5 - Amelia
Ahí estaba. Siguiendo las instrucciones de la respuesta que había recibido a su correo desesperado por ayuda psicológica. Se encontraba frente al área de desarrollo humano en su universidad. En la respuesta a su correo, le habían dicho que si acudía ahí le darían una cita con el psicólogo. Se quedó delante del sitio por un largo rato, cuestionándose si entrar.
Pero acababa de salir de clase y estaba agitada. Extrañamente, ver como Santiago la ignoraba había sido el impulso que necesitaba para salir corriendo hasta allí. Se sentía mal, como si le fuera a dar algo. Pero tenía que conseguir esa cita fuera como fuera. La desesperación la estaba consumiendo cada día con mayor intensidad.
Tomó un profundo respiro y terminó por entrar. Se encontró en un pasillo con varias puertas y después de recorrerlas una por una se dio cuenta de que no sabía en qué sitio exactamente debía pedir la cita. Optó por una puerta que estaba cerrada y se quedó esperando allí a que alguien apareciera. Sin embargo empezó a reprimirse a sí misma. Debía parecer una idiota ahí parada. Y aunque quería salir corriendo no lo hizo, porque eso implicaría volver al mismo circulo vicioso de siempre. No lo soportaría.
Pasó un largo rato hasta que una muchacha apareció y le preguntó que necesitaba. Al final la envió a otra puerta diferente, pero aunque se sintió un poco mal, también la hizo sentirse victoriosa. Había encontrado su destino. Y después de llegar al sitio correcto pudo pedir una cita psicológica para el lunes siguiente. Por fin lo había hecho.
Iba a acabar con esa maldición de una vez por todas. Por ella, y por la esperanza de poder hablar con Santiago algún día.
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