Cap. 15: Relaciones Internacionales
--Señorita Tokarev, aquí están los reportes de la venta de los compradores mayoristas...
--Gracias, Hyoga. Puedes retirarte...
--Con su permiso, Señorita...
El ruso cerró la puerta tras él y Katya abrió el folder que segundos antes le había entregado su sublevado. Concentrada como estaba, no oyó el toquido de Camus y se percató de que el francés estaba delante de ella al oírlo carraspear. Dio un ligero respingo y se acomodó en el sillón. Camus inclinó un poco la cabeza y le entregó un papel.
--Mademoiselle, aquí está la dirección donde se va a efectuar el intercambio... espero que todo salga como planeamos...
--Gracias, Camus. –respondió la líder con una sonrisa en el rostro. -¿Milo todavía sigue vivo con los Yakuza?
--Sí, no ha habido queja acerca de su comportamiento, Mademoiselle. –contestó el francés con su particular tono de caballero. Katya mantuvo su sonrisa complacida. Ante la acción de la rusa, preguntó. -¿Por qué ese cuestionamiento?
--Significa mucho, Camus. Quiere decir que Midoriko ya se ha puesto a investigar sobre él y, por lo que me dices, no corremos peligro... --le explicó a su sublevado y le ordenó. –Alístate que el avión ya está listo.
--Enseguida, Mademoiselle. –avanzó hasta llegar a la puerta y salió de la oficina.
Caminó por los largos pasillos llegando a su habitación. Tomó de la cama sus dos armas y las checó antes de colocárselas en el cinturón. Se colocó el saco y la gabardina negra agarrando el portafolios y cerrando la puerta tras sí. Encontró en el camino a su discípulo de armas y ambos caminaron hasta subir al último piso para abordar al próximo destino de intercambio.
...Lo nombraban Camus, pero ése era su apellido, como el famoso escritor de su país natal. Su nombre era sólo conocido por su líder y ésta no revelaba su identidad por protección. Lo cierto era que descendía, aunque indirectamente, de Albert Camus. Entrar a una de las Mafias más importantes era su mérito y más el ser maestro de Hyoga Fujikawa. Lo que más le alegraba era que Katya Nicolaievna Tokarev le tuviera la suficiente confianza para poner su vida en sus manos...
...Camus nació de buena cuna, pero sus deseos de estudiar fuera de Francia lo llevaron a Rusia. Fue en una redada que conoció a la rusa y se animó a seguirla sin titubear un solo instante. Perdió contacto con su familia y escondió su paradero para servir fielmente a la poderosa líder. Siempre le tuvo aprecio y trataba de protegerla de cualquier peligro o juegos sucios. Pronto fue conocido bajo el nombre clave de "El amo del Hielo" y con el tiempo, se convirtió en un relacionista excepcional debido a su increíble puntería, además de su personalidad fría en los momentos difíciles...
... Katya le encomendó la misión de adiestrar a Hyoga y Shun Fujikawa en el manejo de las armas. El francés aceptó y les enseñó que el miedo no debe existir en ese medio, sólo era un limitante de su trabajo. Los dos japoneses aprendieron rápido y se convirtieron en los guardaespaldas principales de la rusa. Esto le satisfizo enormemente ya que había logrado el objetivo principal...
Pronto llegaron al destino final: San Petersburgo. Una ciudad un tanto tranquila que no produciría problema alguno para el intercambio de maletines. Ya Camus había pensado el procedimiento del trato antes de que los dos estuvieran frente a sus compradores. La forma era muy sencilla: Camus mostraba el contenido del portafolios y el otro bando haría lo propio con el suyo para después cerrarlo y entregarlo. Ambos se tenían que escudar en sus acompañantes si todo salía mal. No tenía duda del contenido, pero sí de qué tanta sangre fría poseía su discípulo. No quiso pensar más en ello y sacudió la cabeza con rudeza.
--Hyoga, ya sabes lo que tienes que hacer. Si esto se convierte en una emboscada, mátalos a todos, ¿Entendiste? –preguntó el francés con aires gélidos. Hyoga se quedó pasmado por unos segundos, pero asintió con la cabeza:
--Descuide, maestro. No le quedaré mal. Sólo esperemos que salga como planeamos... no quiero desperdiciar mis balas en juegos tontos...
--Bien. Ya llegamos. Bajemos con calma. Esto se tiene que hacer con sumo cuidado...
Arribaron del avión envueltos en las gabardinas negras para caminar a una vieja taberna abandonada a las afueras de la ciudad. Hyoga preparó antes de entrar sus armas plateadas y se las guardó en las bolsas de su abrigo a la altura de su cintura. Entraron y descubrieron que diversos sujetos envueltos en gruesas pieles se encontraban escoltando a dos hombres sentados. Camus contó rápidamente y le susurró a Hyoga:
--Cinco atrás y dos adelante...
Hyoga, por su parte ya había fijado su vista en los sujetos de adelante, pero se dio cuenta de que había dos sujetos en las esquinas que Camus no había contado. "Son nueve en total. Vaya, parece que se va a poner feo el asunto." Pensaba tocando discretamente sus armas. Camus se sentó frente a los sujetos y colocó el portafolios en la mesa. Uno de los tipos sonrió con cinismo y pronunció lentamente:
--Tu líder trabaja rápido, pero, ¿Nada más son ustedes dos?
--¿Cuántas manos se necesitan para llevar la mercancía, monsieur? –contestó Camus sarcástico mostrando una gélida sonrisa, lo que provocó que dos de los hombres se echaran atrás involuntariamente. Hyoga sonrió, "Lo que sólo la sonrisa de Camus puede provocar... esos idiotas... ", Pensaba en silencio ante la acción de su maestro. Camus siguió con la conversación. –Creo que con nosotros dos es suficiente. Si viniéramos a matarlos, seguramente Mademoiselle Tokarev ya hubiera acabado personalmente con todos ustedes, ¿O me equivoco, caballeros?
--No hay ningún error en ello... -contestó en hombre de la derecha un poco asustado. Camus sacó de su gabardina un cigarro llevándoselo a los labios y lo encendió.
--Pero no somos matones, sino verdaderos hombres de negocios... --ante el comentario del francés, todos rieron débilmente, pero se callaron al ver que Camus abrió el maletín. –Como lo acordaron las cabezas: cinco litros de GHB, diez kilos de cocaína y cinco bolsas de pastillas efervescentes. Todo en un portafolios cuidadosamente ordenado. Y ahora, caballeros, la cantidad acordada. –pronunció el francés mostrando su contenido. Los dos hombres levantaron el portafolios escondido a la mesa y lo abrieron mostrando los fajos de billetes.
--Dos millones de Euros a su disposición. –contestó el otro hombre cerrando el maletín, dejando que Camus hiciese lo propio. Los giraron y en cuanto Camus tocó el portafolios, dos disparos se oyeron. Viraron al causante de los tiros y descubrieron al rubio con los brazos extendidos y en cada mano sus escuadras. Hyoga se había adelantado a sacar sus dos armas y disparar a los sujetos de ambas esquinas dando al blanco. Todos voltearon atrás y descubrieron los cuerpos convulsionantes de sus colegas.
--Parece que nos querían realizar una treta, Camus... -dijo Hyoga tras comprobar la muerte de ambos sujetos.
Camus se movió aprovechando la distracción de los otros y volcó la mesa para usarla como trinchera. Los portafolios cayeron al suelo quedando de su lado al igual que su cigarro humeante. Hyoga se agachó hasta colocarse al lado del francés para disparar en cualquier instante prudente. Los otros sujetos intentaron sacar sus armas, pero varios certeros disparos de Camus se los impidieron. Hyoga apuntó al pecho de uno de los negociantes y disparó certeramente. Camus disparó en cinco ocasiones más logrando que sus enemigos cayeran inertes al lado del único sobreviviente que había logrado sacar su arma. Hyoga disparó a su mano haciendo que soltara su arma y se arrodillara a la par que se tomaba la mano sangrante.
Camus salió de la trinchera y pateó las armas lejos del alcance del herido. Después lo golpeó con la cacha en la cabeza, haciéndolo caer boca arriba y dificultando la respiración. El francés se arrodilló con una sonrisa helada.
--Recoge todas las armas. –le ordenó a Hyoga. Éste obedeció levantando y guardando las pistolas en las bolsas de la gabardina. Camus colocó la entrada de su escuadra en la sien del sujeto y le preguntó tranquilamente:
--¿Cuál es su nombre, monsieur?
--A-A-Antonie... -el rostro del joven denotaba terror, tanto que sus palabras salían entrecortadas. No sabía qué tan peligroso podía resultar Camus. Pero éste sonreía sádico, como si se burlara de Antonie mirándolo desde arriba.
--Entonces somos compatriotas, ¿No? Escúchame bien. Te voy a dejar con vida por dos razones muy poderosas. Primera, dile a tu jefe que con la mafia rusa no se juega... –caminó a la mesa volcada y le aventó con fuerza el portafolios que traía las drogas. Éste cayó en el abdomen del francés sacándole todo el aire que había acumulado. Camus se acercó y siguió con las instrucciones. –Y la segunda. –levantó los brazos. –Somos negociantes, no matones. Que eso no se te olvide, ¡¿ENTENDISTE, IDIOTA?! –lo tomó de los cabellos y soltándolo con rudeza ocasionó que chocara contra el suelo. Debido al impacto, Antonie comenzó a ver borroso y susurró atontado:
--Sí, sí, messie Ca-mus...
--Ahí está el encargo. –tomó el otro portafolios y le indicó a Hyoga que salieran. –Nosotros nos llevamos nuestra parte. –sonrió complacido. Antonie estaba perdiendo el conocimiento. –Nos dio mucho gusto hacer tratos contigo, compatriota...
Antonie trató de enfocar su vista, pero su cuerpo ya no le respondía. En su mente quedó la sonrisa cínica de Camus. Definitivamente jamás olvidaría esa abrumadora experiencia ni la expresión glacial de cinismo. En cuanto se recuperara iría corriendo a su jefe y le diría el mensaje indirecto de la suprema líder de Rusia. No había que tomársela tan a la ligera. Cerró los ojos dejándose llevar por el mareo que lo arrastraba a su subconsciente y perdió la conciencia.
***
--Señor...
--¿Qué noticias me tienes desde Italia, Shura?
--No pude asesinar a Aioros... todo el tiempo estuvo con Don Mu...
--Ese Mu es más precavido de lo que creí. Mucho más que su padre...
Sentado tras su escritorio, Saga observaba con detenimiento la elevación del humo que consumía. Shura, del otro lado, yacía en pié esperando instrucciones. Aioria, al lado de su líder, observaba la escena con aburrimiento. Saga suspiró y tomó el teléfono para marcar un número conocido. Al contestar en el auricular su interlocutor, sonrió:
--¿Bueno? ¡Ha pasado tanto tiempo, Death Mask! Dime, ¿Has cumplido con tu misión?
--Aún no, señor. Don Mu Nos ha pedido que nos reunamos con él...
--¿Eso te dijo?
--Sí, señor...
--En ese caso, no mates a Aphrodite todavía. Lo mismo ha pasado con Shura y no creo que Mu vaya a estar contento con eso...
--Entendido, Señor...
--Bueno, cualquier cosa que hables con Mu me informas de ello...
--Sí, Señor...
Saga colgó y se llevó por quinta vez el puro a la boca recargándose en el sillón. Sonrió. Mu se estaba poniendo difícil. "Era de esperarse. No quiere cometer el mismo fallo como Shion... pero hay que ver lo que planea... Tal vez me esté preparando una grata sorpresa... Habrá que aplazar los planes que tengo para él..." pensaba en silencio. Carraspeó un poco y se aligeró del nudo de la corbata.
--Retírense por hoy. –les ordenó el gemelo. –Mañana sabremos qué nos depara el futuro y, sobre todo, la información que nos dé Death Mask...
--Con su permiso, señor... -dijeron los dos sublevados y cerraron la puerta después de salir. Saga exhalaba el humo del puro con rapidez mientras pensaba largamente. Milo ya estaba dado de baja oficialmente de la Mafia. Si el Escorpión hubiera estado ahí, seguramente estaría al lado suyo informándole de algún trato que seguramente haría. No era sencillo perder a un hombre con una capacidad asombrosa de análisis. Milo, para Saga, ya era hombre muerto y más si los rusos ya habían enterado de su relación de "Trabajo"...
...Decir que el camino fue fácil hasta ser parte principal de una organización era una absoluta mentira. Siempre tuvo deseos de grandeza y su hermano lo apoyaba hasta tal grado de hacerse uno solo. Ellos dos estuvieron juntos desde que perdieron a sus padres... Y pensar que todo ello desencadenó su futuro, uno mucho más cruel del que sus progenitores habían vivido...
...Siendo una familia importante, los Yannakos habían vivido con toda clase de lujos, según recordaban los gemelos. Pero lo que los hermanos desconocían era que sus padres tenían un asunto pendiente de tratos con la mafia. Y como ésa era información que perjudicaba, trataron de huir a lugares que ni siquiera conocían. Para Saga, en especial y en ese momento, creía que toda la familia estaba de vacaciones permanentes. Lo creyó por mucho tiempo hasta que llegó el día en que, después de estar todo el día en la playa jugando con su hermano, encontró a su madre convulsionando del dolor y a un sujeto apuntando con una hermosa arma plateada a su padre...
...El mundo en el que había estado se cayó ante sus ojos. Antes de morir, su padre les gritó que lo vengaran y que no descansaran hasta cumplir con su cometido. Tras esa petición, se oyó un disparo y su padre dejó de respirar. Quedó tan impresionado que, cuando reaccionó, Kanon lo estaba tirando del brazo para escapar lejos, muy lejos. Tras correr varios minutos, se detuvieron y ambos juraron cumplir la última voluntad de su padre...
...Pensaron cómo obedecer y resolvieron que debían ingresar a la mafia griega para buscar al asesino. Desde ese momento, Saga presentó un fuerte trastorno de personalidad que lo ayudó a perder el miedo y la compasión con sus enemigos. Subió al poder absoluto matando y engañando a todos, quienes creyeron que sólo era unigénito para meter a su hermano oculto sin arriesgarlo. No resultó difícil encontrar al causante de que se quedaran solos. Cuando se supo que el sujeto había muerto con dos balas en la sien, Saga ya era uno de los socios de la organización criminal de su país natal. Ahora, sólo le quedaba matar al líder que ordenó tan bajo castigo y recuperar cierta información que lo pondría en jaque...
Tomó del escritorio un portarretratos y lo observó de lejos. Mu yacía recostado en la cama durmiendo. Más que nada se fijaba en la expresión de tranquilidad que poseía el retrato. Sonrió cínico y se lamió el labio inferior disfrutando del placer que le ocasionaba pensar en su querido italo-tibetano. Pero un toquido en la puerta lo trajo a la realidad y, a continuación entró su hermano.
--Ya me contaron que tu orden fue cancelada, hermanito. –Se sentó frente a él y tomó el puro para darle varias inhalaciones. Saga dejó el retrato en el escritorio y le arrebató el puro. Kanon continuó sin inmutarse de la acción de su gemelo. Sabía que era la única forma de sacar toda la tensión. –A propósito, recibí una llamada que te interesará...
--Habla...
--Aceptó el famoso Hades. Dijo que tus deseos son órdenes... ¿Para qué solicitaste a los góticos? Algo planeas, ¿Cierto?
--Así es. Si mis hombres no pueden hacer lo que me propongo, ellos lo harán, ¿No?
--Ya sé que el viejo italiano está muerto, pero te lo preguntaré, ¿Todavía está perdido el chip?
--Sí. Empiezo a creer que el malnacido ese lo escondió muy bien y que está frente a nuestros ojos...
--Pero ya es cosa del pasado. Uno que seguramente te hará caer desde muy alto...
--Cerremos esto, ¿Quieres? Estoy cansado de darle vueltas a un asunto que ya no tiene importancia y concentrémonos en lo que sigue...
--Está bien. Háblame de los planes que vas a realizar con el otro grupo...
***
--¿Y dónde están Aphrodite y Death Mask, Shaka?
--En "La Caja Amarilla", Ojousama... ¿Quiere que los llame?
--No hace falta. Déjalos trabajar en su investigación...
Frente a la computadora de "La Caja Amarilla" se encontraban Death Mask y Aphrodite. El ambiente podría haberse cortado con el filo de la katana de Midoriko y era por la llamada que recibieron de Saga. La incertidumbre volaba en sus mentes. Death, sentado frente al monitor y Aphrodite a su lado, abrieron el cajón buscando algún adaptador para el microchip. Una vez que lo encontraron, Angello ingresó con sumo cuidado el adaptador al equipo y en el monitor apareció un mensaje de la aceptación del chip.
--Vamos a ver lo que me dio la abuela... -susurró Angello al dar doble click en la ventana predeterminada.
Otra ventana se desplegó dejando ver todos los archivos. Abrió un archivo y descubrió que había diversos contratos y uno que otro plano, todos escritos en griego e inglés. Aphrodite, sentado al lado del italiano, se horrorizó al percatarse de que dichos planos pertenecían a la Embajada de Suiza en Grecia.
--Angello, ¡Es donde vivía mi padre! –exclamó perplejo. Death siguió abriendo más documentos y ambos encontraron fotografías, documentos legales y... oficios de pacto en los que estaban escritos griego.
Pasaron lentamente los minutos en búsqueda de algún indicio de relación. El silencio irritante se hizo presente en toda la habitación y nadie, en ese momento, se atrevió a decir nada. Las dudas en ambas mentes llegaron al extremo de que les dolía la cabeza de tan sólo pensar. No era algo muy común el tener esas sensaciones. Los dos habían pasado por momentos de presión intensa, pero ahora... ahora se hallaban buscando las piezas de su pasado, uno que parecía tener períodos tenebrosos y oscuros de la vida de sus ancestros.
Angello buscó por toda la memoria de almacenaje hasta que halló los nombres en distintos documentos de Shion Wang y Saga Yannakos. El miedo se apoderó de su mente al presentir que eso no traería algo bueno.
--Pero, ¿Por qué tiene esto mi familia? –Preguntó al fin Death Mask cada vez más intrigado. –Se supone que este chip lo fue a buscar la Mafia Griega... entonces, ¿Por qué?
--No lo sé... -respondió el suizo sin poder creer que su padre estuviera inmiscuido en esa información. –Pero esto también me concierne como hijo del embajador de Suiza en Grecia...
--Aphrodite, ¡También hay una base de datos! –enunció Angello al encontrarse con una hoja de cálculo que contenía nombres y direcciones de criminales.
Ambos se miraron con la tensión comparada a un tiroteo que en diversas ocasiones habían librado. Volvieron a ver la base de datos. Death descubrió que esta lista estaba escrita en italiano por lo que pudo leer y descifrarla muy bien. Movía en mouse como un loco al encontrar el nombre de su abuelo y varios amigos de la familia. "¡Inaudito! Simplemente no lo puedo creer." Pensaba en silencio al seguir bajado el archivo y encontrando más nombres conocidos. Un chispazo encendió su mente y le preguntó a Aphrodite:
--Dime, ¿Cómo se llamaba tu padre?
--Alfonse De Reynold, ¿Por qué lo preguntas? –Death Mask no le respondió y siguió buscando el nombre del respetable político. Pero no quería encontrarlo. No para ver el rostro desencajado de Aphrodite. Siguió buscando, pero no lo halló. Respiró aliviado y miró a Aphrodite, quien preocupado observaba con cuidado la base de datos. El italiano trató de sonreír para tranquilizar al suizo, pero él también estaba pasmado con la información acumulada en el documento:
--Tu padre no está en la lista. Eso quiere que Saga no mandó matar al embajador, pero, -colocó sus codos en el escritorio y pasó sus manos por la cabeza exasperado. -¿Por qué mi familia guardó esto? ¿Por qué?
--Debe haber una explicación... -lo tranquilizó abrazándolo. –Tenemos que investigar más sobre el caso o no podremos saber los verdaderos planes de Saga y el antiguo líder...
--Tienes razón. – mandó imprimir todos los documentos y, al término de la última hoja, recogió todo y se dirigió a Aphrodite. –Llama a la signorina Midoriko. Tenemos que mostrarle esto y pedirle permiso para hablar con Mu.
--Sí, en seguida regreso. –contestó Aphrodite levantándose de su asiento y correr a buscar a la Yakuza. Pero antes de que encontrara a Midoriko, se topó con Tamashii vestida con su traje ninja, quien se quedó sorprendida por la actitud del suizo.
--¿Qué ocurre, Aphrodite? Te ves muy apurado. –comentó la ninja. Aphrodite tomó aire y le preguntó:
--¿No sabes dónde está la signorina Midoriko? Necesitamos decirle algo importante...
--Pues está en su habitación viendo Anime...
--Gracias, Tamashii... -corrió escaleras arriba sin esperar a recibir una contestación de la mano derecha de la Yakuza.
Avanzó por los pasillos hasta detenerse en la puerta del fondo y tocar desesperado. Uno pasos tranquilos se oyeron dentro y se abrió la puerta corrediza, dejando ver a una Midoriko con el cabello suelto en los hombros, una bata negra sin amarrar y su camisón de dormir debajo.
--¿Qué sucede, Aphrodite? ¿Ya terminaron con su investigación? –preguntó la Yakuza extrañada al ver el rostro de desconcierto del peliceleste.
--Sí. Necesitamos que nos ayude, signorina. Encontramos información valiosa que no podemos relacionar tan fácil. –respondió alterado. Midoriko se llevó la mano a la barbilla bajándola para ayudarle a pensar por unos momentos. Después alzó su rostro y su mirada mostró una seriedad casi fría.
--Dile a Shiryu que saque por una hora o dos a Shun Rei. – le indicó Midoriko. –Tenemos que reunirnos en "El Salón de Sakura" a la brevedad posible. Infórmale a Milo, Shaka, Santiago, Dohko, Tamashii y, por supuesto a Death Mask. Los veo en cinco minutos...
--Como usted ordene, signorina Midoriko... -respondió el suizo y corrió escaleras abajo.
Midoriko cerró la puerta y apagó los equipos para vestirse con un kimono verde con el obi negro. Se peinó el cabello dejándolo suelto para salir y cerrar la puerta. Caminó al "Salón de Sakura" y pudo notar que todos los citados se encontraban arrodillados. Avanzó con pasos firmes y se sentó al frente. Aphrodite y Death Mask le mostraron los documentos que habían impreso y, en cuanto los iba a tomar, se abrió la puerta del salón. Todos voltearon a ver al causante de tal hazaña y descubrieron que Shun Rei había abierto la puerta.
--Siento causar molestias en su junta de negocios, -le dijo Shun Rei con vergüenza a Midoriko. –pero quería avisarle que saldré con Shiryu unos momentos. Creo que me va a enseñar la ciudad. –Midoriko sonrió y guiñándole un ojo le aconsejó:
--Tengan cuidado de no hacer cosas malas fuera de casa, ¿Eh? –el sonrojo de la china no se hizo esperar.
--No es lo que usted piensa, Midoriko... -contestó Shun Rei subiéndosele el color al rostro. Al ver la expresión de la chica, Midoriko se rió.
--Ya lo sé, querida, pero debes decirme si Shiryu te dice o haga algo que te incomode, ¿Ne?
--Sí, Midoriko. Con su permiso. –cerró la puerta tras ella y Midoriko carraspeó después de que un auto se alejaba de la residencia.
--Bien. –tomó uno de los documentos que estaban frente a ella. –Como pueden suponer, no sé leer griego ni mucho menos italiano. Milo, dime lo que dice en estos papeles, por favor...
--Claro que sí, señorita... --tomó diversos documentos y lo leyó en voz alta traduciendo lo que estaba escrito. Midoriko, así como todos los presentes escuchaban atentamente y se sorprendieron cuando Milo mencionó los nombres de Shion Wang y Saga Yannakos. Death le explicó en los planos que era la residencia del antiguo Embajador de Suiza en Grecia. La incredulidad no se hizo esperar y Midoriko les preguntó:
--¿Por qué tenías todo esto en el chip?
--Eso es algo que desconocemos, signorina Midoriko, -respondió Death Mask sin comprender toda esa información. –Pero tenemos que preguntarle a Don Mu sobre la base de datos que encontramos. Está escrita en italiano.
--Mi teoría es la siguiente. –le expresó la Yakuza a sus nuevos sublevados. –Según lo que nos reveló Dohko, Shion mandó matar al Embajador y Saga hizo lo mismo con el italiano, ¿Correcto? Ahora, la información que me están mostrando es clasificada por ambas mafias. Los planos corresponden a la Residencia Griega y puede deducirse que La Cosa Nostra realizó con éxito el trabajo... y algo tuvo que ver Saga o su antecesor en esto... por eso mataron a tu abuelo...
Midoriko se quedó pensando largo rato fijando su vista en los papeles con la cabeza gacha y una mano en la barbilla. Después de un rato, levantó la mirada y sacó su celular para marcar un número. Se lo llevó a la oreja antes de decir:
--Tenemos que ir a Italia lo más pronto posible. Esto no se puede quedar en el aire... --el interlocutor contestó después de tres sonidos y Midoriko le contestó. –Konnichiwa, Don Mu, ¿Cómo estás?...
--Bien, gracias, ¿Y tú, Midoriko?
--¿Yo? Bien, gracias por preguntar. Tengo una duda que deseo que nos respondas a la brevedad posible...
--¿Por qué no me la dices de una vez por este medio?
--¿Qué te la diga por teléfono? No. Necesitamos verte para discernir la información recolectada. Iré ahora mismo para allá...
--Bien, ¿En dónde te recogemos?
--Espérame en Roma. Te devolveré lo que es tuyo...
--¿Lo que es mío? Bien, te espero entonces por acá...
--Bueno, gracias, Don Mu. –colgó y se dirigió a Tamashii. –Alista el jet. Vamos a Italia.
--¿Quién irá con usted, Ojousama? –preguntó la chica. Midoriko negó con la cabeza.
--Sólo iremos Death Mask, Aphrodite y yo. No se preocupen, estaremos bien por allá. Regresaré en dos días, así es que no quiero que nadie de fuera sepa que salí. Actúen como si yo estuviera aquí para no levantar sospechas...
--¿Y qué pasará con Shun Rei, Ojousama? –preguntó esta vez Shaka sin inmutarse. La líder se quedó pensando y contestó:
--Díganle que me fui a una junta de negocios de emergencia y que regresaré pronto. No le digan cuando regresaré. Para ella, ustedes no saben nada, ¿Entendido? En cuanto a ti, Dohko, sigue con el diagnóstico y el tratamiento...
--Sí, mi señora... -contestaron todos al unísono. Midoriko se levantó y se dirigió a la salida para preparar las cosas que necesitaría en el viaje.
En tanto Shaka y Milo se dispusieron a ayudarle a su líder y salieron de "El Salón de Sakura" dejando solos a Death Mask y Aphrodite, quienes ordenaban todos los documentos y los colocaban en un folder. Death miró a Aphrodite con dulzura y lo tomó del mentón para observar sus ojos de inmenso cielo. El suizo se sonrojó y sonrió:
--¿Qué ocurre, Angello? –preguntó sin dejar de mirar al italiano. Éste mostró una perlada sonrisa al dueño de sus pensamientos.
--Quiero que el tiempo se detenga para estar siempre a tu lado, Dite...
--¡No digas cosas que apenen, Angello! –desvió la mirada por unos instantes, pero Death ya había atrapado sus labios con los suyos. Aphrodite cerró los ojos para disfrutar la tierna intromisión de su amante. Tras unos segundos, Angello dirigió sus besos a todo el rostro de Aphrodite, terminando en su frente y después abrazarlo con fuerza. Aphrodite correspondió a sus brazos morenos y le susurró al oído:
--Yo también quiero quedarme así por siempre, pero temo que te vayas de mi lado, Angello...
--Bien sabes que nunca me separaré de ti, a pesar de la distancia... aunque seamos enemigos y nuestros protectores nos digan que nos matemos... soportaré todo hasta que exista el día en el que podamos estar juntos de nuevo...
--Te amo, Angello... -los ojos de Aphrodite brillaron.
--Yo también te amo, Dite... desde la primera vez que te vi... nunca olvides eso, ¿Sí?
--Sí, Angello. Sabes que nunca te dejaré de amar, aunque me cueste la vida en ello...
Los dos se separaron para caminar a su habitación y preparar lo necesario en ese nuevo viaje. Minutos después, junto con Midoriko, abordaban el avión rumbo a Roma. Las dudas en sus mentes eran demasiadas como para seguir dándole vueltas. Lo que ellos desconocían era que se estaban enfrentando a un pasado siniestro que inmiscuía a varios líderes de las Mafias más importantes de todo el mundo.
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