Capítulo 62

Narra Omnisciente

Alexander solo podía fijar la vista al frente. Traía a un ejército enorme tras de él, había conseguido hacer que Adrestia lo escuchara. Todo por mencionar a Lícia VonStein, con solo hacerlo sus padres y la princesa saltaron a defenderlo y hacer que lo escucharan. Ahora están bajo una alianza de urgencia y Alex es quien dirige el ejército junto al rey.

-Si nos traicionan, no dudaremos en levantar las armas contra ustedes también -amenaza el rey, aún desconfiado.

Alexander solo asiente sin preocuparse ni estar sorprendido. Aceptaba el castigo por la traición, pero no le importaba ya que eso no iba a suceder.

Ahora, ambos ejércitos estaban marchando hacia la batalla, sin descanso. Dudaron una noche entera en avanzar. Alexander se detuvo y levantó el puño para indicar que todos se detuvieran igual. Nadie hizo ni dijo nada por tanto tiempo, pero entonces lo vieron. Con los primeros rayos de sol se alzó un gran ejército en el horizonte. Ambos hermanos se miraron fijamente pero Idalia sonríe de lado e indica con la cabeza que la trajeran al frente.

-Es bueno volver a verte, querido hermano -habla ella con gran cinismo.

-Quisiera poder decir lo mismo, Idalia.

-¿No te alegra verme? Ow, es una pena. Quería darte un hermoso presente por nuestro encuentro.

Dos soldados lanzan al suelo a Zaria, quien se queja por ello. Alexander la ve y reprime sus ganas de ir a por ella de inmediato. Zaria levanta la vista y conecta su mirada con su amado príncipe, sintió alivio de verlo pero al instante se volvió sorpresa por ver a su reino tras él y luego preocupación y miedo por saber que la guerra iniciará en cualquier momento.

-Alex -menciona ella.

Él aparta su mirada de ella para ver a su hermana. Hace avanzar a su caballo unos cuantos pasos, los soldados se alertaron y vigilaron sus movimientos para proteger a su reina, quien levantó el brazo para detenerlos con ese simple gesto.

-Idalia creo recordar... que una vez te dije que si volvías a tocarla... me olvidaría de que eres mi hermana.

Idalia ríe entre dientes por no creerle a su hermano. Mira a los soldados junto a Zaria y asiente; ambos le devuelven el gesto. Uno de ellos empuja a Zaria hasta arrodillarla en el suelo.

-No sabes cuánto deseaba que llegara este día, hermanito -habla Idalia en el momento en que el otro soldado saca su espada.

-¡No!

Alex corre hacia ellos en su caballo. Zaria jadea del miedo cuando siente el metal filoso y frío de la espada contra su cuello, cierra los ojos para no ver la expresión de Alex.

-Despídete de tu amada Adrestiana.

-¡Idalia! -suelta Alex con ira pero ella solo sonríe.

El soldado levanta la espada para agarrar fuerza. Todo pasaba tan rápido pero para Zaria fue como verlo lentamente; no quería seguir viendo pero escuchó el golpe de metales a un lado de su oreja que la aturdió y sorprendió. Alguien la empuja justo antes y al voltear a ver notó a Darren con la espada del soldado de a un lado, ya muerto, deteniendo la espada del otro.

Zaria comienza a hiperventilar por el miedo, miraba sin poder creerse nada de esto. Tocó su cuello con ambas manos como para asegurarse de que estaba completa.

-¡Maldito bastardo! -grita el señor Drach por su propio hijo.

Darren golpea al soldado para apartarlo y se coloca frente a Zaria. Alex detiene el a dar de su caballo estando tan cerca de ellos, mira a Darren con sorpresa pero aliviado.

-¡Darren! ¡Deja de comportarte como un imbécil! -grita su padre pero él no lo escucha.

La mirada de Darren solo estaba en los soldados y en Idalia. Aunque su atención se dividía hacia Zaria, que la escuchaba hiperventilando aún.

-No me importa si mi padre o mi pueblo te han aceptado, Idalia. Podrás ser su reina pero no eres la mía. ¡No lo acepto!

-¡Insolente!

El señor Drach corre pone en marcha a su caballo para atacar a Darren.

-¡D..Darren! ¡Tus heridas! -se preocupa Zaria pero él le dedica una sonrisa.

-Me halaga que te preocupes por mí, Lícia... pero no tienes que hacerlo.

El padre de Darren intenta apuñalarlo pero él lo detiene y clava su espada en la pierna de su padre para que bajara del caballo. Una vez más, padre e hijo se enfrentaban a muerte. Esta vez, el señor Drach no tendrá piedad. Se miran fijamente pero Zaria se levanta y se cuelga a su espalda para tratar de detenerlo.

-No puedes. Tus heridas son graves, ¡no hagas esto, por favor! ¡Morirás!

Darren la mira sonriendo y acaricia su mejilla apesar de tener algo de sangre en ella.

-Nada me gustaría más que morir por protegerte a ti.

Zaria deja escapar ya los sollozos que estuvo reteniendo. Le causaba impotencia no poder alejar a Darren de todo esto. Él mira tras de Zaria y asiente a Alex. Ambos se comprendían, tenían que cuidar de la mujer que ambos amaban.

-Darren... por favor...

-Lo siento, Lícia.

Darren empuja a Zaria hasta atrás en cuando Alex cruzó por los soldados y la sujetó para alejarse hacia los Adrestianos de nuevo. El padre de Darren es el primero en atacarlo. Fue por ese enfrentamiento que las dos armadas decidieron empezar. Los Adrestianos corrieron hacia los Viltarienses y ellos hicieron lo mismo.

-¡Darren! -Zaria intentó bajar e ir con él- ¡Darreen!

Alex la sujetaba para que no cayera mientras guiaba al caballo de regreso a su ejército que cruzó a sus lados para atacar a su enemigo. Pero con lo que no contaban ninguno de ellos es que los Viltarienses aprendieran fuego a sus flechas e hicieran una lluvia de estas que acabaron con varios Adrestianos. Alex lo esquivaba como podía, trató de proteger a Zaria a la vez, pero una hilera de flechas rodearon al caballo empezando a incendiar el césped. Koa se eleva en dos patas del susto, Zaria no estaba bien agarrada y Alex, en su intento por atraparla, terminó cayendo junto a ella.

Ambos ruedan en el suelo, Koa se va corriendo. Alexander se levanta rápidamente, desenfundando su espada y deteniendo el ataque de un soldado que iba a matarlos.

-¡Zaria, corre! ¡Ahora!

Zaria no espera una segunda advertencia y sale corriendo tan rápido como se le era posible. Trató de esquivar a todos y evitar los enfrentamientos, tenía miedo. Estaba terriblemente asustada y preocupada.

-¡Huh! -jadea del dolor y sorpresa cuando alguien la derriba al suelo.

Ella consigue apartarse y alejarse arrastras mientras veía a quien la había derribado. Su corazón latía a millones de kilómetros por hora, pensaba que iba a morir. El soldado eleva la espada para matarla pero antes de dejarla caer, otro filo le perfora el pecho. El soldado escupe sangre y cae al suelo muerto, dejando ver a Alexander cubierto de sangre que no le pertenecía. Él hace levantar a Zaria y la abraza al ver las lágrimas que corrían por sus mejillas.

-Princesa... no temas. Estás conmigo.

-No temo por mí... -responde ella segura de sí.

Antes de que pueda seguir hablando, Alex la deja tras de él rápidamente para detener el ataque de un soldado que iba a ella, cubre sus ojos y empuja al hombre para luego cortar su cuello en un rápido movimiento. Escucha un grito de fuerza atrás, vuelve a girar a Zaria y clava su espada en el pecho del otro hombre que iba hacia ellos. Finalmente, vuelve a mirar a su amada.

-S..Se supone q..que yo no d..debería estar aquí, lo siento -dice ella sollozando-. Tú debías pelear libre de cualquier carga.

-Zaria...

Sus palabras se vieron interrumpidas por otro soldado. Alex aparta a Zaria y se encarga del hombre con facilidad.

-Lamento traerte problemas. Yo... y..yo...

Alexander ya quería que dejara de preocuparse y de llamarse a sí misma "una carga". La mejor forma que encontró para callarla fue besando sus labios con ternura, aunque seguía prestando atención a su entorno.

-Princesa, ¿sabes algo? El tenerte aquí no me parece una carga, sino que me motiva a vivir. No pienso dejarte sola en medio de todo esto.

Alexander limpia las lágrimas de Zaria y besa su mejilla con una sonrisa leve.

-Eres mi más grande motivación. Amor mío -acaricia su mejilla-. Pero tienes razón, este lugar es peligroso para ti. Debo sacarte de aquí cuánto antes.

Alexander toma su mano pero en ese mismo instante siente un dolor muy agudo que se extendió por todo su brazo.

-¡Alex! -Zaria lo mira espantada.

Alexander agarra la flecha incrustada en su brazo izquierdo y se la arranca soltando un quejido de dolor. La lanza al suelo y mira a la responsable.

-Tú y yo tenemos un asunto pendiente, hermanito... y ella estorba.

Idalia apunta a Zaria con otra flecha mientras sonríe. Alexander se coloca en frente de ella y cuando Idalia suelta la flecha, él la agarra a centímetros de su rostro, dejando asombrada a Zaria quien suelta un jadeo por tal motivo.

-No lo he olvidado. Tú aún no has pagado por lo que hiciste -habla él partiendo la flecha.

Idalia deja escapar una leve risa antes de soltar su arco. Ella más que nadie sabía sobre la gran habilidad de su hermano menor, siempre ha podido detener sus flechas, el arco no le servirá. Ella desenfunda su espada y se posiciona.

-Estoy lista.

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