Capítulo 57
-Estamos cerca -avisa Alex llamando mi atención.
Levanté la mirada para notar como nos acercábamos cada vez más a Silastel. Koa deja de galopar en cuanto Alex estira de las riendas para detenerlo, miré atrás cuando los demás llegan a nuestro lado, en caballos que consiguieron al huir luego de la batalla. Silastel era una ciudad en realidad, una que estaba lejos de donde estuvimos recientemente, nos tomó un tiempo llegar. Y sabíamos las consecuencias por esto.
-Es... tarde -hablé-. Viltarin ha conquistado esta ciudad.
Veía las banderas Viltarienses hondeando a lo largo de las murallas que rodeaban la ciudad. Guardias con el logo de la bandera y sus colores custodiaban la entrada. Los civiles se vieron obligados a reformarse y trabajar para sus nuevos gobernantes. Todos preparándose para una guerra masiva.
-Llegamos tarde... -bajé la cabeza con pesar.
-Aún no hemos perdido esto -me asegura Alex.
-¿Cómo dices eso sabiendo nuestra situación?
-Porque mientras yo no muera, esto aún no acaba.
Hace girar a Koa y ponerlo en marcha de nuevo. Me aferré a su espalda ya que estaba sentada atrás de él. No sabía que pensar, la idea de que aún podemos hacer algo por Viltarin... simplemente ya no me convencía lo suficiente como para tener esperanzas. El que capturaran a Darren me mantenía deprimida, quizás no lo quería de la misma forma que él a mí... pero me importaba mucho más de lo que podrían imaginar.
Alexander nos acerca a la ciudad desde un punto ciego donde no podrían vernos llegar. Baja de Koa al estar en la entrada trasera de la muralla y se acerca.
-Alex, ¿qué haces? Vuelve -hablé en susurros pero él me ignoró.
Se asoma por la puerta para mirar el interior pero rápidamente se oculta asustándome. Mira a los soldados y les hace una seña que ellos captan al instante, bajan de sus caballos y se acercan a él pero dos de ellos permanecen con nosotras.
Todos se ocultan pero entonces Alex entra a la ciudad haciéndome sentir tanta preocupación. Seguía herido y aún quería pelear, ¡¿será idiota?! Escuché que alguien intentó gritar pero rápidamente fue silenciado. Los soldados sacan sus espadas y se meten a ayudar a Alexander. Traté de ir allí pero Anabella sujeta mis manos que tomaron las riendas de Koa.
-El príncipe sabe lo que hace, déjalo continuar.
-Pero está herido... -refuté preocupada.
-Eso nunca lo detuvo.
Me sonríe, ella realmente confiaba en las habilidades de Alex. Bueno, lo conoce de toda su vida... claro que le tendrá fe, pero aún así no puedo no preocuparme. Apreté las riendas pero las solté y resoplé tratando de calmarme. Esperé hasta que los quejidos dentro de la fortaleza se detienen, quería asomarme pero primero vi cuando salió Alex con cortadas.
-Bueno, todo resuelto -sonríe sereno.
-Idiota... -murmuré negando pero sintiéndome aliviada.
Alex me dedica una sonrisa tranquila pero noté a un guardia enemigo acercándose a él. Abrí los ojos de par en par, nuevamente preocupada de que le hiciera algo.
-¡A..Alex...!
-Todo arreglado, Alteza. Ya tienen refugio -habla el guardia confundiéndome.
-Te lo agradezco mucho.
-¿Qué? -cuestioné mirando a ambos.
Alex se me acerca y apoya su mano sobre el cabello de Koa mientras me sonríe para calmar mis nerviosa.
-Princesa, esta ciudad acaba de ser conquistada. Hay rebeldes en todas partes, nadie quiso esto.
-¿O sea que están de nuestro lado? -pregunté mirando al guardia.
-Unos cuantos. Algunos sí aceptaron a la reina Idalia como monarca. Creen que ganarán mucho con esto -explica aquel hombre.
-¿Y tú? ¿No crees lo mismo? -hablé desconfiada.
-Creo en la justicia y en la paz entre Viltarienses y Adrestianos. Eso es todo.
Asentí conforme con su respuesta. Volví la mirada a Alexander quien acaricia mi pierna antes de sujetar las riendas de Koa.
-Vamos. Se hará tarde para lo que planeo hacer -jala de las riendas haciendo que Koa camina a su lado.
-¿Y eso es...?
-Comer algo, tengo hambre ¿tú no?
Lo miré en silencio por un tiempo. Se veía sonriente y tratando de mantener la calma, pero su cuerpo estaba tenso y lo podía notar en como se le marcaban las venas de la mano que agarraban las riendas con demasiada fuerza de forma inconsciente. Además de que se hacia tronar la espalda constantemente, dándome señales de su tensión.
-Podría comer algo... -murmuré.
Sería lo mejor tratar de ser positivos y no preocuparnos tantos. No quiero que se ponga más tenso de lo que ya está.
-Bien. Silastel tiene buenos restaurantes, tienes que probarlos.
-Claro.
Nos adentramos a la ciudad con ayuda de unos guardias rebeldes que nos guiaron en silencio. Ellos sabían quiénes estaban con nosotros y quienes en nuestra contra, fue muy útil ya que pudimos llegar a una taberna. Los guardias hablaron con la dueña del lugar quien muy amablemente nos dejó quedarnos y mandó a preparar comida para nosotros.
-Pueden quedarse aquí el tiempo que necesiten. Estaremos encantados de tenerlos, Alteza -dice la mujer.
-Muchas gracias. No se preocupen, luego de que esto termine les pagaremos por su hospitalidad -habla Alex sonriendo amable.
-Con ayudar a Silastel a ser liberado basta y sobra.
Alex asiente en respuesta. La mujer nos manda a nuestras habitaciones a asearnos y esperar por la comida que aún tardaría en estar lista. Fui a la habitación que me dieron a mí... pero el sentimiento de soledad me invadió, estaba tan acostumbrada a tener a Alex cerca de nuevo que no me di cuenta cuando mis pies me estaban guiando hasta su habitación.
-Agh... mierda... -escuché adentro de esta justo antes de tocar la puerta.
Me acerqué para oír mejor, sus quejidos de dolor ahogados me preocuparon. Estaba segura que eran por sus heridas nuevas y viejas. Llamé a la puerta haciendo que no se escuchara nada dentro por un rato hasta que esta se abre.
-Princesa, ¿sucede algo? -pregunta él.
-Yo... bueno... -me sonrojé un poco pero al final me armé de valor para decirle lo que pasaba-. Quisiera quedarme contigo... me siento muy sola en la otra habitación.
Estaba avergonzada y apenas podía mirarlo por eso, pero lo sentí abrazarme por la cintura con un brazo y besar mi sien.
-Por supuesto. Si no venías tú iba a ir yo -responde haciéndome sonreír.
Me hace entrar a su habitación y cierra la puerta tras de él. Noté los remedios que estaban encima de la cama. Miré a Alex de nuevo y detalle sus heridas y cuántas tenía.
-Iba a ducharme... pero esto duele demasiado -comenta.
-Me lo puedo imaginar.
Alex se acerca y toma mi muñeca con delicadeza para entrelazar nuestras manos. Besa la mía y me mira a los ojos.
-¿Querrías ayudarme? Apenas puedo moverme del dolor.
-No parece que apenas pudieras... -respondí.
-Créeme, cada movimiento que hago duele más de lo que podemos imaginar estar en el infierno.
-Exagerado.
-Solo un poco.
Ambos soltamos leves risas que alivianaron el ambiente y nuestra tensión. Volví la vista a sus heridas en sus brazos semi descubiertos por el vendaje que ya tenía desde antes.
-Está bien -dije-. Te ayudaré.
-Gracias, princesa.
Ambos nos adentramos al baño de la habitación, mientras yo cerraba la puerta Alex se quitaba su camisa. Mi boca se sintió seca al verlo así, aunque me concentré en sus heridas por el vendaje que casi cubría completamente su torso. Me acerqué a él y toqué el vendaje con las yemas de mis dedos. Encontré el final de este y empecé a sacarlo, desarrollando hasta llegar a la parte más dolorosa.
-Respira y no mires si no puedes aguantar -comenté haciéndolo sonreír con arrogancia.
-¿Con quién piensas que hablas, princesa? Esto no será na... ¡dgh!
Se retuerce de dolor cuando saqué de un tirón el vendaje que se había pegado un poco a la herida. Era la forma más fácil, rápido y que no fuera doloroso por mucho tiempo.
-Te lo dije.
-Hubieras contado hasta tres -habla quejándose.
Tiré el vendaje a la basura y observé la rajada que tenía, ya no brotaba sangre pero se veía muy mal y doloroso. Hice una mueca de preocupación; Alex y yo nos acercamos a la bañera.
-¿Piensas mojar tus pantalones? -pregunté.
-¿Quieres que me los quite? -me mira con una ceja enarcada.
Me sonrojé al instante pero negué con una pequeña sonrisa por su comentario.
-Es de mala educación responder a una pregunta con otra...
-Perdóneme, señorita educación.
-Cierra la boca y desvístete bien.
Me avergoncé por mi elección de palabras pero eso solo le causó gracia. Fingí que no me importaba y solo vi cuando se terminó de desvestir. Volví a sentir la boca seca y aparté la vista rápidamente.
-No hay nada que no hayas visto ya... -me estremecí al sentirlo susurrando en mi oído-...o tocado.
Podía sentir mis pezones endurecerse, pero me controle y lo miré a los ojos.
-Entra al agua. Me pediste ayuda, ¿no?
-Está bien, princesa.
Se ríe de nuevo pero hace lo que le digo. El agua lo cubría hasta por debajo del pecho, yo me dediqué a observar sus heridas, ¿y por qué no? Su cuerpo igual. Hacía tiempo que no podía verlo de esta forma tan... excitante.
Tomé la esponja y el jabón líquido. Me acerqué al borde y lo miré por un momento.
-¿Realmente no puedes hacerlo por tu cuenta o solo quieres que yo te atienda?
-Realmente no puedo por mi cuenta y también quiero tener tu atención y cuidados -se sincera con una sonrisa pegada al rostro.
Resoplé mientras negaba con la cabeza. Eché un poco del jabón en la esponja y lo remojé, se hizo espuma rápidamente y empecé a pasarlo por su cuerpo. Trataba de ser lo más suave posible para no lastimarlo, mojaba la esponja de vez en cuando y la frotaba ligeramente. Su cuerpo se sentía igual de musculoso que siempre pero estaba un poco más delgado. Pasé la esponja por su cuello y bajé por su pecho hasta su marcado abdomen.
No pude evitar sentir que ambos estábamos disfrutando de esto, porque yo lo estaba haciendo de verdad. Inconscientemente bajé más pero al levantar la vista a Alex él me miraba fijamente y con un brillo lujurioso en el rostro. Su mirada, al encontrarse con la mía, baja hasta mis labios y traga saliva con dificultad.
Sentí que mi mano soltaba la esponja lentamente, la suya acaricia mi mejilla. No me di cuenta cuando ambos nos acercamos tanto que él tuvo que enderezarse para alcanzar mis labios y unirlos finalmente. El dulzor de su sabor era incomparable y delicioso, moría por seguir y nunca separarnos.
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