Capítulo 53
Caminé de un lado al otro varias veces, esperaba preocupada y solo quería saber qué estaba pasando adentro. Entonces, se escuchan pasos en la escalera de la posada donde nos estábamos quedando, baja el doctor acompañado de Anabella que le agradece todos sus esfuerzos y lo acompaña hasta la salida.
-¿Y qué pasó, Ana? -pregunté. Ella cierra la puerta y nos voltea a ver a todos.
-El príncipe está bien, se mejorará en unos días, solo tiene que descansar -responde ella haciéndonos soltar un gran suspiro de alivio.
-¿Puedo... ir a verlo? -pregunté.
Ana asiente sonriendo y yo me apresuré a ir escaleras arriba, entré a la habitación donde él estaba y lo vi tumbado en la cama, vendado por casi todo el cuerpo y durmiendo.
Me acerqué con cautela y tratando de no hacer mucho ruido, me senté en el borde de la cama mirando su rostro relajado, creo que era la primera vez en mucho tiempo que lo veía así. Acerqué mi mano y apenas rocé las yemas de mis dedos por su rostro.
-No sabes cuanto me alegra saber que estás vivo... -murmuré sonriendo levemente.
Miré a su lado, la cama era lo suficientemente grande y mis ganas de tenerlo cerca por más tiempo me ganaron. Con cuidado me acosté a su lado, miré su cuerpo un momento ya que tenía miedo de herirlo, pero entonces sentí su brazo rodeándome y atrayéndome más hacia él.
Ni dije nada, simplemente sonreí y acosté mi cabeza en su hombro, cerré los ojos queriendo solo descansar por un momento pero el tener a Alexander conmigo hace que mi cuerpo y mente se relajaran tanto que terminé quedándome profundamente dormida a su lado.
Soñando plácidamente porque Alex conseguía que cualquier pesadilla se fuera en un instante. Aunque no podía estar muy tranquila, además de la situación actual, quería que me contara todo sobre Lorelei y él... si realmente sintió algo por ella.
Aquel pensamiento pudo jugar en contra de mis sentimientos, mis sueños se tornaron en pesadillas, siendo Alex y Lorelei los protagonistas de ella. Riéndose y dejándome atrás, sin poder alcanzarlos. Los veía en el gazebo, aquel lugar que yo pensaba era especial para nosotros, abrazándose y besándose.
Las lágrimas no tardaron en empañar mis ojos, creía que solo lloraba en sueños pero supe que no era así cuando comencé a sentir que alguien limpiaba mis lágrimas en la vida real.
-Zaria... -escuché como un eco-. Zaria, tranquila... es solo un sueño.
Un sueño...
Miré al frente de nuevo, Alexander y Lorelei seguían juntos, me hizo sentir tan mal de nuevo que apreté los labios aunque el inferior temblaba.
-Amor mío, despierta... por favor, despierta...
Pude abrir los ojos y darme cuenta de que volví en mí, miré a todos lados hasta encontrarme con el rostro preocupado de Alex. Él me sonríe y acaricia mi rostro para tranquilizarme.
-Está bien, princesa... está bien, ya pasó.
Sus palabras, y el que me volviera a llamar "princesa" me hicieron tranquilizar. Lo abracé con cuidado y escondiendo mi rostro en su pecho.
-¿Por qué me has hecho eso? No sabes lo doloroso que fue para mí que lo hicieras.
Alex suelta un gran suspiro profundo, me abraza y acaricia mi espalda para consolarme.
-Lo siento, por favor... perdóname, princesa. Realmente no quería hacerte daño, pero sabía que no te irías si no fuera de esa forma.
-Tienes razón, jamás lo haría. No importa que pase... entiéndelo.
-Lo entiendo ahora, créeme que sí -sigue acariciando mi cabello mientras habla.
-Solo dime algo... -me separé para verlo a los ojos- ¿En algún momento, por al menos un segundo... llegaste a sentir algo por ella?
-Nada, lo juro -habla tan rápido y firme que se notaba su seguridad-. Te lo he dicho una vez, tú eres y siempre serás la única para mí. No hay nadie más...
El alivio en mi pecho se expandió, escucharlo afirmar aquello me hacía sentir mejor y aunque me estuviera mintiendo... le creería, porque aún así lo sigo amando y eso me hace ser más idiota que nunca.
-¿Aún sientes lo mismo por mí? -cuestioné.
-No -mi corazón se paraliza pero él besa mi frente-. Te amo más que antes.
Mi sonrisa aparece sin poderes evitar, llevé una mano hasta su rostro y acaricié su mejilla, estando completamente hipnotizada por sus ojos.
-¿Y tú? -pregunta esperanzado- ¿Cuál es la diferencia entre tus sentimientos por Darren y por mí?
-¿Por qué preguntas como si fueran casi lo mismo? -cuestioné.
Él agarra mi mano en su mejilla y besa la palma de esta mientras cierra los ojos y suspira.
-He visto la forma en la que él te mira... es la misma forma en la que yo te miro a ti.
Aguanté la mueca que iba a escaparse en mis facciones, inhale profundo antes de responder.
-Es verdad que yo lo vi diferente que tú a Lorelei... me gusta lo amable que es conmigo, además de que estuvo para mí en todo este tiempo que estuve lejos.
El agarre en mi mano se hizo débil, sabía que estaba sintiendo un poco de dolor por creer que sentía algo por Darren. Debía de admitir que esta era mi venganza por lo de hace un momento, que me hizo creer que ya no sentía nada por mí.
-Pero por más que lo quisiera o lo intente, no puedo amarlo o verlo siquiera de la misma forma en la que te veo a ti... Alex.
El alivio fue evidente en su mirada, además del suspiro que soltó al escucharme. Sonreí acercándome más a él.
-Te amo y siempre lo haré.
Alex no pudo contenerse más, apenas terminé de hablar él me acerca y besa mis labios con intensidad y necesidad. Se sentía tan bien que me hizo sentir viva de nuevo; su sabor, su suavidad y agilidad para besar... eran mi tentación. Casi había olvidado cómo se sentía besar a Alex, me alegra poder hacerlo otra vez.
Jadeé al separar nuestros labios por la pérdida de aliento en aquel beso, pero Alex baja a mi cuello. Sus manos se sienten aferradas a mi cintura, apegándome y haciéndome sentirlo más. El ambiente empezó a sentirse más caliente y pesado, pero yo sabía que no podíamos seguir por ahora.
-Alex... -hablé como pude.
-Por favor... -menciona con voz suplicante.
-Estás herido, no podemos.
-Puedo aguantar -insiste.
No iba a negar que yo también quería seguir, ¡demonios, sí quiero! Pero a pesar de la excitación que me causaba, aún así me preocupaban que le dolieran sus heridas, por lo que me vi obligada a detenerlo.
-No, Alex. Estás herido gravemente y además... hay personas afuera de la habitación. Sin mencionar que no es un buen tiempo para hacerlo...
Alex me mira a los ojos, asiente derrotado y dejando de aferrarse a mí pero no se separa.
-Está bien, tienes razón... Lo siento, princesa.
Sonreí y besé su frente con ternura, ocasionando que él sonriese y se sonrojara un poco.
-Tranquilo, yo también quiero hacerlo pero ya sabes... por ahora es mejor esperar.
Me senté en la cama pero impedí que él siguiera mis movimientos, me levanté y lo observé.
-Descansa un poco más, y no te levantes o haré que te arrepientas de haberlo hecho -amenacé entrecerrando los ojos.
-Bien, bien. No lo haré -responde levantando poco sus manos a modo de paz.
-Confiaré por esta vez.
Ambos sonreímos con un poco de diversión antes de que yo me fuera, cerrando la puerta tras de mí. Fue entonces que al abandonar la habitación donde estaba Alex, todo vino a mí como un balde de agua fría. Las preocupaciones, las interrogantes y intranquilidad y molestias.
Fue ahí cuando me di cuenta el gran efecto de tranquilidad que Alexander conseguía en mí, y eso es algo que ninguna otra persona puede conseguir, estoy muy segura.
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