salieron del teatro de vuelta al hotel. En el trayecto, Midoriko ya se había calmado y había adoptado su característico tono infantil. Sin despegarse del vidrio del auto, le preguntó a Aldebarán:

--Tú no eres europeo, ¿Cierto?

--En efecto, signorina –respondió Aldebarán. –Soy de Brasil, un país en América de Sur.

--Estoy enfadada. –Midoriko hizo un gesto de puchero y todos sonrieron. –Esos reporteros son tan insistentes que me dieron ganas de matarlos...

--Pero te salvé de esa mujer. Debes estar agradecida, Midoriko. –opinó Mu sin poder dejar de reír ante el rostro de berrinche de la Yakuza. Midoriko lo miró de reojo y le espetó:

--¡Cállate! Eso ya lo sé, pero no te quedes tan tranquilo antes de que firmemos un pacto entre ambos bandos...

Ya estando en el hotel, Mu acompañó a Midoriko a su habitación dando la orden de que los demás se retiraran a sus cuartos. Aphrodite y Death Mask caminaron al suyo haciendo una inclinación antes a su líder y, cuando Death cerró la puerta, atrapó los labios de Aphrodite. El contacto con los suyos hizo enrojecer el rostro del suizo e introdujo su lengua dando delicados círculos. Aphrodite le quitó la corbata de moño y el saco del frac arrojándolos lejos de ellos. Death cada vez más atrajo el cuerpo del suizo con el suyo rozando sus entrepiernas. Se abrazaron fuertemente sin dejar de besarse en la oscuridad de la habitación.

Después de unos instantes, Aphrodite se separó del italiano y le desabotonó la camisa mientras regaba cálidos besos en su pecho. Death acariciaba su cabeza conforme el otro iba bajando. Cuando los botones quedaron separados de sus respectivos ojales, Aphrodite deslizó la camisa hacia atrás, cayendo al suelo inservible y se levantó para besarlo de nuevo. Death lo tomó de la nuca atrayéndolo a sí, pero Aphrodite introdujo su lengua primero, teniendo el control de la situación. Acariciaba su espalda en débiles círculos que hicieron estremecer de placer a su pareja. Una vez más se separaron para tomar aire y se miraron a los ojos detenidamente. Aphrodite creyó quedarse así para siempre, mirando esos zafiros apagados que poseía Death, su Angello...

--¿En verdad... quieres hacer esto? –preguntó Death Mask sin quitar su vista de los manantiales que se desbordaban de felicidad. Aphrodite lo empezó a besar del cuello hasta llegar a su oído derecho e introducir su lengua en pequeños círculos. Esto provocó que Death soltara un gemido incontenible para su garganta y sonrió. Aphrodite, por su parte, le susurró creando un nuevo gemido en el italiano:

--¿Tú quieres hacer esto, Angello?

--Si quiero, pero creo en la habitación contigua oirán nuestros gritos de placer...

--¿Has estado con alguien más aparte de mí? –Aphrodite se separó por un momento del italiano y lo miró a los ojos. Éste lo tomó de ambos hombros y le sonrió apaciguando sus miedos:

--No. Tú eres el único ser con el que estaría, Dite... Pero quiero esperar hasta el día en que nosotros seamos libres del pasado...

--Opino lo mismo. Sólo quiero estar contigo. No necesito nada más... Angello... -Aphrodite lo besó nuevamente y los dos avanzaron a la cama sin apartarse. Después de unos segundos, se apartaron para tomar aire y, aun abrazados, Death le preguntó al suizo en un susurro:

--¿Te gustó la Ópera de esta noche, Dite?

--Sí, pero hubiera preferido verla contigo a solas...

--Ya tendremos tiempo para eso más adelante... por ahora, -lo miraba fijamente y comenzó a besarlo delicado. –me conformaré con mirarte a la luz de la Luna... serás mi obra maestra en este momento... con esos ojos que desbordan manantiales y esa piel que deslumbra al Sol... pero, sobre todo, esa boca sabor a miel de Toscana... el aroma de tu cuerpo que envidian las mismas flores... todo en el ser que amo profundamente...

--Eres todo un poeta, Angello... -Aphrodite dejó de abrazar al italiano para caminar a la cama y arreglar el cobertor acomodando las almohadas. Angello se llevó una mano a la nuca, acariciándola en el proceso totalmente apenado por el comentario.

--Es que soy escritor... En mi tiempo libre publiqué dos tomos de mis obras... -Aphrodite se volvió a verlo sorprendido y el sonrojo del italiano no se hizo esperar.

--Ahora sé de dónde sacas los halagos con los que me alabas... me gustaría leer un día tus textos, Angello... -señaló la cama y le preguntó. -¿Ya nos dormimos o vas a hacer algo más?

--No. Creo que las emociones de hoy fueron demasiadas... - quitó el pantalón y lo arrojó lejos. Después se acostó en el suave colchón y extendió los brazos para recibir a Aphrodite. –Incluso podría escribir un libro entero de esto...

--¿En serio? Yo no podría inspirarme en lo vivido... sería muy lúgubre. –comentó el suizo acomodándose en el pecho de Angello después de quitarse la ropa y colocarla en una silla. El italiano lentamente se iba quedando adormecido por el dulce aroma a rosas de Aphrodite. En cambio, el suizo, observaba detenidamente el rostro apacible de Angello que la tenue luz de la luna enmarcaba. Se notaba más relajado a pesar de todo lo que habían vivido. Delicadamente, posó en sus labios los suyos y dejó que lo arrullaran los latidos de su corazón...

***

Aclaraciones:

(1) Bakusaiga: es la tercera katana de Sesshoumaru Sama que adquiere junto con su brazo cuando tratan de derrotar a la negatividad de la Perla de Shikon. Midoriko le puso así a su katana por la simple relación de su apellido con su personaje favorito.


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